Arabia Saudí y Turquía acordaron el martes crear un “consejo de cooperación estratégico” para reforzar su colaboración en el terreno militar y el económico.
El ministro saudí de Exteriores, Abdel al Yubeir, anunció este hecho durante un encuentro en Riad con su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu. El consejo, precisó, tratará dossiers vinculados a la seguridad, la defensa, la economía, el comercio, la energía y las inversiones.
Esta alianza es, sin duda, el fruto de la desesperación, ya que ambos regímenes han cosechado grandes fracasos políticos y militares en diversos escenarios. En Siria, su apoyo a los terroristas no ha sido capaz de cambiar el equilibrio de fuerzas que se inclina ahora en favor del Ejército sirio y sus aliados en especial después del inicio de la intervención de Rusia. El sueño de Erdogan de crear una zona de exclusión aérea se ha visto difuminado ante el despliegue del S-400 Triumf, que ha mantenido a los aviones turcos recogidos en su propio espacio aéreo.
En Iraq, Turquía es objeto de duras críticas por su despliegue de fuerzas, que podría dar lugar a un choque militar con el país árabe. En Yemen, el empleo de mercenarios y tropas de otros países del Golfo no ha logrado evitar a Arabia Saudí la humillación de ver a sus militares huir y sufrir diarios ataques en su propio suelo por parte del Ejército yemení y los combatientes de Ansarulá.
El próximo objetivo de Riad y Ankara parece ser el de sabotear las negociaciones sobre un arreglo político en Siria integrando a terroristas en la delegación opositora e intentando evitar que grupos armados como Yaish al Islam o Ahrar al Sham sean incluidos en la lista de organizaciones terroristas, algo que Rusia ha rechazado ya de plano.
Difuminar la imagen de aislamiento
El anuncio de la creación del consejo debe ser visto también como una medida de ambos regímenes, que han roto todas y cada una de las normas del Derecho Internacional, para tratar de cambiar la percepción de aislamiento que afecta a ambos, en especial a Turquía tras sus choques con Siria, Iraq y Rusia y sus crecientes diferencias con los países occidentales, que están comenzando a ver al gobierno de Recep Tayyip Erdogan como un problema. Arabia Saudí, por su parte, es denunciada ahora abiertamente por muchos políticos occidentales como una fuente de difusión del terrorismo y el wahabismo, una ideología extremista y excluyente que los europeos, en especial, ven con creciente rechazo tras los últimos atentados en su territorio.
Arabia Saudí busca también con el anuncio de creación del consejo disipar la sensación de ridículo experimentada después de que sus afirmaciones acerca de la formación de una amplia coalición “islámica” contra el terrorismo, liderada por Riad, se vinieran abajo cuando los países más grandes que supuestamente iban a formar parte de ella desmintieran este hecho públicamente.
En todo caso, el nuevo consejo no llevará a la creación una alianza firme y real entre ambos países o una defensa de la posición del otro en los asuntos que le atañen más directamente. Erdogan no se planteará, por ejemplo, enviar tropas a Yemen para ayudar a los saudíes ni estos últimos estarán dispuestos a apoyar a Turquía si surge un conflicto serio con Iraq, en especial tras la condena de la Liga Árabe al despliegue turco en el territorio iraquí.
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