lunes, 6 de agosto de 2018

La esclavitud en el Caribe de habla inglesa


Inglaterra protagonizó una historia de sangre, sudor y enriquecimiento millonario con el comercio de esclavos y la explotación de miles de africanos en sus plantaciones caribeñas.

Dueño de las llamadas islas del azúcar, Londres disfrutó aproximadamente desde 1663 a 1838, de un gran barracón regional de esclavos a las puertas del continente americano que, al decretarse la abolición en los años 30 del siglo XIX, mantenía todavía en cautiverio a más de 668 mil.

Barbados y Jamaica, productoras de azúcar de caña, demandaron miles de esclavos en el proceso de producción.

Jamaica llegó a ser el mayor exportador a escala mundial (unas 77 mil toneladas de azúcar anuales), entre 1820 y 1824. Existió un comercio de contrabando de esclavos hacia Cuba; también de bueyes y carnes saladas, llevados durante más de un siglo desde la costa sur cubana para mover trapiches y alimentar esclavos en Jamaica y también en Haití, colonia francesa.

Los llamados canes de La Habana -perros de presa o de busca- adiestrados en Cuba para cazar negros cimarrones, por su fama, se emplearon también en Jamaica, Haití, Nicaragua y en Estados Unidos durante la Guerra Civil.

EL TRAFICO INGLES 

Los antecedentes del colonialismo inglés en el Caribe aparecen en tiempos de filibusteros, bucaneros, piratas y corsarios, cuando Gran Bretaña se introdujo en la región, a expensas del imperio colonial español con el cual sostuvo tres guerras en el siglo XVII (1601-1604, 1625-1630 y 1656-1659).

Londres obtuvo después de España, mediante los Tratados de Utrecht (1713), el llamado asiento para introducir esclavos africanos en América, que detentó largo tiempo.

Jamaica y Barbados se convirtieron en centros de almacenaje para la distribución de los esclavos a las colonias españolas, donde eran vendidos por el denominado Factor.

Los principales puertos de entrada de cargamentos fueron La Habana, Santiago de Cuba, Veracruz, Campeche, Portobelo-Panamá, Cartagena, Caracas y Buenos Aires.

Durante el curso del siglo XVII marinos ingleses ya se dedicaban al tráfico clandestino de esclavos, en competencia con los holandeses que lo monopolizaron al desplazar a los portugueses.

El famoso marino inglés, corsario y traficante de esclavos, John Hawkins (1532-1595), introdujo en las Antillas a mediados del siglo XVI cargamentos de esclavos desde la costa de África Occidental, que cambiaba por cueros y azúcar.

Hawkins llegó al puesto de tesorero de la marina real de su país, ocupó una banca en el parlamento, intervino en la derrota de la flota española la Armada Invencible, en 1588, y resultó premiado con el título de caballero.

Otro célebre navegante y corsario inglés, Francis Drake (1540-1596), se inició como traficante de esclavos africanos hacia el Caribe y cobró fama por el saqueo de naves y colonias españolas, así como el aplastamiento de una rebelión en Irlanda (1573 y 1576).

En 1581 fue premiado por la Corona Británica que ennobleció su profesión con el título de Sir y tuvo, incluso, un asiento en el Parlamento en 1584 y 1585, y como vicealmirante peleó en 1588 contra la Armada Invencible de Felipe II.

COLONIAS EN EL LLAMADO NUEVO MUNDO 

En las primeras décadas del siglo XVII navegantes ingleses estuvieron en un rosario de islas antillanas, enclaves utilizados con fines de contrabando o bases de piratería y corso contra las posesiones españolas.

Comandada por el almirante William Penn y el general Robert Venables, en 1655 el controvertido Lord Protector de la Mancomunidad de Inglaterra, Escocia e Irlanda, Oliverio Cromwell ( 1599-1658) envió al Caribe una expedición naval de conquista, con el objetivo de apoderarse de Jamaica.

España reconoció la soberanía de Inglaterra sobre Jamaica, en 1670, al firmar el Tratado de Madrid. En esa estratégica isla situada al sur de la región oriental de Cuba, la mayor de la Antillas, estableció una base permanente, la primera, desde la cual continuaron operando corsarios al servicio de la corona inglesa, como Henry John Morgan (1635-1688), de origen galés.

La corona le otorgó el título de Sir y el cargo de vicegobernador de Jamaica (1674-1678); en 1681 fue gobernador interino.

Desde 1623, navegantes de Gran Bretaña se atribuyen su presencia en Barbados, donde en 1640 comenzó el cultivo de la caña de azúcar y el rey ordenó en 1666 establecer una numerosa colonia.

Emigrantes ingleses crearon en Jamestown, Virginia, en 1607, su primer asentamiento en Norteamérica y así fueron naciendo las 13 colonias que se convirtieron en los Estados Unidos de América, tras una guerra con su metrópoli Inglaterra, que reconoció su independencia en 1783.

Fundada en 1625 por holandeses, Nueva Amsterdam (actual Nueva York), pasó oficialmente a Inglaterra, en 1674, mediante un tratado entre las partes.

Una empresa denominada Compañía Real Africana, fundada en 1661, transportó de 1672 a 1689 alrededor de 100 mil esclavos al año, desde las costas de África a las colonias del Caribe y de América Continental.

En disputa con holandeses y franceses, Inglaterra ganaba unos enclaves y perdía otros, y hacia 1782 mantenía firme a Jamaica, Barbados y Antigua; en las décadas siguientes pasaron a ser, prácticamente, los dueños del Caribe, y aumentaron sus posesiones.

Sin embargo, Londres fracasó en sus intentos de apoderarse de Cuba, pues aunque su flota tomó La Habana en agosto de 1762 después de vencer una férrea resistencia, y estuvo presente en esa ciudad por 11 meses, no se pudo adueñar del resto de la Isla, y cambió esa plaza por La Florida.

A mediados del siglo XIX, las Antillas anglohablantes comprendían a Jamaica, las Bahamas, Trinidad, Tobago, varias islas de Barlovento (Dominica, Granada, Santa Lucía, San Vicente) y otras de Sotavento (San Cristóbal, Nieves, Antigua y Monserrat). También Anguila, Islas Vírgenes y Cacos, e Islas Caimán (tres islas), al sur de Cuba.

LOS ESCLAVOS 

En Barbados fueron importados seis mil esclavos, al iniciarse la producción azucarera, cifra que ascendía a 64 mil casi un siglo después; 82 mil esclavos negros vivían allí en el momento de la abolición de la esclavitud.

En 1816 hubo una gran rebelión conducida por Bussa, quien dirigió a 20 mil esclavos de 70 plantaciones; durante la represión los colonialistas británicos asesinaron a 120 esclavos y ejecutaron a otros 144.

Al ocurrir la invasión británica a Jamaica en 1655, centenares de esclavos huyeron de sus amos españoles y se mantuvieron en condición de cimarrones en las montañas durante décadas.

Allí tuvieron lugar las llamadas Primera (hasta 1737), encabezada por el esclavo Cudjoe, y Segunda Guerra Cimarrón (1795-1796); los gobernantes tuvieron que firmar un tratado de paz con los rebeldes.

La Reina Nanny, que encabezó también la lucha de los cimarrones, fue declarada heroína nacional de Jamaica.

Los amos en Jamaica recibieron 30 millones de dólares de indemnización por la liberación de unos 310 mil esclavos, en 1838.

Por Marta Denis Valle

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