Auto gobierno kurdo en Siria: Supervivencia y Ambición
Programa para Oriente Medio y Norte de África | Septiembre 2016
Cuaderno de Análisis
Ghadi Sary
Rojava y Damasco: ¿Descentralización o matrimonio de conveniencia?
Contra un fondo de creciente oposición y pérdida de territorio, la estrategia del régimen de defender lo que considera como el corazón de su territorio -especialmente Damasco y el occidente de Siria- ha permitido un quid pro quo con el PYD en el noreste. En este acuerdo, el TEV-DEM puede dedicarse a su proyecto de gobierno en general sin atraer un conflicto armado directo con el régimen, que continúa centrándose en derrotar a la oposición.
En este matrimonio de conveniencia, el régimen se ha visto forzado a aceptar la descentralización en la zona, dejando un vacío que el TEV-DEM se ha apresurado a llenar. El gobierno central aún no ha reconocido oficialmente la constitucionalidad de la administración local de Rojava. Aquí, las diferencias entre ambas partes respecto a la definición de descentralización podrían conducir a un conflicto futuro entre ellas, como presagiaron los enfrentamientos entre la fuerza aérea del estado sirio y las unidades de las YPG en Hassaka, cuando el presente documento iba a ser impreso en agosto de 2016.
En el momento del inicio del levantamiento en 2011, el Presidente Assad aprobó una ley sobre descentralización (Decreto 107) que podría ser utilizada en futuras negociaciones para el reconocimiento oficial de Rojava por el gobierno central. Aun así, se mantiene una cuestión abierta sobre si esto fue un puro movimiento táctico del régimen mientras priorizaba otras amenazas, o bien indicaba una valoración estratégica por parte del régimen al considerar que se vería forzado a compartir poder en el futuro. Actualmente, el TEV-DEM no mantiene garantías reales de coexistencia continuada con el régimen más allá de la fortaleza de sus propias instituciones y el apoyo internacional de la coalición anti-ISIS.
Satisfecho de que sus restantes instituciones clave de seguridad quedaran salvaguardadas en Qamishli bajo la protección de las YPG, el gobierno sirio retiró de hecho el grueso de sus tropas del noreste de Siria en julio de 2012. Habiendo manejado las dinámicas de las políticas étnicas, el régimen se mostraba confiado de que las políticas identitarias llevadas a cabo por las fuerzas kurdas en Rojava fueran una espada de doble filo que podría utilizar a su favor: entendió que otros grupos en la zona se resistirían al ascenso del poder kurdo. De hecho, encontró en varias tribus árabes, asirias y otros grupos minoritarios muchos reclutamientos para sus Fuerzas de Defensa Nacional (NDF), una milicia leal con ramificaciones localizadas en diferentes partes de Siria, que luchaban junto al ejército árabe sirio y otras estructuras de seguridad del régimen. Esto significaba que el gobierno central se las arreglaría para mantener una presencia en las zonas dominadas por los kurdos sin tener que recurrir a la violencia como ocurría en otras áreas.
Entonces el régimen procedió a establecer acuerdos con las fuerzas de facto kurdas para mantener su cuota de ingresos procedentes del petróleo y la agricultura. Se reiniciaron los vuelos desde el aeropuerto de Qamishli, permitiendo a los kurdos de Rojava un punto de acceso aéreo mientras las tropas turcas se apresuraban a sellar las fronteras terrestres de la región por el norte, y permitiendo el traslado aéreo de pasajeros a Damasco y Latakia, así como a Líbano, Iraq y Kuwait.[1] Esto también le convenía a la política de seguridad nacional del régimen sirio, que vio la extensión de sus fronteras como una debilidad a superar. Consideró que un enclave controlado por los kurdos en el noreste actuaría como un cinturón protector natural, que dificultaría el apoyo turco a los grupos opositores sirios. Al hacerlo, el régimen puso su fe en el profundo conflicto entre el estado turco y su propia oposición kurda. Ésta no fue la primera vez que el régimen había buscado el uso de estas dinámicas: Öcalan y el PKK encontraron refugio en Siria durante la mayor parte de las décadas de 1980 y 1990.
Los envíos de equipamiento militar y munición del gobierno central a las YPG han aterrizado en Qamishli en varias ocasiones a lo largo de la guerra, según informaciones aportadas por funcionarios de Damasco [2] (debe indicarse que esto es negado oficialmente por el PYD). La coordinación militar con el régimen sirio y las fuerzas del gobierno central se intensificaron siempre que las fuerzas de las YPG se encontraron en condiciones precarias tras la intensificación de los ataques de las fuerzas de la oposición islamista y ofensivas del ISIS. Este acuerdo ampliamente ilustrada la decisión del gobierno de permitir a la administración local el reinicio de la extracción y producción de crudo de los campos petrolíferos de Rmeilan, mediante la aportación de equipos y pago de los salarios de los empleados de algunas instalaciones. [3] A través del prisma estratégico del régimen, el proyecto kurdo sigue siendo algo que puede ser manipulado y controlado. “Los kurdos descarrilan de vez en cuando y antes o después necesitan de nuestro apoyo, y en ese momento a menudo están dispuestos a dar a Damasco lo que éste espera”, declaró un funcionario sirio al autor.
Esta dependencia reduce la sensación de separación de Rojava de la Siria controlada por el gobierno a los ojos de varios funcionarios de Damasco, quienes promueven una mayor interacción con los kurdos. Basándose en la postura oficial de los funcionarios del PYD -quienes insisten en la integridad del estado sirio dentro de un sistema democrático descentralizado- algunos en Damasco defienden que el ‘proyecto kurdo’ en Rojava no está lejos de la visión de descentralización de los líderes sirios.[4]
Es posible discernir dos visiones de las opciones futuras del gobierno central en sus relaciones con el TEV-DEM. Los realistas post-guerra en Damasco creen que el nuevo modelo en Rojava puede funcionar en paralelo con el gobierno sirio y que esa convergencia entre ambos será un resultado natural de su supervivencia simultánea. Ésta no sería la primera vez que la descentralización sería considerada en Siria por los poderes gobernantes en Damasco, aunque nunca se ha implantado.[5] Para ellos, esta perspectiva presenta a la administración local establecida en Rojava como conforme con el Decreto 107 sobre descentralización del Presidente Assad.
No obstante, aunque este decreto contiene muchas similitudes con el acta constitutiva de Rojava respecto al papel y funciones de la administración local, hay diferencias fundamentales respecto a la legitimidad y el poder de la entidad organizativa central.[6] De acuerdo con el Decreto 107, los gobernadores -que se encuentran en la cúspide de la pirámide local- aún son elegidos por el presidente de la república y no elegidos mediante el voto popular como lo son bajo el acta constitutiva de Rojava. Igualmente, el gobierno resistiría con vigor ciertas previsiones del acta de Rojava, tales como la libertad de la administración local para establecer relaciones diplomáticas directas. Lo mismo sirve para la defensa, respecto a la que el acta no incluye mención alguna sobre el papel del ejército nacional sirio.[7]
El responsable de relaciones públicas del PYD, Sihanok Dibo, declaró que su partido estaría dispuesto a enviar una delegación a Damasco para negociar la ratificación del Decreto 107, en la esperanza de obtener el reconocimiento oficial del gobierno central sobre los elementos clave del contrato social. Pero a la vez dudaba de si tales negociaciones serían apropiadas con el gobierno actual en Damasco, a la luz de su aislamiento internacional y la falta de apropiada legitimidad interna.[8]
Durante las conversaciones de paz en Ginebra, los funcionarios del gobierno sirio han insistido sobre la posibilidad de mantener con la oposición un diálogo sobre reparto de poder y reformas, poniendo su énfasis en que el ejército sirio está centrado en combatir a grupos islamistas radicales. Si el régimen mostrase verdadero compromiso con la descentralización, esto podría aportar cierta luz al final del túnel para las aparentemente estancadas negociaciones sobre reparto de poder en el país.
Voces de la línea dura de Damasco continúan insistiendo en que el acuerdo con el TEV-DEM es una medida temporal, arguyendo que el poder volverá a centralizarse una vez que se apacigüe la guerra que el gobierno está librando en otras partes de Siria. Tal carrera pavimentaría el camino para una futura confrontación con la administración local de Rojava. El discurso oficial ilustra esta tensión; durante las fallidas conversaciones de Moscú en enero de 2015, el enviado sirio en la ONU, Bashar al-Jaafari, presentó una firme posición rechazando el modelo kurdo de descentralización. Advirtió a los kurdos que abandonaran Siria si no lo aceptaban. Salih Muslim, el co-presidente del PYD, respondió diciendo que debía ser Jaafari quien debería abandonar Siria en su lugar.[9]
Los intentos de Jaafari para dictar el anteproyecto para un acuerdo en la mesa de negociaciones, sin embargo, no están en sintonía con las respuestas del régimen a los anuncios de autogobierno de los kurdos. Cuando los grupos kurdos declararon unilateralmente el establecimiento en Rojava -bajo el nombre de ‘Siria Norte’- de un sistema federal dentro de Siria en marzo de 2016, el gobierno no se inmutó. Se contentó con una declaración condenando cualquier movimiento político que pusiera en peligro la integridad territorial siria.[10] No obstante, se mostró incómodo cuando surgieron enfrentamientos entre Asayish e YPG y las NDF, especialmente la milicia cristiana Sootoro, [11] afín al régimen (la Fuerza de Protección Gozarto) y la tribu árabe al-Tai. Inmediatamente se enviaron emisarios para intervenir cuando los enfrentamientos en abril 2016 entre ambas fuerzas se convirtieron de la mañana a la noche en una batalla que resultó en más de 58 muertes, incluidos civiles de ambos lados.
Los enfrentamientos en Qamishli se iniciaron en los intentos rivales por reclutar a jóvenes kurdos para el servicio militar, ya que ambos bandos continúan enredados en debilitadoras batallas en diferentes frentes, lo que lleva a una falta de efectivos. Lo que rebeló el acuerdo entre ambas partes indica que el gobierno sirio dejaría de reclutar a jóvenes kurdos que se alistaran en las YPG en Rojava.[12] Sin embargo, dicho alistamiento no contará como parte del servicio militar obligatorio estatal y, en consecuencia, aquéllos que sirven en las YPG se arriesgarían al reclutamiento si se dirigieran a otras zonas de Siria bajo total control del estado. Varios entrevistados expusieron sus críticas sobre que se encuentran cada vez más atrapados en un tira y afloja sobre los recursos humanos, y señalaron esta circunstancia como una de las razones principales por las que tendrían que elegir dejar Siria y buscar refugio en Europa.
Este episodio ilustra cómo el reconocimiento mutuo entre el gobierno central y el TEV-DEM se ha limitado hasta el momento a acuerdos caso por caso basados en el beneficio mutuo. De momento, el TEV-DEM ha fracasado en obtener reconocimiento oficial de su legitimidad más allá de los acuerdos establecidos de facto. La visión del régimen sobre los acontecimientos en el norte de Siria estaba condicionada por las divergencias entre los kurdos y los enfrentamientos existentes entre las tropas kurdas y los grupos islamistas radicales. Esto ha permitido al liderazgo sirio una gran ventaja en las negociaciones con la administración local. Es un ejemplo palmario del enfoque prudente, maquiavélico, que el régimen de Assad ha adoptado hacia el PYD. También refleja la disensión dentro del régimen sirio entre dos corrientes principales: aquéllos que hablan más abiertamente de descentralización y aceptan las nuevas realidades impuestas por la guerra, y otros que aún insisten en la centralización del estado y el rechazo de cualquier expresión de la identidad kurda.
Para el PYD, el acuerdo limitado con el gobierno central se ha centrado en la presencia de amenazas mutuas que emanan del ISIS y de grupos islamistas radicales:
“No podemos permitir que las ciudades de Rojava se conviertan en terreno abonado para grupos armados y organizaciones que no reflejan en absoluto las culturas kurda y siria. Tampoco aceptamos que nuestras zonas se conviertan en basureros de bombas de cañones. Hemos creído en esto desde el principio y percibimos el régimen sirio como el principal problema en Siria, pero también como parte de la solución. Estamos abiertos a la negociación con cualquier partido en Siria que comparta una visión de democracia y respeto por la ley internacional, bajo la supervisión de la comunidad internacional.”[13]
Pero el desacuerdo sobre la resolución política postacuerdo sigue siendo un punto clave de divergencia. El PYD cree que un rechazo popular a la dictadura centralista es clave para la capacidad del TEV-DEM para mantener el modelo de gobierno descentralizado en Rojava, y que fue la fuerza política y militar del TEV-DEM sobre el terreno la que forzó al régimen a retirarse incluso antes de que apareciese la amenaza del ISIS. Lo anterior y el apoyo internacional de la coalición anti ISIS podrían entonces consideran actuar como garantía en caso de que se produjera un deterioro en la relación con Damasco.[14]
Conclusión: Rojava, limitando la amenaza de la ambición.
A pesar del éxito del TEV-DEM para capturar y administrar territorio, una mayor expansión tiene sus propios retos. Además de suponer mayor presión sobre los recursos del TEV-DEM, la expansión amenaza con sembrar las semillas del conflicto étnico. La administración local aún se percibe como un proyecto dominado por los kurdos: las poblaciones locales de mayoría árabe sunnita son menos receptivas a su llegada. Aunque los promotores americanos conocen tales tensiones, la prioridad de la guerra contra el ISIS ha forzado la presión sobre las YPG/YPJ para continuar su avance. Ahí reside un verdadero riesgo de extralimitarse. Una sobreconfianza respecto al apoyo de los Estados Unidos y su coalición anti ISIS no sería inteligente, dados los retos internos para la política norteamericana en Siria.[15]
El éxito de las YPG / YPJ ha aportado prominencia al papel de los kurdos en la guerra internacional global contra el ISIS. Pero como la mayor parte del territorio de mayoría kurda ha sido liberado, la lucha les ha visto ahora avanzar hacia otras áreas de mayoría árabe. Algunos observadores han expuesto que el papel principal en la liberación y administración de Raqqa debe ser jugado por los componentes árabes de las Fuerzas Democráticas Siria (SDF), que es un grupo apoyado por los EEUU compuesto básicamente por fuerzas kurdas junto con fuerzas árabes y tribus árabes locales.[16]
Varios funcionarios de Estados Unidos ya han visitado Rojava, incluyendo el Enviado Especial Presidencial de la Coalición Anti-ISIS, Brett McGurk, y el Comandante del Comando Central norteamericano, Joseph Votel, mientras que un contingente de fuerzas especiales se desplegó en la según progresaba la operación. El apoyo a las SDF ha aportado a los EEUU la fuerza sobre el terreno que no están dispuestos a desplegar por sí mismos contra el ISIS.[17] A pesar de las objeciones de Turquía y la tradicional posición izquierdista del PYD, los Estados Unidos se ha convertido en un aliado internacional clave de los últimos por su interés común por combatir al ISIS. Para el PYD, esta importante relación internacional le da acceso a recursos militares y financieros y reduce su forzada dependencia de Damasco.
Pero ninguna fuerza efectiva sobre el terreno debe ser capaz de ganar el apoyo de la población local. El nivel de apoyo local dependerá de la composición de la propia fuerza militar. Esto requiere de esfuerzos para establecer una administración local compuesta por actores locales. A fin de desalentar la colaboración con las SDF entre los residentes de Raqqa y otras áreas bajo su control, el ISIS es conocido por capitalizar las rivalidades étnico-sectarias, sacando a la luz informes que acusan a las fuerzas kurdas de limpieza étnica de residentes árabes. [18] El PYD rechaza estas acusaciones, citando el ejemplo de Tell Abyad, Dibo expone:
“No venimos como invasores, sino como liberadores. Incluso si la población liberada elige autogobernarse fuera de la federación de Rojava, o decide que quieren regresar al control del régimen, seguiremos firmes en el hecho de que recordarán que fuimos nosotros quienes les liberamos del ISIS.”[19]
No obstante, muchos árabes y sus familias dejaron zonas abandonadas por el ISIS, temiendo acusaciones de colaboración con el grupo. La administración local estará bajo presión tanto interna como internacional para garantizar el derecho de retorno a aquéllos que se han marchado. Esto supondrá una complicación para la administración local, especialmente ya que no se ha puesto en marcha ningún proceso de reconciliación post-ISIS por parte de ningún actor regional o internacional.
Según se alzan voces dentro de la comunidad kurda contra el reclutamiento de hombres y mujeres jóvenes para llenar las filas de las YPG, una batalla que se percibe como más allá de los límites de la autodefensa podría resultar potencialmente contraproducente. Las fuerzas kurdas ya tienen otras batallas que luchar en frentes con mayor presión, según crece el conflicto en el norte de Aleppo y los ataques suicidas continúan produciendo víctimas civiles y militares en Rojava.
Otros dentro de la comunidad kurda también han advertido contra el lanzamiento de una batalla abierta sin alcanzar un acuerdo completo y el soporte de las tribus árabes, y sin garantías más seguras de los EEUU, la coalición anti-ISIS y el apoyo de las fuerzas YPG / YPJ. Aquí, los kurdos recuerdan la catástrofe de la campaña anti-Saddam en la década de 1990 y el trauma sufrido cuando las fuerzas de EEUU fracasaron para llevar a cabo alguna acción que parase la limpieza étnica de los kurdos en Iraq, después de que el entonces Presidente George H.W. Bush hubiera alentado al pueblo iraquí a sublevarse contra el ejército de Saddam Hussein.[20] Temen un abandono similar en caso de un cambio de política tras las elecciones presidenciales en los Estados Unidos.
Todo esto sugiere que la habilidad del TEV-DEM para gobernar el territorio más allá de la propia Rojava quedaría severamente limitado en su efectividad. La administración local se encuentra actualmente inmersa en luchas internas kurdas y siglos de antipatía árabe y turca hacia el nacionalismo kurdo. También hay temores internos dentro de Rojava de gobierno de partido único y de una sobreconfianza respecto a las fuerzas de seguridad, cuyo mandato se extiende a asuntos supuestamente civiles. Todo esto se suma a las dificultades económicas provocadas por encontrarse Rojava rodeada de gobiernos que no la reconocen. A pesar del entendimiento mutuo y la cooperación de facto, la relación con Damasco continúa careciendo de reconocimiento constitucional y de un futuro seguro, que también agrava el aislamiento físico de Rojava. Los enfrentamientos entre las YPG y la fuerza aérea siria en agosto de 2016, que se produjeron mientras se imprimía este documento, ilustra el potencial de que vuelva a emerger un conflicto entre Damasco y la administración de Rojava, contrario a los supuestos hechos por muchos analistas que han considerado a los kurdos como un régimen virtualmente delegado.
Asimismo, el grado de apoyo internacional que disfruta Rojava no debe ser sobreestimado. La decisión unilateral de Turquía, en agosto de 2016, de apoyar a las fuerzas rebeldes sirias en la toma de Jarablus al ISIS, mientras que simultáneamente atacaba las posiciones de las kurdas SDF, es una evidencia más del compromiso del país vecino de revertir los éxitos kurdos en Siria. Más aún, la aceptación de los EEUU de la intervención turca es difícil que apacigüe los temores de que Rojava pueda eventualmente ser abandonada a su suerte.
Los kurdos de Siria, por tanto, se encuentran en una encrucijada en la historia de la región. Viven al borde de un territorio extremadamente volátil y disputado, donde su éxito puede ser un modelo importante para la resolución de los conflictos de la región. No obstante, el éxito total se enfrenta al ISIS y la estabilidad de Rojava requerirá un buen gobierno local, basado en ideas y requisitos locales. Esto necesitará estar acompañado por una acción rápida para alcanzar la consolidación económica y política en el territorio capturado al ISIS, una mayor inclusión de todos los elementos de la población de Rojava y mayor apoyo internacional.
Sobre el autor
Ghadi Sary es miembro de la “Asfari Academy en la Queen Elizabeth II Academy for Leadership” en el “Royal Institute of International Affairs, Chatham House”. Previamente ha trabajado como periodista para la BBC en Oriente Medio, cubriendo el conflicto de Siria e Iraq, y la guerra contra el ISIS.
Ghadi obtuvo su Licenciatura en Artes en la Universidad Americana de Beirut y su Máster en Humanidades en el Instituto de Estudios Internacionales de Barcelona con una disertación sobre “Los retos del Pan-Arabismo tras la guerra de 1967”.
Agradecimientos del autor
Me gustaría agradecer a Tim Eaton y Jane Kinninmont de Chatham House su consejo y guía en la preparación de este documento. Tambien estoy agradecido a Jewan Abdi, Jim Muir e Ibrahim Muslim por compartir su inmensa experiencia y conocimiento sobre el asunto, así como a los revisores del documento: David Butter, Cengiz Gunes y Lina Khatib. Me siento extremadamente agradecido a la Queen Elizabeth II Academy for Leadership in International Affairs, al Programa para Oriente Medio y Norte de Africa de Chatham House y a la Fundación Asfari por acoger y apoyar esta investigación. Y, finalmente, agradezco a todos aquéllos que se han mantenido anónimos, bien por razones de seguridad o por propia decisión.
Sobre el Programa MENA de Chatham House
El Programa sobre Oriente Medio y Norte de África (MENA) lleva a cabo investigaciones y proyectos de alto nivel sobre temas políticos, económicos y de seguridad que afectan a Oriente medio y el Norte de África. Para complementar sus investigaciones, el Programa MENA sostiene una amplia variedad de grupos de discusión, mesas redondas, seminarios y eventos públicos que pretenden informar y organizar debates abiertos sobre la región y sobre política internacional y del Reino Unido. También produce un amplio rango de publicaciones disponibles al público en general.
Fuente: Chatham House
Autor: Ghadi Sary
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