Se hace evidente que están renaciendo unas nuevas condiciones de equidad e igualdad bajo las chaquetas de las mujeres guerrilleras de las YPJ (Fuerzas de Protección de la Mujer), a la vista de la resistencia ejercida por parte de éstas en Kobani, una pequeña ciudad-estado situada en la frontera artificial entre dos estados colonialistas. Las mujeres kurdas combatientes de Cezire, Al-Hasakah, Afrin, Alepo y Qamishlo, y en todas las demás áreas en el Oeste de Kurdistán, Rojava, lograron mantener sus propios derechos individuales en esa lucha despiadada y brutal, y al mismo tiempo, ha supuesto una explosión moral y social para las próximas décadas, no sólo en la cultura kurda, también para todo el Oriente Medio. Este nuevo fenómeno en el cambio de rol hacia la igualdad va a modificar el esquema de la masculinidad soportado en la ética religiosa y en los valores y normas morales imperantes en la cultura. La mujer kurda está dispuesta a dejar de ser invisible. El rol de la mujer en la sociedad kurda por mucho tiempo se resumía en ser ama de casa, realizar labores domésticas y el cuidado de los niños, además del trabajo en el campo, también se le reservaba puestos como oficinistas. El papel de la mujer está delimitado por una cadena de fronteras sociales y religiosas que prohibe incluso el derecho más íntimo como las ganas de reir y de hablar en voz alta, obligándolas a mantenerse socialmente ocultas y a tener una personalidad introvertida como si de una virtud femenina se tratara. Hoy en día, las mujeres combatientes están tratando valientemente de cambiar esta cultura y se niegan a ser unas meras beatas calladas, se niegan a ser un juguete sexual de los hombres, preparadas para cumplir bien sus deberes en la cama en las largas e interminables noches. Las combatientes kurdas le dieron otro sentido a la vida. Luchan por cambiar el sistema moral de la sociedad y tratan de formar uno nuevo con nuevos significados.
Hoy el movimiento feminisma, o mejor dicho, las guerrilleras feministas no sólo han dado a conocer su punto de vista sino que han modificado la mentalidad masculina y su percepción sobre las capacidades de las mujeres y sus derechos. Hace sólo unos meses los hombres kurdos, en su mayoría, se oponían al gesto del saludo mediante el apretón de manos entre sus mujeres y extraños, ya que la reputación de la mujer reflejaba su propia reputación y dichos gestos no podían darse públicamente. Hoy en día, no sólo el apretón de manos se ha convertido en un gesto normal, también han aceptado que las mujeres puedan ser guerrilleras y combatientes. La mentalidad del hombre ha cambiado en tanto que reconocen a las mujeres como sujetos capaces de defender los privilegios de su nación. La identidad y la reputación moral no estará más relacionada con la virginidad de la mujer, y este concepto se ha desarrollado rápidamente, más rápido de lo que creiamos. Se trata de que lo que hoy consideran los militantes como un honor y reputación es la capacidad de defender a la población civil ante cualquier ofensiva o agresión. Esto es lo que YPJ cambió realizando una revolución social hacia la igualdad y equidad de género. La nueva ola del feminismo pronto se convirtió en un renacer de la noción de “feminidad” originado en un pequeño pueblo kurdo, Kobane, donde la injusticia y la tiranía de los extremistas islámicos trató de llegar a todos los aspectos de la vida de sus pobladores en virtud de unos valores crueles y sin sentido.
Es evidente que la nueva generación de feministas no necesita quemar el maquillaje con el fin de ser reconocidas, como así lo hicieron movimientos de mujeres en el siglo pasado. De la misma manera esta generación no tiene que protestar con el fin de obtener el derecho a voto. Las acciones, el pesamiento lógico, la cooperación, la determinación, la capacidad de resistencia, el pensamiento estratégico, la planificación militar, y mucha dosis de paciencia han concedido a la mujer kurda el derecho a ser sujeto activo y a conquistar la igualdad de género. Todas estas tendencias han estado jugando un papel muy importante en la modificación de las bases sobre la identidad de género en la mentalidad kurda de los mulláh, de los hombres ordinarios o incluso de mis abuelos.
Hoy, la guerrilla y sus mujeres combatientes son una nueva fórmula en el mundo del feminismo. Es responsabilidad de las mujeres, especialmente de las mujeres kurdas, globalizar sus logros para que sea una llama que genere la liberación de todas las mujeres del mundo, especialmente aquellas que todavía tienen que comer detrás de sus velos.
La vida es demasiado corta para lamentarse
Vian M. Faraj
Hoy, la guerrilla y sus mujeres combatientes son una nueva fórmula en el mundo del feminismo. Es responsabilidad de las mujeres, especialmente de las mujeres kurdas, globalizar sus logros para que sea una llama que genere la liberación de todas las mujeres del mundo, especialmente aquellas que todavía tienen que comer detrás de sus velos.
La vida es demasiado corta para lamentarse
Vian M. Faraj
Estudiante de Doctorado Facultad Ciencias Políticas UC3 Madrid
Traducido y editado por Newrozeke
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