El Gobierno de Poroshenko está intensificando el reclutamiento forzoso, así que Iván, de 21 años, y su hermano Vasily, de 18 (ambos nombres son pseudónimos), han huido a Transnistria. “Nos llevaron a Donetsk para enviarnos a la batalla y nos dieron vodka para que tuviéramos coraje”, dicen, “y la prensa sólo dice mentiras: el ejército ruso no está en Donbass. Hay voluntarios de los países de la antigua Unión Soviética, pero no tropas regulares”.
Vauro Senesi, 3 de marzo de 2015
¿Puedo usar sus verdaderos nombres?
“Preferimos permanecer en el anonimato porque tenemos miedo de ser rastreados. Nos están buscando. Nos arriesgamos a acabar frente a un tribunal militar por haber desertado del ejército”.
Les llamaremos a estos dos hermanos ucranianos Ivan y Vasily. Iván tiene 20 años; Vasily, 18. Como les ha ocurrido a muchos jóvenes en Ucrania, la guerra ha cambiado su destino. No hay datos fiables sobre la tasa de deserciones en el ejército, pero se sabe que es muy alta, tanto que el Gobierno de Poroshenko está intensificado el “reclutamiento forzado”, especialmente en las zonas rurales, donde las familias de bajos ingresos no pueden permitirse sobornar a funcionarios corruptos para evitar que sus hijos sean enviados al frente. Así que a Ivan y Vasily no les ha quedado más remedio que escapar arriesgando su vida.
¿Por qué han desertado?
Porque – responde Ivan – no queremos participar en la guerra. Somos agricultores, nuestros antepasados eran agricultores, nos gusta esta vida sencilla y respetamos a todos los que trabajan, a los que sudan para ganarse la vida. No entendemos nada de política y no queremos matar ni morir por los intereses de otros.
¿Pueden contarnos cómo fueron reclutados?
Fuimos enrolados para la instrucción, eso nos dijeron. No queríamos ir allí, pero los policías llegaron a casa y dijeron que teníamos que presentarnos en la oficina de reclutamiento para el curso de adiestramiento; de lo contrario, iríamos a la cárcel.
¿Cómo hicieron para escapar?
Durante una semana –dice Vasily-, nos tuvieron en una base militar cercana a una gran ciudad. Éramos un centenar de chicos. Nos dieron uniformes militares usados. Mi chaqueta tenía un agujero de bala donde se todavía se veía un poco de sangre. Cuando le pregunté al sargento de quién era, me dijo que la chaqueta era de la época soviética, de la guerra de Afganistán. Pero yo no le he creído. Sabía que hay una guerra en Donbass.
Nos llevaron al campo de tiro y disparamos una carga de Kalashnikov. Disparaba lejos del blanco a propósito, porque no quería que me cogieran como francotirador. Mi hermano hizo lo mismo, como otros muchos. Los comandantes estaban nerviosos y enfadados. Habíamos pasado unos días en el cuartel, sin poder salir. Una noche llegaron coches y camiones militares. Nos dijeron que nos enviaban cerca de Odessa para otros ejercicios. Llegamos pronto por la mañana. Nos dieron fusiles y cuatro cargadores a cada uno y luego los sargentos nos mostraron la dirección hacia la que marchar. Después de unos minutos andando, escuchamos el sonido de la batalla. No estábamos en Odessa, sino en el aeropuerto de Donetsk.
Nos ordenaron llegar hasta un punto concreto para rescatar a los heridos y llenaron de vodka las botellas de agua para que tuviéramos coraje. Después de andar unos pocos cientos de metros, algunos chicos arrojaron las armas y huyeron hacia el bosque. Cuando un oficial se dio cuenta, disparó a los que huían sin dar a nadie. Nos dijo que mataría a cualquiera que se atreviera a dar un paso atrás. Cuando nos acercamos a menos de cien metros del aeropuerto, empezaron a disparar contra nosotros desde varias direcciones. Mi hermano y yo nos echamos al suelo y nos arrastramos detrás de una pequeña estructura de hormigón. Ahí pasamos casi media hora. No vimos nada, solo escuchamos continuos disparos. Entonces mi hermano tiró el arma y comenzó a retroceder: nos arrastramos por el barro, no sé cuántos metros. Cuando nos dimos cuenta de que ya estábamos lejos, empezamos a correr. Después de unas pocas horas nos encontramos con gente local, agricultores como nosotros. Nos escondieron en una casa, nos dieron ropas de civil y nos explicaron lo que teníamos que hacer para no toparnos con las patrullas del ejército ucraniano. No teníamos documentación y sabíamos que estábamos fuera de la ley, así que nos fuimos por la noche. Decidimos huir a Transnistria, donde nuestra familia tiene conocidos.
¿Temen que su familia sufra represalias?
Gracias a nuestros amigos de Transnistria –dice Ivan-, contactamos con nuestros padres. Dicen que la policía les llevó una orden de detención: nos buscan por traición. Se los han llevado dos veces a las oficinas locales de los servicios secretos para interrogarles. Golpearon a mi madre porque respondió mal a un agente.
¿Es cierto que hay un precio para evitar ir al frente?
Nos pidieron mil euros por persona para evitar el servicio militar.
¿Son muchos los que no quieren ir a luchar a Donbass?
El problema –explica Ivan- es que no sabíamos nada de la guerra. Los medios de comunicación cuentan mentiras, manipulan a la gente para que apoye la violencia del Gobierno. Nos dicen que hay invasores rusos, que los militares de la Federación Rusa han ocupado Ucrania. No nos hemos encontrado con ningún militar ruso y la gente de Donetsk que nos ayudó a escapar nos dijo que el ejército ruso no está en Donbass. Son voluntarios de muchos países de la antigua Unión Soviética: personas individuales, pero no unidades del ejército ruso.
¿Qué opinan de los llamados separatistas?
Ellos defienden sus hogares –dice Vasily- y la ciudad de los ataques del ejército ucraniano. Si hubiéramos nacido en Donbass, nosotros también habríamos sido separatistas.
¿Qué opinan de la revuelta de Maidan?
Al principio estábamos entusiasmados. Parecía que se trataba de una revuelta popular contra el sistema de los políticos corruptos. Pero en seguida nos dimos cuenta de que no había cambiado nada. Han llegado al poder los corruptos que antes eran de segunda línea, expulsaron a los corruptos de primera línea y empezaron a robar al país más que antes. Han provocado la guerra, manipulando a la gente con la propaganda del odio contra los rusos, a los que yo considero más que hermanos.
¿Les gustaría que hubiera una intervención de Estados Unidos?
No – responde Ivan – no queremos a los americanos en Ucrania.
¿Qué piensan del gobierno Poroshenko?
Creo que es una marioneta de los americanos.
¿Creen que algún día volverán a Ucrania?
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