El sitio estadounidense Defense One ha señalado que los planificadores norteamericanos se preparan para afrontar las consecuencias de un posible hundimiento de Arabia Saudí.
Los autores del artículo Sarah Chayes y Alex de Waal señalan que Arabia Saudí no es un estado sino una empresa política con un modelo económico insostenbile y una organización criminal que funciona de forma vertical. En cualquier caso, este sistema no puede durar y los planificadores estadounidenses han comenzado a prepararse para su colapso.
En recientes conversaciones con personal militar y del gobierno, señala la publicación, ellos han manifestado su creencia de que el sistema saudí se derrumbará más pronto que tarde.
Ellos señalan que el rey saudí es como el director ejecutivo de una empresa familiar que utiliza las rentas del petróleo para comprar la lealtad política de sus súbditos y de los propios miembros de la familia real. Estos últimos reciben sumas de dinero o concesiones comerciales y los primeros bienes públicos a precios módicos y empleos públicos bien remunerados.
En el exterior, el régimen saudí ha gastado miles de millones de dólares en promover en el mundo el wahabismo, una rama extremista e intolerante del Islam, de la que surgió Al Qaida y el EI.
La política económica está ahora en manos del príncipe Mohammed bin Salman, de 30 años, cuyo padre, el rey Salmán, le ha pasado la gestión de la mayoría de los asuntos de estado, provocando así la ira de otros príncipes.
Mohammed, que es también ministro de Defensa y segundo príncipe heredero, ha lanzado una costosa guerra en Yemen y habla de llevar a cabo cambios radicales en la economía, como el incremento de los precios de la energía, la aprobación de impuestos y la privatización de las compañías estatales, incluyendo Aramco. Esto último unido al acuerdo con otros países productores para congelar la producción sugieren que el país precisa urgentemente de fondos para evitar la bancarrota.
EEUU había contado con que la familia real tenía cofres de dinero sin fondo para mantener la lealtad de sus súbitos. Sin embargo, los bajos precios del petróleo y las enormes adquisiciones de armas, así como la aventura militar en Yemen han dejado a Riad sin dinero.
Descontento entre los jóvenes
Los jóvenes saudíes temen, por vez primera, el desempleo, señaló, por su parte, un artículo publicado el jueves por el New York Times.
Los jovenes saudíes están ya viéndose como ciudadanos y no como súbditos o siervos y esto complica aún más el ejercicio de un poder absoluto por parte de las autoridades saudíes. De momento, señala el periódico, es la minoría shií la que expresa demandas políticas, pero la mayoría sunní, con una mejor educación que en el pasado y una mayor exposición al mundo exterior, es probable que comience a manifestar también pronto sus deseos de cambio.
Durante décadas, la familia real usó la enorme riqueza petrolífera para conceder enormes beneficios sociales a su pueblo a cambio de la lealtad al gobierno monárquico absolutista de la Casa de Al Saúd. Entre tales beneficios estaba la educación y sanidad gratuitas, subsidios a la energía y trabajos estatales bien pagados. No existìan impuestos tampoco.
Sin embargo, la caída en los precios del barril de petróleo por debajo de los 30 dólares desde los más de 100 dólares de junio de 2014 cambió las cosas y rompió el contrato social que había dominado durante largo tiempo la vida en el reino, señala el Times.
Cabe recordar que el 90% de los ingresos del Estado saudí provienen del petróleo.
El cambio ya se ha dejado notar en la economía. Muchos proyectos del gobierno han sido congelados y se han impuesto estrictos límites de gasto a los ministerios. El gobierno debate ahora el establecimiento de impuestos.
Para los saudíes más jóvenes -el 70% de la población tiene menos de 30 años-, el shock del petróleo significa una caída en sus expectivas de futuro. Ellos tendrán que trabajar más duro que sus padres, tendrán menos seguridad en el empleo y recibirán sueldos más bajos.
El sistema educativo no ha creado una clase profesional o inculcado una cultura de trabajo duro. La mayor parte de los ingenieros y sanitarios del país son extranjeros y muchos empleados del gobierno trabajan unas pocas horas al día.
Sin embargo, con las rentas petrolíferas cayendo y con más jóvenes alcanzando la edad laboral cada día, el sector público ya no puede sostener este gasto. Esto empuja a los saudíes al sector privado, donde la seguridad en el empleo y los salarios son más bajos. Además, el sector privado depende en buena medida de los pedidos del sector público por lo que no puede escapar de la crisis.
El economista jefe en Jadwa Investiment de Riad ha señalado que "existen ahora dudas sobre la sostenibilidad del modelo económico en Arabia Saudí y el precio del petróleo es un toque de atención" a este respecto.
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