viernes, 5 de febrero de 2016

¿Por qué no llega a su fin la guerra saudita contra Yemen?


La guerra saudí contra Yemen está resultando muy ruinosa, y a medida que se prolonga, la monarquía de Al Saud se ve más perjudicada, por lo que quiere que se termine cuanto antes, pero de forma tal que su imagen no se vea machada.

En este artículo pretendemos estudiar los aspectos de esta campaña bélica saudí; además de analizar sus consecuencias para los saudíes y el porqué de su prolongación.

En marzo del año pasado, con el fin de restablecer el poderío de Abdu Rabu Mansur Hadi, Arabia Saudí lanzó una guerra contra su vecino Yemen; no obstante, casi 11 meses después, la guerra continúa y representa un gasto diario de unos 200 millones de dólares para Riad, cuya economía pasa por la peor crisis de su historia, principalmente a causa del tema de la caída de los precios del petróleo en el mercado internacional.

Además de los gastos económicos, los saudíes han visto un aumento de la inseguridad en las zonas sureñas del país, fronterizas con Yemen, por los ataques del movimiento popular Ansarolá. Junto al tema de la inestabilidad, el número de bajas mortales entre las filas saudíes se están incrementando. Según cifras oficiales, más de 122 efectivos han perdido la vida y unos mil resultaron heridos desde el inicio del conflicto.

Esta situación está convenciendo a la Monarquía saudí de ir buscando la forma de poner fin a la acción militar. Sin embargo, la realidad en el terreno pone de relieve que el conflicto más que militar es político y que los bombardeos y los ataques están enfocados a obligar a la contraparte, el movimiento Ansarolá, a ofrecer mayores ventajas y concesiones en la mesa de diálogo. Con todo ello pretenden hacer ver que si no se aceptan las condiciones y disposiciones de Riad, deberán pagarlo en el campo de batalla.

Independientemente de lo que está sucediendo entre Riad y Ansarolá, también, hay una gran discrepancia entre los primeros y los Emiratos Árabes Unidos (EUA). Mientras, las fuerzas emiratíes cuenta con la mayor representación entre las fuerzas terrestres de la llamada coalición saudí contra Yemen, las diferencias de Abu Dabi con Riad, acerca del mapa político yemení, son bastante abundantes. De hecho, Arabia Saudí, junto con las fuerzas leales a Mansur Hadi, está luchando contra las tropas del expresidente yemení, Ali Abdulá Saleh; mientras que, por otra parte, los EAU se oponen a combatir a los seguidores de Saleh e, incluso, ha dado refugio a algunos miembros de su familia.

De la misma forma, los EAU se oponen de manera rotunda al partido yemení “Al Islah”, que mantiene estrechos vínculos con los Hermanos Musulmanes y con Arabia Saudí. Por lo tanto, no permite que los miembros de esta organización estén presentes en los diálogos para poner fin al conflicto yemení.

En el campo de batalla en Yemen, los militares saudíes están presentes en el norte del país, mientras que los territorios del sur están relativamente en manos de los EAU. Existen informes que reflejan que los Emiratos Árabes Unidos están por firmar un acuerdo con Jaled Mahfoudh Bahah, exvicepresidente yemení, según el cual Bahah se podrá apoderar de las provincias sureñas del país. Por supuesto que este hecho provocó una dura reacción por parte de Mansur Hadi y de los saudíes.

Ahora, las diferentes posturas de EAU y Arabia Saudí acerca de lo que está aconteciendo en Yemen, han disparado las preocupaciones de una supuesta división del país, tal como era antes del año 1990. Los propios saudíes están preocupados de que, en caso de que se produzca esta partición, una vez más, la región sureña quede en manos de sus opositores.

A estos factores que han prolongado la guerra saudí contra Yemen, se debe añadir la incertidumbre que se ha generado respecto al futuro de este país árabe. Hay que recordar que cuando los saudíes atacaron Yemen no esperaban una resistencia tan fuerte de los comités populares yemeníes, por lo que Riad, que es considerado el patrocinador de los grupos takfiríes, condujo a los terroristas de Daesh hacia este país y, en la actualidad, estos extremistas están operando en diferentes partes.

De este modo, si la guerra terminara sin la aniquilación de los terroristas, se corre el riesgo de que se extiendan también hacia la misma Arabia Saudí y se conviertan en una amenaza para el reino árabe, haciendo que persistan y la inestabilidad e inseguridad en el país. 

Sin embargo, con todo lo expuesto, hay que mencionar que la invasión saudí a Yemen fue un error estratégico que puso de relieve la inmadurez de sus dirigentes en el campo de la política exterior. Ya que la era de las campañas bélicas terrestres de estilo clásica ha pasado y, hoy en día, es menos frecuente que un país o un gobierno recurra a una acción militar de esas dimensiones para poder conseguir sus objetivos.

En los tiempos modernos, ni siquiera las superpotencias abogan por la opción armada, debido a sus consecuencias negativas en el campo militar, económico y social; aunque qué se podría esperar de una Arabia Saudí que ni siquiera cuenta con un ejército poderoso y carece de una industria militar próspera.

Los saudíes, que ansían presentarse ante el mundo como una potencia regional, ahora, para no perder su reputación, se verán obligados a continuar con la invasión hasta encontrar una alternativa favorable. Sin embargo, este error estratégico ha puesto en juego su existencia, especialmente en la situación económica actual que atraviesa, junto a la guerra política que se está viviendo dentro de sus propias fronteras.

Bien se puede decir que, con su guerra contra Yemen, los saudíes cometieron un acto de suicidio político, ya que además de los problemas internos a que se han enfrentado, a nivel internacional, se han situado en el punto de mira de las críticas de las organizaciones de derechos humanos, a causa de la masacre de miles de inocentes yemeníes y la destrucción total de la infraestructura del país.

Bien se puede decir que, con su guerra contra Yemen, los saudíes cometieron un acto de suicidio político

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