Los regímenes coloniales de Brasil y de Cuba (dos años antes) abolieron tardíamente la esclavitud en los años 80 del siglo XIX, aferrados a la explotación de esa fuerza de trabajo forzada en los principales renglones de sus economías.
El 13 de mayo de 1888, hace 130 años, la princesa regente de Brasil Isabel firmó la denominada Ley Aurea que puso fin al esclavismo aunque las masas de negros y mestizos liberados continuaron en pésimas condiciones para el acceso al trabajo y discriminados, como en suelo cubano.
A la altura de esta fecha la emergente burguesía cafetera brasileña y sectores monárquicos consideraban el trabajo esclavo un freno para la modernización, unido a las rebeliones ocurridas en 1886 y 1887.
Minadas las bases del sistema durante la primera Guerra independentista (1868-1878), comenzó el proceso de la abolición en Cuba cuando el trabajo esclavo representaba un freno al desarrollo de la industria azucarera.
El 13 de febrero de 1880, España dictó la llamada ley sobre la abolición de la esclavitud, la cual declaró que los siervos debían continuar sometidos al Patronato de sus poseedores hasta los ocho años de formulada la misma. Una nueva Real Orden, el 7 de octubre de 1886, le puso fin.
En los dos países desde inicios de la colonización europea, a principios del siglo XVI, la esclavitud marcó los derroteros de cuatro siglos de su historia.
Diversos investigadores, entre los primeros el historiador y ensayista cubano José Antonio Saco (1797-1879), estudiaron y compararon la economía de ambos países en ese periodo.
En Análisis de una obra sobre Brasil (1828 y 1829) Saco pasa de la crítica a la esclavitud a una propuesta capitalista y sugiere la sustitución del trabajo esclavo por el asalariado, entre otras cuestiones que considera esenciales.
Basado en la historia de ese país, en especial los problemas de la trata y esclavitud, ataca a los traficantes de negros y sus cómplices componentes poderosos también de la sociedad esclavista cubana.
GRANDES ESCLAVISTAS
Colonizado por Portugal, el extenso territorio de Brasil registra cifras record en este continente en la introducción de esclavos africanos tras utilizar a los indoamericanos.
La más famosa de las rebeliones recoge la historia del Quilombo de los Palmares (República de los Palmares), formado de 1580 a 1710, por esclavos fugitivos y sus descendientes, mestizaje que comprendió a los anteriores con indígenas y minorías blancas.
Los esclavistas emplearon obra de mano forzada en las producciones de azúcar, café, algodón, tabaco y otros renglones, así como en la esclavitud doméstica y el artesanado (carpinteros, pintores, albañiles, ebanistas, zapateros, herreros).
La producción azucarera atrajo la introducción de esclavos desde la primera mitad del siglo XVI, los que eran desembarcados en Río de Janeiro, Salvador de Bahía, Recife y San Luis.
En la agricultura eran preferidos, a pesar de los altos precios de cada pieza, los procedentes del sur de África (Angola, Mozambique y Congo) y en la minería, los de África Occidental.
Los negreros transportaban los esclavos en las bodegas de los barcos, encadenados hombres y mujeres, incluso niños.
De 1492-1600 introdujeron 50 mil esclavos; 1601-1700 (560 mil); 1700-1810 (un millón 891 mil 400) y 1810-1870 (tres millones 646 mil 800). Parte de ellos entraron clandestinos pues el último barco de esclavos, documentado, arribó en 1856.
Existió en la práctica una competencia entre Brasil y Cuba, a pesar de la gran diferencia territorial, en cuanto a determinados renglones, todos sustentados en la esclavitud, a la caída de la producción azucarera haitiana, que llegó a ser la primera del planeta.
Según estimados, pues nunca llegará a conocerse la cifra exacta, podría pasar del millón el número de los esclavos africanos introducidos en Cuba desde el siglo XVI hasta el último cargamento clandestino en el año 1873; alrededor de 64 mil corresponden al período de 1510 a 1762.
En la postrimería del siglo XVIII (1792), la Cuba colonial había situado su producción azucarera en el tercer lugar mundial, después de Jamaica y Brasil, desde el puesto decimoprimero donde se encontraba en 1760, pero todavía sus instalaciones eran atrasadas e insuficientes.
Ya en 1849 produjo 220 mil toneladas, el 23,5 por ciento de la producción mundial de azúcar de caña (923 mil 789 toneladas), seguida por las Antillas Británicas (142 mil 200 toneladas) y Brasil (121 mil 509).
Según datos de 1856, Cuba producía 359 mil 397 toneladas (el 30 por ciento de la mundial) seguida de las Indias Occidentales Británicas con 147 mil 911 toneladas (el 12 por ciento) y Brasil 105 mil 603 toneladas (9 por ciento).
En 1860 Brasil ocupaba el primer lugar en la producción de café (320 millones de libras) por encima de Java (110), Haití y Ceilán (35), Guyana (30) y Cuba y Puerto Rico (solo 25 millones de libras cada una).
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