jueves, 7 de abril de 2016

Vilma Espín de Castro y Madame Ceausescu

La obra "Cubana" es la historia de la legendaria Vilma Espín, esposa de Raúl Castro Ruz, el segundo hombre de mayor poder en Cuba, es la mujer castrista que mayor poder político a logrado alcanzar en la pirámide política del régimen dictatorial castrista. Ciertamente, la historia de la Primera Dama de la revolución Cubana es una cronologia tradicional de las mujeres de los dictadores en el Tercer Mundo.A decir verdad, es una biografía que no tiene nada que enviar a las historias de Michelle Bennett Duvalier, Primera Dama de Haití; Jiang Qing, Primera Dama de la Revolución Cultural Maoísta; y Madame Elena Ceausescu, Primera Dama de Rumania. De hecho, La Revolución Castrista que Vilma Espín Guilloys ayudo a construir, por más de cuarenta años de trabajo, exhibe ahora el retrato de una vieja tirania que a duras penas logra sobrevir.

Madame Ceusescu

En el antiguo Mundo Soviético el papel de esposa del dictador fue para muchas mujeres una plataforma para alcanzar altos poderes políticos. Ciertamente una figuración que sólo se convertía en sueño para cientos de heroínas revolucionarias y lideres políticas, pues el 99,0% no lograba pasar la barrera de parlamentarias de segundo nivel, ministras de Cultura o Presidentas de la Federación Femenina Nacional.

Ahora bien, desde los años sesenta hasta el año de su muerte en 1989, Elena Petrescu de Ceusescu, esposa del dictador más famoso de Rumania, se convirtió en la segunda mujer con mayor poder gubernamental en la historia del Mundo Socialista. A decir verdad, el poder político de la esposa de Nicolae Ceausescu era sólo inferior a Jiang Qing, la mítica esposa de Mao Tse –tung. Nacida el 7 de enero de 1919 en Petresti (Dimborta, Rumania), ella fue una mujer que llamó la atención a propios y extraños a raíz de su extraña personalidad :obsesión por el poder político, prefabricado perfil académico y amor por la frivolidad.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Elena destacó como una importante militante de las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas, quienes cooperaban con las guerrillas izquierdistas rumanas en la expulsión de las fuerzas pro-fascistas y en el fin de la monarquía absolutista. Tras el triunfo de las guerrillas izquierdistas, en 1946 Rumania se convirtió en uno de los primeros Estados Socialistas de la Tierra, al lado de Bulgaria, Yugoslavia, Albania, Mongolia, Corea del Norte y la Unión Soviética.

Con estudios superiores en el Colegio de Química Industrial y en Instituto Politecnológico, más tarde ella empezó a ser reconocida en el Partido Comunista Rumano por ser la esposa "inteligente" de Nicolae Ceausescu, uno de los principales líderes del nuevo régimen totalitario del país de Europa Oriental. Pronto, en 1965, su sueño de ser la Primera Dama de la Nación se convierte en realidad cuando su esposo fue electo Jefe de Estado de Rumania. A partir de ese momento hasta 1989, la científica del Instituto Químico de Bucarest se alzó como uno de los principales verdugos del régimen dictatorial de Nicolae Ceusescu. Muy bien disfrazada con maratónicos discursos y proyectos a favor del desarrollo de la ciencia y la tecnología, la sanguinaria Primera Dama de Rumania empezó a escalar posiciones importantes dentro de la estructura machista del poder totalitario. A decir verdad, ella no quería ser una figura limitada como Vilma Espín, la Primera Dama de la Revolución Cubana, o las esposas de los viejos gobernantes de la URSS, Alemania del Este y Albania. Ella aspiraba a ser recordada tal como lo fue Madame Jiang Qing, la Primera Dama de la Revolución Maoísta.

En los primeros años de la década de los setenta, Madame Ceusescu escaló rápidamente posiciones dentro de la alta jerarquía del Partido Comunista: De miembro del Comité Central se convierte en miembro del Comité Político. Posteriormente, después de ser nombrada delegada de la Gran Asamblea Nacional, ella recibió el cargo de Vice-primera ministra, el mayor puesto político conquistado por una mujer en la Europa del Este Socialista. Con anterioridad, ella y su esposo viajaron por diversas zonas del Tercer Mundo. En 1973 los esposos Ceausescu visitaron el Perú, gobernado bajo la dictadura populista del general Juan Velasco Alvarado. En aquella oportunidad, la Primera Dama de Rumania fue declarada Profesora Honoraria de la Universidad Nacional de Ingeniería de Lima. En este año, la familia Ceausescu tuvo que cancelar su visita a Chile por el golpe militar que sufrió el gobernante marxista Salvador Allende. No obstante, el régimen tiránico de los Ceausescu no tuvo mayores problemas en reconocer al gobierno anticomunista de Augusto Pinochet Ugarte, una de las dictaduras más brutales en la historia política del Tercer Mundo. En tanto, la alta cantidad de títulos académicos que recibió Madame Ceacescu fueron especialmente por la cooperación rumana en muchos países del Tercer Mundo, entre ellos Ecuador, Ghana, Argentina, Filipinas, Irán, Turquía , Pakistán y Perú.

En diciembre de 1989, el pueblo rumano fusiló sin piedad al matrimonio Ceausescu, pero el fin de la familia más poderosa del país socialista dejo la tradicional señal de los regímenes dictatoriales: Rumania se había convertido en uno de los países más pobres de la región. En el decenio de los ochenta, la impopularidad de Madame Ceausescu era gigantesca especialmente por su apoyo a las masacres de las minorías étnicas y por respaldo absoluto a la brutal explotación de la fertilidad de la mujer rumana. Ella fue una de las arquitectas del "proyecto 8 hijos por cada madre de familia", una política que llevó a millones de rumanos a la mendicidad. La población del país de Europa Oriental tampoco olvidó sus elevados gastos en honor a sus gustos aristocráticos, tal como ocurrió Imelda Romualdez de Marcos, la Primera Dama de Filipinas durante el gobierno dictatorial de Ferdinand Marcos. Ciertamente, su exclusiva colección de abrigos de piel y sus lujosos palacios de mármol Carrara fueron dos de sus pasiones que la llevaron a la muerte en un país donde su nombre era frecuentemente comparado con el legendario Conde Drácula de Transilvania, pues para muchos Madame Ceausescu también se alimentó de la sangre del pueblo de Rumania...

La cuñada de Fidel Castro

Primera Dama de la Revolución Cubana Vilma Espín está muy lejos de representar el típico papel de esposa frívola de un dictador del Tercer Mundo obsesionada por los suntuosos trajes de marca Yves Saint Laurent y Karl Lagerfeld, peinados al estilo del escocés Vidal Sassón, además de los brillantes que lucirá cada noche diplomática en los salones de alguna Embajada. Ella difícilmente puede ser comparada con la imponente y aristocrática Michelle Bennett Duvalier, la Primera Dama de Haití (1982-1986), que tenía como "hobby" gastar miles de dólares en las exclusivas boutiques de París. En un hecho sin precedentes, Michelle, hija de una rica familia aristocrática mulata, en los primeros años de su matrimonio logró despojar del titulo de Primera Dama de Haití a la anciana Simone, la matriarca de la Dinastía de los Duvalier. Regresando a la dictadura castrista, diremos que a cuñada de Fidel Castro tampoco se puede comparar con Marie -Therese Houphouet -Boigny, para algunos de sus admiradores la "Jacqueline Kennedy del África", la bella Primera Dama del país africano de Cote d’Ivoire, pues nunca despilfarró dólares en vacaciones por Europa Occidental.

El Papel de la esposa del Primer Ministro Raúl Castro, el segundo hombre más poderoso desde 1960, fue otro. Convertir a la mujer cubana en una activa defensora de la Revolución Cubana. Al igual que Armando Hart, Haydée Santamaría y los hermanos Fidel y Raúl Castro, en 1960 Vilma Espín fue nombrada Presidenta Vitalicia de la Federación de Mujeres Cubanas, cargo en la cual desarrolló una intensa participación nacional e internacional en beneficio del Estado Socialista. Trabajó mucho en el desarrollo humano de las mujeres y los niños de la Isla, principalmente en las áreas del analfabetismo, nutrición, salud y educación superior. A la par llevó a cabo sistemáticas campañas marxistas-leninistas con el objetivo de convertir a los niños y mujeres en fieles aliados de la Revolución Cubana, con un atípico acento antiestadounidense. Tanto su esposo como su cuñado Fidel Castro Ruiz, quedaron asombrados por la aptitud que exhibía Vilma Espín como organizadora y defensora de la Revolución Castrista.

No hay duda, Espín se convirtió en la mujer de mayor poder político en la historia de la Revolución Cubana, pero poder comparativamente muy reducido en relación a otras mujeres dentro de la historia de la igualdad de género del Mundo Socialista, como Nguyen Thi Binh (Viet Nam), Graca Machel (Mozambique), Raisa Gorbachov (URSS), Amelia Pinto Da Costa (Santo Tomé Príncipe) y Lydmila Zhivkova (Bulgaria).

Antes de la revolución Cubana, ella era una atractiva joven miembro de la alta sociedad aristocrática de La Habana. Su padre destacaba como uno de los principales ejecutivos de la famosa industria de ron Bacardi. Sin embargo, mientras muchas jóvenes de su edad soñaban con los reinados de belleza del balneario de Varadero, los deportes acuáticos y el matrimonio, la señorita Espín exhibía sus primeras simpatías por la causa revolucionaria. Pronto viajó a los Estados Unidos con la firme idea de perfeccionar su educación superior tras finalizar sus estudios universitarios de ingeniería química en la Isla. Posteriormente estudio en el prestigioso Massachussets Institute of Technology (MIT), aquel centro universitario ubicado entre los mejores del mundo, por el cual han pasado lideres mundiales como Koffi Annan, Secretario de las Naciones Unidas. Al regresar a la Isla, lideró el movimiento de mujeres revolucionarias en medio de los últimos tiempos de la dictadura de Fulgencio Batista.

Un gran parecido con los tiempos de la URSS

En el tema de la mujer existe una gran similitud entre la propaganda de la época de la URSS y la actual Cuba. Sistemáticamente la revolución Cubana, a través de su eterna embajadora Vilma Espín de Castro, tipifica a la mujer como la heroína nacional en el trabajo, deporte, cultura, educación y medicina, es decir es el casi mismo panorama que presentaban los desaparecidos Estados socialistas de Europa del Este, clima que en los años sesenta, setenta y ochenta engañó absolutamente a la opinión internacional al punto que el triste Consejo Nacional de Mujeres de Rumania, dirigido por la corrupta y frívola Madame Elena Ceausescu, y el Comité de Mujeres Soviéticas ganaron importantes premios internacionales. Posteriormente, luego de la caída del Imperio Soviético, el mundo se enteró de la lamentable situación marginal en que se encontraban millones de mujeres. De hecho, las cifras sobre el desarrollo humano de la mujer socialista habían sido adulteradas para llamar la atención internacional. Existen fuertes indicios de que el papel de la mujer cubana no forme parte de la realidad exhibida por Vilma Espín, presidenta vitalicia de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC): la excesiva politización que sufren las mujeres, la fuerte presión en el deportes, la ausencia de líderes sociales, la marginación en los altos círculos políticos, las noticias sobre prostitución, los embarazos prematuros y las políticas de aborto libre. También poco se sabe sobre la suerte que corrieron miles de mujeres que fueron como trabajadoras internacionalistas en el África y otros países del Sur.

Ahora bien, en la actualidad, la política de la señora Vilma Espín de Castro sobre la mujer antillana es un feminismo radical y contradictorio, muy cerrado en comparación con otros regímenes socialistas del Tercer Milenio, que casi no ha cambiado frente a sucesos como la Caída del Imperio Soviético. Aunque en el siglo XXI el culto a la personalidad ha desaparecido del mapa de naciones socialistas como Laos, China continental, Tadjikistán, Corea del Norte y Vietnam, pero en la Isla la mujer sigue atada al viejo papel de rendir culto al dictador Fidel Alejandro Castro Ruíz, claro está que no llega al fanatismo como ocurrió en los tiempos de Kim Il-Sung, Enver Hoxha y Mao Tse-tung. No obstante, el culto a la personalidad en Cuba no pierde su esencia totalitaria por gritos o llantos a favor de un dictador, pues se trata de un trabajo sutilmente prefabricado por más de cuarenta años: se presenta al presidente de por vida como el "Superman" de los pueblos del Sur.

La mujer con mayor poder en la historia castrista

Su figura como la mujer de mayor poder en la Revolución Cubana surgió justamente en la época en que renacían las viejas raíces del feminismo alrededor del planeta. En la siguiente década, cobró notoriedad internacional cuando las autoridades gubernamentales de la URSS reforzaron la propaganda del modelo socialista del desarrollo humano de la mujer del Mundo Soviético, política que anteriormente tuvo gran éxito con la presentación del viaje espacial de la cosmonauta Valentina Tereshkova y las medallas de oro conquistadas por las deportistas soviéticas durante los Juegos Olímpicos de Verano 1952-1972. En esta década se multiplicaron los aliados del Mundo Soviético por varias regiones del Tercer Mundo, muchas de ellos gobiernos prosoviéticos y populistas que se inspiraron en el modelo de la mujer soviética para llevar a cabo parciales reformas a favor de las mujeres. De esta manera, la esposa de Raúl Castro tuvo la oportunidad de ejercer influencia por diversos países en vías de desarrollo, región de gran interés para la URSS. Desde su puesto vitalicio de Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas viajó al exterior y recibió en La Habana a un gran número de delegaciones femeninas de todas partes del mundo. Se entrevistó y trabajó con influyentes feministas y aliadas de la Revolución Cubana, como Hortensia Bussi de Allende, Winnie Mandela, Valentina Tereshkova, Beverly Manley y la controversial Rosario Murillo de Ortega.

Presidenta de por vida de la FMC

En 1966, el Jefe de Estado Vitalicio de la Isla, Fidel Alejandro Castro Ruíz señaló el compromiso de la revolución Cubana con los derechos integrales de las mujeres, quienes conformaban el 49.8 de los habitantes de la Isla tropical: "Y si a nosotros nos preguntan que es lo más revolucionario que está haciendo la Revolución es precisamente esto; es decir, la revolución que está teniendo lugar en las mujeres de nuestro país. Desde entonces el destino de la mujer cubana ha estado entre los parciales avances en materia de desarrollo humano y la obligatoria disciplina socialista del culto a la personalidad al gobernante vitalicio de la revolución Cubana. No hay duda, Vilma Espín fue una figura clave en el manejo de las mujeres cubanas. En 1960 se creó la Federación de Mujeres Cubanas, uno de los brazos derechos de la propaganda de la Dictadura Castrista, que posee el monopolio de la representación de la mujer en la Isla. La federación trabaja en dos niveles: en el campo del desarrollo humano y en el área político ideológico. No es ninguna novedad que Vilma Espín, la flamante presidenta de la FMC, encuentre su principal inspiración en el viejo modelo de la mujer soviética, experiencia que también se aplicó en Mongolia, Vietnam, Guinea, Etiopía, pero con enormes fracasos sobretodo por la falta de ayuda económica de Moscú y Europa del Este.

En el campo del desarrollo humano, la situación de la mujer cubana ha mejorado parcialmente, casi lo mismo podríamos decir de las mujeres surcoreanas y taiwanesas en los tiempos de Chun Doo-hwan y Chiang Kai-shek, aunque tiene que pagar el precio del culto a la Revolución Castrista. En los decenios sesenta y setenta, hubo buenas campañas de alfabetización a las amas de casa, gestión que a la FMC le valió el Premio UNESCO Krupskaia 1983. Por otra parte, las femeninas poseen facilidades para su salud reproductiva, incluyendo subsidios durante y después de la gestación. Asimismo, cuentan con circuitos de cunas infantiles, un peso menos para las profesionales, deportistas y estudiantes. En tanto, el régimen socialista prácticamente ha marginado a la mujer de los altos puestos en el sector laboral y la política gubernamental. De hecho, los parciales avances de la Federación de Mujeres Cubanas no son ajenos a un sistema dictatorial, como pretende señalar sistemáticamente la Primera Dama de la Revolución Cubana, Vilma. Entre 1960-1989 naciones bajo sistemas autocráticos como Turquía, Corea del Sur, Tailandia y Taiwán lograron importantes avances en el desarrollo humano de la mujer. A pesar de los gastos militares producto de la inseguridad por las tensiones con la república Popular de China, a partir de 1978 el gobierno autocrático de Taiwán favoreció el desarrollo humano de la mujer al superar la barrera del 25 por ciento de los gastos netos del gobierno en los sectores en educación, ciencia, cultura y seguridad social, uno de los presupuestos más altos en la historia de las naciones.

Gran aliada de la URSS

El 12 de febrero de 1973, Espín recibió la visita de Consuelo Velasco, esposa del dictador peruano Juan Velasco Alvarado. A decir verdad, ambas mujeres tenían muchas cosas en común: la presidenta de la Junta de asistencia nacional del Perú era una fiel partidaria de la corriente extremista del feminismo de origen izquierdista, de gran influencia durante los últimos años del gobierno populista del dictador militar. Posteriormente, Espín viajo al Perú, más los contactos se cortaron tras el golpe de Estado que derrocó al gobernante andino. Por otra parte, en septiembre, en La Habana, movilizó a más de 30 000 mujeres cubanas durante una manifestación contra el golpe militar que puso fin al gobierno marxista del presidente Salvador Allende. Durante esa protesta, atacó severamente al gobierno militar de Augusto Pinochet Ugarte: "¡Qué no crean los fascistas que han amedrentado a un pueblo!" ¡Que no sueñe el imperialismo que este golpe de Estado va aterrorizar a los pueblos de América Latina!"

Al año siguiente organizó el II Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, certamen que contó con un fuerte número de delegaciones del Mundo Soviético y naciones del Tercer Mundo. El Congreso era un paso para cohesionar intereses comunes para la Primera Conferencia mundial sobre la Mujer Naciones Unidas México (1975). Sin lugar a dudas, ella fue una de las principales autoras intelectuales del manejo político de las Conferencias Mundiales sobre la Mujer (1975-1985) como una plataforma de revisión de los asuntos de la política internacional con influencia estadounidense, temas ya tratados en la agenda internacional de las Naciones Unidas y otros organismos regionales. Muchas delegaciones extranjeras, aun las que simpatizaban con Cuba, se sintieron defraudadas por la forma tan descarada en que se utilizó las citas universales. Las delegaciones no entendieron como la política antiestadounidense de los Estados Socialistas primaron por encima de los trabajos de la mujer de la Comunidad Mundial.

En 1976, la Primera Dama de la Revolución Cubana promulgó el Código de Familia que estableció la igualdad de varones y mujeres en la responsabilidad del hogar, un hecho que en la realidad solo se cumple de forma parcial. En los siguientes años fue electa miembro del Comité central del Partido comunista y del Consejo de Estado de la Revolución Cubanas, el único título que posee una mujer. En 1980 la señora Espín fue condecorada con el Premio Internacional de Lenín, un galardón que otorgó el Presidíum del Soviet Supremo de la URSS a sus mejores aliados alrededor del planeta. "La compañera Vilma Espín hace un aportación notable a la causa de la paz y el progreso. La condecoración de la compañera Vilma Espín es testimonio brillante de nuestroreconocimiento", señaló Kiloi Blojin, embajador soviético en La Habana. Ciertamente, en el año de la Segunda Conferencia Mundial de la Mujer Naciones Unidas, Dinamarca se tuvó que premiar a la mujer de mayores simpatías con la política expansionista de la Unión Soviética, es decir la que callará para siempre la política genocida del ejercito ruso en tierras de Afganistán, además de patrocinar gobiernos sangrientos e impopulares en Angola, Etiopía, Yemen, Camboya, Vietnam y Laos.



Tras el fin de la Guerra Fría, la Federación de Mujeres Cubanas, bajo la dirección de Espín, redujo su espacio político al ámbito de los intereses de emergencia del estado socialista de Cuba, como la formación ideológica de las mujeres y las tareas de apoyo social durante la ola de grave pobreza que se extendió en la Isla a inicios de la ultima década del Segundo Milenio. A nivel internacional, la influencia y poder de la FMC se extinguió por dos razones: primero, la gran mayoría de organizaciones feministas del Tercer Mundo se volcaron hacia la participación y lucha por la democracia liberal, rechazando de plano el modelo socialista. Segundo, el millonario presupuesto de la FMC fue reducido drásticamente por la cancelación de la ayuda del Kremlin. En medio de este panorama, Vilma Espín prácticamente solo era una figura simbólica.

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