sábado, 12 de diciembre de 2015

Kurdistán: El Confederalismo Democrático y la Experiencia Palestina



Mientras que en la mayoría de los países árabes la izquierda se encuentra en un retiro prolongado, vemos cómo la izquierda kurda ha logrado establecerse como fuerza dominante entre las masas kurdas en la mayor parte del Kurdistán, aún cuando éste se encuentre dividido entre diferentes Estados. Esto hace que el estudio de la experiencia kurda y de la teoría revolucionaria que la inspira representen un ejemplo esencial para los activistas palestinos y árabes que buscan una nueva agenda para alcanzar la liberación del imperialismo, el sionismo y las tiranías locales.

(Este artículo fue traducido al alemán y publicado en “Kurdistan Report”)

La base teórica y práctica del Confederalismo Democrático

Abdullah Ocalan, en su libro “Confederalismo Democrático”, propone una organización social de abajo hacia arriba, basada en gran medida en la experiencia kurda, pero también en una visión amplia y profunda de la historia. Expone cómo los imperios feudales se esforzaron por permitir la coexistencia de una amplia gama de sociedades culturales diversas y confiaron la organización de muchos aspectos de la sociedad a su nivel local.

Aparte de las condiciones locales específicas que han ayudado a la sociedad kurda en Rojava a adoptar el modelo de auto-organización a través de los consejos locales, como han mencionado Ocalan y otros escritores, debemos recordar la existencia de los viejos lazos sociales entre una población mayoritariamente rural con duras condiciones de vida, así como la desconfianza inherente en las instituciones estatales a causa de sus opresivos intentos por lograr la aceptación mecánica de su concepto de Estado-nación y, por supuesto, el papel principal del movimiento de liberación en la organización de masas.

El concepto de democracia de abajo hacia arriba ha sido adoptado con diferentes formas por muchos movimientos revolucionarios. Podemos comenzar por los Consejos Obreros –famosos por su nombre ruso: los soviets-, que nacieron en Rusia con la revolución de 1905 y fueron desarrollados por los bolcheviques como principio organizador de su sistema de gobierno. Estos consejos perdieron su base popular real después del primer período revolucionario. Una de las experiencias cotidianas actuales más conocidas de la construcción de la democracia desde su base popular es la “Democracia Participativa” que Chávez trató de promover en Venezuela.

Aunque no pertenece al ámbito de este documento la comparación de los diferentes paradigmas de la democracia popular, es importante tener en cuenta que Ocalan, con la propuesta del Confederalismo Democrático, está sugiriendo un marco donde el poder de la población pueda separarse del poder del Estado. Incluso examina una opción para la coexistencia a largo plazo de esta “doble norma”.

El concepto de Confederalismo Democrático se basa en la organización de la sociedad a nivel local para atender a sus necesidades reales. Hace hincapié en el papel central de la liberación de la mujer en la emancipación de la sociedad en su conjunto y el enfoque ecológico para el desarrollo económico sostenible. Desde la base de las asambleas locales se van formando asambleas de nivel superior para la coordinación de objetivos comunes, mientras que el centro del poder se queda en el nivel inferior.

Esto es, hasta cierto punto, una adaptación del concepto de democracia popular a las condiciones especiales del pueblo kurdo. Como toda sugerencia de creación de un estado kurdo independiente se ha topado con el máximo rechazo y represión, el equilibrio de poder sobre el terreno está cambiando a favor de la sociedad local. Este paradigma permite también unir al pueblo kurdo a través de los órganos del Confederalismo Democrático sin desafiar directamente las “sacrosantas” fronteras estatales en un Oriente Medio propenso a la guerra.

Similitudes y diferencias con la situación en Palestina

Los fundamentos de los conflictos entre israelíes y palestinos y árabe-israelíes son muy diferentes de los de la lucha kurda contra sus diversos opresores. Mientras que los kurdos han sido objeto de medidas represivas severas, algunas de ellas, como la prohibición de la lengua nativa, no han sido secundadas por el sionismo. Ocalan nos recuerda que hay una larga historia de buenas relaciones entre las comunidades kurdas y sus diferentes vecinos. Sólo la creación de los Estados-nación después de la Primera Guerra Mundial creó la base para la opresión actual de los kurdos.

En contraste, el sionismo se implantó en Palestina como una fuerza externa y hostil, parte de la colonización europea extendida a países sometidos por todo el mundo. Hoy, después de que el orden colonial directo haya sido derrocado en todas partes por los movimientos de liberación, Israel es el único caso de colonialismo activo aún en fase expansionista: Usurpando tierra de la población nativa, negándoles cualquier derecho civil o nacional, llevando a cabo limpiezas étnicas sistemáticas en las zonas ocupadas en 1948 y 1967. Ésta es otra característica que hace básicamente diferentes ambos conflictos: Mientras Ocalan habla de una nación-estado que trata de asimilar a la fuerza a las comunidades locales, el máximo objetivo del sionismo sigue siendo expulsar a los palestinos de su tierra natal.

La amenaza inminente de la aniquilación total de su sociedad forzó a los palestinos a la movilización de alto nivel. Desde el comienzo de la colonización sionista hace más de cien años, los palestinos se han involucrado tanto en la lucha de masas como en la resistencia armada. Uno de los puntos álgidos de esta lucha se produjo entre los años 1936 y 1939, cuando una huelga general de la población palestina contra la ocupación británica y la colonización sionista se mantuvo durante un semestre completo, paralizando muchos sectores económicos. Fue seguida por tres años de insurrección armada, cuando la mayor parte de las zonas rurales estaban bajo control de la guerrilla. Este período de lucha dió visibilidad a los diferentes objetivos del movimiento popular, que trataba de organizar a las masas y se preocupaba por sus necesidades diarias, y del liderazgo tradicional que trataba de limitar la lucha y tendía a adquirir compromisos con la ocupación británica.

La siguiente explosión masiva de la lucha revolucionaria palestina se produjo después de la derrota árabe de 1967 por la agresión israelí. Los palestinos, la mayoría de ellos refugiados después de la Nakba de 1948, entendieron que Palestina no sería liberada por medio de una guerra estatal, y se movilizaron en una guerra popular revolucionaria, basada sobre todo en los habitantes de los campamentos de refugiados. Esta guerra revolucionaria puso a los palestinos en conflicto con los intereses de los regímenes árabes locales. Como resultado, la guerrilla palestina fue aplastada por el ejército jordano en el “Septiembre Negro” de 1970, oprimidos de nuevo en el Líbano en 1976 por los fascistas locales con la ayuda del ejército sirio, y obligada a abandonar el Líbano por el ejército israelí durante la invasión de 1982.

Más tarde, el centro de la lucha se trasladó de nuevo al interior de Palestina, con la primera (1987-1993) y la segunda (2000-2005) intifadas.

En todo este período, la concentración de todos los esfuerzos se dirigió al conflicto principal, en un principio contra la ocupación británica y la colonización sionista y, más tarde, todos contra Israel como catalizador del movimiento colonialista. La cuestión de la auto-organización de la población nativa fue vista como algo secundario. Esta concentración de la lucha contra el poder estatal se vió impulsada por la creencia constante de que un esfuerzo militar adicional podría traer la liberación, y que las necesidades internas de la sociedad local serían gestionadas entonces por el gobierno patriótico emergente.

A largo plazo, y en tanto que la victoria militar ha resultado esquiva, la debilidad de la auto-organización de la sociedad local está dificultando su capacidad para responder a la presión y erosión constantes ejercidas por la fuerza de ocupación. Por otra parte, aun cuando los palestinos traten de concentrarse en la organización de la sociedad local, esto resulta muy difícil de lograr en las condiciones de ocupación militar, cuando su economía está sometida y marginada por la economía capitalista hegemónica israelí y cualquier organización sindicalista o política puede ser suprimida.

Con miras al futuro, una organización de masas democrática transfronteriza, tal como sugiere Ocalan para unir el pueblo kurdo, también puede ser la mejor manera de revitalizar el movimiento de liberación palestino, cuyas viejas instituciones se han convertido en estructuras pseudo estatales sin soberanía real.

Al hablar del lejano futuro de Palestina tras una hipotética derrota del sionismo y del regreso de los refugiados palestinos, abogamos por un único estado democrático para toda Palestina. Rechazamos la noción de “estado binacional” que afiance un sistema de norma dual que pueda perpetuar las reliquias del sionismo. Sin embargo, cierta forma de democracia comunitaria puede ser una manera práctica de dar cabida a la diversidad étnica y cultural de la población.

Algunas experiencias palestinas con la democracia popular

Desde los tiempos de la huelga e insurrección de 1936 a 1939, los palestinos han practicado la auto-organización y autogobierno en medio de un conflicto abierto con enemigos criminales. Hubo nuevas experiencias de organización y democracia popular en los campos de refugiados en el apogeo de la revolución armada palestina en Jordania y Líbano. Los palestinos en los campos de refugiados de Líbano siguen disfrutando de un cierto nivel de autonomía a pesar de todos los golpes sufridos allí.

La primera Intifada fue organizada básicamente por organizaciones locales de base, y una gran parte de su agenda consistía en desafiar todos los aspectos de las normas diarias de la ocupación sobre la vida de la gente. Durante algún tiempo, la ocupación simplemente cerró todas las escuelas y los comités populares de la Intifada organizaron programas de estudio “populares”.

Quisiera examinar con más detalle la experiencia local en los territorios ocupados en 1948, lo que es menos conocido internacionalmente, donde tengo experiencia personal a través de la participación en la lucha durante los últimos 40 años.

Los palestinos árabes en los territorios ocupados eran lo que quedaba de una sociedad aniquilada tras la Nakba de 1948, cuando todas las ciudades de las zonas ocupadas y más de 500 aldeas fueron étnicamente limpiadas y destruidas. Eran menos de 200.000 después de la Nakba, pero ahora son casi un millón y medio.

En 1976, después de que toda una nueva generación naciera, se organizaron por primera vez para hacer frente a un plan gubernamental de confiscación de tierras en masa. En muchos pueblos la gente organizó comités locales de “defensa de la tierra”. El 30 de marzo de 1976, “El Día de la Tierra”, se produjo la primera huelga general desde la Nakba. La policía y el ejército atacaron las aldeas y seis vecinos fueron asesinados. “El Día de la Tierra” es aún recordado con orgullo en la historia del pueblo palestino y se celebra como día nacional cada año.

Desde entonces, el concepto de “comités populares” como órgano principal de la lucha de masas se ha convertido en parte de la tradición local en muchas aldeas y barrios árabes. Normalmente, el “comité popular” se compone de representantes transfronterizos de todos los partidos políticos, así como de otros organismos y voluntarios locales.

Otra tradición local es la “carpa de protesta” que se configura cuando la lucha en alguna localidad requiere una movilización constante. En muchos casos, las carpas de protesta se encuentran abiertas en terrenos en peligro de confiscación o cerca de las casas que las autoridades planean destruir. A veces, la carpa de protesta se convierte en el centro de la vida política y cultural de la población de una localidad específica.

Hubo dos experiencias de organización local de un tipo diferente orientadas a las necesidades inmediatas de la población. En los años 50 y 60 del siglo pasado, justo después de la Nakba, el Partido Comunista era la única organización de masas activa entre la población árabe palestina en los territorios ocupados en el 48. Tuvo un papel importante en la reestructuración de la sociedad después del trauma de la Nakba, tanto a nivel político como cultural. También se experimentó con otras formas de organización, como talleres colectivos y algunos colectivos productivos. En las últimas dos décadas, “El Movimiento Islámico” es el partido político más popular. Uno de sus lemas es “sociedad autosostenida” y ha creado una red de organizaciones de beneficencia y servicios locales con gran influencia. Sin embargo, ambas experiencias son mayormente partidistas y no tratan de organizar a la población en un marco democrático abierto a todos.

En nuestra experiencia local, la organización democrática popular es concebida y funciona como una herramienta de lucha y rara vez se utiliza como un órgano de autogobierno. Hay muchas razones para ello, básicamente la destrucción de la vieja economía rural, la marginación de la economía palestina local por la economía capitalista israelí y contradicciones de clase locales. Pero también hay falta de pensamiento serio y experimentación con la organización local, que podría construir una sociedad local más fuerte, con más solidaridad interna.

Confederalismo Democrático y primavera árabe

Cuando Ocalan propuso por primera vez el concepto de Confederalismo Democrático fue en el contexto de estados-nación fuertes. El nuevo concepto se concentró en la defensa y fortalecimiento de las sociedades locales. Permitió la organización local sin cuestionar necesariamente la estructura del Estado.

Pero, al mismo tiempo, Ocalan también analizó los puntos débiles de toda la estructura política regional y su inadecuación a las necesidades de todas las naciones y comunidades locales. Su amplia visión era de reorientación democrática para la región en su conjunto.

El fracaso de todas las estructuras estatales locales no ha podido demostrarse de una manera más dramática y trágica que con los últimos acontecimientos acaecidos en los países árabes, en lo que comenzó como “la primavera árabe”, y que ahora se caracteriza por una ola de opresión contrarrevolucionaria.

Desde el año 2011, frente a una ola de lucha de masas y demandas de cambio democrático, las élites locales, atrincheradas en el centro de los aparatos del estado, respondieron con una combinación de represión estatal e incitación a una sectaria y étnica “Fitna” (palabra árabe especial para designar la lucha civil peligrosa). La erosión de los cimientos de la sociedad a causa de estos conflictos también creó las condiciones para el aumento del extremismo y los grupos religiosos que tratan de tomar el control aterrorizando a la población.

Con su larga tradición de auto-organización y autodefensa, no es de extrañar que la población kurda se encontrara en relativa mejor posición para hacer frente a estas nuevas duras realidades. Esto tiene mucho que ver con la teoría y la práctica de Confederalismo Democrático.

Frente a la conversión del aparato del Estado en una desnuda máquinaria opresiva, muchos sectores de la población en los países árabes afectados participan ahora en heroicos experimentos de auto-organización, autonomía y autodefensa. En Libia y Yemen diferentes milicias locales tienen ahora más poder que los ejércitos estatales. Siria e Irak están destrozados por la guerra civil. En Egipto, el todopoderoso aparato estatal libra una guerra total contra la sociedad local, simbolizada por la imposición de la pena de muerte a cientos de manifestaciones en un mismo juicio y por el más inhumano asedio a la franja de Gaza palestina.

La solución debe venir en la forma de una nueva reorganización democrática de la sociedad, en la forma de Confederalismo Democrático o cualquier marco similar. Debe basarse en el valor y la capacidad de organizarse de las masas, probados y desarrollados a lo largo de años de contienda. De la necesidad debe aflorar la virtud. Desde el enfrentamiento a la crueldad de los regímenes y el extremismo, deberían desarrollarse nuevas normas para la solidaridad y el respeto mutuo entre todos los componentes de la sociedad, abarcando todas las diferentes culturas, religiones y etnias.

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