"Todo esto tenía que ocurrir", dijo uno de los presentes durante la violenta jornada en Estados Unidos, que provocó un toque de queda para la ciudad ubicada en Maryland y que se declarara estado de emergencia.
BALTIMORE.- Cientos de personas saquearon tiendas, incendiaron edificios e hirieron al menos a 15 policías el lunes en la ciudad estadounidense de Baltimore, en hechos de violencia desatados tras el funeral de un hombre afroamericano que murió por las heridas sufridas mientras estaba bajo custodia policial.
Los disturbios comenzaron a pocas cuadras del funeral de Freddie Gray, de 25 años, y se propagaron a gran parte del oeste de Baltimore, en la protestas más violentas en Estados Unidos desde los saqueos en Ferguson, Missouri, el año pasado.
Los manifestantes cortaron dos veces las mangueras de los bomberos que luchaban por extinguir un incendio en una farmacia CVS que había sido saqueada. Además, un juego del equipo de béisbol Baltimore Orioles fue cancelado y las escuelas, negocios y estaciones de trenes fueron cerradas en la ciudad de 662.000 personas, ubicada a 64 kilómetros de la capital del país.
"Todo esto tenía que ocurrir, la gente se está cansando de que la policía mate a jóvenes negros sin razón (...) Es un día triste, pero tenía que ocurrir", dijo Tony Luster, de 40 años, quien estaba en la calle mirando a los agentes de policía.
La violencia se desató tras el funeral de Gray, al que acudieron en la mañana unas 3.000 personas, todos negros, que rindieron homenaje al joven cuyo cadáver reposaba en un ataúd abierto y rodeado de coronas de flores en el templo bautista Nueva Shiloh.
Un cantante acompañado con órgano y tambores, interpretó temas religiosos, en tanto la multitud desfilaba frente al ataúd para dar su adiós: "Vine a presentar mis respetos" a Freddie, dijo Kenny Nicholson, quien conocía al fallecido.
La ceremonia concluyó con un elogio del pastor Jamal Bryant, quien declaró que Gray "ha hecho lo que se ha prohibido a los hombres negros: mirar a los ojos a un policía".
El abogado de la familia, Billy Murphy, denunció que "hay una corrosión de la justicia" por lo que reclamó un "fiscal especial" para el caso y que los policías porten cámaras.
Una pantalla al interior de la iglesia proyectaba el mensaje: "la vida de los negros cuenta y todas las vidas cuentan".
Además, desde el anuncio de la muerte de Gray, las manifestaciones ha sido casi diarias en Baltimore, una de las más intensas de la noche del sábado al domingo acabó en incidentes con 34 detenidos y seis policías levemente heridos.
La de Gray es la última de una serie de muertes de afroamericanos desarmados, en su mayoría a manos de policías blancos, que han desencadenado violentas protestas y reavivaron el debate sobre racismo y uso excesivo de la fuerza por la policía.
Un día violento
Durante la jornada, un enorme incendio consumió un centro para ancianos en construcción cerca de una iglesia en el este de Baltimore, según imágenes de televisión, pero no estaba claro de inmediato si el siniestro se relacionaba con los disturbios.
Además, el gobernador de Maryland, Larry Hogan, declaró estado de emergencia y activó a la Guardia Nacional mientras bomberos luchaban por extinguir incendios provocados por los saqueadores. Manifestantes con bates de béisbol destruyeron ventanas de automóviles afuera de importantes hoteles.
La policía arrestó a 27 personas y las escuelas de Baltimore dijeron que permanecerán cerradas el martes.
Mientras que la alcaldesa de Baltimore, Stephanie Rawlings-Blake, dijo que los manifestantes eran "matones" e impuso un toque de queda en toda la ciudad para la población adulta a partir de la noche del martes, con la excepción para emergencias médicas y laborales.
Ya había un toque de queda para menores de edad y funcionarios han solicitado hasta 5.000 agentes policiales adicionales.
La muerte de Gray el 19 de abril reavivó la indignación pública por el tratamiento a los afroamericanos que había estallado el año pasado después de la muerte de hombres negros desarmados en Ferguson, la ciudad de Nueva York y otros lugares.
La policía en Baltimore utilizó gas pimienta contra los manifestantes que habían saqueado licorerías y casas de cambio de cheques. Los saqueos se extendieron posteriormente a un centro comercial cercano.
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