“Todo el mundo islámico debe decir a Arabia: “¡Ya basta!”, “¡Basta de guerra!”, “¡Basta de manipulación!”, señaló el número uno de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasralá, en su discurso pronunciado durante una ceremonia organizada este viernes en el Suburbio del Sur de Beirut en solidaridad con el pueblo yemení contra la ofensiva norteamericano-saudí.
Por tercera vez desde el desencadenamiento de la ofensiva saudí contra Yemen, Sayyed Nasralá ha criticado con firmeza a Arabia, que, según él, se encuentra detrás de numerosos conflictos letales en la región, ya sea directamente -como es el caso de Yemen o de Bahrein- o indirectamente, a través de terceros.
He aquí las ideas más importantes del discurso:
Quiero, en primer lugar, agradecer vuestra presencia con nosotros en este día consagrado a apoyar la resistencia del pueblo yemení contra la agresión norteamericano-saudí.
Permitidme hablaros hoy con naturalidad, como es mi costumbre hacer, con la razón y el corazón. Sí, con nuestros corazones también, puesto que esta situación requiere corazones que se expresen y no corazones mudos y duros.
El propósito de este encuentro hoy es el de anunciar alto y claro nuestra condena a la ofensiva norteamericano-saudí contra Yemen y su honorable pueblo y declarar, con todas nuestras fuerzas, nuestra solidaridad con ese país y ese pueblo.
Nada nos impedirá apoyar a Yemen
Según nuestra percepción, nosotros en tanto que Hezbolá tenemos el deber moral, humano, islámico y del yihad de adoptar una posición clara e inequívoca en relación a lo que pasa en Yemen. Todos aquellos que rehúsan posicionarse deberían revisar su postura.
Nada nos impedirá -ni las amenazas, ni las advertencias ni las intimidaciones- declarar abiertamente nuestra condena a la ofensiva norteamericano-saudí contra Yemen.
Nosotros lo hemos hecho así desde el primer día de esta guerra porque deberemos rendir cuenta ante nuestro Creador el Día del Juicio y no sólo delante de la historia.
Somos responsables de nuestros actos y de nuestras tomas de posición ante Dios y debemos responder de ellas. Tanto más cuanto que lo que pasa en el Yemen no afecta sólo a ese país sino a toda la región.
Poco antes, hemos rendido un homenaje al pueblo del Líbano y sobre todo al Monte Amel, en el Sur, que en abril de 1996 fue víctima de una ofensiva del enemigo israelí llamada “Las Uvas de la Ira” y esto con una bendición norteamericana, occidental e incluso árabe.
Sin embargo, nuestro pueblo y nuestro Ejército permanecieron inquebrantables frente a aquel ataque mortal.
Saludamos a nuestros mártires, incluyendo los de Qana; saludamos con vehemencia a todos los resistentes que han luchado contra Israel: los de Hezbolá, del Movimiento Amal y el movimiento nacional... y los militares de nuestro valeroso Ejército, que contribuyeron todos a la victoria en el año 2000, un triunfo que puso fin a la era de las derrotas e inauguró la era de las victorias.
Me gustaría volver al tema de los objetivos y de los nuevos eslóganes utilizados en esta ofensiva.
En el primer día de la guerra yo evoqué los pretextos saudíes: la restitución de la legitimidad del presidente saliente y dimisionario, Abed Rabbo Mansur Hadi, el impedir una así llamada “amenaza contra Arabia Saudí” y el contrarrestar un así llamado “peligro iraní”.
La guerra contra los verdaderos árabes
Después de haberme referido a los falsos pretextos, he dicho que el verdadero objetivo es otro: asentar de nuevo la hegemonía saudí y estadounidense sobre Yemen después de que el pueblo yemení haya querido desembarazarse de ella.
En las últimas declaraciones de los responsables saudíes, incluyendo el portavoz de la operación Tempestad de Firmeza, varios nuevos títulos han sido añadidos.
Ellos dicen que es la guerra de los árabes y de la arabidad. En realidad, su problema con nosotros es que somos árabes.
¿Defender la arabidad de Yemen? ¿Acaso es que los pueblos árabes han encargado al régimen saudí llevar a cabo una guerra en su nombre?
¿Y contra quién? ¿Contra un pueblo árabe?
En realidad, se trata de una guerra contra los verdaderos árabes.
Mirad su color, su fisionomía, su idioma, su acento, su literatura, sus poetas, su valor y su generosidad.
Si el pueblo yemení no es árabe, entonces ninguno de los otros pueblos árabes lo es.
Antes del advenimiento del Islam ellos fueron la única civilización de los árabes en un momento en el que los otros habitantes de la Península eran analfabetos y se mataban entre ellos por nada.
Había entonces una civilización en Yemen con un Estado y reyes.
El Islam debe mucho a los yemeníes. Fueron los comerciantes yemeníes los que lo introdujeron en Indonesia, que es el país actual donde hay más musulmanes.
Los yemeníes no tienen necesidad en ningún caso de probar su arabidad.
Por el contrario, son aquellos que agreden al pueblo yemení los que deben probar su arabidad. Algunos que no conocen ni su origen quieren hablar de arabidad a los yemeníes.
El segundo pretexto utilizado es el de una supuesta dimensión comunitaria de la guerra, como pretenden ciertos religiosos saudíes en sus sitios web. Muy pocos en nuestro mundo islámico admiten estas alegaciones, salvo, bien entendido, aquellos que reciben dinero de Arabia.
Esto no es una guerra entre sunníes y shiíes sino una agresión saudí contra Yemen.
Es el wahabismo el que amenaza los lugares santos
El pretexto más ridículo es el de defender los dos lugares santos del Islam, en Meca y Medina. ¿Quién los amenaza en realidad? ¿El pueblo yemení? ¿Ansarulá?
Ciertamente, es bien sabido que los yemeníes son conocidos por su amor hacia la Kaaba y por el Profeta.
Hoy os voy a hablar con toda franqueza.
Sí, existe una verdadera amenaza que acecha a los lugares santos del Islam.
En primer lugar, ella proviene del EI, que ha amenazado desde hace algunos meses con dirigirse a la Península y destruir la Kaaba, porque ellos dicen que este sagrado lugar no es más que un montón de piedras, cuyo culto daña el dogma de la unicidad divina.
Otro peligro procede del interior de la propia Arabia Saudí y proviene del pensamiento y la cultura wahabíes.
Ellos os dirán que he exagerado o inventado. Sin embargo, leed los libros de historia.. Después de que el rey fundador de Arabia Saudí, Abdel Aziz, se apoderara del Hiyaz en Abril de 1926, sus adeptos wahabíes destruyeron todos los vestigios históricos del Islam: las viviendas del Profeta, de sus esposas, de los miembros de su Santa Familia, las de sus Compañeros, los mausoleos de sus tumbas, las ciudadelas...
El juez que legitimaba estas destrucciones se dirigió también a Medina donde él quiso supervisar la destrucción de la Tumba del Profeta Muhammad. Esto ha sido transmitido en los libros de historia.
Sin embargo, esto causó una indignación en el mundo islámico: en Egipto, en India, en Irán, en Turquía, en Siria...
No es una causalidad que los dos países que más presionaron para disuadir a los wahabíes de proceder a estas destrucciones fueran Egipto e India, es decir el Pakistán de hoy en día.
La posición de Al Azhar, de su imam y de los sabios sunníes y shiíes de Pakistán impidieron la destrucción de la Tumba del Mensajero del Islam por parte de los Al Saúd y los wahabíes en 1926.
El rey finalmente dio marcha atrás y se vio obligado a organizar una conferencia y la tumba quedó preservada. Sin embargo, está prohibido a cualquiera acercarse a ella, salvo de lejos.
Sí, la tumba del Profeta Muhammad (PB) está en peligro. No sabemos cuando algunos estudiantes de las escuelas wahabíes con cinturones explosivos se harán explotar en el mausoleo.
En ningún caso esta amenaza proviene de Yemen.
Una guerra que recuerda a la de 2006
Entre sus objetivos, ellos han citado el de defender al pueblo yemení. Y ¿cómo lo hacen? Pues por medio de un bloqueo aéreo, marítimo y terrestre sobre los 24 millones de yemeníes, con la prohibición de introducir productos alimenticios o medicamentos en el país.
Arabia quiere defender al pueblo yemení por medio del hambre y cometiendo masacres contra civiles, incluyendo mujeres y niños.
Todo esto nos recuerda a lo que Israel hizo en la Franja de Gaza. Se trata de las mismas justificaciones, incluyendo las acusaciones de que los combatientes toman a los civiles como escudos humanos o que se encuentran en instalaciones civiles.
Las televisiones pro-saudíes no difunden jamás imágenes de los mártires y los heridos por centenares ni de las destrucciones causadas en escuelas, hospitales, depósitos de alimentos, gasolineras, centrales eléctricas, centrales hidráulicas y otros lugares.
Otro declarado objetivo es el de defender al Estado yemení para que no sea controlado por Ansarulá. ¿Y cómo lo hacen?: atacando los cuarteles, los depósitos de armamento, los edificios oficiales, los aeropuertos, los puertos...
Después de todas las masacres y destrucciones, ¿quién se pude creer que el objetivo sea el de restituir a Hadi en el poder?
Termino este punto pidiendo a los libaneses que recuerden la guerra de 2006. Nosotros hicimos frente a los mismos escenarios y a las mismas campañas de manipulación mediática.
Nosotros estábamos para ellos entre los aventureros (apelación lanzada por los dirigentes saudíes para denunciar la captura por Hezbolá de soldados israelíes con el fin de obtener a cambio la liberación de los detenidos libaneses en las prisiones israelíes).
Es la misma guerra y la misma gestión y el resultado será el mismo.
De fracaso en fracaso: de la amenaza eventual a la amenaza real
Ahora, voy a pasar a los resultados tangibles de esta ofensiva.
Al cabo de 22 días de ataques aéreos y de artillería con el respaldo logístico de EEUU y del apoyo de Arabia al EI y compañía en el interior de Yemen, ¿qué es lo que ha sucedido?
Sólo han conseguido fracasos.
En primer lugar, ellos han fracasado en entregar Yemen a Hadi y su gobierno, ni en Sanaa ni en Adén. Salvo si quieren concederle un lugar en la provincia de Hadramaut controlada por Al Qaida..
El fracaso es de tal magnitud que no permite ya un punto de retorno: desde la ofensiva saudí, la esperanza de un retorno de Hadi al poder se ha difuminado definitivamente y ningún compromiso político le llevará de vuelta al mismo. El régimen de Arabia parece ya comprender esta realidad y podría haber designado a Bahhah como vicepresidente.
El segundo fracaso es que ellos no han podido impedir la llegada del Ejército y los comités populares a Adén. Esto es un gran fiasco. Sólo algunos barrios escapan a su control ahora.
El tercer fracaso es que ellos no han podido impedir la llegada del Ejército y de los comités populares a la mayor parte de las provincias del país, que están ahora ahora en las manos de estos últimos.
El cuarto fracaso es el de su incapacidad de quebrar la voluntad del pueblo yemení, que debía someterse a las condiciones saudíes. El resultado de ello es una gran resistencia yemení que se manifiesta con un entusiasmo y una paciencia sorprendentes y una movilización general por parte de los yemeníes para unirse al frente, sin olvidar las grandes manifestaciones a pesar de los incesantes bombardeos.
Esto augura una guerra larga. En Yemen, no hay ninguna señal de hundimiento ni moral ni militar sobre el terreno. La moral de los yemeníes es alta.
Cabe señalar también otro fracaso: el de trasladar el enfrentamiento hacia el interior de Yemen y crear un conflicto entre zaidíes y shafíes (las dos escuelas islámicas predominantes en Yemen), entre el Norte y el Sur y entre sunníes y shiíes.
Los saudíes han fracasado también en la realización de otro supuesto objetivo: que se trata de una guerra preventiva contra una amenaza eventual. Si existiera un grupo que quisiera amenazar a Arabia Saudí a través de esta guerra la amenaza se habría convertido ya en inminente. Habéis transformado una amenaza inexistente en otra real.
La “paciencia estratégica” de los yemeníes
Hasta el presente, los yemeníes no han recurrido a sus opciones y capacidades y no han todavía respondido. Eso es lo que nosotros denominamos “paciencia estratégica”.
Desde hace algunos días, he leído que los saudíes quieren continuar la guerra puesto que la sociedad tribal no respeta más que a los más fuertes. Sin embargo, esa misma sociedad tribal no acepta permanecer inerte cuando es agredida y sobre todo si son sus mujeres y niños los que lo son. Ellos no dejarán pasar esto sin una represalia.
El fracaso moral será seguido por el miedo a los acontecimientos que puedan venir. Al igual que pasó en la guerra de Julio, la lista de objetivos acabó por agotarse y la guerra aérea es insuficiente. El caso de Yemen es aún más duro que el del Sur del Líbano y Gaza.
Tras los bombardeos aéreos la operación terrestre se convierte en inevitable y es en ese momento en el que las realidades saldrán a la luz. Tenemos un ejército saudí que cuesta decenas de miles de millones de dólares frente a un pueblo que no tiene estos medios y está desprovisto de muchas cosas, pero que tiene una voluntad de hierro.
El mufti saudí ha llamado a la movilización general y ha lanzado llamamientos al yihad en todo el mundo musulmán. Luego, ellos quisieron alquilar a ejércitos para combatir. Al no conseguirlo, insultaron a los países que se negaron y les recordaron todo el dinero que les han suministrado. Eso es lo que se llama la compra de conciencias que se da cuando no existen convicciones.
Para terminar os hablaré de los resultados. Algunos han comenzado ya a festejar el fin de la guerra, como hicieron durante la guerra de 2006.
Os invito a mirar las conferencias de prensa del portavoz de la Operación Tempestad de Firmeza, en las que él intenta buscar un éxito cualquiera para jactarse de él. Mirad como desvía la mirada en todos los sentidos.
Perspectivas: el bombardeo aéreo no gana una batalla
En tercer lugar, voy a hablar de las perspectivas del conflicto.
Parece que las cosas precisarán de un cierto tiempo en el que los horizontes permanezcan bloqueados antes de que el régimen saudí comprenda que no puede hacer nada y que deberá hacer concesiones.
En la hora actual no hay lugar para las voces que llaman a un compromiso político y que son, sin embargo, numerosas.
Contrariamente a las apariencias, la mayor parte de los protagonistas quieren una solución política.
Sin embargo, los saudíes necesitan tiempo para poner los pies sobre la tierra, volverse más modestos y aceptar compromisos.
Desgraciadamente, el Consejo de Seguridad ha tomado una posición contra el pueblo yemení como es también habitual en el conflicto árabe-israelí, cuando se pliega a las exigencias del verdugo en detrimento de la víctima.
Estas resoluciones no merecen que les concedáis ninguna importancia.
El bombardeo aéreo no gana nunca una batalla y una operación terrestre no hará más que asestar una humillante derrota para los saudíes. Los yemeníes deben tener paciencia.
Debemos agradecer al Parlamento pakistaní, al pueblo pakistaní, al gobierno pakistaní y a los dirigentes pakistaníes por su postura de negarse a sumarse a los ataques contra Yemen.
Lo que nos recuerda a la India en 1926, cuando este país impidió la destrucción de la tumba del Profeta.
Me gustaría renovar mi llamamiento a Al Azhar y al pueblo egipcio así como a Pakistán, que jugaron un papel eficaz para impedir la destrucción del Mausoleo del Profeta Muhammad, para que hagan lo mismo para impedir la destrucción de un país musulmán, que estuvo particularmente en el corazón del Profeta, para rechazar la guerra contra él y para promover una solución política.
Nadie dice que haga falta derrocar al régimen saudí, pero reclamamos que éste cese su ofensiva contra Yemen.
¿Por qué Hezbolá ha alzado el tono?
En cuarto lugar, me gustaría decir por qué Hezbolá ha alzado finalmente el tono frente a Arabia Saudí mientras que no lo hizo durante más de 30 años.
¿Por qué esta posición es tan clara e inequívoca?. Nosotros estamos muy retrasados a este respecto en relación a algunos en el mundo árabe porque existían ciertos intereses en el Líbano...
Nosotros no recurrimos nunca a los insultos. Nosotros criticamos solamente. Ése es su problema. Ellos consideran la crítica como un insulto.
Cuando digo que los Al Saúd querían destruir la tumba del Profeta, ellos van a decir que yo les insulto, mientras que no hago más que relatar los hechos históricos.
No quiero abrir otros antiguos dossiers en este mes de abril que nos recuerda el desencadenamiento de la guerra civil libanesa, en la que Arabia jugó también su papel.
Nosotros hemos intentado durante bastante tiempo no entrar en una controversia con Arabia a pesar de lo que pasa en Siria, donde no sólo es el poder el que es agredido, sino toda la región.
Un nuevo agradecimiento a Siria
Imaginad si el poder sirio y el Ejército sirio y la mayor parte del pueblo sirio se hubieran hundido: Siria habría caído en las manos de Al Qaida y pensad entonces en lo que le ocurriría al Líbano, a sus musulmanes, a sus cristianos, a su turismo y a su economía.
No cesaré nunca de repetirlo, como hice en 2005, cuando di las gracias a Siria. Hoy de nuevo reitero mi agradecimiento a Siria, porque ella ha resistido y perseverado y no se ha hundido.
Anteriormente, la intervención saudí se producía siempre a través de terceros. Sin embargo, en Bahrein los saudíes intervinieron ya directamente para reprimir una revolución pacífica y sin armas. Ellos han aplastado a la población y sus líderes y han obstaculizado una solución política. Pero nosotros hemos esperado siempre que subsista un pequeño lugar para el diálogo.
En un plano más general, estamos a favor de un diálogo entre Irán y Arabia.
Sabed que desde hace muchos años, Teherán ha tendido la mano de la fraternidad y el diálogo a Riad, pero ésta ha rechazado siempre estos ofrecimientos, a veces con mala fe.
Una vez me reuní aquí en el Líbano con un responsable iraní que repetía sin cesar que estaba dispuesto a viajar a Riad y le dije que su insistencia era en ocasiones humillante y le sugerí que cesara en sus intentos.
¿Por qué Arabia Saudí se niega? Porque ella ha acumulado un fracaso tras otro: en Siria, en Iraq, en Libia y ella está a la búsqueda de algún tipo de victoria para ponerla en la mesa de negociaciones.
Es tiempo de decir las cosas como son. Ya no hacemos frente a una guerra a través de terceros. Arabia Saudí está implicada con todas sus fuerzas en la guerra y parece que no hay lugar para la reconciliación.
“Ya basta” a Arabia
En mi opinión es tiempo de que los musulmanes y el mundo islámico digan: “¡Basta!” a Arabia.
Hoy en día, es una cuestión que concierne a todos los pueblos árabes. En efecto, este pensamiento de los grupúsculos que destruyen las sociedades en Iraq, en Siria, en Libia, en África, que luchan contra los cristianos, los yazidíes, los shiíes, los sunníes... y contra los ejércitos, los estados y la nación son una amenaza para todos. Este pensamiento sale de las escuelas saudíes, de sus figuras religiosas y de sus libros y ellos lo diseminan fundando escuelas y centros en el mundo entero.
Es Arabia Saudí la que está detrás de toda esta destrucción y utiliza para ello el dinero de los musulmanes y el de la peregrinación.
Hace falta que el mundo entero diga a Arabia: “¡Ya basta!”.
Nos asombramos como el EI destruye los vestigios de la civilización en Iraq, pero esos individuos no hacen más que continuar lo que sus ancestros hicieron en Arabia en los años veinte.
Nosotros en Hezbolá estamos convencidos (y nuestra postura no implica a nadie, ni siquiera a nuestros aliados) que hemos servido al interés supremo del Líbano y al interés de los pueblos y de la nación y que el mundo entero debe poner fin a las acciones saudíes y decir a los dirigentes saudíes: “¡Ya basta! Ya habéis destruido suficientemente el mundo entero”.
Y debo decir que el mayor perdedor de todo lo que pasa es el pueblo palestino y su causa y el mayor vencedor es Netanyahu y compañía.
Nada nos impedirá continuar elevando nuestro grito en favor de Yemen. Lo hacemos por Dios y por las personas masacradas en todas partes en los países islámicos.
Todas las referencias religiosas de Al Qaida y sus filiales: el EI, el Frente al Nusra, Boko Haran y los Shaabab en Somalia y aquellos que degüellan a la gente en todas partes pertenecen al wahabismo.
¡Ya basta de guerra y ya basta de manipulación!.
Ellos deben asumir sus responsabilidades.
Un último pequeño consejo a los libaneses
Estamos en desacuerdo con algunos compatriotas sobre Yemen, como lo estuvimos antes en el tema de Siria y antes en el del propio Líbano. Mi consejo es que os calméis y no os apresuréis a festejar demasiado pronto la presunta victoria en la Operación Tempestad de Firmeza.
Tomaos un tiempo. Durante estos últimos años os acordáis que lo apostasteis todo a una suposición: que el régimen sirio iba a caer.
Conservad vuestra sangre fría. Podemos criticarnos entre nosotros y no estar de acuerdo. Que cada uno exprese su opinión como quiera, pero respetando las reglas y recordando que queremos vivir juntos.
Del mismo modo que hemos obrado conjuntamente para mantener apartado al Líbano de la crisis siria debemos hacer lo mismo con la crisis yemení.
Los yemeníes van a resistir y perseverar. Ellos responderán y acabarán por vencer, sin ninguna duda, porque están a la altura de la victoria que les aguarda.
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