Las noticias parceladas que llegan desde Oriente Medio dan cuenta de una cruenta realidad: el abono de la tierra vertido de hollín pretende no dejar a la primavera florecer. Caen bombas sobre Sinjar y Kandil (Irak); caen bombas sobre Afrin y Kobane (Siria); caen bombas sobre Nusaybin (Turquía). Todo Kurdistán se observa, a primera vista, regada por la sangre de jóvenes mártires guerrilleras. Se sabe el olor a muerte, se observa la sangre apelmazada. Los sentidos están trastocados, tan trastocados como el sentido de humanidad de la raza humana.
Un epitafio turco afirma que las bombas empleadas por los gobiernos árabe-turcos contra el pueblo kurdo merecen ser justificadas en razón de la multipolaridad global. Habría que decirles eso a las madres de las niñas y los niños que yacen sobre el suelo. Unas bombas desprovistas de toda legalidad internacional y puestas a la venta en los medios de comunicación con motivo de sustentar la avanzada imperialista norteamericana. La madre de todas las bombas… atestiguan descaradamente los medios de comunicación. Preguntémonos: ¿cuán benevolentes han sido sus hijas?.
Eduardo Galeano decía: “uno se muere muchas veces, y renace otras tantas”. Cuando renazcan los muertos por las guerras, cuando renazcan los mártires caídos por el terrorismo estatal internacional, temblará la tierra desde el corazón ardiente de su núcleo. Y las kurdas, y los kurdos no temen morir; más bien quienes vivos permanecemos deberíamos temer su renacer.
El subcomandante insurgente Marcos, entre sus deslumbrantes palabras, nos cuenta que “cuando a un tigre lo acorralas, no se rinde, pelea. Y eso es lo que están haciendo, tratando de acorralar a un tigre”. Nuestro pueblo, el pueblo kurdo, es un tigre acorralado entre cuatro estados (Irak, Irán, Siria y Turquía); es un tigre acorralado por el poder imperialista internacional (Europa Occidental, Estados Unidos y Rusia); es un tigre acorralado entre tres etnias dominantes (árabes, persas y turcos) colocadas allí para aplastar la multietnicidad regional.
La historia kurda es parte de la historia de la humanidad, peleamos y amanecemos desde hace más de siete mil años. Acorralados, sistemáticamente asesinados, masacrados por las huestes civilizatorias, hemos resistido desde nuestro salvajismo barbárico, antimoderno, antipatriarcal, anticapitalista. Y venceremos, no porque sea un presagio contenido en un libro socialista de algún teórico moderno, sino porque somos tigres a los cuales deberán matar para vencer, y somos muchos y muchas. Millones. Al genocidio cultural kurdo nosotros le oponemos la liberación de toda la humanidad.
FUENTE: Alejandro Azadî
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