El columnista Mehmet Yilmaz se hizo eco, mencionando varios casos relevantes de la involucración turca en la crisis siria, como el de cuatro miembros de Estado Islámico que, tras haber estado luchando con el Estado Islámico en Siria durante tres meses, fueron detenidos la semana pasada mientras intentaban cruzar ilegalmente a Turquía con sus familias. Tras haber sido interrogados por el servicio de inteligencia turco (MIT) y el ejército, fueron puestos en libertad por el juez.
Yilmaz también denuncia otro episodio, documentado en la página web del Estado Mayor turco, sobre un ciudadano turco apresado junto a trece extranjeros cuando trataban de entrar en Siria para unirse a los yihadistas. El fiscal ordenó que el turco fuese puesto en libertad, mientras los demás fueron remitidos a la policía para ser extraditados.
«Si participas en una marcha en este país, puedes ser encarcelado bajo la acusación absurda de ‘ser miembro de una organización terrorista. Si compartes una caricatura en las redes sociales, puedes ser arrestado por ‘insultar a un funcionario’. Pero si te unes al ISIL y cruzas ilegalmente la frontera a Siria, luchas en la guerra civil y luego quieres volver a tu país, no pasa nada, ni siquiera te arrestan», comenta ácidamente el periodista turco.
El caso más significativo, sin embargo, es tal vez el de Orhan Gönder, el responsable de colocar una bomba en el mitin del partido de base kurda HDP en Diyarbakir a principios de junio, que provocó cuatro muertos y cientos de heridos.
Gönder había sido denunciado por su propia familia como simpatizante de Estado Islámico, y llegó a ser detenido por la policía de Diyarbakir, la cual, tras interrogarle, decidió no presentar cargos. El joven pudo así cometer el atentado, y se encuentra todavía en busca y captura.
Los responsables turcos, sin embargo, se declaran impotentes para impedir el paso de yihadistas. «No depende de nosotros. Los países occidentales tienen que compartir más información de inteligencia con nosotros, o no podemos detenerlos», declaraba recientemente, en condiciones de anonimato, un alto funcionario turco en un encuentro con corresponsales extranjeros al que acudió ABC. «Hay casos de personas que viajan desde un país europeo a través de otro u otros, y al llegar aquí, nuestra policía recibe una notificación para que les detengamos. Si saben que es un posible yihadista, ¿por qué no se le detuvo antes de que abandonase el país?», afirma el funcionario.
«Tenemos una lista con catorce mil nombres. Si están en esa lista, cuando llegan les detenemos. Hemos deportado a más de mil quinientas personas así. Además, tenemos equipos de reacción en los aeropuertos, que han interceptado a otras mil personas. Pero Turquía recibe más de catorce millones de turistas al año, y no podemos vigilarlos a todos», dice. «Nuestra frontera es muy larga, y es imposible sellarla del todo, tal y como demuestran otras fronteras, como la de México y EE.UU., por ejemplo», se queja.
Las presiones occidentales, en cualquier caso, podrían estar surtiendo efecto. Según informó el diario «Cumhuriyet» la semana pasada, Ankara permitirá por primera vez que la base aérea de Incirlik sea utilizada para misiones aéreas de bombardeo contra Estado Islámico mediante drones no tripulados, algo a lo que hasta ahora el gobierno turco se había resistido firmemente.
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