Francia decidió en mayo de 2012 romper sus relaciones diplomáticas con el régimen sirio, en una acción conjunta con Gran Bretaña, Alemania, Italia y España. Estos países europeos justificaron su decisión por la represión que Bashar Asad, según afirmaron, ejercía sobre su propio pueblo. París decidió, entonces, apoyar a una coalición opositora, a la que consideró la única representante del pueblo sirio.
El presidente Hollande, que había tomado posesión de su cargo en mayo de 2012, se mostró enseguida favorable de actuar militarmente contra el régimen en plaza, con más ahínco, incluso que el presidente norteamericano Barack Obama.
La diplomacia rusa, entre otros factores, impidió los bombardeos aliados contra el régimen de Asad. Desde entonces, París se ha opuesto sistemáticamente a considerar una negociación política en Siria en la que participe el actual Jefe del Estado de ese país.
Por eso, el camino de Damasco emprendido por cuatro parlamentarios franceses, un socialista, dos representantes del centro-derecha de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), y otro centrista de la Unión Democrática Independiente (UDI), ha supuesto un escándalo político para algunos sectores, pero una necesidad imperiosa para otros. Una hora y media pasaron los representantes franceses con Bashar Asad. La imagen distribuida en Francia y en todo el mundo por Damasco, servía para romper simbólicamente el cerco diplomático europeo al presidente sirio.
Para Francia, como para sus aliados europeos y trasatlánticos, la situación desde 2012 a ahora ha cambiado radicalmente en la zona. El éxito militar del autodenominado Estado Islámico (EI), en Irak y Siria obliga a replantearse la estrategia política y militar en la región. En Siria, las tropas del ejército de Asad hacen frente a los insurgentes del EI, los mismos enemigos de París, Washington y otras capitales europeas.
El presidente francés adoptó una decisión que para muchos críticos internos, es una muestra de incoherencia: colabora en el bombardeo de posiciones del Estado Islámico en Irak, pero sus aviones no sobrepasan el espacio aéreo sirio para perseguir a los yihadistas del mismo grupo que guerrean contra Bashar Asad. A Hollande le gustaría que fuera la oposición no islamista la que derrocara al Presidente sirio. Pero esto es una quimera y está fuera de toda posibilidad real.
"El único capaz de salvar a los cristianos de Oriente"
Por ello, porque una eventual solución política pasaría inevitablemente por Bashar Asad, es la razón por la que los parlamentarios franceses viajaron a Damasco. Acosados por los voceros oficiales, desplegaron sus justificaciones: "lo propio de la diplomacia es hablar con la gente que no te gusta"; "la diplomacia no es solamente un juicio moral entre el bien y el mal"; además, "Bashar es el único capaz de salvar a los cristianos de Oriente".
Insultados y menospreciados, "la banda de los cuatro" ha recibido, en cambio, el apoyo de importantes figuras de la derecha, como el ex primer ministro François Fillon. París vuelve a vivir uno de sus habituales psicodramas políticos. Asad vuelve a la actualidad como interlocutor respetable. Algunos políticos juegan a la indignación. Pero los servicios de inteligencia franceses estarían encantados de reanudar plenas relaciones con sus colegas sirios. Plenas, porque quizá nunca se han roto completamente. Los servicios secretos sirios son demasiado valiosos en la región como para darles la espalda. Y más aún desde que el Estado Islámico golpea también en suelo europeo.
La diplomacia rusa, entre otros factores, impidió los bombardeos aliados contra el régimen de Asad. Desde entonces, París se ha opuesto sistemáticamente a considerar una negociación política en Siria en la que participe el actual Jefe del Estado de ese país.
Por eso, el camino de Damasco emprendido por cuatro parlamentarios franceses, un socialista, dos representantes del centro-derecha de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), y otro centrista de la Unión Democrática Independiente (UDI), ha supuesto un escándalo político para algunos sectores, pero una necesidad imperiosa para otros. Una hora y media pasaron los representantes franceses con Bashar Asad. La imagen distribuida en Francia y en todo el mundo por Damasco, servía para romper simbólicamente el cerco diplomático europeo al presidente sirio.
Para Francia, como para sus aliados europeos y trasatlánticos, la situación desde 2012 a ahora ha cambiado radicalmente en la zona. El éxito militar del autodenominado Estado Islámico (EI), en Irak y Siria obliga a replantearse la estrategia política y militar en la región. En Siria, las tropas del ejército de Asad hacen frente a los insurgentes del EI, los mismos enemigos de París, Washington y otras capitales europeas.
El presidente francés adoptó una decisión que para muchos críticos internos, es una muestra de incoherencia: colabora en el bombardeo de posiciones del Estado Islámico en Irak, pero sus aviones no sobrepasan el espacio aéreo sirio para perseguir a los yihadistas del mismo grupo que guerrean contra Bashar Asad. A Hollande le gustaría que fuera la oposición no islamista la que derrocara al Presidente sirio. Pero esto es una quimera y está fuera de toda posibilidad real.
"El único capaz de salvar a los cristianos de Oriente"
Por ello, porque una eventual solución política pasaría inevitablemente por Bashar Asad, es la razón por la que los parlamentarios franceses viajaron a Damasco. Acosados por los voceros oficiales, desplegaron sus justificaciones: "lo propio de la diplomacia es hablar con la gente que no te gusta"; "la diplomacia no es solamente un juicio moral entre el bien y el mal"; además, "Bashar es el único capaz de salvar a los cristianos de Oriente".
Insultados y menospreciados, "la banda de los cuatro" ha recibido, en cambio, el apoyo de importantes figuras de la derecha, como el ex primer ministro François Fillon. París vuelve a vivir uno de sus habituales psicodramas políticos. Asad vuelve a la actualidad como interlocutor respetable. Algunos políticos juegan a la indignación. Pero los servicios de inteligencia franceses estarían encantados de reanudar plenas relaciones con sus colegas sirios. Plenas, porque quizá nunca se han roto completamente. Los servicios secretos sirios son demasiado valiosos en la región como para darles la espalda. Y más aún desde que el Estado Islámico golpea también en suelo europeo.
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