El presidente Bashar Al-Assad sostuvo que Reino Unido, Francia y Estados Unidos siguen adoptando la misma política agresiva contra Siria, y que en el caso de los dos primeros países son lacayos de Washington.
En entrevista concedida al diario británico de Mail on Sunday, difundida hoy aquí, el gobernante expresó que Occidente apoyó la guerra desde el principio, con respaldo a los terroristas que bombardearon, mataron y decapitaron en todas partes.
Al-Assad denunció, por otra parte, que el gobierno de Reino Unido apoya, incluso financieramente, a los llamados Cascos Blancos, organización supuestamente humanitaria que opera en zonas donde radican agrupaciones extremistas.
Indicó que Londres brindó enorme respaldo a los Cascos Blancos, rama de Al-Qaeda, y gastó una enorme suma de dinero en las relaciones públicas.
Precisamente los llamados Cascos Blancos realizaron recientemente un montaje de un supuesto ataque químico en la ciudad de Duma, en la región de Ghouta Oriental, y responsabilizaron al ejército sirio de perpetrar la criminal acción.
Al referirse a ese hecho, el mandatario expresó que tras la liberación de la región de Ghouta Oriental, donde se suponía ocurrió el ataque químico, periodistas extranjeros visitaron el área y numerosos pobladores declararon que no vieron ninguna acción con sustancias tóxicas.
Sobre la intervención británica y estadounidense en territorio sirio, el gobernante manifestó que la misma es ilegal, en tanto la presencia rusa es legítima como en el caso de Irán, ya que tanto Moscú como Teherán fueron llamados por el gobierno sirio.
Al responder a una pregunta sobre el arresto por el gobierno de miembros de fuerzas regulares occidentales, incluidos británicos, Al-Assad señaló: 'Hay combatientes de todo el mundo que están ayudando a los yihadistas, pero Damasco no tiene a combatientes británicos vivos porque la mayoría de ellos fueron eliminados'.
Siria, país que aboga por el logro de una paz definitiva mediante el diálogo entre las partes en conflicto, vive sumida en una cruenta guerra desde marzo de 2011, en que grupos terroristas, apoyados por países occidentales, se enfrentan a las tropas gubernamentales.
Como resultado de la lucha contra las bandas radicales, el ejército de este país árabe controla más del 80 por ciento del territorio nacional, a la par que aplica la política de reconciliación en las zonas en conflicto para lograr el retorno de los desplazados.
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