Entrevista a Omar Barghouti, activista de los derechos humanos palestinos y cofundador del movimiento BDS basado en Palestina
En primer lugar, ¿qué es el movimiento de BDS?
O. B.: El movimiento de BDS empezó con el lanzamiento del llamamiento al BDS el 9 de julio de 2005 por parte de una amplia alianza de más de 170 partidos, sindicados, redes de refugiados, ONG y asociaciones populares palestinas pidiendo a las organizaciones de la sociedad civil y a las personas de conciencia del mundo que “impusieran amplios boicots e implementaran iniciativas de desinversión contra Israel similares a las aplicadas a Sudáfrica en la época del apartheid”. Actualmente la mayor coalición de la sociedad civil palestina dirige el movimiento de BDS, el Comité nacional de la Campaña de BDS (BNC, por sus siglas en inglés).
El BDS pide acabar con la ocupación israelí de Palestina y de otros territorios árabes ocupados desde 1967, incluido el desmantelamiento del Muro y de las colonias, acabar con el sistema de discriminación racial de Israel contra sus ciudadanos palestinos, sistema que coincide con la definición hecha por la ONU de apartheid y, por último, implementar el derecho sancionado por la ONU e inherente de los refugiados palestinos a volver a sus hogares originarios.
Estos tres derechos básicos corresponden a los tres componentes principales del pueblo palestino: los de la Franja de Gaza y Cisjordania, incluido Jerusalén Oriental (el 38% del pueblo palestino, según estadísticas de 2011), los de los territorios de 1948 que viven bajo el apartheid israelí (el 12%) y los del exilio (un 50%). Más de dos terceras partes de los palestinos son refugiados o desplazados internos.
Anclado en la Declaración Universal de Derechos Humanos, el movimiento de BDS es un movimiento de derechos humanos y no sectario que rechaza toda forma de racismo, incluido el antisemitismo, y reivindica derechos humanos iguales para todos los seres humanos con independencia de su identidad.
Aunque está inspirado en el movimiento en contra del apartheid sudafricano y en el movimiento estadounidense en favor de los derechos civiles, el movimiento de BDS palestino tiene sus raíces en una larga herencia de resistencia popular palestina no violenta al colonialismo de asentamiento y a la limpieza étnica.
En el momento culminante de su poderío militar, particularmente nuclear, y económico, Israel se siente inusitadamente vulnerable, pero esta vez, irónicamente la amenaza proviene del no violento movimiento de BDS. En efecto, en junio de 2013 el primer ministro israelí Netanyahu declaró que el movimiento de BDS era una “amenaza estratégica” para el régimen israelí de ocupación, colonización y apartheid, y asignó al ministro de Asuntos Estratégicos toda la responsabilidad de luchar contra el BDS.
¿Cómo surgió, creció y fue cambiando la solidaridad internacional con el pueblo palestino? ¿Cuál ha sido la solidaridad más eficaz en cada una de las fases de la lucha del pueblo palestino y de dónde ha provenido?
O. B: La solidaridad internacional con la lucha del pueblo palestino por su liberación y su autodeterminación ha cambiado drásticamente en las últimas seis décadas, desde el momento culminante del colonialismo de asentamiento durante la Nakba de 1948, cuando la mayoría de los palestinos originarios, tanto árabes como cristianos, sufrieron una limpieza étnica por parte de las milicias sionistas y más tarde del Estado de Israel para posibilitar el establecimiento de un Estado con mayoría judía sobre las ruinas de la sociedad palestina.
Desde la Nakba hasta la fundación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Jerusalén en 1964 y el inicio de la revolución el apoyo a la lucha palestina la solidaridad fue más bien pobre. La mayor parte del apoyo en las décadas de 1960 y 1970, y parte de la de 1980 provenía de fuerzas de la revolución y de manera más general de la izquierda del mundo.
La guerra genocida de Israel contra Líbano y la OLP en 1982, que provocó la muerte de 18.000 civiles libaneses y palestinos provocó un escándalo internacional sin precedentes que se expresó en manifestaciones masivas contra Israel, en resoluciones de la Asamblea General de la ONU condenando a Israel e incluso solicitando sanciones, y en la repulsa general por la criminalidad de Israel. A pesar de algunas condenas verbales menores aquí y allá, Occidente en general siguió apoyando a Israel, mientras que el bloque soviético y gran parte del Sur Global apoyó a la OLP y a las fuerzas progresistas libanesas en contra de la sangrienta agresión israelí. Con todo, en aquel momento no se adoptaron sanciones eficaces para acabar con la agresión, lo que permitió a Israel organizar la masacre perpetrada por las fuerzas de extrema derecha libanesa en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila en la capital de Líbano, Beirut, inmediatamente después de la retirada de los combatientes de la OLP de la asediada Beirut.
Con la irrupción del primer levantamiento popular palestino o Intifada en 1987 y la evidencia del intento brutal de Israel de aplastar este levantamiento que era predominantemente no violento aumentó el apoyo a la lucha palestina en círculos más liberales, incluido Occidente. Se deterioró la posición internacional de Israel, pero la solidaridad con la lucha palestina en aquel momento no se tradujo en unas medidas eficaces que pudieran hacer costosos los crímenes israelíes.
Los Acuerdos de Oslo con la OLP en 1993 fueron la cuerda de salvamento a la que se agarró Israel para detener la hemorragia de su popularidad en todo el mundo. De hecho, la apariencia de las negociaciones de "paz" con los dirigentes palestinos desencadenó un enorme aumento de relaciones diplomáticas de Israel con el mundo y, en consecuencia, impulsó la economía israelí en menos de dos décadas hasta el punto de competir con algunas de las economías más sólidas de Europa.
Con el lanzamiento del movimiento de BDS en 2005 por parte de la absoluta mayoría de la sociedad civil palestina, la solidaridad con la lucha palestina adoptó un giro decisivo desde lo meramente simbólico a la esfera de las acciones y medidas efectivas y concretas que tenían el potencial de ajustar el equilibrio de fuerzas entre el régimen de la ocupación, el colonialismo de asentamiento y el apartheid de Israel por un lado y, por otro, sus víctimas, el pueblo originario de Palestina que lucha por la autodeterminación, la justicia y la libertad.
¿Qué desencadenó la decisión de la sociedad civil palestina de lanzar este llamamiento internacional de boicot a Israel en 2005? ¿Cuáles son las razones de canalizar la solidaridad a través del boicot?
O. B.: El movimiento de BDS está profundamente arraigado en décadas de resistencia popular palestina al colonialismo de asentamiento sionista. A partir de la década de 1920 el boicot es una parte importante de la lucha por los derechos palestinos. Durante la primera Intifada (1987-1993) el boicot cobró mucha importancia como forma de resistencia, especialmente en la ciudad cristiana de Beit Sahour donde los palestinos se negaron a pagar los impuestos a las autoridades militares israelíes.
En 2001 la Conferencia contra el Racismo del foro de ONG de las Naciones Unidas celebrado en Durban, Sudáfrica, condenó a Israel como régimen de apartheid y, en consecuencia, pidió que se hicieran boicots y desinversiones similares a los aplicados a Sudáfrica en la época del apartheid. Este fue el detonante principal del lanzamiento del movimiento de BDS en 2005. Otro detonante importante fue el hecho de que Israel volviera a invadir la ocupada Cisjordania y la masacre cometida por las fuerzas israelíes en el campo de refugiados de Jenin en 2003, que desempeñó un papel fundamental en el desarrollo de la Campaña de Boicot Académico y Cultural a Israel (PACBI, por sus siglas en inglés) que, a su vez, fue el factor principal del lanzamiento de la campaña de BDS en 2005.
El llamamiento de la campaña de BDS lo hizo la inmensa mayoría de la sociedad civil palestina el 9 de julio de 2005, exactamente el día en que se conmemoraba el primer aniversario de la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya que condenaba por ser ilegal el Muro de Israel y todo el régimen de colonias asociado a él en el territorio palestino ocupado, al tiempo que establecía obligaciones al respecto para terceros Estados. Por consiguiente, el momento en el que se lanzó el llamamiento reflejaba la frustración de los y las palestinas ante la falta de voluntad y la incapacidad de la llamada “comunidad internacional” bajo la hegemonía estadounidense de hacer asumir a Israel sus responsabilidades por sus crímenes y violaciones del derecho internacional. En aquel momento a los y las palestinas les pareció que tenían que apelar a la sociedad civil internacional, como se había hecho en la lucha contra el apartheid de Sudáfrica, para que asumiera la responsabilidad de acabar con la complicidad con el régimen de ocupación, el colonialismo de asentamiento y el apartheid de Israel.
¿Cómo valora estos casi diez años de BDS?
O. B.: El asedio impuesto por Israel a Gaza y sus tres guerras genocidas (2008, 2012 y 2014) contra los 1.800.000 palestinos que viven en la ocupada y asediada Gaza han llevado al BDS al siguiente nivel cualitativo como la forma de intervención más eficaz para hacer que Israel asuma sus responsabilidades por los sus crímenes de guerra y sus crímenes contra la humanidad.
A pesar de ser un medio tremendamente sesgado, la BBC hace de vez en cuando un trabajo de calidad, adecuado y bien documentado que podemos utilizar: una encuesta de la BBC de 2013 muestra que Israel comparte con Corea del Norte el tercer o cuarto puesto de país del mundo peor considerado por la opinión pública mundial. El prestigio mundial de Israel se ha ido erosionado en los últimos tiempos debido a dos factores principales: el poder moral del movimiento global de BDS, incluido su importante componente anticolonial israelí, y el giro de Israel a la extrema derecha.
El principal indicador hasta la fecha de que el BDS está ganando la batalla internacional es que en junio de 2013 el gobierno israelí anunció que el movimiento de BDS era una “amenaza estratégica” para todo su régimen de opresión y, en consecuencia, cambió toda la responsabilidad de luchar contra el BDS del ministro de Asuntos Exteriores al de Asuntos Estratégicos que, entre otras cosas, se ocupa de la llamada “amenaza” iraní. Este drástico cambio refleja el fracaso de la bien engrasada campaña israelí “Marca Israel” dirigida por el ministro de Asuntos Exteriores desde que se lanzó el BDS en 2005. La campaña considera la cultura una herramienta de propaganda y su lógica es utilizar a los artistas y escritores israelíes para mostrar al mundo “la mejor cara de Israel”.
Nuestra estrategia para minar la “Marca Israel” por medio del boicot académico, deportivo y de otros tipos ha sido bastante eficaz, como reconoce el propio Israel. En el último año y medio se han logrado varios hitos considerables:
Solo en los últimos meses la Iglesia presbiteriana estadounidense, una de las Iglesias protestantes más importantes del mundo, desinvirtió de tres empresas estadounidenses involucradas en la ocupación israelí (Caterpillar, HP y Motorola Solutions).
La Fundación Gates retiró todas sus acciones (más de 180 millones de dólares) de la principal compañía de seguridad del mundo, la israelí G4S, tras una intensa campaña de BDS, al tiempo que el fondo de pensiones de la Iglesia Metodista, una de las principales Iglesias protestantes en Estados Unidos, decidió también desinvertir de esta compañía, G4S, que está sufriendo importantes derrotas simbólicas debido a las campañas de BDS en Noruega, Sudáfrica, el Parlamento Europeo, varias universidades británicas y otros lugares ya que se encarga tanto de los sistemas de seguridad de las cárceles israelíes donde se tortura a los presos palestinos, incluidos niños, como de otros proyectos que violan el derecho internacional.
En 2014 la Fundación George Soros sacó todas sus acciones de la compañía israelí SodaStream, que produce ilegalmente en los territorios palestinos ocupados.
También en 2014 el segundo mayor fondo de gestión de pensiones holandés (200.000 millones de dólares de inversiones globales), PGGM, desinvirtió de los cinco mayores bancos israelíes debido a sus operaciones ilegales en los territorios palestinos ocupados. El gobierno alemán decidió excluir a las entidades israelíes que operan en los territorios palestinos ocupados de los subsidios de investigación y de los acuerdos de cooperación científica con Israel. El principal banco danés, Danske, incluyó en su lista negra a banco Hapoalim, uno de los principales de Israel, y el fondo soberano noruego, el mayor del mundo, desinvirtió de dos empresas israelíes dedicadas al negocio de la construcción en las colonias.
La adhesión del Congreso Nacional Africano al movimiento de BDS en diciembre de 2012 y la de artistas y grupos musicales de fama internacional que, además, suspendieron sus actuaciones en Israel, la decisión del científico Stephen Hawking de respetar el boicot y cancelar su participación en la conferencia organizada por la Universidad Hebrea y la reciente avalancha de resoluciones de boicot de asociaciones académicas estadounidenses han contribuido a llegar a la conclusión de que el movimiento de BDS esta llegando a un momento sudafricano.
También han suscrito el BDS las principales federaciones de sindicatos internacionales, con millones de afiliados en Sudáfrica, Gran Bretaña, Irlanda, India, Brasil, Noruega, Canadá, Italia, Francia, Bélgica y Turquía, entre otros países.
Veolia, una empresa cómplice con la ocupación israelí, ha perdido contratos, o se ha tenido que retirar de su licitación, por valor de más de 20.000 millones de dólares, sobre todo en Suecia, Reino Unido y últimamente en Estados Unidos.
El gobierno holandés ha desaconsejado públicamente a las compañías holandesas entablar relaciones comerciales con entidades israelíes en los territorios palestinos ocupados, lo que ha provocado que la principal empresa de construcción, Royal Haskoning DHV, se retire del proyecto para crear una planta de tratamiento de aguas residuales del ayuntamiento israelí de la ocupada Jerusalén Oriental.
En la misma línea, el gobierno británico publicó unas directrices acerca de las relaciones comerciales con las ilegales colonias israelíes, tras la publicación de las directrices de la Unión Europea en contra de la financiación de proyectos y entidades israelíes en los territorios palestinos ocupados.
Después de la masacre israelí de 2014 en Gaza también ha habido avances en la campaña de BDS:
Kuwait excluyó a Veolia de una obra valorada en 750 millones de dólares, además de afirmar que no se le permitiría litigar en futuros contratos y el ministro kuwaití de Comercio e Industria anunció el boicot a 50 empresas internacionales que operan en las ilegales colonias israelíes.
Se ha disparado el boicot palestino a los productos israelíes en Cisjordania, incluido Jerusalén Oriental, lo que ha provocado un descenso del 50% de las ventas.
Las relaciones comerciales entre la Unión Europea e Israel también se han deteriorado. La Comisión Europea informó a Israel de que tienen la intención de “prohibir completamente la importación de leche y productos lácteos procedentes de Israel que puedan estar relacionados de alguna manera con fábricas, industrias lácteas o granjas situadas más allá de la Línea Verde”, según informaba el diario israelí Maariv. Pero este paso no es suficiente: la UE debe prohibir cualquier tipo de comercio con las empresas que operan en las colonias y dar pasos para suspender su Acuerdo de Asociación Comercial con Israel.
327 supervivientes del Holocausto y descendientes de ellos publicaron un anuncio de una página en el New York Times condenando las masacres israelíes en Gaza y suscribiendo el BDS.
Brasil, Chile, Ecuador, El Salvador y Perú llamaron a sus embajadores en Israel, siguiendo los pasos de Bolivia y Venezuela, que los habían retirado durante la masacre de 2008-09 en Gaza. Además de ello, Chile suspendió sus negociaciones de un nuevo acuerdo comercial con Israel.
Por último, seis premios Nobel y varias personalidades emitieron una petición de embargo militar a Israel suscrito por más de 45.000 personas. Amnistía Internacional también emitió un comunicado en el mismo sentido.
¿Cuáles son los principales retos y los principales pasos cara al futuro?
O. B.: Los grupos de presión de Israel son los mejores expertos mundiales en acoso, intimidación y terrorismo intelectual. Pero a medida que la población mundial es más consciente del régimen de apartheid israelí y de sus crímenes contra el pueblo palestino, sus armas se están volviendo cada vez más débiles y menos eficaces. El cambio de opinión de los jóvenes judíos de los campus británicos y estadounidenses a favor del BDS es un ejemplo del fracaso de la antes alarmante propaganda y mecanismos de lavado de cerebro israelíes. Los medios sociales y alternativos han desempeñado un papel fundamental en esta transformación de la opinión pública internacional en contra de Israel.
Hace unos meses el gobierno israelí celebró una reunión especial para crear una estrategia más eficaz en contra del BDS. Los tres puntos principales fueron: destinar 30 millones de dólares extra a luchar contra el BDS, aumentar el espionaje tanto sus partidarios individuales como a las organizaciones de apoyo al BDS, particularmente en Occidente, y emprender una guerra legal contra el BDS en países “amigos”, como Estados Unidos, Australia y Canadá. Estas medidas desesperadas indican claramente que el BDS está funcionando y que la clase dirigente israelí está verdaderamente preocupada por su incapacidad, hasta el momento, para impedir que siga creciendo y, mucho menos, para derrotarlo
Además de a la propaganda y al dinero, Israel y sus grupos de presión sionistas de todo el mundo recurren a varias tácticas retóricas para detener el rápido crecimiento del BDS en el mundo:
“El BDS perjudica a los palestinos”
Se centra en la acusación de que el BDS perjudicará a los trabajadores y agricultores palestinos vulnerables que dependen de los proyectos israelíes para sobrevivir. Es más eficaz en Europa, donde las mayorías se preocupan de los derechos palestinos y no quieren perjudicarles.
Sin embargo, esta táctica no ha funcionado. Aunque la maquinaria de propaganda de Israel ha esgrimido que algunos agricultores y trabajadores palestinos se oponen al BDS, la gente se ha dado cuenta de lo absurdo que es esta afirmación. Durante la lucha contra el apartheid en Sudáfrica algunos trabajadores negros también estaban en contra del boicot y del movimiento de desinversión internacionales contra el apartheid. ¿Eran representativos de la opinión mayoritaria o siquiera de los intereses reales de la clase trabajadora sudafricana? En absoluto, como demostró el apoyo mayoritario al boicot del mayor sindicado sudafricano y el más representativo, COSATU.
De forma similar, todos los sindicatos, asociaciones de agricultores y movimientos de masas palestinos participan en la red de BDS y son la voz autorizada de los trabajadores, agricultores y otros grupos populares palestinos. Son conscientes de que un boicot total a Israel perjudicará a los palestinos, en particular a los trabajadores, pero lo consideran un precio provisional que hay que pagar por la libertad, la dignidad y la autodeterminación. Los y las palestinas están dispuestas a pagar un precio caro por ver la luz de la libertad, de la justicia y la igualdad al final de largo túnel de la opresión colonial y del apartheid israelíes.
Tras décadas de destruir sistemáticamente la industria y la agricultura palestinas, de confiscar nuestras tierras más fértiles y nuestras mejores reservas de agua, de imponer restricciones extremas al movimiento que impiden a muchos trabajadores palestinos llegar a sus lugares de trabajo, la ocupación israelí ha obligado a decenas de miles de trabajadores y agricultores palestinos a buscar trabajo en las ilegales colonias. Esta es una relación coercitiva por definición. Como ha demostrado un estudio académico, la absoluta mayoría (82%) de los y las palestinas que trabajan en las ilegales colonias dejarían ese trabajo si les ofrecieran una alternativa digna. Sin embargo, con la ocupación brutal nuestra economía cautiva no tiene posibilidades de crear suficientes puestos de trabajo. La respuesta es la libertad y un desarrollo independiente, no la esclavitud perpetua a Israel y sus industrias.
Como parte de las ilegales colonias israelíes que violan el derecho internacional, SodaStream, la empresa de cosméticos Ahava y otras empresas coloniales son culpables de aprovecharse de la ilegal ocupación y colonización de la tierra palestina, como reconocen, entre otros, Oxfam y Human Rights Watch.
El argumento israelí de que el boicot a las colonias perjudicará a los trabajadores palestinos pobres no solo es falso y pretende desviar la intención de la ilegalidad de todas las colonias israelíes en los territorios palestinos ocupados, sino que también plagia a las empresas del apartheid sudafricano que utilizaron exactamente el mismo argumento cuando se enfrentan a los cada vez mayores boicots en la década de 1980.
Las fábricas de propietarios blancos emplearon a cientos de miles de trabajadores negros durante el apartheid, a los que pagaban mejor que a otros trabajadores africanos en la mayor parte del continente. Aún así, esas fábricas estaban violando el derecho internacional y se benefician del apartheid. De la misma manera, SodaStream y todas las empresas israelíes e internacionales que operan en las colonias o comercializan productos de las colonias son cómplices de la violación el derecho internacional, se benefician de la ocupación y del saqueo de las tierras y de los recursos palestinos.
Las fábricas de propietarios blancos emplearon a cientos de miles de trabajadores negros durante el apartheid, a los que pagaban mejor que a otros trabajadores africanos en la mayor parte del continente. Aún así, esas fábricas estaban violando el derecho internacional y se benefician del apartheid. De la misma manera, SodaStream y todas las empresas israelíes e internacionales que operan en las colonias o comercializan productos de las colonias son cómplices de la violación el derecho internacional, se benefician de la ocupación y del saqueo de las tierras y de los recursos palestinos.
Como argumenta hasta un editorial del Financial Times, “el hecho de emplear palestinos no les exonera de su implicación en el crimen de “colonización”. Como señalaba un escritor estadounidense, hacer gala de emplear esclavos de casa y alimentarlos mejor que a la mayoría de los demás esclavos no convierte a la esclavitud en legal o moral
No condenamos a nuestros trabajadores que se han visto obligados por décadas de ocupación israelí a trabajar para sus sepultureros, las ilegales colonias. Condenamos las colonias y a todos aquellos que les permiten seguir existiendo, desde el gobierno israelí a todas las empresas e instituciones que operan en ellas, las construyen, las protegen o les proporcionan productos y servicios. Ellos son los verdaderos enemigos del pueblo palestino y en particular de los trabajadores.
Quienes afirman que el BDS perjudica a los palestinos no están haciendo simplemente afirmaciones infundadas ni se trata solamente de que no entiendan lo costosa que siempre es la resistencia al principio, sino que de manera condescendiente les están diciendo a los palestinos que ellos entienden nuestros intereses mejor que nosotros. Rechazamos completamente esta actitud colonial. Nada perjudica al pueblo palestino y a la economía palestina tanto como la opresión colonial y racista de Israel. Incluso según estudios del Banco Mundial, la economía palestina, que es una economía cautiva, controlada por Israel, pierde millones de dólares al año a consecuencia de las políticas de la ocupación israelíes, en particular las restricciones a la libertad de movimientos, los cierres militares, el asedio de Gaza y la constante confiscación de tierra palestina y el robo de sus recursos acuíferos.
“BDS es antisemita”
Israel y la maquinaria de propaganda sionista acusan inmediatamente de antisemitismo a cualquier persona que apoye el BDS, como una forma de hostigar y de callar a cualquier disidente. Al principio esta táctica difamatoria se empleó contra los europeos que apoyaban el boicot y funcionó, teniendo en cuenta el sentimiento de culpabilidad respecto al Holocausto y el relativo éxito de Israel durante décadas en canalizar ese sentimiento de culpabilidad hacia una complicidad con el régimen de opresión de Israel contra los palestinos. Pero esta táctica de difamar con el calificativo de antisemita no funciona con los palestinos, las víctimas del sionismo y de su proyecto colonial de asentamiento que no desempeñaron ningún papel en el Holocausto y no se les debe hacer pagar por ello.
El BDS se opone a cualquier forma de racismo, incluido el antisemitismo.
Afirmar que boicotear a Israel es antisemita es una afirmación antisemita en sí misma ya que equipara a Israel con “los judíos” y pone a todos los judíos en un mismo saco monolítico y representado completamente por Israel. Cualquier persona que afirme que todos los judíos son uno y el mismo es antisemita. Obviamente, los sionistas suelen caer en ello.
“El objetivo del BDS es destruir Israel”
La reivindicación del movimiento de BDS de una igualdad total ante la ley y las políticas de todos los ciudadanos palestinos de Israel es especialmente perturbadora para Israel ya que cuestiona su propia definición como un Estado exclusivamente judío. Israel considera una “amenaza existencial” cualquier desafío a lo que incluso el Departamento de Estado ha criticado por ser un sistema de “discriminación institucional, legal y social” de sus ciudadanos palestinos, en parte debido a la imagen apartheid que evoca este desafío.
Es revelador que el Tribunal Supremo israelí rechazara de plano un reciente intento por parte de los liberales israelíes de que el Estado reconociera su identidad cívica nacional como “israelíes”, alegando que planteaba una grave amenaza para el principio fundacional de Israel: ser un Estado judío para el pueblo judío.
Israel sigue siendo el único país del mundo que no reconoce su propia nacionalidad ya que en teoría esto debería garantizar iguales derechos para todos sus ciudadanos, lo que minaría su identidad “etnocrática”. En este contexto es donde hay que entender la afirmación de que el BDS, un movimiento no violento anclado en los principios universales de los derechos humanos, tiene por objetivo “destruir” Israel.
¿Destruirían Israel la justicia y los principios iguales para todos? ¿Acaso la igualdad destruyó el sur de Estados Unidos o Sudáfrica? Sin lugar a dudas, destruyeron el orden racial discriminatorio que prevalecía en ambos lugares, pero no destruyeron a sus habitantes o el país. De la misma manera, el boicot, la desinversión y las sanciones amenazan únicamente al régimen injusto de Israel.
Por último, ¿boicot a Israel o boicot únicamente a la ocupación y sus colonias?
O. B.: Israel es quien está ocupando, haciendo una limpieza étnica, destruyendo, asesinado, imponiendo el apartheid y negando a los refugiados sus derechos reconocidos por la ONU. Por consiguiente, es Israel como régimen y como instituciones cómplices quien debe ser boicoteado y de donde hay que desinvertir.
El movimiento de BDS pide el aislamiento total de Israel en los ámbitos académico, cultural, económico y militar. Por lo tanto, defendemos claramente un boicot total a los productos e instituciones israelíes. Pero el BDS no es un dogma. El histórico llamamiento de BDS, hecho en 2005 por la mayoría de la sociedad palestina, consta de dos partes. La primera contempla los derechos de los palestinos sin los cuales el pueblo palestino no puede ejercer su derecho inalienable a la autodeterminación. Esos derechos son acabar con la ocupación, acabar con el apartheid y reconocer y hacer posible el derecho al retorno de los refugiados palestinos a sus hogares y tierras originarias. Esta parte es innegociable ya que representa nuestros derechos básicos según el derecho internacional.
La segunda parte contempla las tácticas y estrategias para lograr el objetivo global de ejercer nuestros derechos: el boicot, las desinversiones y finalmente imponer sanciones. Esta parte es matizable y tiene en cuenta cada contexto. Trabajamos con una rica diversidad de compañeros en todo el mundo, algunos de los cuales se centran completamente en una única empresa porque opera en los territorios palestinos ocupados, mientras que otros apoyan el boicot total a las instituciones israelíes, como han hecho más de seis asociaciones académicas estadounidenses. Ambas cosas nos parecen perfectas, lo mismo que todo lo que esté entre ambas. Dejamos a nuestros compañeros decidir cuál sería el objetivo más apropiado en su contexto y cuál sería la mejor manera de alcanzarlo. Mientras se respeten nuestros tres derechos básicos, damos la bienvenida a cualquier boicot, desinversión o sanción a Israel, a sus compañías y a las empresas e instituciones internacionales que están implicadas en su régimen de ocupación, colonialismo de asentamiento y apartheid.
Por lo que se refiere a los boicots selectivos únicamente contra los “productos de las colonias”, Israel ha hecho casi imposible boicotear de manera eficaz los productos de las colonias. Como saben la mayoría de los países, engaña sistemáticamente para ocultar que sus productos provienen de las colonias. No solo es bien sabido que Israel etiqueta sus productos de forma engañosa, sino que está bien documentado que ahora las empresas israelíes empaquetan muchos productos dentro de Israel y los venden al mundo como productos de Israel, no de las colonias. ¿Cómo descubrir el engaño? Es extremadamente caro y técnicamente muy complicado. Por lo tanto, en vez de boicotear los productos de las colonias, el movimiento de BDS anima a boicotear a las empresas que negocian con las colonias. Es mucho más eficaz y sencillo de llevar a cabo. Aunque únicamente el 10% o 20% de la materia prima de una compañía provenga de las colonias, es suficiente para boicotearla porque según el derecho internacional esta compañía es cómplice. La cadena de supermercados británica Co-op adoptó ese boicot de las empresas israelíes que están involucradas de alguna manera con las colonias. El Congreso de Sindicatos Británicos, que representa a 6.5 millones de trabajadores, también ha adoptado esta línea de medidas de BDS eficaces y aplicables.
Recientemente la Unión Europea ha adoptado una política similar respecto Israel y ha pedido que se prohíba toda carne, ave de corral o producto lácteo que contenga algún componente procedente de las colonias.
Las campañas de BDS en Occidente han sido más eficaces cuando su objetivo son compañías en vez de únicamente los productos. La gran campaña llevada a cabo por el movimiento en contra de la guerra estadounidense de boicot a la compañía israelí de cosméticos Ahava es uno de los mejores ejemplos de boicot eficaz contra compañías cómplices.
Aunque reconocemos el valor táctico de los boicots selectivos, en última instancia el movimiento de BDS pide boicotear todos los productos israelíes hasta que Israel cumpla totalmente con sus obligaciones según el derecho internacional. Estratégicamente no tiene sentido centrarse solo en las colonias israelíes ya que no se han creado a sí mismas. Las ha creado el Estado de Israel, que es quien las mantiene. Según el derecho internacional, Israel tiene toda la responsabilidad de su ocupación y de la ilegal empresa de las colonias. Así que es a Israel a quien hay que hacer que asuma sus responsabilidades. Esto incluye tanto a las instituciones y empresas israelíes que son cómplices de las violaciones del derecho internacional, como a las empresas e instituciones internacionales que también están implicadas en los crímenes de Israel.
Esta dualidad no se ve en ninguna otra situación: quienes piden boicotear a China por su ocupación del Tibet, por ejemplo, no piden boicotear los productos chinos en el Tibet ocupado. De forma similar, quienes piden desinvertir de Sudán debido a sus crímenes en Darfur nunca han pensado en limitar sus medidas únicamente a los intereses sudaneses en Darfur. Por consiguiente, ¿por qué este doble rasero cuando se trata de Israel?
Los boicots selectivos solo tienen sentido por razones técnicas, no por principio.
Fuente: Askapena, la Haine - España
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