Los medios israelíes han destacado que la operación del 28 de enero de Hezbolá en el territorio libanés ocupado de las Granjas de Shebaa contra un convoy sionista ha sido el peor golpe sufrido por Israel en la frontera norte desde la Guerra de Julio de 2006.
Según los medios israelíes, Hezbolá utilizó en su ataque cinco misiles antitanque Kornet y varias bombas situadas junto a la carretera. Hasta ahora, Israel ha reconocido dos muertos, el mayor Yohai Klangel, de 25 años, y el sargento Dor Nini, de 20. Otros siete soldados sufrieron heridas de diversa consideración. Un balance del lado de Hezbolá habló de nueve vehículos destruidos o dañados.
El convoy israelí estaba realizando tareas de reconocimiento en busca de eventuales túneles de Hezbolá en la zona. Según el Canal 10 de la televisión israelí, el convoy había terminado su misión y se disponía a abandonar el lugar cuando fue atacado.
Existen muchos aspectos que muestran la audacia del ataque, que fue una represalia por la muerte de seis miembros de Hezbolá el 18 de enero en la zona cercana a Quneitra. Los combatientes de Hezbolá cruzaron la valla de separación y colocaron las bombas sin ser detectados, y destruyeron, entre otros, dos vehículos de mando israelíes. Y esto a pesar de que los israelíes habían hablado de un refuerzo de la seguridad en los territorios libaneses ocupados y en las cercanías de la frontera.
El área elegida para la operación es llana y abierta y, por tanto, poco adecuada para la realización de una emboscada contra un convoy. Sin embargo, el comando fue capaz de llevar a cabo el ataque y retirarse sin bajas sin que el enemigo israelí fuera capaz de reaccionar o de localizar al grupo o su camino de retirada. El corto tiempo transcurrido desde el ataque israelí de Quneitra y la operación de las Granjas de Shebaa deja ver también que Hezbolá mantiene una continua vigilancia sobre el despliegue israelí en la frontera y está preparado para cualquier eventualidad y para golpear cuando y donde quiera.
Los misiles empleados, los Kornet, de fabricación rusa, fueron ya utilizados con eficacia por Hezbolá durante la Guerra de 2006, en la que no sólo sirvieron para destruir decenas de tanques israelíes Merkava sino que también causaron muchas bajas mortales por impactos directos contra posiciones de la infantería israelí.
Consecuencias
El primer éxito del ataque es que Hezbolá ha restaurado el equilibrio de disuasión en la frontera y ha dejado claro a Israel que las reglas del enfrentamiento no pueden ser cambiadas. También muestra que un ataque a Siria no quedará sin respuesta y que los distintos componentes del eje de la resistencia están plenamente coordinados. Asimismo, la operación discurrió en paralelo a la reactivación de la resistencia popular siria en el Golán.
Por otro lado, Hezbolá ha dejado claro que está preparado para afrontar una guerra a gran escala si Israel escoge llevar otra agresión militar contra el Líbano. La Resistencia ha advertido, en este sentido, que un conflicto de este tipo produciría enormes daños materiales y económicos para Israel, lo cual constituye en sí mismo la base de la disuasión entre ambas partes. El gobierno israelí no parece, sin embargo, dipuesto a embarcarse en una aventura de este tipo como muestra el hecho de que su respuesta al ataque de las Granjas de Shebaa haya sido cauta y carente de valor militar: unos disparos de obuses a ciegas contra objetivos difusos en el Sur del Líbano.
La operación de Hezbolá ha creado, de hecho, un estado de confusión y pánico entre las fuerzas israelíes y los colonos, que viven ahora en una situación de inseguridad. La audacia e invisibilidad con que el comando de Hezbolá ha actuado en la frontera no puede sino incrementar la preocupación de los colonos que viven en las localidades cercanas.
La operación de la resistencia es también una señal clara a los árabes y musulmanes para que distingan claramente entre las fuerzas que realmente están dispuestas a defender la soberanía nacional de sus países y los grupos takfiris fantoches, como el EI y el Frente al Nura, que buscan presentarse como grupos “islámicos” pero que han sido creados por estados enemigos con el fin de debilitar y dividir a los países árabes y musulmanes.
Este mensaje ha sido entendido en Palestina, donde se han sucedido las celebraciones y las declaraciones de solidaridad con la resistencia libanesa. El ataque vendrá así a favorecer el proceso de unión de todas las organizaciones que luchan en Oriente Medio contra la ocupación sionista de los territorios palestino, sirio y libanés. Uno de los primeros en mostrar su apoyo a la acción de Hezbolá fueron las Brigadas Al Qassam, el brazo armado de Hamas, que recientemente escribió una carta al secretario general de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasralá, en la que abogaba por la unión de toda la resistencia.
No hay duda de que Hezbolá se ha convertido en una potencia a nivel regional e internacional con la que hay que contar. Su capacidad militar excede a la de cualquier país árabe. El movimiento se ha convertido también en parte necesaria de cualquier esfuerzo internacional dirigido a combatir al terrorismo takfiri en Oriente Medio, como ha demostrado en Siria y el propio Líbano, donde Hezbola y los respectivos ejércitos cooperan para impedir la expansión de grupos terroristas como el EI y el Frente al Nusra. Esta lucha, sin embargo, no se realiza en menoscabo de la protección del Líbano frente a la siempre latente amenaza israelí. Si Israel alguna vez pensó que la campaña de Hezbolá contra el terrorismo en Siria había debilitado la determinación o la capacidad del movimiento libanés para luchar contra cualquiera agresión de su parte, la operación de las Granjas de Shebaa le ha dado una clara respuesta. |
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