Mal juzgado, mal condenado, el caso de Georges Ibrahim Abdallah constituye una ignominia dentro de la ignominia. El ostracismo al que le han confinado le ha valido, de rebote, el rango de héroe mítico de la lucha palestina, al mismo nivel que Marwane Barghouti, el jefe del Fatah, y Ahmad Sa'adat, el jefe del Frente Popular de Liberación de Palestina, verdadero indicador del enanismo político tanto libanés como francés.
Georges Ibrahim Abdallah compareció nuevamente ante la Corte de Apelaciones el 25 de enero de 2015, a causa de un juicio que se realizará el 26 de febrero en un clima de islamofobia y arabofobia que ha seguido a la matanza de Charlie Hebdo, agudizado por sondeos de tipo racista que atribuyen a los argelinos y a los marroquíes el cociente intelectual más bajo del mundo, hasta el punto de que en el entorno del más célebre preso político de Francia existe un serio escepticismo sobre la culminación de dicho proceso. Un pesimismo agravado por la presencia al frente del Gobierno del autor de una controvertida formulación sobre el apartheid que reina en Francia y también de un apartheid judicial que él mismo ha cometido al negarle derechos a este asunto.
El “triunfo romano” que le ha reservado la Asamblea Nacional francesa por su gestión de las secuelas de la matanza en la revista satírica Charlie Hebdo, no menos que el status de comandante que pretende adquirir su jefe, no le serán de la menor utilidad ante la posteridad frente a la leyenda viva encarnada por Georges Ibrahim Abdallah ante la amnesia de los dirigentes libaneses y del crimen del poder francés, relegados al olvido histórico por haber cedido al dictado israelí.
Mal juzgado, mal condenado, el caso de Georges Ibrahim Abdallah constituye una ignominia dentro de la ignominia. El ostracismo al que le han confinado le ha valido, de rebote, el rango de héroe mítico de la lucha palestina, al mismo nivel que Marwane Barghouti, el jefe del Fatah, y Ahmad Sa'adat, el jefe del Frente Popular de Liberación de Palestina, verdadero indicador del enanismo político tanto libanés como francés.
En veinticuatro años de convivencia franco libanesa del más alto nivel, bajo el gobierno del tándem Rafic Hariri–Jacques Chirac y posteriormente bajo la asociación Sarko-Catarí, nunca un primer ministro se ha hecho cargo del problema de la arbitraria detención de su compatriota. Cuando Hassan Nasralá lograba la hazaña de liberar de las prisiones israelíes a varias decenas de combatientes propalestinos, libaneses y árabes –y especialmente al decano de los prisioneros políticos árabes en Israel, el druso libanés Samir Pintar, sin que hubiera ni un solo chiita en el grupo– ninguno de los dirigentes sunitas libaneses que se sucedieron en París o en Washington han osado ocuparse de sus compatriotas occidentales como Georges Ibrahim Abdallah. Arbitrariamente retenido en la cárcel al término de su detención, el militante cristiano libanés propalestino fue luego promovido a la dignidad de decano de los prisioneros políticos del mundo junto al estadounidense Moumia Abou Jamal. Al punto de que el diario libanés Al Akhbar, el periódico de la izquierda patriótica libanesa, formulaba la hipótesis de tomar de rehén a un francés con el objeto de obtener un intercambio con Georges Ibrahim Abdallah.
I.- Manuel Valls o el celo de un neófito filosionista
En este conjunto se distingue por su celo Manuel Valls, que pasará a la historia como el hombre que se opuso a la liberación del combatiente propalestino Georges Ibrahim Abdallah.
Estos golpes al mentón solo impresionan a los que los admiten, así como también su falso aire imprecatorio. Su resuelta obstrucción a la liberación de Georges Ibrahim Abdallah contrariando una decisión de la justicia francesa que ordenaba su libertad y a pesar de que el preso libanés había cumplido su condena, constituye una denegación de su derecho, uno de esos raros títulos de gloria obtenidos en su paso por la plaza Beauvau (ministerio del Interior, N. de T.) y también probablemente en Matignon (sede del primer ministro, N. de T.).
Su orientación proisraelí lo conducirá a demostrar un celo más allá de toda la decencia que le imponen sus funciones, más allá de todo el límite que le exigía su responsabilidad en el ministerio de Cultos que le encarga no favorecer la discordia sino la concordia nacional.
Vinculado según propia confesión “eternamente a la comunidad judía y a Israel” (1) cambió su primer viaje a una provincia, el 21 de mayo de 2012, por comer con el CRIF PACA en Marsella, estigmatizando en esa oportunidad el boicot a Israel pero no la fagocitación de Palestina o la incautación de los ingresos de exportación de los productos de Cisjordania, ubicándose así en la misma dimensión que Richard Prasquier, el antiguo y nuevo presidente del CRIF, quién con estrépito incondicionalmente pro israelí se adecua mal a la posición pretendidamente “normal” del nuevo presidente francés.
Su profesión de fe con ocasión del lanzamiento del grupo de amigos de Israel, el nuevo lobby francés proisraelí durante la campaña presidencial de abril de 2012 “Israel, gran nación entre las naciones”, resonó como una chulería demagógica.
A tono con sus asumidas posiciones xenófobas en Evry, la ciudad de la que es alcalde y en la que soñaba establecer –¿Según el modelo de las colonias israelíes?– “más blancos” para diluir la mezcla de población. Acorde con su idea de eliminar de Francia a los gitanos. Y de acuerdo con sus caprichos en los casos de la kosovar Leonarda y del estudiante de liceo parisino Khatchig Khatchaterian, expulsado a Armenia el día de su cumpleaños.
Un hombre controvertido a tal punto que un jerarca socialista, el secretario nacional de cultura Frederic Hocquart sugirió “tomar medidas para alejar del Gobierno a Valls”. Es decir que genera rechazo en su propio sector. Pero no en el campo contrario. En consonancia con su comportamiento abusivo y dilatorio en el caso de Georges Ibrahim Abdallah.
Noel Mamere diagnosticó de este modo cuál es uno de los grandes males que aquejan a la Francia contemporánea: “F rancia esconde su política segregacionista detrás del vocabulario de la revolución francesa.
Para la historia y para información de los lectores, en su condición de ministro del Interior Manuel Valls demoró voluntariamente la firma del decreto de expulsión de Georges Ibrahim Abdallah exigido por la justicia francesa para dejarlo en libertad, prolongando así arbitrariamente dos meses más la detención del militante propalestino que había cumplido ya su condena de 10 años. Mientras esperaba una decisión de la Corte de Casación.
Bajo el Gobierno de Jean Marc Ayrault. Los principales ministerios delegados del primer Gobierno del mandato de Hollande, el ministerio de Justicia (Christine Taubira), el ministerio de Asuntos Exteriores (Laurent Fabius) el ministerio de Defensa (Jean Yves le Drian) estaban todos de acuerdo en la liberación de Ibrahim, excepto el ministerio del Interior. Con total desprecio de los usos diplomáticos que otorgan al Quai d’Orsay (ministerio de Exteriores) el contacto con los Embajadores destacados en París, Manuel Valls recibía directamente las quejas estadounidenses e israelíes sobre el tema, sin reenviarlas al Quai d’Orsay.
Peor aún, su filosionismo lo llevará a superar el estándar israelí sobre crímenes de sangre. En un exceso de celo propio de los neófitos establecerá un estándar que sobrepasa el establecido por los israelíes en este tema.
II.- El estándar israelí y el precedente Samir Kintar
Israel considera que un crimen sangriento de tipo “terrorista” es imprescriptible, igual que la pena correspondiente.
Por crimen sangriento se entiende todo acto delictivo cometido por un no judío (goy) por el cual ha muerto o ha sido asesinado un israelí, lo que por otra parte se define como acto terrorista. Los arreglos de cuentas entre la mafia judía-estadounidense o dentro de la mafia israelí no figuran en esta categoría, tampoco los crímenes pasionales.
Igual que los crímenes cometidos entre goys o contra los goys. De tal modo que Israel no se considera culpable de las masacres de Sabra y Chatila de septiembre de 1982 en Beirut con el pretexto, según Menahem Begin, primer ministro en esa época, de que “ Si los goys han matado a otros goys, ¿qué responsabilidad cabe a Israel?”
Samir Kintar, el militante libanés propalestino, cometió un atentado en Israel que causó una decena de víctimas, entre ellas varios muertos. Su crimen era teóricamente imprescriptible y también su condena. Pero Kintar, decano de los presos políticos árabes en Israel, fue liberado luego de 24 años de cautiverio por medio de un intercambio. Su liberación y la de decenas de prisioneros libaneses, palestinos y árabes, se concretó a cambio de la restitución de los restos de algunos soldados israelíes.
Sería justo -para desprenderse de esta mancha moral– aplicarle a Georges Ibrahim Abdallah la jurisprudencia israelí al respecto en una especie de demostración por el absurdo. Pero Manuel Valls ha rechazado esta opción. Ante tan diferentes tratamientos la pregunta es: “¿Por qué lo que es bueno para Israel no lo es para Francia?”, sin embargo un país soberano. O es que entonces, ¿habría que matar a dos soldados israelíes para obtener la liberación de Georges Ibrahim Abdallah a cambio de sus restos?
Un hombre libre en cautividad. Tal es la paradoja de este hombre de convicciones y extraordinario valor, víctima de las contradicciones francesas. Plenamente libre pero secuestrado a causa de las consideraciones políticas francesas que hacen que el ministerio del Interior haga fracasar su puesta en libertad no por una razón de Estado, sino por conveniencias electoralistas, en las que aparece el doble rasero como postura moral en la que el principio de la separación de poderes, largamente proclamado especialmente luego del escándalo de Jerome Cahusac, se burla de manera subrepticia mediante bajas argucias y maniobras políticas.
La Corte de Apelaciones había ordenó la liberación de Georges Ibrahim Abdallah subordinándola a la firma de un decreto de expulsión del territorio por parte del ministro del Interior. Muchos han visto en esta decisión de la justicia un doble castigo disfrazado impuesto al prisionero. Un principio prohibido por el derecho francés. Muchos otros han considerado que el hecho de subordinar, o al menos condicionar la aplicación de una decisión de la justicia a una decisión administrativa del ministerio del Interior, constituyó un flagrante atentado a los principios generales del derecho, un principio constitucional, el principio de la separación de poderes.
La Corte de Casación ha decretado un arresto sin restitución con relación a Georges Ibrahim Abdallah. Una decisión que corta el paso a todo ulterior recurso posible ante una jurisdicción francesa. Una detención kafkiana, dado que el decano de los detenidos políticos en Francia ha purgado ya su castigo y su liberación ordenada. La Corte de Casación lo devuelve al punto ce partida. La prisión sin fin, sin salida.
III. Una sospecha legítima
Las posiciones del exministro del Interior y nuevo primer ministro sobre su “incondicionalidad con el pueblo judío e Israel”, en razón de su nueva relación matrimonial, podrían plantear la cuestión del fundamento de una acción legítimamente “sospechosa” frente a su posición personal y afectiva, si bien legítima por ser de orden privado, contradictoria con sus responsabilidades políticas, dado que son públicas.
El ministro del Interior es el encargado de mantener el orden, pero en su condición de ministro de Cultos debe mantener también la concordia nacional.
Salvo que se trate de un proceso dilatorio es posible cuestionarse subyacentemente ¿En qué medida la devolución de un preso a su país de origen puede atentar contra el orden público francés? Manuel Valls debía ratificar una decisión judicial y no sustituir a la justicia dado que el decreto de expulsión de un preso sexagenario considerado peligroso para la seguridad nacional debería concretarse fuera del territorio nacional. Su credibilidad habría sido mayor si la política de los poderes franceses hubiera sido más coherente y se abstuviera, por ejemplo, de apoyar a yihadistas mucho más peligrosos que el prisionero libanés, de apoyar a las dictaduras árabes y favoreciendo en Libia, Siria y Túnez el acceso al poder del sector más extremista del yihadismo errático.
Militante propalestino de origen libanés encarcelado en Francia desde hace treinta años, Georges Ibrahim Abdallah está siendo objeto de una increíble negación de derechos por parte de Francia, ante la indiferencia general de la opinión árabe internacional y especialmente libanesa. Encarcelado desde 1984, batió el record que hasta ahora detentaba Nelson Mandela (24 años), el líder nacionalista surafricano, y reivindica ahora el título de “Decano de los presos políticos del mundo”, igual que Moumia Abou Jamal.
Este hombre es ciertamente un caso atípico, puesto que su trayectoria trasciende las tradicionales clasificaciones étnicas y religiosas que tipifican el conflicto israelí-palestino. Militante comunista nacido en una familia cristiana del norte del Líbano, antiguo alumno de congregaciones religiosas cristianas francesas en el Líbano, Georges Ibrahim Abdallah fue condenado a la pena máxima prevista por la ley por la ejecución de un responsable del Mossad israelí y de un agregado militar en París en 1982.
Más allá de su condena, basada en pruebas sujetas a caución, el hombre ha purgado su castigo. A pesar de haber podido ser liberado luego de 10 años de cárcel, su detención se mantuvo por orden expresa de Estados Unidos, aguijoneado bajo cuerda por Israel. Con el pretexto, por ejemplo, de que cometió un “crimen sangriento” contra representantes de las autoridades públicas. Más allá del aspecto material de este crimen, pese a la desigualdad en la relación de fuerzas, hay que exigir su deportación y su consideración por la Corte Europea de Derechos Humanos.
IV.- “La Patria de los Derechos Humanos”… culpable de abusos de derechos
Que Francia respete sus leyes, expresión de la voluntad general representada por la Asamblea Nacional, artífice del Código Penal. Una condena se ha cumplido íntegramente, lo que implica la libertad del detenido. Una liberación no es un favor sino la aplicación de un principio de legalidad entre penas y delitos. La condena se ha cumplido de manera ejemplar, es decir, conforme a las reglas de buena conducta, lo que potenciaba la posibilidad de un anticipo de libertad. Sin embargo no ha sido así. Tampoco debe ser compensada por una detención si no ilegal, por lo menos arbitraria.
La aplicación del derecho no constituye un favor sino una obligación moral. El derecho aplicable en Francia, por Francia y en su honor. La prolongación del encierro de Georges Ibrahim Abdallah constituye una especie de prevaricación que al contrario de lo que pretende le impulsa a la categoría de símbolo de la militancia íntegra.
¿Por qué no pensar en una iniciativa ante la CEDH (Comité de los Derechos Humanos de la ONU) ante los informantes especiales de la ONU, o mejor aún un recurso de responsabilidad civil por la culpa del Estado? ¿Por qué aceptar la impunidad del estado? Es verdad, el derecho constituye generalmente un instrumento de dominación. Pero, ¿por qué recurrir a un ensalmador si un equipo médico puede curarlo?
Es cierto que existe cierto desconocimiento algunos aspectos del derecho muy complejos e incluso dudosos. Aceptado. Pero lo importante es quebrar la voluntad, utilizar los recovecos del derecho para bloquear los asuntos o la acción jurídica que podría permitir hermosos avances. Esto es grave.
Pensar que Israel juzga cotidiana e ilegalmente a los palestinos y que desde hace 60 años Palestina no ha llevado adelante ningún proceso serio contra Israel, ni en Palestina ni en otra parte.
Una condena de alguna instancia europea a Francia constituiría una brillante victoria de grandes alcances estratégicos y psicológicos por haber denegado un derecho en un país que se autoproclama “patria de los Derechos Humanos” y se ha vuelto culpable de abuso de derechos.
4.- El atípico recorrido de un hombre de convicciones
Georges Ibrahim Abdallah, decano de los prisioneros políticos árabes, honra a los árabes, a la conciencia de los revolucionarios y es el vivo remordimiento de los militantes de todos los extremos. Nació el 2 de abril de 1951 en Qoubaiyat (al norte del Líbano), militante comunista propalestino fue herido en la primera invasión israelí al sur del Líbano en 1978. Se dice que fue el jefe de las FARL (Fracciones Armadas Revolucionarias Libanesas) cuyas operaciones habría dirigido en Francia desde Lyon bajo el seudónimo de Salih al-Masri y Abu-Qad.
En 1982 las FARL reivindican el asesinato de Charles R. Ray, adjunto militar estadounidense en París, el 18 de enero de 1982, así como el de Yacov Barsimentov, diplomático israelí (el 3 de abril de 1982) e hieren gravemente a Robert Onan, cónsul de EE.UU. en Estrasburgo. Detenido en Lyon el 24 de octubre de 1984, el 10 de julio de 1986 bajo la presión conjunta de Estados Unidos e Israel es condenado a cadena perpetua por la audiencia judicial especial por complicidad en el asesinato del 28 de febrero de 1987.
No renegó nunca de sus convicciones durante los treinta años de cautiverio ni desertó jamás del combate político, nunca se sintió intimidado por el comportamiento dilatorio de su carcelero, el ministro socialista-neoconservador del Interior Manuel Valls, reflejo fiel de las presiones estadounidenses e israelíes. Venció en la adversidad a sus amargos adversarios que además de negarle sus derechos le agregaron el abuso de poder. Nada más arbitrario en la “Patria de los Derechos Humanos”. Qué infamia. Qué prevaricación. Marca sin duda de enanismo político.
Ciertamente Georges Ibrahim Abdallah pertenece a la raza de los hombres libres. No es un «Uncle Ben’s», ni un «Bounty». Ni un «native informant» (3) ou un «rented negros» (4) como los que desgraciadamente pueblan nuestras mazmorras y contaminan nuestros espíritus. Nació libre y así ha permanecido. Fiel a su compromiso. Fiel a sí mismo. Fiel a su libertad, su compañera de cautiverio, durante su período carcelario.
Entre Georges Ibrahim Abdallah y los palestinos Marwane Barghouti y Ahmad Sa'adat y la moderna versión de la oposición árabe, en la actualidad en el extranjero, invariablemente en las redes del antiguo poder colonial, existe ciertamente una diferencia de tamaño, “no hay foto” La misma diferencia de tamaño entre Shirine Rbadi, Premio Nobel de la Paz, militante de los Derechos Humanos en Irán, aún en el territorio de su propio país y los frívolos opositores catódicos de Siria y de más allá, “tampoco aquí hay foto”. Es comparar diamantes con maníes.
Georges Ibrahim Abdallah es el perfecto contraejemplo de los modernos opositores árabes que se desenvuelven teleguiados desde fuera, desde las cancillerías de las antiguas potencias coloniales, con traje y corbata y tarjetas de crédito doradas respaldadas por los petrodólares de las monarquías.
Su prolongado presidio señala una forma de prevaricación que al contrario de lo esperado le proyecta a la categoría de militante íntegro. Inclinémonos ante George Ibrahim Abdallah, Marwane Barghouti y Ahmad Sa'adat, sus compañeros de cautividad y dignidad. Tres hombres de convicción que han trascendido el etnicismo confesional que gangrena el mundo árabe para mantener la llama viva de la resistencia e impedirle caer en el reptilismo.
Que su ejemplo sirva de referencia a la generación de relevo. Que los hombres con espíritu de paz y de justicia del mundo se unan a la lucha por el respeto a la palabra de Francia, puesto que para que el mundo pueda seguir respetando la palabra de Francia es necesario que Francia comience por respetarla ella misma.
Notas:
(1) Vuelta a este personaje “eternamente vinculado a Israel”. Véase sobre este asunto, de Daniel Scheneidermann, Arret sur images 09/11/12. En todos los agujeros negros de Wikipedia en donde el creador de “@rret sur images” narra una operación de encolado en la que el ministro socialista del Interior ha sido beneficiado por Wikipedia: “En Francia, existen muchos “patrulleros” que se dedican a acosar los vínculos dudosos, como los sitios pedófilos. Una de las últimas pegadas en la página de Manuel Valls suprimió una cita de la radio Judaica de Estrasburgo: “Por mi mujer, estoy eternamente vinculado a la comunidad judía y a Israel”, totalmente anecdótico, asegura un patrullero.
“Para alguien de gran importancia como Valls, que ha hecho tantas cosas, tomar una cita de una radio además poco conocida, no agrega nada al artículo” dice Wikipedia. Es de hacer notar que el “gendarme” no dice que la cita es falsa sino que es simplemente anecdótica. Pese a que Manuel Valls es ministro del Interior y de Cultos.
Más detalles en un video que se trata de hacer desaparecer de Hicham Hamza (12/12/12)
(2) Informante nativo: personas que hablan en representación de una comunidad sin ser sus representantes pero cuyo discurso agrada a la mayoría de su auditorio.
(3) “Negros rentados”, negros estadounidenses que monopolizan los medios para dar un aspecto negro a una opinión de los blancos.
René Naba es periodista y escritor. Fue responsable del Monde arabo musulman en el servicio diplomático de AFP y posteriormente asesor del director general de RMC Medio Oriente, responsable de información, miembro del grupo consultor del Instituto Escandinavo de los Derechos Humanos y de la Asociación de Amistad euro-árabe. Es autor de las siguientes obras: L'Arabie saoudite, un royaume des ténèbres (Golias); Du Bougnoule au sauvageon, voyage dans l'imaginaire français (Harmattan); Hariri, de père en fils, hommes d'affaires, premiers ministres (Harmattan); Les révolutions arabes et la malédiction de Camp David (Bachari) y Média et Démocratie, la captation de l'imaginaire un enjeu du XXIme siècle (Golias).
Fuente: René Naba, Madaniya / Rebelión (Traducido del francés para Rebelión por Susana Merino)
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