miércoles, 10 de junio de 2015

5 razones por las que los EE.UU. no puede derrotar al Estado Islámico (ISIS).

El lunes, el presidente estadounidense, Barack Obama, se sentará con el primer ministro iraquí, Haider al-Abadi para hablar de la estrategia de lucha contra el Estado islámico. El presidente expondrá lo que quiere hacer de Irakincluyendo la realización de buenas promesas para empoderar a las milicias y tribus sunitas. De hechohay muchas cosas que Estados Unidos puede hacer para contrarrestar el Estado IslámicoPuede aumentar el número de fuerzas especiales desplegadas en la regiónasignar a las tropas estadounidenses como observadores y coordinadores con unidades iraquíes desplegadas; suplir las armas de suministro directamente a las milicias sunitasy aumentar los ataques aéreos.

Pero lo que no puede hacer es derrotar al Estado islámico y eliminarlo de Irak y Siria. Siempre que analizamos  el problema y recurrimos a Obama como medio esto se queda solo en una frase, la cual es que "en última instancia derrotaran” al ISIS, como nuestro objetivo, pero es mejor acostumbrarse a una guerra muy larga. Incluso con esa guerra, la victoria como convencionalmente es definida todavía puede ser difícil de alcanzar. He aquí por qué.

1- El Estado Islámico morirá sólo cuando el Medio Oriente tenga un “renacer”. Esto no va a suceder en los próximos años, si es que alguna vez sucede. El Estado Islámico, o más específicamente su precursor, Al Qaeda en Irak, se levantaron como una insurgencia sunita en respuesta a la invasión estadounidense de Irak y al dominio regional chiíta. El grupo fue energizado por el triunfalismo shia en Irak y recibió un nuevo impulso por la rápida retirada estadounidense del país. Ahora se ha aumentado en gran medida como resultado de la disfunción regional, y tiene éxito en los países donde no hay gobierno (Siria) o un mal gobierno (Iraq) son la regla, no la excepción. La propagación del Estado Islámico en Yemen, Libia y el Sinaí es alimentado por la larga expansión de territorios y espacios vacíos que son incontrolables, por el acceso a las armas y el dinero, y por la difusión de una nueva y fuerte ideología islamista que reclama las quejas de la comunidad sunita asediada que busca unirse en un propósito común.
La erradicación de la organización requeriría un cambio transformador en Siria e Irak. Una faceta importante de ese cambio sería el surgimiento de buen gobierno que incluyese tanto a  suníes como chiíes.

2- La derrota de ISIS requiere una solución al problema de Sirio: ISIS es una organización iraquí, e Irak es donde sus aspiraciones empiezan. Pero Siria es donde se ha establecido su califato putativo, y como base para la expansión del Califato. Las  políticas brutales del régimen Assad es el caldo de cultivo perfecto para los reclutamientos del ISIS y son mucho más rápidas y efectivas que las medidas de Occidente para entrenar sunitas que se enfrenten a dicho grupo. Además, la mayoría de los sunitas quieren luchar contra Assad, no contra ISIS. El Estado Islámico ha cooperado con el régimen en ocasiones con el fin de debilitar a los grupos rebeldes sunitas rivales. En esta confusión y caos, ISIS ha prosperado. De hecho, incluso si la guerra civil terminara de alguna manera, ISIS bien podría ser el mayor beneficiario.
Como el grupo más fuerte en el territorio, podría llegar a fortalecerse y expandirse e incluso amenazar con tomar la capital más importante del país árabe – Damasco. Si una solución al conflicto sirio – Y ninguno se ve a corto plazo- No es posible derrotar al ISIS.

3- No hay fuerza militar regional capaz de derrotar al Estado Islámico: La solución al ISIS no es un militar. Aún así, la fuerza militar podía dejar frenar los avances del ISIS y comenzar a sentar las bases para la desaparición del grupo. Pero no hay ninguna fuerza, ni combinación de fuerzas, dispuestos o capaces de lograr este objetivo. La noción de una coalición de estados árabes seguirá siendo un experimento mental, y el ejército iraquí, como se ha visto recientemente en Ramadi, no es el mejor en el trabajo. Las consideraciones e intervenciones políticas de los shiitas en todo el asunto retroceden e impiden la formación y el suministro de armas a las tribus y milicias sunitas que podrían ser contrarias al ISIS. Los kurdos son demasiado débiles e inestables y su peshmerga demasiado focalizadas en una sola fuerza. Incluso las milicias chiítas de Irán puedan tener dificultades para derrotar al Estado Islámico en zonas de mayoría sunita, y confiar en Irán amenazaría el ya precario equilibrio entre los iraquíes sunitas y chiítas. Un ejército nacional iraquí plenamente eficaz, con la voluntad y la capacidad no sólo para recuperar territorio, sino para mantenerlo, sería la respuesta - pero por ahora parece un sueño lejano.

4 - Los Estados Unidos no tienen una verdadera voluntad para esta pelea: en una lucha frontal, el ejército norteamericano podría derrotar el Estado Islámico en el campo de batalla - sin duda en Irak, y probablemente en Siria, también. Pero las probabilidades de que esta administración, o incluso uno dirigido por un sucesor republicano, estar dispuesto a hacer el compromiso necesario para ambos campos de batalla, parecen muy pequeño. El público estadounidense y el Congreso de Estados Unidos han crecido su aversión al riesgo después de tantos años de inversión en el Medio Oriente que no trajo beneficios tangibles. Si una guerra no se gana no se devuelve lo invertido. Por otra parte, a veces la fuerza militar no es más que un instrumento para alcanzar objetivos políticos sostenibles. Simplemente no hay razón para creer que el estado final político en Irak o Siria resultaría mejor que lo que sucedio en Irak o Afganistán en la década pasada, cuando Estados Unidos desplegó decenas de miles de soldados y gastó miles de millones de dólares.

5 - La falta de un mandato: El gobierno de Obama centró su atención hacia Irak después de que el Estado Islámico decapitara estadounidenses de forma individual y parecía listo para planificar ataques contra Estados Unidos. Una reciente  encuesta de Pew en febrero mostró que si bien existe un apoyo para una acción más enérgica contra el Estado islámico, también hay una creciente preocupación de que Estados Unidos se comprometiera profundamente en Irak y Siria. Esto parece dar a la administración más espacio político para cometer acciones contra el Estado islámico, pero dentro de ciertos límites. ¿Qué significaría eso? Tal vez más ataques aéreos con aviones y drones o un mayor despliegue de fuerzas especiales situados más centralmente. No hay un mandato firme para perseguir un objetivo similar al esfuerzo de ‘construcción nacional’ como vimos en Irak y Afganistán desde el 2001.

Tratar de determinar el enfoque correcto hacia ISIS, y la cantidad correcta de los recursos para esta tarea, sigue siendo el desafío central para esta administración y para su sucesor. 
Tal vez un ataque terrorista significativo en los Estados Unidos desplazaría el equilibrio hacia una estrategia más agresiva - pero aun así, se aplicaría las mismas limitaciones. Catorce años después del 9/11, todavía tenemos que derrotar a los terroristas derivados de Al Qaeda, incluido el Estado islámico. A lo sumo, se puede degradar las capacidades de ISIS; mantenerlo a la defensiva; mantenerlo a raya contra nuevas adquisiciones de territorio iraquí; movilizar a los aliados en contra de ella; y más importante, tratar de prevenir y adelantarse a sus esfuerzos a los ataques en suelo estadounidense. Pero derrotar ISIS es por ahora un objetivo inalcanzable - uno para reflexionar durante la larga guerra por venir.


Interesante análisis escrito por Aaron David Miller

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