martes, 16 de mayo de 2017

Turquía y sus vecinos afectados por el poder absoluto de Erdogan


El presidente turco ha conseguido el poder absoluto en su país después de la victoria del ‘SÍ’ en el referéndum constitucional celebrado el pasado 16 de abril.

En este artículo pretendemos analizar lo que supone el referéndum para Turquía, además de estudiar la política exterior del mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan, en Oriente Medio tras este sonado referéndum.

Erdogan: nuevo era para Turquía

Si consideramos a Mustafa Kemal Ataturk como el fundador de la primera República en Turquía, Erdogan podría calificarse como el impulsor de la segunda República, al conseguir cambiar el sistema gobernante del parlamentarismo al presidencial. El también líder del partido de Justicia y Desarrollo durante 15 años, ha podido conducir el país por el camino que más le conviene, mediante diferentes estrategias: referéndum, amenazas, inseguridad, detenciones...

En los primeros años, tras la llegada al poder de su partido, realizó una gran limpieza a todo aquel que mostraba oposición. Empezando por los militares, con un gran número de detenciones y, posteriormente, extendiendo su brazo autoritario a destacadas figuras políticas como el líder disidente turco, Fethulá Gülen, quien desempeño un rol muy importante en la llegada al poder del partido de Erdogan.

Otras de sus “víctimas” políticas fueron el expresidente turco Abdolá Gul y el ex primer ministro Ahmet Davutoglu que, pese a ser consideras como figuras claves en la sociedad turca, mostraron su rechazo a las políticas dictatoriales del presidente en los últimos años.

Tras excluir a los que podrían obstaculizar sus planes imperiales, y nombrar al que ha sido su gran defensor y amigo, Binali Yildirim, como el premier del país, Erdogan allanó el terreno para lo que fue su principal objetivo desde su llegada al poder: Cambiar la Constitución.

En tales circunstancias, se llevó a cabo el referéndum y Erdogan, tras mucho trabajado autoritario, consiguió el 51 por ciento de los votos, o lo que es lo mismo, el poder absoluto en el país.

Ahora, tras esta victoria política, el camino está más que allanado para conducir al país hacia un modelo que convierte al pueblo en sirviente y al Gobierno en patrón. Todo ello, sin olvidar, que fue lo que le llevó a esta situación. La política dictatorial continúa ante cualquier voz opositora, incluso dentro de su propio partido.

Hoy más que nunca, el “Sultán” Erdogan es intolerante ante las opiniones contrarias y, de hecho, quienes se opongan a él corren el riesgo de ser despedidos, encarcelados o terminar en el exilio. No obstante, aquellos que acepten sus palabras, tendrán inmunidad y podrán actuar a sus anchas.

Esta actuación de Erdogan se desarrolla en el marco de sus esfuerzos por materializar su ansiado restablecimiento del imperio Otomano. Un anhelo que, para conseguirlo, el hombre de hierro turco no ha escatimado esfuerzo alguno: Debilitamiento de los partidos kurdos, restricción a las congregaciones y los derechos de protesta, presiones a la oposición y el silenciamiento de las voces que puedan obstaculizar el camino elegido.

Irak y Siria, los más afectados

Una Turquía con sistema presidencial ya otorga más poderes a Erdogan tanto a nivel interno como externo. En política exterior, son Irak y Siria los que se ven más afectados por los cambios que se realizan en Turquía y las políticas exteriores del mandatario turco.

El tema principal que preocupa, y mucho, a estos dos países, es la situación de los kurdos. ¿Por qué? Los dos países árabes disponen de una larga frontera con Turquía y la presencia de los kurdos en la franja norteña de Irak y Siria podría resultar en choques con Ankara.

En este contexto, hay que recordar que desde el punto de vista de Erdogan, el Partido de Trabajadores de Kurdistán, PKK, es la más seria amenaza para la seguridad turca. Por lo tanto, ha decidido controlar a los kurdos que están activos en el sur este del territorio turco y erradicar las bases de este grupo en Irak y Siria.

La continúa inseguridad que reina en Irak y Siria, ha dado la oportunidad al PKK, aprovechando el caos, a fortalecer sus bases subterráneos y aumentar las zonas que controlan. Cabe mencionar la ciudad de Sinyar donde, después de la retirada de los terroristas de Daesh, los kurdos están incrementando su influencia y actividad en esta zona montañosa. En estas circunstancias, Turquía afirmó que no pedirá permiso a ningún país en combatir a los kurdos del PKK. Dicho y hecho. Bombardeó la ciudad dejando muertos a muchos civiles.

Esto ha provocado la reacción de los afectados. Tanto Bagdad como Damasco, han asegurado que no se quedarán con los brazos cruzados y que responderán de forma tajante la violación a la integridad territorial de sus países.

Todo ello viene precedido de que la principal inquietud de Ankara reside en el fortalecimiento de los kurdos, tras el importante rol que los kurdos tuvieron en combatir a EIIL (Daesh, en árabe) en estos dos países. Para Turquía, la influencia de esta minoría en Irak y Siria, da más poder y confianza al PKK para actuar contra el gobierno turco.

En estas circunstancias, y en un momento en que Erdogan se encuentra bajo la presión de Bagdad y Damasco, la cercanía entre Ankara y Washington no es ninguna novedad. El presidente de EE.UU., Donald Trump, que no está satisfecho con lo que está pasando en Irak y Siria (por el fracaso de los opositores armados y terroristas), felicitó a su homólogo turco tras la victoria en el referéndum constitucional. Por su parte, Erdogan acogió con beneplácito el ataque de EE.UU. a una base militar siria afirmando que su país está abierto a estrechar colaboraciones con EE.UU. en las crisis que se vive en la región. Hecho que pone de relieve que Erdogan busca encontrar apoyos y aliados para aumentar su poderío y llevar a delante sus planes en la región de Oriente Medio para busca materializar su ansiado restablecimiento del imperio Otomano.

Perspectiva oscura

Erdogan no tiene expectativas claras ni a nivel interno ni externo. A nivel local, dado que ha apartado de la escena política a casi la mitad de la población turca que forman los alawíes y los kurdos, y ha mostrado sus intenciones de no querer dividir el poder con ellos, el país viviría más momentos de inseguridad, algo de lo que somos testigos en estos momentos.

A nivel externo también la situación se tensa ya que se ha alejado de la política de cero conflictos con los vecinos y aboga por presentar a su país como un poder regional que recurre a la intervención directa y militar en los asuntos de Oriente Medio.

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