La Unión Africana (UA) atiende de un modo u otro, conflictos principales de la región en Somalia, Mali, Nigeria, República Democrática del Congo (RDC), Sudán del Sur y República Centroafricana (RCA), estos tres últimos considerados los más graves.
Organización carente del presupuesto suficiente para actuar de forma independiente y eficaz mediante fuerzas de pacificación en esas naciones, su influencia en la posible solución de esos contenciosos opera, por una parte, a través de la mediación diplomática, y, por la otra, del aporte en tropas a las respectivas misiones de la ONU. El papel del ente panafricano ocupa, pues, un segundo plano en comparación con el organismo mundial, que actúa con miles de soldados y oficiales, sofisticados recursos militares y abundantes medios logísticos, mediante esas representaciones en Estados como Somalia, Mali, la RCA la RDC y Sudán del Sur.
Durante los últimos años, reunión tras reunión, la UA ha reiterado su preocupación ante esos contenciosos, llama a más ayuda y cooperación internacional para solucionarlos, y propone acuerdos sobre cada uno de ellos, pero sin que le sea posible modificar esas dos maneras cardinales de incidir en los conflictos, aunque en ciertos casos combina ambos métodos.
La ONU, por su parte, estimula esa participación de la región, con más razón porque la presencia de sus cascos azules, no siempre a solicitud de los respectivos gobiernos, sirven también para proteger y preservar los intereses de antiguas metrópolis coloniales en la región, como es el caso de Francia en Mali, por citar solo un ejemplo.
El organismo regional, que recibe sistemáticas críticas de analistas por su alegada ineficacia en la solución de dichos problemas, prioriza por su intensificación en los últimos meses los de la RCA, Sudán del Sur, la RDC y Somalia.
PRINCIPALES MISIONES DE LA ONU
Así, las representaciones del organismo mundial en la región enfrentan los respectivos diferendos en Somalia (Amisom), Mali (Minusma), República Centroafricana (Minusca), la República Democrática del Congo (Monusco) y Sudán del Sur (Unmiss), en cuyos contenciosos y nóminas la UA participa de alguna manera y mantiene sobre ellos el centro de su atención.
Somalia es quizás la más visible de esas representaciones del organismo mundial con el consenso africano, en un territorio donde se materializa mediante el grupo fundamentalista Al Shabab el ascenso señalado por el organismo en las últimas cumbres del extremismo islámico que muchos clasifican como terrorista.
La Amisom tiene allí desde enero de 2007 una fuerza que en la actualidad asciende a unos 22 mil efectivos para apoyar al gobierno contra los comandos guerrilleros, sucesores de la anterior Unión de Cortes Islámicas, desconocedores del gobierno y respaldados por Occidente.
Fuerza panafricana de paz programada para su sustitución en breve por tropas locales, el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó a fines de abril pasado a la UA extender su presencia hasta el venidero 31 de agosto.
El bloque regional, por su parte, pidió una implementación prudente del mencionado plan de transición de competencias de esa misión hacia las fuerzas locales de seguridad, y llamó a ejecutarlo 'con suma cautela'.
OTROS DIFERENDOS Y FUERZAS DE LA ONU
Otro foco de actividad bélica con presencia de la ONU y respaldo de la UA es Mali, donde confluye desde 2013 la acción combinada de varios grupos integristas con guerrilleros de la etnia tuareg, aspirantes a la independencia de sus territorios originarios.
Con unos 13 mil efectivos dislocados en aquella nación, la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización del organismo, establecida por el Consejo de Seguridad el 25 de abril de aquel año, tiene el objetivo de ayudar a la paz con la derrota de los opositores.
El operativo inicial de intervención de esa fuerza, considerada entre las misiones de paz más peligrosas del organismo global, con más de 120 muertos desde su activación, fue realizado por Francia, anterior potencia colonial y beneficiara de los recursos naturales malienses, aunque varios países africanos también enviaron soldados.
La República Centroafricana, país inestable por su situación interna desde 2003, agravada en 2015 y recrudecida durante los últimos meses, cuenta con la llamada Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de la ONU (Minusca).
El conflicto tiene además un ingrediente religioso, al enfrentar al grupo de rebeldes musulmanes llamados Seleka, que tomaron en 2013 el control de la capital, contra milicias cristianas denominadas anti-Balaka, cuyos combates causan la muerte de civiles.
Respecto a la guerra congoleña, la Misión de Estabilización de la ONU (Monusco) heredó el legado de otras anteriores que con distintos nombres se correspondieron con respectivos conflictos en esa nación empobrecida y flagelada por la violencia durante décadas y ahora enfrentada a un intenso contencioso entre el ejército y fuerzas rebeldes en el este del país.
El 1 de julio de 2010, el Consejo de Seguridad decidió que su fuerza en el país tomara ese nombre para que reflejara la nueva fase y le autorizó el empleo de todos los medios necesarios para llevar a cabo su mandato pacificador y estabilizador, en apoyo al gobierno.
La congoleña Monusco, con una dotación máxima permitida de 19 mil 815 efectivos y sus correspondientes componentes civil, judicial y penitenciario, asumió también la protección de civiles, personal humanitario y defensores de los derechos humanos en peligro inminente de sufrir violencia física.
Tanto el organismo mundial como la UA y otros socios internacionales que respaldan a esta misión aprecian avances desde el establecimiento de la operación en la RDC, pero se quejan de que prevalecen graves contravenciones de los derechos humanos, como la violencia sexual y la de género.
En cuanto al resto de las contiendas bélicas africanas, tal vez sea Sudán del Sur, cuya presente guerra civil comenzó a mediados de 2013 con el alzamiento del exvicepresidente Riek Machar, donde más se aplican las gestiones pacificadoras del organismo.
Esa actividad diplomática, encaminada a un acuerdo de paz en aquel país, se verifica por lo general a través de la mediación de exlíderes regionales y la convocatoria a reuniones conciliadoras, que fluctúan entre Juba, su capital, y la sede de la UA en Addis Abeba.
Sudán del Sur, país que aunque es el más joven del mundo (2011) registra serios problemas como nación por la constante complicación del contencioso y millones de personas declarados con hambre severa, es en la actualidad uno de los más frecuentes escenarios negociadores de la UA, aunque aún sin resultados concretos.
La gestión diplomática y las presiones del organismo contra los actos violentos también se emplean en cuanto a Nigeria, donde la campaña militar entre el gobierno y el grupo fundamentalista Boko Haram, incluido en la clasificación de terrorista por la comunidad internacional, trasciende las fronteras nacionales.
El organismo africano actúa también sobre esta nación a través de la Comunidad de Estados de África Occidental y de un ente militar denominado Fuerza Multinacional Conjunta, que enfrenta a los extremistas en los territorios de Nigeria, Camerún, Chad y Níger donde opera esa organización rebelde.
La Unión Africana, a nivel mundial el mayor bloque regional, el de los países más pobres y la población más joven, deviene también vital, como se ve, para la coexistencia pacífica del planeta, lo cual refrendaron las palabras hace poco del secretario general de la ONU, António Guterres:
'La comunidad internacional no encontrará la paz y la seguridad si África no es capaz de gestionar sus conflictos, y más aún, de prevenirlos y solucionarlos'.
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