Recep Tayyip Erdogan blindó su poder en Turquía haciéndose de todo lo que tuvo a mano. Los cuestionamientos al presidente y líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) se multiplicaron durante 2015, pero esas críticas y denuncias parecen no haber hecho mella en el dirigente. Los estrechos vínculos del presidente turco con el Estado Islámico (EI), las revelaciones de Rusia sobre la complicidad de Turquía para permitir el tráfico ilegal de petróleo desde Siria, el ingreso de tropas turcas a Irak, el resquebrajamiento de las relaciones con Moscú, y una intensa y sostenida represión en el sureste del país (Kurdistán turco), son los grandes hechos que marcaron el año de Erdogan, quien además logró ser reelecto presidente en unos comicios manchados por las irregularidades y el despliegue del Ejército en ciudades y poblados para detener las crecientes protestas en su contra.
La confirmación de la inestable situación en el Kurdistán turco la brindó en la víspera de navidad el comandante de la guerrilla del PKK, Cemil Bayik. En una entrevista con el diario Le Monde, el dirigente y uno de los fundadores de la insurgencia alertó que “todos los canales de comunicación con el Estado turco están cerrados”. Por lo cual, señaló Bayk, “hemos vuelto a un estado de guerra”.
Bayik, que es el segundo al mando en el PKK detrás de Abdullah Öcalan (detenido hace más de 15 años por el Estado turco), aseveró que el gobierno de Erdogan “dejó de estar en una lógica de negociaciones o de soluciones y pasó a estar en una lógica de eliminación del movimiento kurdo”. Desde hacía más de dos años, el PKK intentaba impulsar negociaciones de paz en Turquía con el objetivo de frenar la escalada de violencia, que al país ya le costaron más de 40 mil muertos y 10 mil detenidos, entre ellos cientos de niños y mujeres.
Negada la instancia de negociaciones por parte de la administración de Ánkara, y tras el atentado ocurrido el 20 de julio en la ciudad de Suruç –fronteriza con el Kurdistán sirio- en el que murieron 32 militantes kurdos, el PKK levantó el alto el fuego que mantenía y comenzó con los ataques contra las tropas turcas ante la avanzada represiva.
Ante esta situación, Bayik reveló que anunciarán “la creación de un frente revolucionario de resistencia con otras organizaciones del interior y el exterior de Turquía, las cuales comparten nuestro combate y lucharán con nosotros contra el régimen” turco.
Desplegar la represión
El panorama represivo en Turquía no es una propaganda sostenida desde el PKK, como sostiene el gobierno; ni tampoco es una sumatoria de enfrentamientos o hechos aislados, sino que forma parte de un plan que Erdogan aplica desde hace 12 años, con el cual pretende terminar con la resistencia kurda y avanzar sobre Medio Oriente, retomando la ideología del Imperio Otomano. No es casual que uno de sus blancos preferidos sea Siria, un Estado laico, gobernado por el Partido Baaz, tal vez el último de los procesos en los que sobrevive el nacionalismo árabe que supo impulsar desde 1950 Gamal Abdel Nasser desde Egipto.
En el reciente informe “Sobre la guerra contra los kurdos en Turquía”* -elaborado por la Asociación de Derechos Humanos (IHD) de Turquía y la Fundación de Derechos Humanos (TIHV) del país, se detalló el nivel de represión llevado adelante por la administración Erdogan. Según los organismos, debido a ejecuciones extrajudiciales este año hubo 173 víctimas fatales y 226 heridos. A esto se suma que los tres principales ataques suicidas perpetrados en las ciudades de Diyarbakir, Suruç y Ánkara, dejaron un total de 138 personas muertas y más de 900 resultaron heridas. Ocurridos estos atentados, el gobierno acusó al Estado Islámico por su autoría, pero desde la oposición señalaron como responsable al propio Estado turco.
En el informe también se difundieron cifras muy poco conocidas sobre una situación constante en el Kurdistán turco: el arresto de alcaldes, alcaldesas y legisladores por parte de las fuerzas de seguridad. La investigación destacó que 17 alcaldes y alcaldesas de ciudades kurdas fueron detenidos y 9 de ellos inculpados, mientras que “se ha incrementado el número de ediles detenidos”. A esto hay que sumar que 6.744 personas vinculadas al Partido Democrático de los Pueblos (HDP) fueron detenidas durante el año y 1.285 encarceladas. A la avanzada del gobierno turco contra el pueblo de Kurdistán hay que agregar que, según el informe, 1.299.061 personas fueron víctimas de los 52 toques de queda ordenados por el Ejecutivo desde el 16 de agosto al 12 de diciembre. Estos toques de queda implicaron que en los pueblos y ciudades afectados se cortaron los suministros de agua y electricidad, y no se permitió el ingreso de alimentos y medicamentos.
Ozturk Turkdogan, presidente de la IHD, declaró que “desde la perspectiva de los derechos humanos hay que encontrar una solución urgente en Turquía. Es urgente establecer la paz. Cuando la paz no está garantizada, el derecho a la vida no está protegido y cuando se viola el derecho a la vida es imposible hablar sobre otros derechos humanos”. Turkdogan también alertó que ante esta situación, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no ha intervenido, algo que demuestra el colapso del organismo internacional.
La “nueva fase”
Cizre, Silopi, Sur, Kerboran, Nusaybin, Gever, Bismil y Derik son algunas de las ciudades del Kurdistán turco que se van escapando de las manos del presidente Erdogan. Barricadas, jóvenes organizados cavando trincheras y organizando la defensa armada, intentos de autogobierno, manifestaciones que enfrentan a soldados y carros blindados se convirtieron en una constante en el territorio kurdo.
En una entrevista realizada a principios de diciembre**, el comandante Murat Karayilan, miembro del Consejo Ejecutivo del PKK y también fundador de la organización, explicó que “la lucha de nuestro pueblo ha entrado en una fase histórica y significativa. Hay una guerra que está teniendo lugar en el Oriente Medio, donde el pueblo kurdo y su lucha libertaria han tomado gran importancia. Es sabido por todos que la región será reestructurada hacia el final de esta guerra”.
Sus declaraciones, efectuadas a la radio La Voz de Kurdistán, fueron precisas al afirmar que “el triunfo del pueblo kurdo principalmente en Kobane (Rojavá, Norte de Siria) y en Shengal (Bashur, Norte de Irak) ha demostrado que son un actor principal en el Oriente Medio”. Karayilan recordó que el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, llamó a la “guerra total” contra el pueblo kurdo después de la victoria en Kobane.
Karayilan explicó que la “nueva fase” se debe a que “el conflicto está evolucionando hacia una guerra civil”, en la cual el Estado turco desplegó “una operación de ocupación, masacre, cerco y aniquilamiento de la voluntad e imposición de la esclavitud”. El comandante del PKK expresó que “la declaración del auto-gobierno por parte del pueblo en muchas regiones y lugares es una ocasión progresiva desde el punto de vista del Movimiento Kurdo de Libertad”. Por esta razón, “el Estado turco y el AKP quieren alejar al pueblo kurdo de esta etapa. Ellos quieren hacer al pueblo kurdo esclavo volviendo a cercar las posiciones que el pueblo ganó a costa de la vida de sus mejores hijas e hijos”, manifestó el líder guerrillero.
“El pueblo kurdo ha sido forzado a cavar trincheras para defenderse a sí mismo. La cuestión en debate es, sin embargo, no las trincheras, sino que quieren dejar a la sociedad kurda sin su voluntad, deseos y perspectivas”, enfatizó Karayilan. El comandante del PKK indicó que el gobierno de Erdogan justifica “las operaciones militares con la excusa de las trincheras y del PKK. Esto no es verdad. El pueblo kurdo se ha convertido en una voluntad y ellos quieren vivir disfrutando y haciendo uso a sus derechos como todos los otros pueblos y culturas, sin ser privados de su dignidad, honor y status. El Estado quiere esclavizar a los kurdos parte por parte, como en Cizre, Silopi, Sur, Kerboran y Nusaybin ahora, y Gever, Bismil y Derik antes que aquellas ciudades. Una guerra de gran escala está siendo librada contra el pueblo kurdo”.
La razón puntual de que la administración Erdogan intensificó la represión es “la debilidad del Estado -alertó el comandante guerrillero-. Ellos han comenzado estos ataques por miedo en torno a que el pueblo kurdo está creciendo fuertemente. Ellos no llenarían de tanques las calles si no estuvieran débiles y con miedo. Ellos saben que este es el punto final. La voluntad de nuestro pueblo es más fuerte que los tanques. Esta es una resistencia popular que es más fuerte que todo lo demás”.
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