Balquis Gawadra, una niña palestina de once meses de edad, se acaba de convertir en el preso más joven del mundo cuando las autoridades israelíes le encarcelaron después de que visitara a su padre en la prisión israelí de Eshel, en Bersheba. Balquis fue arrestada junto a su madre y su hermana el 26 de noviembre, cuando llegaron para realizar una esperada visita al padre de la niña.
El International Middle East Center dice lo siguiente:
Nihal Ganam Gawadra, de Bir al Bacha, un pueblo cercano a Yenín, esperaba con ansiedad el permiso para visitar a su esposo, Muamar, y acabó siendo separada de sus dos hijos pequeños y viendo a toda su familia entre rejas, según informa el Centro Ahrar de Estudios y Derechos Humanos de los Presos.
Según PNN, Nihal se dirigió a la cárcel el miércoles con su hija Balquis, de once meses, y su hijo Baráa, de dos años. En cuanto llegaron, les separaron a los tres.
Nihal fue encarcelada, al igual que sus dos hijos, con el pretexto de querer pasar un teléfono móvil a su marido. Ahora, toda la familia está encarcelada.
Las organizaciones locales e internacionales de derechos humanos están tratando ahora de apoyar a la familia y presionar por su liberación.
Muamar Gawadra fue uno de los muchos miles de presos palestinos liberados en 2011, a cambio de la puesta en libertad del soldado israelí Gilad Shalit. Pero fue arrestado de nuevo sin cargos el pasado verano. Ya había cumplido ocho años de una condena a cadena perpetua.
Más de 720.000 palestinos, hombres, mujeres y niños, han sido encarcelados por Israel desde que ocupó Gaza y Cisjordania en 1967.
Un informe de UNICEF hecho público el pasado mes de octubre dice que, durante los interrogatorios realizados por las fuerzas de seguridad israelíes, los niños palestinos han sido “amenazados de muerte, violencia física, aislamiento y abusos sexuales contra ellos y sus familiares”, con el fin de obtener confesiones de supuestos delitos, generalmente haber tirado piedras contra soldados de las fuerzas armadas israelíes.
Kusai Zamara, de 14 años, dice que los soldados le sacaron de la cama en medio de la noche y le llevaron a una cárcel israelí.
“Había una máquina grande con un montón de cables conectados a la red. Pretendían darme un electroshock”, dijo.
Fazi Mahfuz, de 15 años, dice que le arrestaron con falsas acusaciones y le llevaron a una cárcel israelí, donde también recibió electroshocks.
“Como no confesé, me llevaron a una habitación que tenía una cruz y me colgaron de ella. Luego, me golpearon”, dijo.
Estas historias se han convertido en algo dolorosamente habitual para el abogado australiano Gerard Horton, que ha entrevistado a centenares de niños palestinos a través de su organización, el Observatorio de Tribunales Militares. Dice que estas terribles experiencias son algo rutinario en Cisjordania. Sus relatos son estremecedores:[En un caso,] alguien puso comida en sus pantalones, sobre sus genitales, y luego hicieron que un perro la comiera.
Un interrogador se especializa en amenazar a los niños con violarles y hacerles acusaciones muy concretas.
Se referirá a alguien que supuestamente espera fuera de la habitación y que, si el niño no confiesa, entrará y le violará.
El destacado abogado israelí Gaby Lasky, especializado en casos de niños palestinos en poder del sistema judicial israelí, argumenta que, como parte de su proceso de obtención de información, Israel ha comenzado a “mapear” a niños palestinos. Esto significa que se secuestra y arresta sistemáticamente a niños con el fin de conseguir un grado de control y de información sin precedentes sobre las nuevas generaciones de palestinos. Evidentemente, esto tiene efectos devastadores en los niños.
Este es el aborrecible proceso que ahora se ha tragado a Balquis Gawadra, una niña de once meses, antes de que su vida haya realmente comenzado.
Según el informe de UNICEF,
Los malos tratos de niños que entran en contacto con el sistema represivo militar parecen ser algo generalizado, sistemático e institucionalizado, desde el momento del arresto hasta el procesamiento y eventual condena del niño.
En ningún otro país los niños son juzgados por tribunales militares juveniles que, por definición, no van a proporcionar las necesarias garantías de que sus derechos van a ser respetados.
Es inconcebible que una generación de niños, rotos y traumatizados por las fuerzas de seguridad israelíes a lo largo de su infancia, puedan convertirse en una generación de adultos que vean la paz y la coexistencia con un ocupante tan brutal como algo posible o deseable. Con este trato brutal de los niños, Israel está sembrando las semillas de un futuro sangriento y lleno de odio.
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