miércoles, 3 de diciembre de 2014

Kurdistán iraquí, quinta columna occidental en Medio Oriente

Andre Vltchek
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Este informe está dedicado a Serena Shim. Porque los dos estuvimos cubriendo una historia casi idéntica. Porque ella está muerta y yo sigo vivo. Porque era valerosa. Porque incluso cuando la amenazaban, y estaba atemorizada, no detuvo su fervorosa búsqueda de la verdad y porque mientras gente como ella viva, trabaje, luche y muera por nuestra humanidad no se ha perdido todo. ¡Todavía!

El tiempo es sombrío; llovizna y densa niebla cubre todo el campo. Después de salir de Erbil, capital de la Región Autónoma Kurda de Iraq, aparecen grandes y pequeños puntos de control militares y policiales; como fantasmas, a ambos lados y en medio de una vieja, dilapidada, autopista que fue construida durante los años de Sadam Hussein.

Inmensas banderas kurdas ondean sobre los puntos de control. Pequeñas están fijadas sobre los parachoques de los coches.

“No podemos desacelerar, a menos que los guardias ordenen que nos detengamos”, explica mi conductor, mientras pasamos cerca de montañas de sacos de arena y los agresivos cañones de las ametralladoras. “Tienen órdenes de disparar sin previo aviso”.

No nos detenemos, pero fotografío cada vez que puedo, incluso a través del parabrisas.

Conducimos por la carretera que lleva directamente a Mosul, la ciudad tomada por el grupo Estado Islámico [ISIS, EI) o como es conocido aquí, en árabe, Da’ish, en junio de 2014.

Mi conductor está asustado. Toda la región está tensa y esta vez incluso la ciudad de Erbil (también conocida como Arbil) no ha sido escatimada. El 19 de noviembre, un coche bomba estalló frente a la oficina del gobernador, matando a 6 personas e hiriendo a docenas. Casi de inmediato, EI asumió la responsabilidad, declarando que su objetivo es propagar la inseguridad en el enclave kurdo del norte de Iraq, que es pro occidental.

Nuestro coche vuela literalmente sobre baches y pozas, al lado derecho de la carretera hay inmensas instalaciones de perforación de petróleo y refinerías apenas visibles, pertenecientes a KAR, la compañía petrolera kurda. Las llamas de las refinerías arden confiadamente, y hay innumerables camiones cisterna con placas turcas, estacionados o conduciendo a lo largo de carreteras principales y secundarias.


Pronto pasamos Kalak Town, también conocida como Khabat. Solía ser un importante punto de control; es donde refugiados de Mosul huían hacia la región kurda, por miles cada día, después de la ofensiva sorpresa de EI. Solía haber puestos de varias agencias de las Naciones Unidas, así como personal de todo tipo de ONG, espías de innumerables países, y fuerzas armadas con diferentes uniformes.

Ahora – solo está la carretera y algunos puestos de frutas. La carretera ha sido destruida, rota, tal como casi todo el país de Iraq ha sido desbaratado, ensangrentado, y descorazonado.

Poco después, hay un inmenso punto de control, que termina con un muro hecho de bloques de hormigón. Ahora es el fin de la autopista. A la redonda hay antenas y torres de vigilancia, todoterrenos y vehículos militares.

“No podemos ir más lejos”, dice mi conductor. “El EI está a solo algunos kilómetros. Nadie puede ir más lejos.”

Pero tengo todo organizado. Unos pocos minutos de conversación, unas pocas tazas de té caliente, y sigo más allá del puesto, en un Toyota Land Cruiser conducido personalmente por un comandante de batallón kurdo de la policía militarizada Zeravani (parte de las fuerzas armadas peshmerga), el coronel Shaukat.

Conducimos hacia el masivo muro de hormigón, y al llegar muy cerca, me doy cuenta de que hay un pequeño túnel suficientemente ancho para vehículos militares. Pasamos a través, y el campo se abre ante nosotros, se convierte en abierto y ancho, y aceleramos hacia la ciudad de Mosul.

La carretera está totalmente vacía y es espectral. Hay unas pocas ametralladoras distribuidas holgadamente alrededor de la cabina del todoterrenos. Hay una bajo mis pies; en realidad tengo que apoyar mi pie sobre ella. Mecánicamente, me aseguro de que esté bloqueada.

A unos kilómetros del puesto, hay un inmenso muro de arena, y luego, un poco más lejos, uno más. Los muros cortan a través de 4 pistas de la autopista, dejando solo un estrecho pasadizo.

“Solían ser las líneas fronterizas entre nosotros y EI”, explica el coronel. “Puede ver cómo estamos empujándolas más lejos y más atrás, hacia Mosul.”

Hay recuerdos de la guerra a lo largo de la autopista:

“Este coche explotó; destruido por un atacante suicida”, sigue diciendo el coronel. “EI también destruyó el camión cisterna que está por allá, mientras los forzábamos hacia Mosul y los montes”.

Y repentinamente, la carretera termina. Hay un río y un puente totalmente destruido.

“¡El río Khazer!” el coronel se emociona. “Ellos –EI– estaban por doquier en esta área. Hicieron volar el puente… Destruyeron mi punto de control, – ¿lo ve allá lejos?”

Todo se ve triste por aquí, totalmente arruinado. Pero hay un nuevo puente militar, de metal, de solo una pista. Unos pocos combatientes se nos acercan.

“Forzamos a retroceder al EI”, me dicen nuevamente.

“¿A qué distancia estamos de Mosul?” pregunto.

“7 kilómetros”, dicen. “Máximo 10”.

No lo creo. Tengo un sistema de navegación en mi teléfono, y parece que estamos a por lo menos 15 kilómetros de la ciudad arruinada.

“¿Y dónde está ahora la posición más cercana de EI?

Los militares kurdos me llevan al puente militar provisorio, y agitan sus manos hacia los montes, sudsudoeste de nuestra posición.

“Están allí, sobre esos montes. Y nos siguen disparando, día y noche.”

“¿Morteros?” pregunto.

“Esos no. Los morteros no llegan tan lejos. Están disparando obuses de artillería – calibre 155. Los reciben de Irán.”

“¿Estáis seguros de que vienen de Irán?” pregunto.

“Nos lo dicen…” No pregunto quién lo hace.

Cerca del puente está la aldea Sharkan, totalmente vacía, y despoblada.

El coronel vuelve a hablarme: “Lo conduciré a través de las aldeas”, dice. “Tomaremos un desvío. Los estadounidenses bombardearon a EI destruyendo todo, aquí, el 9 de septiembre. Entonces nosotros atacamos, y recapturamos este territorio. Perdimos algunos hombres… Perdimos al capitán Rashid… Perdimos a un soldado al que conocía – su nombre era Ahmad. EI también mató a numerosos soldados peshmerga. Varios soldados murieron porque todo por aquí estaba minado.”

Conducimos directamente a esas ruinas: aldea Sharkan, luego Hassan Shami.

“Esta es la aldea del ex Ministro de Defensa, me dice el coronal. “Esta solía ser su casa”.

Casi todo ha sido arrasado, pero la mezquita sigue en pié. Las bombas cayeron en innumerables casas y hay escombros por todas partes.

“¿Cuántos civiles murieron?” pregunto por instinto.

“Ni uno”, me dicen. “¡Lo juro! Suministramos gran inteligencia, de modo que las fuerzas de EE.UU. sabían qué bombardear.”

Me extraño… Casa tras casa: todo está destruido.
Soldados del ejército kurdo salen continuamente de la niebla, mientras conducimos por esa tierra desolada. Aquí hay muchos uniformes diferentes, pero todos saludan al coronel. Algunos incluso vienen y lo besan.

Nadie vive en las aldeas, ya no. Las aldeas fueron ‘liberadas’, pero destruidas. La gente fue muerta, o escapó. O tal vez alguna otra cosa ocurrió a los sobrevivientes: no pregunto porque sé que no me lo dirían.

“¿Tienen planes de liberar Mosul?” pregunto.

“No vamos a tomar Mosul”, dice el coronel en uno de los puntos de detención y después de algunas reuniones con militares. Otros asienten. “No tenemos nada que hacer con esa ciudad… Solo queremos recapturar lo que es nuestro.”

Mientras conducimos de vuelta a la base Khazer, me dicen que el contingente de EI, combatiendo por aquí, es verdaderamente ‘internacional’. Recientemente las fuerzas kurdas mataron a 3 combatientes chechenos, 4 afganos, 2 alemanes y 2 o 3 libaneses.

Repentinamente me doy cuenta de que el coronel habla perfecto inglés, algo muy poco usual en esta parte del mundo. Y se identifica con un solo nombre.

“Coronel Shaukat”, pregunto, “¿Dónde aprendió a hablar tan bien inglés?”

Me da una amplia y radiante sonrisa: “En EE.UU. y en Reino Unido. Pasé 2 años en Reino Unido y 14 años en EE.UU., donde fui entrenado. También fui entrenado en Austria…”

“¿Dónde exactamente fue entrenado en EE.UU.?”

“En Carolina del Norte”, responde.

En la base, nos sentamos en algunas alfombras, con cerca de diez oficiales kurdos. De nuevo, bebemos té. Distribuyo mis tarjetas de visita, pero el coronel solo me da su número de teléfono: “No hay tiempo para Internet, pero vuelva ¡cuando quiera! Aquí nos gustan los verdaderos corresponsales de guerra.”

Entrevisto a dos doctores en Mosul, mediante un llamado de larga distancia, mientras vamos en camino a Erbil; los teléfonos celulares siguen funcionando.

“EI ya no mata”, me dicen. “Los que tenían que morir ya están muertos. Ahora uno fuma y le cortan su dedo. Se trabaja durante la hora de la plegaria, y lo castigan. Han matado a musulmanes chiíes, kurdos, y cristianos… Tenían su lista de la gente que debían asesinar… Ahora Mosul grita de dolor: no tenemos medicinas, leche de fórmula, pañales para niños, alimentos…”

***
En la noche tomo una taza de té con un viejo científico, un físico nuclear, llamado Ishmael Khalil, originalmente de la Universidad de Tikrit, ahora refugiado. Estamos en el antiguo salón de té en el centro de Erbil. Habla:

“Todo lo que tenía fue destruido… Los estadounidenses son el principal motivo para esta locura – por la destrucción total de Iraq. No lo digo solo yo, pregunte a cualquier niño. Y oirá lo mismo… Todos solíamos pertenecer a una gran y orgullosa nación. Ahora todo está fragmentado, y arruinado. No tenemos nada – todos nos hemos convertido en mendigos y refugiados en nuestro propio país.”

Machko Chai Khana es una verdadera institución: un viejo, tradicional, salón de té incrustado en los muros de la antigua Ciudadela de Erbil. Es donde se reúnen muchos pensadores y escritores locales, donde sorben té y juegan a los naipes.

Ahora, intelectuales locales se codean con refugiados provenientes de todo Iraq, y de tan lejos como Siria.

“Solía enseñar y crear, solía contribuir a la construcción de mi país. Entonces Iraq fue invadido y destruido. No puedo hacer nada, ahora… No tengo nada… Ahora solo duermo y como. Y es exactamente lo que quiere Occidente – ¡quieren destruir nuestras mentes!”

Mientras, el profesor Khalil revisa su Smartphone, mostrándome fotos de su universidad, de su oficina y de sus ex estudiantes.

“Escapé hace cinco meses, después mi universidad fue devastada por EI. Y todos sabemos quién los respalda: los aliados de Occidente: Arabia Saudí, Qatar y otros… A menudo sueño con mi país, como solía ser, bajo Sadam Hussein. La infraestructura era excelente y la gente era rica. Había mucha electricidad, agua… Había educación y cultura para todos…”

***
Ahora la Región Autónoma Kurda de Iraq (con Erbil como su capital) trata de presentarse como relativamente estable y crecientemente próspera, ‘no como el resto de Iraq’. Tiene parte de las mayores reservas de petróleo del mundo, y por ello atrae inmensas inversiones de Occidente. Mientras el resto de Iraq está bañado en sangre, descomponiéndose económica y socialmente, ‘no se permite’ que esta parte del país ‘colapse’, debido a la importancia estratégica que tiene para EE.UU. y Europa.

Hay extranjeros por doquier. Me detienen en un punto de control, durante una hora, antes de la ciudad de Kirkuk, supuestamente para un interrogatorio de rutina y ‘por mi propia seguridad’; veo un convoy de varios Toyota Land Cruiser blancos del gobierno, que aceleran hacia Erbil, con un hombre occidental con gafas para el sol, sentado detrás de una enorme ametralladora montada en la parte trasera del primer vehículo.

En un hotel de lujo, el Rotana, comparto un ascensor con un tipo británico que camina descalzo, un mayordomo lleva sus botas inmundas.

“¡Arruine mis botas en el desierto! confiesa El Occidental, sonriendo a su sirviente. “Enseño a disparar a la gente, ¿sabe? ¿Le gusta disparar?”

“¡Oh sí, señor!” responde el hombre que lleva las botas sucias. Probablemente es de Siria, un refugiado. Se muestra muy ansioso de complacer. “¡Me gusta tanto disparar, señor!”

Extranjeros controlan la producción de petróleo, se ‘ocupan de los temas militares’, dirigen los hoteles, e incluso trabajan aquí como masajistas, meseros y trabajadores domésticos. Occidentales están a cargo de negocios, y hay turcos, libaneses, egipcios, sirios, indonesios, y gente del subcontinente, haciendo todo tipo de trabajos de administración, calificados, así como de ínfima importancia.

Turquía está invirtiendo considerablemente, y ha estado construyendo de todo aquí, de torres para oficinas con brillantes cristales y acero, al nuevo aeropuerto internacional totalmente nuevo en las afueras de Erbil. Es el socio comercial más importante de Kurdistán Iraquí, seguido por Israel y EE.UU.

Turquía, incondicional aliado de Occidente y de Israel, también está profundamente involucrado ‘políticamente’. Algunos de mis amigos académicos en Estambul realmente afirman que dirige casi todo Kurdistán Iraquí.

A pesar de toda esa propaganda positiva y exagerada que es difundida sobre Kurdistán Iraquí por los medios de masa occidental, el lugar se siente caótico, incluso deprimente. Como cualquier país o región del mundo que se encuentra bajo el control total de intereses empresariales y geopolíticos occidentales, Kurdistán Iraquí se orienta sobre todo hacia la explotación de recursos naturales y el abandono de su propio pueblo. Mientras crecen las desigualdades en los ingresos, se hace muy poco por mejorar los niveles de vida de la mayoría empobrecida, ineducada y profundamente frustrada.

Como explicó un importante gerente (proviene de un país árabe, y no se atreve a revelar su identidad oficialmente) de uno de los hoteles de lujo de Erbil:

“Éramos jóvenes y dispuestos a cualquier aventura; queríamos vivir el mundo. Y nos dijeron: ‘¡aprovechad la oportunidad y venid a Erbil! ¡Pronto se convertirá en otro Dubai! Pero mírelo ahora, después de todos estos años: la gente es muy pobre, y no existe infraestructura alguna. Básicamente no hay alcantarillado y la electricidad colapsa constantemente: tenemos apagones durante largas horas cada día; y todos los hoteles tienen que usar sus propios generadores. ¿Se puede imaginar, un país con tanto petróleo, pero con constantes apagones? Quieren ser independientes de Iraq, pero han terminado en el abrazo letal de los extranjeros: occidentales, turcos e israelíes dirigen su país. Es perfecto para los ricos, para las elites. Solo los ricos y los corruptos se benefician de la manera como está estructurado este país. Aquí no hay ni una fábrica sólida… Siempre me pregunto qué van a comer cuando se les acabe el petróleo.”

Conduzco a la refinería Erbil, que pertenece a KAR (un conglomerado petrolero local), ubicada en el distrito Khabat, en la ciudad Kawrkosek (también conocida como Kawergosk), a solo 40 km al oeste de la ciudad Erbil. El ejército, la policía y los paramilitares están por doquier, protegiendo las instalaciones. Hay camiones cisterna turcos estacionados a todo lo largo de la carretera. Pero al conducir solo unos minutos más, subiendo un cerro, la miseria me grita estruendosamente a la cara.

Hablo con el señor Harki, cuya casa está frente a la refinería. Está indignado, como la mayoría de los ciudadanos comunes:

“Todo esto es para los ricos… Todo esto es para las corporaciones y nada para la gente. Esta compañía petrolera se ha apoderado de nuestra tierra. Dijo que recibiríamos compensación: dinero, combustible, puestos de trabajo… ¡Pero hasta ahora no hemos recibido nada! Estoy muy enojado. Ahora mi familia está enferma: tenemos problemas respiratorios, el aire es simplemente terrible.”

Unos pocos kilómetros más allá, lejos de la carretera, toda el área está contaminada con basura e inmundos cementerios de coches. Todo tipo de cercas, incluso algunas de alto voltaje, dividen la tierra, tal como sucede en el resto de ‘Kurdistán Iraquí’.

En la ciudad de Kawergosk, veo a varias mujeres musulmanas recogiendo algunas raíces, al lado de la carretera, obviamente para llenar los estómagos de sus familias.

No lejos de ellas, diviso una escuela pública primaria. Está dilapidada, y es extremadamente simple.

Esta comunidad musulmana es obviamente desatendida, a pesar de los pozos de petróleo y refinerías cercanas. No es sorprendente: el régimen pro occidental en Erbil es abiertamente antiárabe y pro occidental. El presidente Barzani habla repetidamente sobre el carácter eurasiático de su enclave, rebatiendo que tenga nada que ver con un indeseable carácter árabe propio de Medio Oriente.

Una directora de escuela, erecta, hermosa y orgullosa, lleva un pañuelo. Entro rápidamente a su oficina, y luego voy más despacio y me disculpo. Le hago solo una pregunta: ‘¿Llegan aquí, a su escuela, al sector educacional, algunos de los ingresos de todas esos campos petrolíferos y refinerías?’

Su respuesta es breve y precisa, como mi pregunta: “¡No, nada! ¡Nuestra gente y nuestros escuelas no reciben absolutamente nada!”

Pero la cantidad de millonarios kurdos aumenta, así como la cantidad de limusinas de lujo y vehículos todo terreno, así como los ostentosos centros comerciales para las elites, así como los ejércitos de arrogantes guardias de seguridad, locales e importados.
Como tantos otros estados ‘clientes’ de Occidente, en Kurdistán Iraquí no es seguro si todos esos hombres que exhiben sus ametralladores protegen realmente el país de terroristas, o si defienden a las elites contra las masas empobrecidas.

***
No lejos de los campos petrolíferos, hay un inmenso campo de refugiados; es para los exiliados sirios,

Después de negociar mi ingreso, logro preguntar al director del campo –el señor Khawur Aref– ¿cuántos refugiados son albergados aquí?

“14.000”, responde. “y después que llegue a 15.000, será imposible administrar este lugar.”

Yo quería saber si todos los refugiados que viven allí provienen realmente de Siria.

“Son todos de la parte norte de Siria; de Siria Kurda. Casi todos ellos son kurdos; tenemos muy pocos árabes.”

Me dicen que no haga entrevistas, pero en todo caso logro hablar con varios refugiados, incluyendo al señor Ali y su familia, quienes llegaron de la ciudad siria de Sham.

Quiero saber si todos los recién llegados son interrogados. Así es. Les hacen preguntas, sobre si están a favor o contra el presidente Bashar al-Asad. Sí, lo están: todos los que responden esas preguntas, y más… Y si una persona –una persona verdaderamente desesperada, necesitada y hambrienta– responde que apoya el gobierno de Bashar al-Asad, y que llegó porque su país está siendo destruido por Occidente, ¿qué pasaría? Jamás se permitiría que su familia se quedara en Kurdistán Iraquí.

***
Dentro de la magnífica Ciudadela, uno de los sitios habitados desde hace más tiempo en la Tierra, que es ahora un Sitio de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, el señor Sarhang, curador del impresionante ‘Museo Textil Kurdo’, está tan descontento de su país, como casi toda la gente en y alrededor de la ciudad de Erbil:

“Supuestamente estamos seguros, pero hace solo unos pocos días, el 19 de noviembre, una bomba mató a 6 personas a solo unos pocos minutos a pie desde aquí. EI reivindicó la responsabilidad. Ahora, como puede ver, nadie se atreve a caminar por aquí, y el museo está vacío. Pero no es el único problema que enfrentamos. Mire los suburbios de Erbil: están construyendo nuevos apartamentos de lujo para las elites locales y para extranjeros. ¡Un apartamento vale unos 500.000 dólares! ¿Quién puede pagar eso? El dinero que se gana aquí desaparece, se lo llevan los extranjeros y nuestros corruptos funcionarios y hombres de negocios. Casi no hay transporte público, y la infraestructura es extremadamente mala…”

De vuelta en Machko Chai Khana, el profesor Ishmaeal Khalil eleva su voz, mientras el propietario del salón de té toca antiguas canciones del gran cantor egipcio, Am Khalthom:
“Los kurdos hacen un doble juego: dicen una cosa a Occidente, otra al gobierno iraquí. Francia, Alemania, EE.UU. – apuestan claramente a un Kurdistán ‘independiente’. Occidente quiere dividir Iraq, de una vez por todas. Ya han creado una profunda división entre chiíes y suníes, e irán mucho más lejos. Arabia Saudí, Qatar, Jordania, Egipto, Turquía – son todos cercanos aliados de EE.UU. y están involucrados en el proyecto. Quien habla contra el plan – es hombre muerto.”

Repentinamente deja de hablar y mira alrededor. Luego cambia de tema: “Hoy, de nuevo, no hay electricidad en Erbil”.

Recuerdo algunas de las últimas palabras del coronel kurdo Shaukat, pronunciadas cerca del frente con EI: “Nuestros aliados son EE.UU., el Reino Unido, Francia, y otros países occidentales”.

Como para confirmar sus palabras, a unos 40 kilómetros, en las puertas del Aeropuerto Internacional de Erbil, hay jets que acaban de llegar directamente de Frankfurt, Viena, Ankara, Estambul y muchas otras ‘ciudades amigas’: Lufthansa, Austrian Airlines, Turkish Airlines, y también algunos 747 sin identificación.

***

Hay creciente nerviosismo dentro y alrededor de la ciudad de Kirkuk, que se encuentra sobre inmensos depósitos de petróleo, y que ha sido gobernada desde hace algunos meses, por los kurdos y el gobierno iraquí en Bagdad.

Me dicen: “Algunas fuerzas anti-occidentales operan allí, ahora mismo”.

Parece que a casi nadie le gusta el gobierno en Bagdad, y a nadie, excepto algunos kurdos en Kurdistán Iraquí le gustan los occidentales.

No es ningún secreto que EI fue bienvenido en Mosul y otros sitios, por ciudadanos desesperados. Pero muchos, o la mayoría de los ciudadanos iraquíes educados, los ven como una especie de pesadilla rutinaria – un vástago de los movimientos clientes de EE.UU. y Europa, creados y armados a fin de destruir la Siria del presidente al-Asad.

Todo esto es un juego extremadamente peligroso. Millones ya han muerto durante las últimas décadas, en todas partes de Medio Oriente; víctimas de los bárbaros juegos geopolíticos occidentales, víctimas de los aliados de Occidente: en Iraq, Irán, Siria, Líbano, Palestina, y en todo el mundo árabe.

Gente como Serena Shim, una periodista libanesa-estadounidense que había estado cubriendo esos horrendos eventos para Press TV, son intimidados. Si no dejan de trabajar y de decir la verdad, son liquidados, asesinados – exactamente cómo le ocurrió a ella.

Mientras tanto, hombres de negocios y funcionarios locales corruptos, pero sobre todo extranjeros, están desvalijando Kurdistán Iraquí, sistemáticamente.
Y queda muy poco en el resto de Iraq.

Como se ha hecho extremadamente común, ladrones y asesinos se llaman a sí mismos ‘liberadores’ y buenos samaritanos.

Iraq está sangrando, pero no se ha permitido que casi nada de la verdad penetre el resto del mundo sobre el terrible destino de este país que otrora fue conocido como cuna de nuestra civilización.

Andre Vltchek es novelista, cineasta y periodista de investigación. Ha cubierto guerras y conflictos en docenas de países. El resultado es su último libro: “ Fighting Against Western Imperialism”. Pluto publicó sus conversaciones con Noam Chomsky: On Western Terrorism. Entre otros trabajos destaca su celebrada novela política Point of No Return.

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