martes, 14 de abril de 2015

Ucrania: fin de la historia


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Bueno ¿y qué querían? ¿que hubiese en Ucrania pluralismo de opiniones y democracia? No hay que ser ingenuos. El paquete de leyes de Vyatrovich aprobado en la Rada, no es más que la continuación lógica, e incluso pudiera decirse que inevitable, de la “revolución de la dignidad”. Otra variante sería impensable. Como escribieron los clásicos del a partir de ahora prohibido marxismo-leninismo, es imprescindible liquidar por completo los vestigios del régimen predecesor.
Todo se ha hecho de un modo ejemplarizante, con evidente escarnio. El 9 de abril, justo un mes antes del Día de la Victoria, bajo la supervisión del primer vicepresidente de la Rada, Parubiy, que representa un clásico ejemplo de nacional-socialista cavernario, sin que faltase el correspondiente certificado, la Rada dispuso que: todo lo que hubo antes de 1991 es fascismo, totalitarismo y opresión de la gran nación ucraniana. Nunca existió ni la Gran Victoria, ni el pasado soviético, ningún tipo de cultura y ninguna vida feliz.
No hay veteranos, no hay historia, ni nada de nada. Durante todos los siglos pretéritos estuvo madurando una única nación, que por fin ha podido mostrarse en toda su grandeza, para, con el aroma auténtico de Tripolye mostrarle al mundo su auténtica apariencia. Hay que reescribir todo nuevamente, implantarlo en esa conciencia apacible mutada durante el golpe, crear nuevos héroes, nuevas fechas históricas, nuevos “valores”, una nueva ideología. Renombrarlo todo, hasta los calzoncillos de fabricación soviética. La ideología comunista y la nacionalista están prohibidas. Por paradójico que parezca es un hecho: los nazis prohíben el ideario nazi.
Tenían prisa. Parubiy incluso se vio obligado a meter en cintura al “héroe” que estaba elaborando el proyecto de ley sobre los combatientes de la UPA-OUN de Shujévich, que no estaba por la labor de apresurarse, a fin de “corregir el documento”. Lo aprobaron todos a una, por procedimiento simple. No se oyó ninguna opinión alternativa. Eso va para los del denominado “bloque opositor”, que no es en realidad más que una trampa diseñada por los norteamericanos para el electorado disconforme.
Vuelvo a repetir: Todo va según lo previsto. En el país está en marcha un experimento para convertir a millones de personas en unos zombis autoorganizados y obedientes a los que poder dirigir. Zombis sin demasiadas pretensiones, con pocas luces, limitados, con un odio fanático hacia Putin y Rusia. De momento no sueltan a babuinos a las calles, puesto que es más sencillo conducir a ese estado a seres de apariencia humana.
¿Para qué se hace todo esto?
En primer lugar es imprescindible crear en torno a Rusia un “cordón sanitario de seguridad”, poblado convenientemente con esa biomasa reprogramada. Aunque más que de biomasa habría que hablar de “borregomasa”, que es un término que se amolda mejor a la esencia del proceso. Para ello es imprescindible desmontar por completo la historia común, las fiestas comunes, el ideario común, las tradiciones, la cultura común. Al mundo ruso debe oponérsele la “gran nación”. Ellos son diferentes, tiene el idioma más antiguo del mundo, una “cultura única”, que no solo le ha dado a la humanidad el primer presidente del mundo con dioxinas, sino también las maravillosas “vyshivanki” (camisas tradicionales ucranianas con cuellos y mangas bordadas, N de la T) para que todo nacionalpatriota que se precie las pueda vestir en los momentos más solemnes de la vida, incluido el acto sexual europeo.
En segundo lugar, los amos se marcan como objetivo asegurar la permanente reproducción de esa biomasa agresiva, apta para un uso prolongado en la guerra contra Rusia. ¿Díganme si no, cómo garantizar la ejecución durante años de la “Operación antiterrorista en el este” si no se programa del modo correspondiente al material biológico? Para ello el patriota medio debe obtener una versión completamente renovada de la “memoria histórica”. El marcador que más les asusta y que va implícito en la memoria genética de la gente, es el Día de la Victoria. Para empezar han creado una “fiesta” alternativa, si es que se le puede llamar fiesta. De nuevo surge esa tendencia innata hacia la necrofilia. Ya no será un día luminoso, sino un “tiempo de aflicción”. Una subcultura, basada por esa atracción por los cadáveres, a los que presentan ante la sociedad en calidad de “héroes históricos”, o de “ciborgs” etc. Se está criando una nueva especie biológica de personas, programadas para destruir a las “agresivas hordas putinistas”.
En tercer lugar la destrucción de cualquier manifestación de “sovietización” (monumentos, artefactos culturales, denominaciones) representa una condición imprescindible para borrar la memoria de la biomasa y programar la necesaria respuesta refleja en un futuro. Además se hace hincapié en la generación que creció tras 1991. Es el material más conveniente para las acciones bélicas que están por venir.
En cuarto lugar, el modelo ideológico de Galitzia, se ha declarado la doctrina ideológica dominante. Un régimen totalitario en su versión más pura. Ciertamente la historia está cambiando ante nuestros ojos. Una época apasionante para investigadores y analistas. Sin embargo, vivir en condiciones semejantes se hace insoportable. Prácticamente todo un siglo con un leve movimiento de la mano, pulsando el botón de votaciones, ha sido borrado de los anales. Es lo que hace todo régimen totalitario. Destruye la historia, la memoria, a las personas. Es lo que está sucediendo en Ucrania.
En quinto lugar, esa castración de la memoria, llevada a cabo por la Rada, no es más que el comienzo. ¿Por qué de momento dejan de lado la cuestión lingüística? Porque por ahora los rusoparlantes se prestan a morir por el régimen. Los implantes ideológicos manejan la conducta de la biomasa rusoparlante. Por ahora son dominantes. Sin embargo en un futuro cercano será imprescindible limpiar por completo el campo idiomático, el cual inevitablemente habrá de reproducir otros fenómenos subculturales, no bendecidos por la ideología oficial. La destrucción de la lengua rusa con la consiguiente reducción del nivel intelectual de la población llevada hasta la base “materna”, es decir de “Tripolye”, es el siguiente paso. Los ucranianos deben dejar incluso de entender el idioma del agresor, para poder morir con mayor entusiasmo si cabe en la zona de la “ATO”. Una zona que con el esfuerzo de los manipuladores de plantilla se está convirtiendo en el epicentro de confrontación de los valores civilizatorios. ¿A quién le importa el hecho de que no exista ninguna civilización ucraniana?
Tras la lengua llegará el turno de la religión ortodoxa. Ya han lanzado el concepto de la “iglesia unificada”. Simplemente por ahora no se cuenta con recursos suficientes para su ejecución definitiva.
Y por último. No sé cuanta gente puede quedar en Ucrania. Puede que treinta millones, puede que muchos menos: en todas estas décadas pasadas en el país no se ha escrito ninguna gran obra literaria, ni se ha rodado ninguna gran película. La novela semipornográfica “Investigaciones del sexo anal” de Zabuzhko, la peli de miedo “La mina”… ¿Saben por qué? Porque una nación artificial no puede “reproducirse” culturalmente. Está condenada. Sin embargo en el plano económico la ideología totalitaria que se está cultivando hoy es muy beneficiosa. Encaja de un modo ideal con esa biomasa que tiene unos ingresos medios mensuales por debajo de los cien dólares. Es un hecho.
Notas
Tripilia o Tripolye es una civilización neolítica que existió en el territorio de la actual Ucrania del 5400 al 2700 antes de nuestra era
Original: http://versii.com/news/325433/
Alexánder Zubchenko
Versii.com
Traducido del ruso por Íñigo Aguirre

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