domingo, 26 de abril de 2015

Fidel Castro, internacionalista solidario.


Fidel Castro

El padre de la Revolución Cubana ha tendido una mano generosa a los pueblos necesitados y ...

El padre de la Revolución Cubana ha tendido una mano generosa a los pueblos necesitados y ha ubicado la solidaridad y la integración en el centro de la política exterior de Cuba.

Basándose en la máxima de José Martí “Patria es humanidad”, Fidel Castro ha hecho de la solidaridad internacionalista un pilar esencial de la política exterior de Cuba. Así, La Habana brindó apoyo a muchos movimientos revolucionarios e independentistas en América Latina, África y Asia. Argelia fue la primera que se benefició de la ayuda cubana en diciembre de 1961. Mientras libraba su guerra contra el colonialismo francés, Fidel Castro respondió al llamado del Frente de Liberación Nacional e hizo llegar armas a los independentistas.

Nelson Mandela y Fidel Castro
Del mismo modo Cuba desempeñó un papel clave en la lucha contra el apartheid y mandó a cerca de 300.000 soldados a Angola entre 1975 y 1988 para hacer frente a la agresión del ejército supremacista de Sudáfrica. El elemento decisivo que puso fin al régimen racista apoyado por las potencias occidentales fue la estrepitosa derrota del ejército surafricano en Cuito Cuanavale, en el sureste de Angola, contra las tropas cubanas en enero de 1988. En el discurso que pronunció en Matanzas, Cuba, en 1991, Nelson Mandela rindió tributo a Fidel Castro:

"Desde sus días iníciales, la Revolución Cubana ha sido una fuente de inspiración para todos los pueblos amantes de la libertad. El pueblo cubano ocupa un lugar especial en el corazón de los pueblos de África. Los internacionalistas cubanos hicieron una contribución a la independencia, la libertad y la justicia en África que no tiene paralelo por los principios y el desinterés que la caracterizan. Es mucho lo que podemos aprender de su experiencia. De modo particular nos conmueve la afirmación del vínculo histórico con el continente africano y sus pueblos. Su invariable compromiso con la erradicación sistemática del racismo no tiene paralelo. Somos conscientes de la gran deuda que hay con el pueblo de Cuba. ¿Qué otro país puede mostrar una historia de mayor desinterés que la que ha exhibido Cuba en sus relaciones con África […]? ¡Sin la derrota infligida en Cuito Cuanavale nuestras organizaciones no habrían sido legalizadas! ¡La derrota del ejército racista en Cuito Cuanavale hizo posible que hoy yo pueda estar aquí con ustedes! ¡Cuito Cuanavale marca un hito en la historia de la lucha por la liberación del África austral!" [2]

Thenjiwe Mtintso, embajadora de Sudáfrica en Cuba, recordó la verdad histórica a propósito del compromiso de Cuba en África: “Hoy Sudáfrica tiene muchos amigos nuevos. Ayer estos amigos se referían a nuestros líderes y a nuestros combatientes como terroristas y nos acosaban desde sus países a la vez que apoyaban a la Sudáfrica del apartheid. Esos mismos amigos hoy quieren que nosotros denunciemos y aislemos a Cuba. Nuestra respuesta es muy simple, es la sangre de los mártires cubanos y no de estos amigos la que corre profundamente por la tierra africana y nutre el árbol de la libertad en nuestra Patria”.[3]

Henry Kissinger, secretario de Estado de Estados Unidos de 1973 a 1977, planificó bombardear a Cuba tras su intervención en África. “Si decidimos usar la fuerza militar debemos conseguir la victoria. No podemos hacer las cosas a medias”, declaró al General George Brow del Estado Mayor el 24 de marzo de 1976. Durante su encuentro con el presidente Gerald Ford, Kissinger se mostró más preciso: “Creo que vamos a tener que aplastar a Castro. Pero probablemente no podremos actuar antes de las elecciones [presidenciales de 1976]”. “Estoy de acuerdo”, replicó el presidente Ford.[4] Kissinger deseaba a cualquier precio proteger al régimen del apartheid: “Si los cubanos destruyen Rodesia, Namibia será la próxima en la lista y luego Suráfrica. Si realizan un movimiento hacia Namibia o Rodesia, tendremos que pulverizarlos”. Secretamente elaborado por el Grupo de Acciones Especiales de Washington, el plan preveía bombardeos estratégicos, minar los puertos y una cuarentena de Cuba. No obstante, a pesar de esa hostilidad, Kissinger no pudo contener su admiración hacia el líder histórico de la Revolución Cubana. Según él, “era probablemente el más genuino líder revolucionario entonces en el poder”[5].

En efecto, durante décadas, Cuba fue el santuario de los revolucionarios del mundo entero, los cuales se formaron y se robustecieron en la isla. Fidel Castro también acogió a los exilados políticos de todos horizontes perseguidos por las dictaduras militares apoyadas por Washington. La Isla del Caribe también se convirtió en refugio de los militantes políticos acosados en Estados Unidos, como algunos miembros de las Black Panthers.[6]
Escuela Latinoamericana de Medicina
Fidel Castro siempre hizo de la solidaridad humanitaria internacional un pilar fundamental de la política exterior de Cuba. Así en 1960, incluso antes del desarrollo de su servicio médico y aunque acababa de perder a 3.000 médicos (que decidieron emigrar a Estados Unidos tras el triunfo de la Revolución en 1959) de los 6.000 presentes en la isla, Cuba ofreció su ayuda a Chile tras el terremoto que destruyó el país. En 1963 el Gobierno de La Habana mandó su primera brigada médica compuesta de 55 profesionales a Argelia para ayudar a la joven nación independiente a enfrentar una grave crisis sanitaria. Desde esa fecha, Cuba ha extendido su solidaridad al resto del mundo, particularmente a América Latina, África y Asia.[7]

Hoy cerca de 51.000 profesionales de la salud cubanos, entre ellos 25.500 médicos de los que un 65% son mujeres, trabajan en 66 países del mundo. Desde el triunfo de la Revolución, Cuba realizó cerca de 600.000 misiones en 158 países, con la participación de 326.000 profesionales de la salud. Desde 1959 los médicos realizaron más de 1.200 millones de consultas médicas, asistieron 2,3 millones de partos, efectuaron 8 millones de operaciones quirúrgicas y vacunaron a más de 12 millones de mujeres embarazadas y niños.[8]

Por otra parte, Cuba ha formado a varias generaciones de médicos de todo el mundo. En total la isla formó a 38.920 profesionales de la salud de 121 países de América Latina, África y Asia, particularmente mediante la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) fundada en 1999. Además de los médicos que cursaron sus estudios en la ELAM en Cuba (cerca de 10.000 graduados cada año), La Habana contribuye a la formación de 29.580 estudiantes de medicina en 10 países del mundo.[9]

La Operación Milagro es emblemática de la política solidaria de La Habana. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay actualmente cerca de 285 millones de personas víctimas de deficiencia visual en el mundo, entre ellas 39 millones de ciegos y 246 millones que presentan una disminución de la agudeza visual. Casi el 90% viven en países del Tercer Mundo. Cerca del 80% de las deficiencias visuales son curables, señala la organización, y agrega que “la catarata sigue siendo la primera causa de ceguera”. Estas enfermedades oculares afectan en primer lugar (65%) a personas de más de 50 años (20% de la población mundial), un porcentaje que crecerá con el envejecimiento de la población, pero también a 19 millones de niños.

Misión de Milagro
Frente a esta constatación, Fidel Castro decidió lanzar en julio de 2004 una amplia campaña humanitaria continental bajo el nombre de Operación Milagro con la ayuda de Venezuela. Consiste en operar gratuitamente a los latinoamericanos pobres que padecen cataratas y otras enfermedades oculares, pero que se encuentran en la imposibilidad de financiar una operación que cuesta entre 5.000 y 10.000 dólares según los países. Esta misión humanitaria se ha extendido a otras latitudes (África, Asia). La Operación Milagro incluye la participación de 165 instituciones cubanas. Dispone de 49 centros oftalmológicos en 15 países de América Latina y el Caribe (Cuba, Venezuela, Ecuador, Haití, Honduras, Panamá, Guatemala, San Vicente y las Granadinas, Guyana, Paraguay, Granada, Nicaragua y Uruguay). [11] Desde 2004, cerca de 3 millones de personas de 35 países recobraron la vista.[12]

Con respecto a la educación Cuba elaboró el programa de alfabetización “Yo, sí puedo” en 2003 a propuesta del propio Fidel Castro, con el fin de erradicar el analfabetismo en el mundo. Según la UNESCO hay en el mundo 796 millones de adultos analfabetos, o sea el 17% de la población mundial. Más del 98% se encuentra en los países del Tercer Mundo. Las dos terceras partes son mujeres. La UNESCO lanzó entonces un llamado para reducir en un 50% el número de analfabetos para 2015. El organismo de la ONU señala que los progresos realizados en este campo “fueron en el mejor de los casos decepcionantes y en el peor esporádicos”. Según la UNESCO, “para revertir esta tendencia es necesario que los gobiernos del mundo actúen con determinación”. No obstante la UNESCO revela una excepción: América Latina y el Caribe. Esta excepción se debe en parte al Programa Yo, sí puedo:

"El programa Yo, sí puedo, que creó en 2003 el Gobierno cubano ha tenido amplios resultados […]. Aplicado en 12 de los 19 países de América Latina en 2008, forma parte de estrategias más amplias a favor de la alfabetización universal en el Estado Plurinacional de Bolivia, en Ecuador, en Nicaragua, en Panamá y en la República Bolivariana de Venezuela."[13].

Basado en la filosofía de José Martí resumida en la siguiente cita: “Todo hombre tiene derecho a educarse y en pago contribuir a la educación de los demás”, el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño de Cuba lanzó el programa “Yo, sí puedo” en 2003, destinado a alfabetizar a los adultos iletrados. La adquisición de las capacidades de lectura, escritura y aritmética es indispensable para disfrutar de una plena ciudadanía. Constituye el primer baluarte contra la exclusión y la pobreza y lleva a la realización de lo que Martí llamó “la plena dignidad del hombre”. La UNESCO subraya que “la educación salva vidas: la tasa de mortalidad infantil baja cuanto más se eleva el nivel escolar de la madre”. Así, si todas las mujeres hicieran estudios secundarios se salvarían 1,8 millones de niños al año. Del mismo modo la salud de los niños estaría más protegida: “Es menos probable que los niños cuya madre ha hecho estudios manifiesten un retraso de crecimiento o una insuficiencia ponderal”. [14]

El programa “Yo, sí puedo” se aplicó con éxito en Venezuela, donde se alfabetizó a más de 1,5 millones de personas, en Bolivia, en Ecuador y en Nicaragua, que son las únicas naciones latinoamericanas que se han librado del analfabetismo en la última década, según la UNESCO. También se utiliza en otros países del continente y del mundo, como Nueva Zelanda, y se aplica en varios idiomas entre ellos el francés y los idiomas indígenas (guaraní, maorí).

El programa “Yo, sí puedo” se utiliza también en España. La ciudad de Sevilla pidió los servicios de los profesores cubanos, bajo la coordinación del Profesor Carlos M. Molina Soto, para enseñar a leer y escribir a sus ciudadanos. [15] Después de un estudio realizado por la alcaldía se descubrió que 34.000 de los 700.000 habitantes de la capital andaluza eran totalmente analfabetos. En dos años 1.100 adultos se alfabetizaron en los treinta centros de alfabetización que se abrieron en la ciudad. Otros municipios de España, país que cuenta con 2 millones de analfabetos, estudian las posibilidades de aplicar el método cubano en su territorio.[16]

En Australia el método de alfabetización se utiliza para las poblaciones aborígenes –el 60% son analfabetos funcionales– que aprenden a leer y escribir en tres meses. Además de la lectura, de la escritura y del álgebra de base, Cuba les ofrece la posibilidad de aprender a usar las nuevas tecnologías[17]. Sin embargo Australia ocupa el segundo puesto mundial en términos de desarrollo humano, justo detrás de Noruega.[18]

El programa “Yo, sí puedo” recibió el Premio de Alfabetización Rey Sejonh de la UNESCO en 2006 por su aporte a la educación de la humanidad. Irina Bokova, directora general de la organización de la ONU, alabó el método subrayando su carácter ejemplar de cooperación Sur-Sur.[19] En efecto, desde 2003, el programa permitió que nueve millones de personas de cinco continentes diferentes aprendieran a leer y escribir.[20]



En términos de solidaridad, Fidel Castro hizo de Cuba el modelo a seguir, demostrando que es posible contribuir a mejorar la suerte de los más desfavorecidos del planeta. Al ubicar la generosidad hacia los más humildes en el centro de su acción internacional, el líder de la Revolución Cubana se convirtió en el símbolo del internacionalismo desinteresado.



*Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba, the Media, and the Challenge of Impartiality, New York, Monthly Review Press, 2014, con un prólogo de Eduardo Galeano. http://monthlyreview.org/books/pb4710/ Contacto: lamranisalim@yahoo.fr ;Salim.Lamrani@univ-reunion.fr Página Facebook: https://www.facebook.com/SalimLamraniOfficiel


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