Las mujeres yazidíes secuestradas por el Estado Islámico con frecuencia son violadas o vendidas como esclavas sexuales (Ako Rasheed)
Más allá de los asesinatos realizados con fines propagandísticos como la decapitación de los coptos en Libia o la quema del piloto jordano capturado en Siria, el grupo yihadista sigue un patrón criminal sistemático en los lugares que conquista, según denuncia la ONU a partir de testimonios de víctimas y testigos.
La noticia fue divulgada por los periódicos de todo el mundo: las mujeres secuestradas por el Estado Islámico eran obligadas a casarse con sus milicianos. Las investigaciones de la ONU revelan algo más crudo. Lo que está detrás de la palabra matrimonio era una brutal violación.
En noviembre de 2014, una joven iraquí de 19 años que tenía dos meses de embarazo fue casada con un médico yihadista y, en consecuencia, violada. La víctima cuenta que el hombre se sentaba sobre su vientre con el objetivo de hacerla abortar y le repetía: “Este bebé debe morir porque es un infiel; yo te haré un bebé musulmán”.
Su testimonio ha sido recogido en un informe de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU basado en entrevistas a más de 100 víctimas y testigos de las actuaciones del Estado Islámico en Irak y Siria.
El reporte también indica que el Consejo halló “información que apunta a genocidio, delitos contra la humanidad y crímenes de guerra”, y que debería “evaluar remitir el caso sobre la situación en Irak a la Corte Penal Internacional”.
“Los captores que nos violaron son de muchos países”, aseguran otras mujeres yizadíes víctimas del Estado Islámico en Irak, quienes fueron vendidas como botín de guerra. Relatan que tras el secuestro, los yihadistas suelen separar a los hombres de las mujeres y a éstas las dividían en tres grupos: las casadas con hijos, las casadas sin hijos y las solteras. Para venderlas de acuerdo con su estatus. Luego, los grupos son trasladados por distintos lugares del país. “Algunos fueron movidos hasta por 10 sitios distintos en menos de cuatro meses, para causarles desorientación e infundirles sentimientos de miedo”, relata el documento de la ONU.
Los nombres de las secuestradas son apuntados en listas y las chicas inspeccionadas para evaluar su belleza. Les ordenan quitarse el velo para fotografiarlas y dependiendo del puntaje que reciban son vendidas por más o menos dinero.
El informe asegura que muchas de estas mujeres y niñas se suicidan cuando logran la libertad. En esto influye el hecho de que la mayoría de ellas, además de sufrir el trauma de haber sido secuestradas, han perdido a todos sus seres queridos a manos de ISIL. También sucede lo contrario. El esposo de una joven capturada por el Estado Islámico le confesó a los investigadores: “La pérdida de mi esposa e hijos a manos de ISIL es la peor pesadilla que le puede pasar a un hombre”.
Responsables de genocidio
La ONU lo ha advertido: los miembros del Estado Islámico, quienes desde el año pasado tratan de imponer en Irak y Siria su interpretación radical de la Sharia (ley islámica), pudieran ser responsables de los delitos más graves establecidos por la legislación internacional. [NT. Goal: ¡¡¡Vaya!!! ¿¿¿en serio señoritos ladrones de la ONU????].
Más allá de los asesinatos con objetivos propagandísticos como las decapitaciones a numerosos periodistas, a los 21 cristianos coptos egipcios o la quema del piloto de la fuerza aérea de Jordania, encerrado en una jaula, el grupo sigue un patrón sistemático de exterminio en los lugares donde actúa.
El organismo internacional menciona concretamente que la comunidad yazidí, una de las más afectadas por los extremistas, ha sido víctima de un genocidio. “Algunas aldeas yazidíes sufrieron la despoblación por muerte”, señala el informe.
Otros grupos étnicos y religiosos afectados son los cristianos, turcomanos, kurdos y chiíes. Testigos aseguran que, en los lugares que han conquistado, los militantes islámicos ejecutan de forma sumaria a los varones adultos luego de ser separados de las mujeres y de los niños.
En la aldea de Qani (Sinjar) un yazidí cuenta que logró sobrevivir porque quedó cubierto por los cuerpos de otros 80 hombres que fueron fusilados por los militantes yihadistas en una zanja. Al menos 50 miembros de su familia fueron asesinados. En agosto de 2014, 700 hombres fueron ejecutados en una granja en Kocho (Sinjar). Allí fueron obligados a acostarse en el suelo y fueron filmados por los terroristas mientras les disparaban. Testigos reportaron que los combatientes de ISIL actuaron bajo las órdenes directas que recibieron a través del teléfono.
Ni siquiera aquellos hombres que aceptan convertirse al Islam, unas de las exigencias que el grupo yihadista a veces ofrece como “opción de vida”, tienen garantías suficientes de supervivencia: muchos de ellos también son asesinados.
Los cristianos aunque son considerados como un “Pueblo del Libro”, clasificación que les otorga cierta protección en comparación con otros grupos religiosos, son víctimas de desplazamiento forzoso por parte del Estado Islámico. En agosto de 2014, 200.000 de estos fieles huyeron de pueblos de la llanura de Nínive, cuando fue tomada por el grupo terrorista. 50.000 de estos ya habían marchado en junio de Mosul bajo las amenazas de tener que pagar un alto impuesto o convertirse al Islam.
Pero no solo los cristianos son perseguidos. Los musulmanes también sufren las consecuencias de esta guerra. Amerli, localidad iraquí situada en la Gobernación de Saladino de mayoría turcomana chií, fue sitiada por los yihadistas y durante más de dos semanas 15.000 personas sufrieron cortes de luz, electricidad y agua potable. De hecho, se vieron forzados a beber agua contaminada.
Niños soldados o niños mercancía
El hecho de no ser ejecutados directamente, como ocurre con los varones adultos, no significa que los niños tengan un mejor destino a manos del Estado Islámico. Muchos son vendidos en mercados como esclavos sexuales y asesinados por crucifixión o enterrados vivos. ISIL además recluta y alista a los menores de entre 8 y 18 años para participar en el conflicto armado.
Algunos, que lograron escapar del cautiverio, han relatado a la ONU que fueron obligados a ver varias veces vídeos de decapitaciones y cuando alguno se negaba era brutalmente golpeado. “Esta es tu iniciación en la yihad, tienes que ser fuerte, porque esto se hace cuando se va a ir a la Guerra Santa para el Estado Islámico. Ahora eres un combatiente del Estado Islámico”, le respondían sus captores.
“Tenemos informes de niños, especialmente menores con problemas psicológicos, que han sido utilizados como kamikazes, en la mayor parte de los casos, probablemente, sin que tengan ni siquiera conocimiento de lo que les esperaba”, explicó en febrero Renate Winter, del Comité de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño.
Otros jóvenes contaron cómo recibieron formación religiosa y militar después de su conversión forzada. El entrenamiento que dura de entre 13 días a tres semanas, incluye la enseñanza de cómo cargar y descargar armas, disparar con balas y lanzar cohetes.
Los ancianos también son forzados a convertirse al Islam. En enero, 200 yazidíes que fueron obligados a hacerse musulmanes lograron ser liberados. La mayoría de ellos eran mayores y enfermos que estuvieron por meses en cautiverio en Mosul y Tel Afar. Las víctimas estiman que aún quedan unas 3.000 personas a manos del Estado Islámico.
El informe de la ONU incluye testimonios de otros crímenes como el asesinato de dos hombres “acusados” por un “tribunal” del Estado Islámico por ser homosexuales. Arrojaron a la pareja desde lo alto de un edificio. Otros trece adolescentes fueron condenados a muerte por “ver un partido de fútbol”.
Ante la barbarie muchos consideran que no es hora de entonar cantos de tolerancia sino plantar cara y ver cómo se muestra la intolerancia, el fanatismo y la fascinación que ejerce.
Voltaire expresó: “El fanatismo es a la superstición lo que el delirio es a la fiebre, lo que la rabia es a la cólera. El que tiene éxtasis, visiones, el que toma los sueños por realidades y sus imaginaciones por profecías es un fanático novicio de grandes esperanzas; podrá pronto llegar a matar por el amor de dios”.
Anna Carolina Maier
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