lunes, 6 de agosto de 2018

Erdogan de Turquía quiere aplastar a los kurdos y recrear el mundo otomano


Consumidos por la necesidad de grandeza, los déspotas tienden a compartir sus planes monstruosos, y luego los ejecutan. En una carrera electoral desvirtuada a su favor para lograr la reelección, el presidente turco Erdogan hizo campaña demonizando a la minoría kurda con el fin de crear un enemigo común, como hacen los tiranos.

En tiempos difíciles, la gente adora a los líderes seguros de sí mismos, y Erdogan se ve a sí mismo como el cáliz ungido de la resurrección otomana. Permitió que el Estado Islámico asesinara a los kurdos y ha desatado su ejército contra ellos. Debe y puede ser detenido.

Los kurdos, antes llamados ‘turcos de montaña’, constituyen más del 20% de los ciudadanos del país. Muchos quieren la independencia; sin embargo, en 1999, el inspirador líder marxista separatista del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdullah Öcalan, instó a la paz después de ser capturado y encarcelado. La mayoría obedecieron, pero muchos todavía sueñan con unirse a los enclaves kurdos en Siria, Irak e Irán para restablecer el Kurdistán histórico.

En 2013, Erdogan prometió reconocer la identidad y la lengua kurdas y aumentar las libertades para los kurdos. Siguió una tregua, pero las hostilidades se reanudaron en 2015. Erdogan dijo que estaba respondiendo al terrorismo del PKK. El PKK afirmó que Erdogan destruyó el alto el fuego construyendo presas y cuarteles en las regiones kurdas. En cualquier caso, hubo una guerra. Erdogan atacó con helicópteros de combate, artillería y divisiones blindadas, asesinando a miles y desplazando a 335.000 ciudadanos, principalmente kurdos. Un informe de la ONU describió las aldeas destruidas como paisajes lunares.

Erdogan percibe el nacionalismo kurdo como una amenaza existencial.

Recordando el Genocidio Armenio, el novelista turco Orhan Pamuk, ganador del Premio Nobel, lamentó la matanza masiva de kurdos por parte de Erdogan. Pamuk fue procesado por insultar a la “turquicidad”, y siguieron quemas públicas de sus libros. La protesta internacional evitó el encarcelamiento de Pamuk, pero él ve a su país, una vez democrático y musulmán moderado, dirigiéndose hacia “un régimen de terror”.

El intento de golpe de Estado contra Erdogan acaecido hace tiempo, ha puesto ahora fin a su estado de emergencia de dos años, pero mantiene a Turquía en sus garras. Acusa al pastor norteamericano Andrew Brunson, que durante más de 20 años ha servido a una pequeña comunidad en Esmirna, de “cristianización”, de atacar al Islam al tiempo que apoya el golpe y al PKK.

Con la intención de derrocar al presidente sirio Assad, Erdogan permitió que una autopista de combatientes extranjeros yihadistas transitara por Turquía, creando el incipiente Estado Islámico y desatando un terrorismo bárbaro contra cualquiera que no fuera sunita fundamentalista. Con el ejército turco holgazaneando, ISIS devastó a los kurdos en Kobane (Siria).

Con el apoyo aéreo de Estados Unidos, las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) liberaron Kobane y dirigieron la lucha que derrotó al Estado Islámico. Erdogan ve al PKK y a las YPG como uno solo, y acusó a Assad de permitir que el PKK mantenga campos cerca de la frontera con Turquía, que antes era un refugio seguro para los desplazados. Alentado por la anterior decisión de Washington de no proteger a sus aliados kurdos en Irak, Erdogan atacó el cantón kurdo de Afrin, en el norte de Siria, matando, aterrorizando y, en última instancia, creando una crisis masiva de refugiados.

Ahora está cambiando la demografía de Afrin, enviando refugiados sirios anti-Assad desde Turquía. Ha amenazado con atacar a los kurdos en Manbij (Siria), jactándose de que se enfrentaría allí a las tropas yanquis. En lugar de mantenerse firme, Washington se retiró, un grave error frente a los autócratas. Las YPG tuvieron que retirarse, y los medios de comunicación turcos celebraron una victoria sobre Estados Unidos.

Con los kurdos de Siria bajo su pulgar otomano sunita, Erdogan quiere unirse al igualmente hegemónico Irán chiíta para matar a los nacionalistas kurdos orientales en las montañas de Qandil, fronterizas con Irán y Turquía.

A pesar de su alianza con el Irán chiíta, Erdogan se ve a sí mismo como la vanguardia de los sunitas. Apoya a la Hermandad Musulmana fundamentalista y a su ala terrorista palestina, Hamás, que ofende a Egipto y a la Autoridad Palestina, que está en un conflicto mortal con Hamás. Promueve la agitación musulmana en el Monte del Templo/Mezquita de la Roca, ofendiendo a Jordania, guardiana de las mezquitas allí. Declara a Jerusalén la principal ciudad del Islam, ofendiendo a Arabia Saudita, custodio de La Meca y Medina, los lugares más sagrados del Islam.

El presidente de EEUU, Donald Trump, y el presidente turco, Tayyip Erdogan, gesticulan mientras hablan al inicio de la cumbre de la OTAN en Bruselas, Bélgica, el 11 de julio de 2018.


Está decidido a comprar el F35, el caza furtivo de Estados Unidos, mientras juega con la compra del sistema de defensa antimisiles de la OTAN frente el mejor sistema ruso, que será aún mejor si Moscú se hace con un F35. En la reunión de BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) de la semana pasada, Erdogan manifestó su deseo de unirse a los competidores económicos de Occidente.

Si todo esto suena irracional, es porque lo es.

Ciudadanos turcos en el extranjero, como el jugador de la NBA Enes Kanter, se han pronunciado en contra del régimen represivo de Erdogan. Deben estar unidos en una campaña para convencer al pueblo turco en contra de Erdogan.

El mundo libre no debe apaciguar la tiranía. Estados Unidos, como la nación más poderosa del planeta, puede ofrecer una ayuda crucial. Estados Unidos debería unirse a los 29 países que han reconocido el genocidio armenio. La aceptación de la falsa negación de Ankara fomenta un ataque contra los kurdos.

Los problemas económicos actuales de Turquía resultarán útiles para contener a Erdogan. Sin embargo, si se intensifican las purgas políticas y los ataques contra los kurdos, Occidente debería dejar de prestar a Turquía y aplicar sanciones económicas a funcionarios clave como él y su familia.

Cuanto antes actúe el mundo libre contra Erdogan, más seguro será nuestro mundo. Turquía debe ser transformada.

Fuente: Newsweek

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