miércoles, 2 de noviembre de 2016

¿Por qué se prolonga la crisis en Siria?


Dentro de pocos meses, la guerra en Siria entrará en su sexto año, mientras las circunstancias y las ecuaciones se han complicado a tal punto que pensar en una solución se ha convertido ya en una ficción.

En este artículo pretendemos estudiar los motivos de la complicada crisis en Siria, además de analizar la perspectiva de ese prolongado conflicto.

Diálogos infructíferos y persistencia del conflicto

Desde el inicio de la crisis en Siria, marzo de 2011, las partes involucradas se reunieron en diferentes oportunidades para tratar de encontrar una salida a este conflicto que ha sacudido tanto la propia Siria como a otros países de la zona, debido al flagelo del terrorismo que se extiende día a día. No obstante, ninguno de esos encuentros ha tenido resultados y, de hecho, los problemas y los puntos de discrepancia no solo se mantienen, sino que se han ido intensificando con el paso de tiempo.

Si al inicio de la crisis el problema y las discrepancias residían más entre los grupos locales y el gobierno, hoy son muchos más los actores presentes en el conflicto, además de la intervención directa de varias potencias extranjeras, que han convertido a Siria en un campo de batalla para mostrar su poderío. De este modo, la crisis se ha profundizado y cualquier potencial acuerdo requiere la aprobación y el visto bueno de estos actores externos. Esta realidad ha puesto en peligro una solución, debido a la variación de las partes y sus diferencias.

Intereses de terceros en Siria

Turquía es uno de los actores que por temor a un resurgimiento del nacionalismo kurdo, ha activado su artillería en las zonas fronterizas con el país árabe y está atacando por aire y tierra a los kurdos. Según las fuentes locales kurdas, el Ejército turco está apoyando a los grupos rebeldes en la ciudad de Yarablus, en el norte de Siria, y, actualmente, esta ciudad está bajo su control. En estas circunstancias, Arabia saudí está apoyando a los kurdos para poder llevar adelante su plan sectario en Siria y presionar al presidente Bashar Al Asad. Así, los dos opositores del Gobierno de Damasco que, hasta el año pasado, contaban con una postura bastante cercana en este tema, el apoyo a los rebeldes, ahora, sufren de choque de interés, algo que ha complicado aún más la situación.

En este contexto, hay que recordar que el régimen de Riad considera vital para su política exterior el derrocamiento de Asad y, por este mismo motivo, gastó miles de millones en apoyo a los grupos extremistas, así que de ninguna manera dejaría que la guerra terminara en su contra. EEUU, a su vez, junto con Riad, quiere aprovechar la oportunidad y las tensiones que se viven en Oriente Medio para dañar la columna vertebral del eje de Resistencia (Irán, Irak, Siria y El Líbano), que lucha contra los intereses de Washington y del régimen de Israel en Oriente Medio.

Por otra parte, se encuentra Rusia, un país cuya principal y mayor base militar de Oriente Medio está ubicada en Siria. He ahí la cuestión del campo de batalla entre el Este y el Oeste. Moscú no quiere perder su presencia e influencia en Oriente Medio ante EEUU, además quiere salir victorioso cual potencia de peso en la solución de problemas internacionales, en este caso específico una crisis de más de 5 años. En este contexto, los aviones de combate rusos han lanzado distintas operaciones contra Alepo, el principal punto de batalla entre los terroristas y el Gobierno de Damasco. De hecho, esta ciudad es el resumen de la crisis siria, en la que incluso los propios grupos rebeldes se pelean entre sí. Desde el punto de vista de los takfiríes de Daesh y del Frente Al Nusra, perder Alepo significaría perder la batalla en Siria. Así que los Gobiernos sirio y ruso no cesan en sus operaciones en esa ciudad mientras quienes se oponen a la victoria de Damasco continúan apoyando y enviando armas a los terroristas, echando más leña al fuego.

Consenso sobre la permanencia de Asad

Dado que estas divergencias en las posturas y que la crisis en Siria está contribuyendo a la expansión del terrorismo, se ha generado un consenso que “no se ha declarado oficialmente”; eliminar la opción militar y el derrocamiento de Asad. De hecho, sobre el terreno, son las fuerzas sirias y kurdas las que han podido ofrecer una mayor resistencia ante Daesh. Últimamente, estas han encontrado una estrategia que ha dado como resultado el fracaso de los extremistas en varios puntos del país, por lo que un derrocamiento del presidente sirio solo posibilitaría un aumento del caos. Además permitiría que los takfiríes pudieran recuperarse y que el flagelo del terrorismo, que está amenazando el mundo, especialmente Europa, siga vigente durante muchos años más. De esta forma, se ha producido un giro de 180 grados entre los gobiernos occidentales respecto a Siria, al haber comprendido que solo mediante la colaboración con Asad y su participación en el futuro del país se podrá poner fin al conflicto y al dilema del extremismo en este país.

No obstante, existen desafíos en el camino del presidente sirio para restablecer la situación en su país, entre ellos, los choques de interés entre Turquía y Arabia Saudí, una situación que podría desatar un conflicto sectario en ese territorio. Además, EEUU no quiere que Rusia salga victoriosa de este conflicto ni que fortalezca su presencia en la región de Oriente Medio y la arena internacional, como una superpotencia.

Con todo lo expuesto, se puede comprender cómo un conflicto innecesario, que se generó hace cinco años solo por los intereses de algunos, ha motivado la muerte de cientos de miles de personas y el desplazamiento de varios millones más de sirios y que su prolongación conllevará consecuencias más desastrosas como un mayor aumento de la migración y del extremismo.

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