Desde el estallido de la guerra en Siria hace ahora más de cinco años, Nubbul y Zahra, dos ciudades de mayoría shií en el norte de Alepo, se convirtieron en una espina clavada en la garganta de los terroristas takfiris y del régimen de Erdogan en Turquía.
Mientras que los grupos terroristas del Frente al Nusra ocuparon una posición de ventaja en el norte de Alepo debido al apoyo turco desde el estallido de la crisis, la bandera siria ondeó sobre las dos ciudades durante todo este período.
En el verano de 2012, las dos ciudades quedaron cercadas por los grupos terroristas y cortadas del mundo. Su aprovisionamiento con alimentos, medicinas, armas y municiones y otros suministros fue realizado a través de aviones y helicópteros a partir de entonces. Los terroristas habían advertido que cualquier civil que intentara salir de las ciudades para buscar alimento sería ejecutado.
Los grupos armados lanzaron cientos de ataques para tomar Nubbul y Zahra. Sin embargo, todos los intentos realizados se saldaron con un fracaso. Los militares presentes en ellas y los residentes empuñaron las armas sabiendo que su vida dependía de mantener sus posiciones. La aviación siria también prestó una mano bombardeando duramente las posiciones de los grupos terroristas en las cercanías de ambas ciudades.
Los hombres jóvenes se organizaron militarmente en el marco de los comités populares, al igual que sucede en otras regiones sirias. Combatientes de Hezbolá se infiltraron en las dos localidades y entrenaron a las milicias populares y participaron en los combates contra los terroristas.
A principios de 2014, Nubbul y Al Zahra sufrieron un período particularmente difícil con decenas de sangrientos ataques, en los que intervinieron atacantes suicidas, pero todo fue en vano. Los militantes fueron rechazados y sufrieron graves pérdidas.
Estos últimos dispararon decenas de miles de obuses de mortero y de cohetes contra las dos ciudades, que resultaron destruidas en casi un 70%. Ningún hogar se libró de tener un mártir o un herido. En total, más de 1.000 residentes perdieron la vida, incluyendo un gran número de mujeres y niños, según indica el corresponsal de Al Manar en Siria.
Ahora, tras casi cuatro años de asedio y de vivir en los refugios, los habitantes de las dos ciudades podrán respirar la libertad y salir por primera vez de las mismas. Ellos han dejado atrás la tensión de los continuos ataques y bombardeos y podrán reemprender una vida normal. Su resistencia, sin embargo, habrá de contarse entre las páginas más heroicas de la resistencia del pueblo sirio contra la agresión terrorista takfiri apoyada desde el exterior.
Su resistencia, sin embargo, habrá de contarse entre las páginas más heroicas de la resistencia del pueblo sirio contra la agresión terrorista takfiri apoyada desde el exterior.
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