Hace 24 horas la gran pregunta en Argentina era: ¿habrá segunda vuelta o ganará el domingo la presidencia Daniel Scioli?
Pero tras conocerse los resultados en la madrugada de este lunes, que mostraron una ajustadísima diferencia a favor del candidato del gobierno y un enorme crecimiento del opositor Mauricio Macri, de la alianza Cambiemos, ahora la pregunta es otra.
¿Podrá mantenerse el oficialismo en el poder en el ballotage del 22 de noviembre?
El golpe que recibió el Frente para la Victoria (FPV), la fuerza peronista que gobierna hace 12 años el país y que es liderada por la mandataria Cristina Fernández de Kirchner, no sólo se circunscribió a la batalla presidencial.
El kirchnerismo también perdió la estratégica provincia de Buenos Aires, donde María Eugenia Vidal, de Cambiemos, logró convertirse en la primera mujer gobernadora en la historia.
Es, además, la primera no peronista que gana el principal distrito electoral del país en casi 30 años.
Vidal (derecha) fue la gran triunfadora de los comicios y sorprendió por sus resultados al igual que Macri, que casi empata con Scioli.
La sorpresa del éxito de Cambiemos se debe a que no hubo una sola encuestadora que acertó –ni remotamente- esos guarismos.
Además, los resultados de las primarias de agosto pasado sugerían un desenlace muy diferente.
"Fuego amigo"
El principal derrotado de la jornada electoral, el jefe de Gabinete Aníbal Fernández, quien se perfilaba como favorito para ganar la gobernación de Buenos Aires, puso el dedo sobre una de las principales razones de la debacle oficialista.
"Hubo gente de mi partido que hizo lo imposible para que me fuera mal", aseguró este lunes, en sus primeras declaraciones tras su sorpresiva derrota por más de 4 puntos.
"Ese fuego amigo creyó que me paraba en una elección, pero no se dio cuenta que se hacía un agravio a sí mismo", completó.
El principal receptor de esa crítica fue sin lugar a dudas Julián Domínguez, presidente de la Cámara de Diputados, quien fue su rival interno en las primarias.
EL FPV esperaba una fiesta el domingo. Los números positivos de su rival Cambiemos sorprendieron a todos.
Domínguez había obtenido el 47,4% de los votos en la interna bonaerense del FPV, contra el 52,4% de Fernández.
Sumados, sus electores garantizaban un triunfo del oficialismo: 40,3%, contra el 29,4% de Cambiemos, cuya única candidata era Vidal.
Sin embargo eso no pasó y los resultados de este domingo sugieren que varios de los votantes del FPV migraron hacia Vidal, quien ganó con el 39,5% de los sufragios, contra el 35,2% de Fernández.
"Las heridas que dejó la interna del FPV no cicatrizaron", analizó el periodista y comentarista político Gustavo Sylvestre del canal C5N, considerado cercano al gobierno.
Varios triunfos de Cambiemos en intendencias del país ratificaron esta percepción, ya que hubo muchos casos en donde se impuso la fuerza opositora por un amplio margen, a pesar de que en las primarias los candidatos oficialistas, sumados, sacaban ventaja.
Divididos
Otro punto frágil que tuvo el oficialismo fueron las divisiones entre los partidarios de Scioli, gobernador desde 2007 de la provincia de Buenos Aires.
Si bien Scioli fue elegido por Cristina Fernández como su sucesor, no es considerado un kirchnerista puro. De hecho, ambos políticos mantuvieron una relación tensa por años.
El periodista y comentarista político Pablo Mendelevich dijo a BBC Mundo que las fracturas dentro del peronismo -la fuerza que agrupa al kirchnerismo, al sciolismo, y varias agrupaciones más- representan una debilidad para el candidato.
El peronismo, fuerza hegemónica en Argentina desde el regreso a la democracia, es famosa por sus divisiones internas y pujas de poder.
En ese contexto, el resultado de los comicios del domingo pareciera sugerir que Scioli no cuenta con un apoyo unificado.
"El peronismo dividido es una ventaja para Macri", resaltó Mendelevich.
Desgaste
El propio Macri, quien festejó los comicios como un triunfo a pesar de haber salido segundo, sugirió otro motivo para el sorpresivo revés del gobierno.
"La gente se animó a decir basta", dijo en la mañana del lunes, en una conferencia de prensa junto con sus principales colaboradores.
Macri, jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires desde 2007 y creador del partido de centroderecha Propuesta Republicana (PRO), ingresó en la política cuando el kirchnerismo tomó el poder, en 2003, y asegura que los argentinos hoy "quieren otra cosa".
"El resultado indicó el hastío de la gente", coincidió Nelson Castro, periodista del canal TN, muy crítico del gobierno.
Antes de festejar, Macri dio un discurso conciliador en el que agradeció todo el apoyo recibido, incluso de quienes votaron por él como castigo contra el gobierno.
En sus discursos, Macri procuró mostrar un estilo completamente contrario al que exhibe hace ocho años la presidenta Fernández, famosa por sus diatribas contra opositores por cadena nacional.
Diálogo. Agradecimiento. Apertura. Humildad. Equipo. Unir. Coincidencias. Reflexionar. Reconciliar. Son algunas de las palabras que ha venido repitiendo el candidato, y que no se suelen oír con frecuencia en la política argentina.
Macri dio un nuevo ejemplo de que busca imponer un estilo diferente cuando fue consultado sobre la responsabilidad que tuvieron las políticas del gobierno nacional en la debacle electoral.
"Creemos que el kirchnerismo hizo lo que podía hacer, pero la mayoría se da cuenta de que no alcanza, que merecemos estar mejor. La mayoría de la gente votó por su futuro", respondió, conciliador, quien -de ganar- sería el primer presidente no peronista desde 2001.
"El peronismo gobernó por muchísimos años y la gente quería algo distinto", coincidió Vidal, a su lado.
Scioli y el cambio
En una conferencia de prensa este lunes, Daniel Scioli reconoció que los argentinos votaron por un cambio.
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La alianza Cambiemos incluye a la histórica Unión Cívica Radical (UCR) y a la Coalición Cívica, liderada por Elisa Carrió, socios que fortalecieron a Macri.
Sin embargo, advirtió sobre los peligros que esto puede traer.
"Muchas veces la palabra cambio puede sonar muy atractiva pero tenemos que darnos una discusión muy profunda sobre qué tipo de cambios queremos los argentinos", señaló.
La propuesta electoral del candidato oficialista fue "continuidad con cambio" y a lo largo de su campaña dio señales claras de que pretende imponer un nuevo estilo de gobierno, alejado de las confrontaciones y la polarización que fueron marcas registradas del kirchnerismo.
Sin embargo, para el sociólogo e historiador Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas (Cipol), las promesas de cambio de Scioli "no fueron creíbles".
"Incluso Macri reconoció que muchos de quienes lo votaron lo hicieron no porque lo apoyan sino porque creen que es el único que realmente hará cambios", señaló a BBC Mundo.
En su discurso del lunes, el gobernador buscó profundizar sus diferencias con el gobierno. Aceptó preguntas de la prensa –algo casi inédito para el kirchnerismo- y dio ejemplos de mesura.
"La sociedad nos impone cada vez más una convivencia democrática", señaló, revelando que había felicitado a su rival Macri y a quien será su sucesora en la gobernación de Buenos Aires, Vidal, por sus logros electorales.
También confirmó que participará en un eventual debate antes de la segunda vuelta electoral. A comienzos de octubre, fue el único candidato presidencial que no asistió al histórico debate organizado por un grupo de ONGs.
Más allá de las promesas de cambio y de las estrategias de los partidos, el desenlace de los comicios en noviembre próximo -en el primer ballotagepresidencial que se disputará en la historia de Argentina- dependerá de las alianzas políticas que logren tejer los rivales.
En ese sentido, la mayoría de observadores coincide en que jugarán un rol clave tanto los líderes del peronismo como el diputado de esa fuerza Sergio Massa, tercero en las elecciones, cuyo enorme caudal de votos (el 21,3%) podría definir la elección.
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