miércoles, 22 de julio de 2015

Pensar la igualdad, construir la Justicia: Reflexiones desde la izquierda israelí

Michal Haramati es israelí y activista por los derechos humanos y en solidaridad con el pueblo palestino. Es socióloga y estudiante del doctorado en la Universidad del País Vasco. Es parte del Grupo de Investigación Movimientos sociales, cooperación crítica y movimientos sociales del Instituto Hegoa de Cooperación y Desarrollo de la UPV.

En Israel se distingue normalmente entre la izquierda y la derecha judía por lo que les alienta con relación al pueblo palestino, en un amplio espectro que pasa por la ansiedad de seguridad y el deseo de paz, el apetito de territorio, la sed por una imagen internacional digna, el miedo a un mundo árabe hostil y la esperanza de un futuro mejor. Debido al mito popular de que los palestinos ya no quieren negociar y que “no hay con quien hablar”, los partidos que se definen de “centro” y que giran entorno a cuestiones socio-económicas son cada vez más numerosos. Otra característica fundamental de la izquierda judía tradicional y también la radical es que esta formada por una clase-etnia bien diferenciada: los judíos de origen europeo de clase media y media alta. Los votantes de derecha son variados, pero destacan entre ellos los que más sufren las políticas socio-económicas de estos partidos (en si un fenómeno no tan extraño): los judíos de origen árabe, que el estado recién nacido trajo de los países de Oriente Medio y del norte de África. En un principio, el país había sido construido para los judíos europeos, sin embargo, estos fueron gravemente diezmados durante la segunda guerra mundial, siendo necesario poblar el país con judíos de otros lugares. Bajo una cruel mentalidad orientalista, los judíos provenientes de los países árabes fueron enviados a la periferia desértica del país y destinados a los trabajos manuales, a la pérdida socio cultural, a los estudios vocacionales y a la pobreza ínter-generacional.

Estos judíos que compartían la cultura y la lengua árabe al mismo tiempo que una opresión humillante por el parte del sistema sionista, son quienes más odio y desconfianza albergan hacia los palestinos. Dada esta realidad no hay mucha gente en la izquierda que crea en la capacidad de los obreros para unirse y luchar contra la opresión; aunque este ideal parece perseguir cualquier proyecto emancipador que quiera creerse viable. De vez en cuando hay voces de intelectuales-activistas que insisten en que los palestinos y los judíos de origen árabe, como víctimas del sionismo, deberían unirse y luchar en contra de este proyecto colonial. Sin embargo, estas voces están muy lejos de la realidad. Dentro de las iniciativas de paz palestino-israelís, actividades de coexistencia o hasta en el activismo israelí anti-sionista mas radical, los judíos de origen europeo son una mayoría apabullante. Movidos por ideas abstractas de justicia, derechos humanos, igualdad, libertad y solidaridad, y no por el dolor que causa la opresión en sí misma –de hecho han ganado su privilegio histórico a través de esta opresión–, no es de extrañar que este activismo este aquejado de una gran fragilidad. No hay la suficiente fuerza para crear proyectos emancipadores que luchen desde dentro para liberar a los judíos de la mentalidad condescendiente del colonizador o para crear luchas viables propias en vez de unirse a iniciativas palestinas, reclutar a mas gente o crear relaciones de confianza con activistas palestinos.

La Lista Arabe Unida

La idea sobre un posible pacto entre los oprimidos palestinos y judíos ha sido planteada recientemente por Aiman Ouda, la nueva cabeza de la Lista Árabe Unida, un partido que surgió en las últimas elecciones al parlamento de Israel. El 20% de la población Israelí esta compuesta por palestinos que no fueron expulsados durante la Nakba; entonces eran el 25% De la toda la población árabe-palestina. Es necesario diferenciarlos de los palestinos que viven bajo la ocupación militar en Cisjordania, ya que son ciudadanos con plenos derechos civiles, aunque sufran la discriminación y sean tratados como ciudadanos de segunda. Para las elecciones que tuvieron lugar el pasado mes de Marzo se consiguió alcanzar un pacto histórico y único en el mundo árabe, uniendo a comunistas, islamistas y a la izquierda nacionalista con el objetivo de competir de manera más eficaz tras la subida del umbral electoral del 2% al 3.5%. Las diferencias entre los partidos son puramente ideológicas, con pocas diferencias en sus programas electorales. Sin embargo, la alianza parece frágil, y podría llegar a romperse en el momento que surja la siguiente discusión sobre los derechos de los homosexuales o sobre las coaliciones que se construirán o no en las siguientes elecciones municipales.

La debilidad de la alianza impidió que la Lista Árabe Unida consiguiera la gran afluencia esperada en las urnas, a las que los palestinos-israelís acuden en menor número desde la matanza de 13 manifestantes palestinos-israelís en el año 2000. Desde entonces los palestino-israelís votan en un porcentaje del 30% menor que los judíos, expresando así una desconfianza al potencial democrático de un estado que se define judío. Aún así, la Lista Árabe Unida ha conseguido dos escaños más de los que habían conseguido los cuatro partidos por separado en los últimos comicios (unos 10,000 votos más que hace dos años), convirtiéndose en el tercer partido más votado entre los 10 que han conseguido representación en el parlamento.

Da la sensación de que la Lista Árabe Unida, a pesar de representar apenas un escaño de sus votantes, ha dado mas esperanza a la izquierda judía no sionista que a los palestinos-israelís. Mayoritariamente, los judíos radicales votan a Hadash, un partido que se define como una alianza árabe-judía y que está compuesto por el partido comunista y otras organizaciones de izquierdas. Puede que la esperanza depositada en la Lista Árabe Unida por la izquierda judía radical tenga que ver con la manera favorable en que los medios de comunicación judíos la han presentado. Este hecho se hace visible sobre todo en dos personas de esta lista: Aiman Ouda, la cabeza de la lista, que transmite un discurso de honestidad y esperanza, dejando atrás cuestiones nacionalistas y enfocándose más en cuestiones socio-económicas puras, y Aida Touma Suliman, veterana de la lucha feminista dentro de la sociedad palestina en Israel, y ahora la primera representante de un partido Palestino-Israelí que esta a cargo del comité de igualdad de género del parlamento. El liderazgo de ambas recibe una cobertura favorable por parte de algunos de los medios de comunicación sionistas que no recuerdo haber visto nunca en un político palestino-israelí.

Sobre el poder de los medios de comunicación.

Hay análisis políticos que explican la razón de la caída del gobierno hace medio año por una orden del multimillonario estadounidense Sheldon Adelson, amigo cercano del primer ministro Netanyahu, que quería evitar que el periódico “Israel Hayom”, un periódico financiado por él para apoyar al gobierno de Netanyahu y que se dispensa gratuitamente en estaciones de autobús, cafeterías, centros educativos etc., se hiciera de pago. Una ley que la oposición quería aprobar, provocando así las elecciones. A la hora de construir el nuevo parlamento cada partido que entraba en la coalición tuvo que otorgar a Netanyahu el derecho de veto sobre todas las decisiones que tienen que ver con reformas en los medios de comunicación, ya que, además de primer ministro y ministro de exteriores, Netanyahu es también el nuevo ministro de comunicación (un ministerio de reciente creación). La predicción es que va a utilizar este nuevo poder no solo para mantener Israel Hayom gratuito, pero también para establecer un canal de televisión del mismo rumbo político.

A modo de conclusión
En la izquierda Israelí-judía tenemos miedo, igual que el resto de la sociedad tiene miedo de los palestinos, pero nosotros tememos otras cosas. Puede que nuestro propio Machiavelo siga en el poder para siempre, a pesar de que le costó mucho formar el gobierno esta vez. Los que han ganado más del debilitamiento de Netanyahu son los colonos, quienes tienen un gran apoyo económico y organizativo de judíos con mucho poder en el extranjero. Y nosotros luchamos contra sus practicas de colonización y por el fin de la ocupación sin ni siquiera saber o estar de acuerdo de lo que significa, o tener ningún horizonte claro de un futuro igualitario. La iniciativa “dos estados en una patria común” es la primera iniciativa que parece ofrecer esto. Es un movimiento social que tuvo su conferencia de inauguración pública recientemente, con militantes de ambos lados que intentan promover una solución federal, dos estados con libertad de movimiento y vivienda, con el derecho de retorno para los refugiados palestinos y sin evacuar los asentamientos judíos de Cisjordania. Esta propuesta es la única que conozco que sale del juego de todo o nada en el cual parece que la desconfianza mutua nos atrapa.


Fuente: Pensar la tierra, Periódico Diagonal

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