Tras aplicar la guerra mediática, económica, comercial y financiera contra el gobierno constitucional de Venezuela, la OEA es otro escenario desde donde Estados Unidos y sus aliados pretenden continuar la desestabilización del país sudamericano.
El 5 de junio Washington y miembros del llamado Grupo de Lima presentaron ante la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos un proyecto para separar a esa nación del organismo hemisférico.
A pesar de las presiones de la Casa Blanca, el documento sólo logró 19 de los 24 votos necesarios para aplicar los artículos 20 y 21 de la Carta Democrática Interamericana y suspender a un Estado miembro.
En esencia el texto, presentado por Estados Unidos, Chile, Argentina, Brasil, Canadá, México y Perú, cuestiona la legitimidad de las elecciones del 20 de mayo, donde el presidente Nicolás Maduro resultó electo por más de seis millones de votos.
Además de desconocer la voluntad popular expresada en las urnas, la Casa Blanca y sus aliados llamaron a aplicar nuevas sanciones contra esa nación.
¿Por qué tanta obsesión con Venezuela?
Las agresiones contra la Revolución Bolivariana están enmarcadas en toda una ofensiva de Estados Unidos y la derecha para desacreditar a gobiernos progresistas en la región.
De ahí las campañas que en los últimos años debieron enfrentar líderes latinoamericanos como el presidente de Bolivia, Evo Morales; los ex mandatarios brasileños Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, el paraguayo Fernando Lugo y la argentina Cristina Fernández.
En el caso específico de Venezuela, analistas políticos y académicos coinciden en señalar entre las causas de los ataques el interés por revertir los avances de la Revolución Bolivariana y su papel desempeñado en la defensa de la soberanía, no sólo nacional, sino también regional.
Con la llegada al poder del presidente Hugo Chávez en 1999, Venezuela recuperó la soberanía de sus recursos naturales, más de dos millones de familias fueron beneficiadas con viviendas, y la salud y la educación alcanzaron a las grandes mayorías, por solo mencionar algunos logros.
En el plano regional, es destacable su rol en la integración, con la creación de mecanismos como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), el acuerdo de cooperación energética Petrocaribe, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Para el profesor Rubén Zardoya, del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos, la injerencia contra Venezuela comenzó desde el alzamiento del 4 de febrero de 1992, liderado por el comandante Hugo Chávez, abarca todas las esferas, política, económica, social y cultural, y no ha cesado en ningún momento.
El imperialismo norteamericano ha convertido a la Revolución Bolivariana en el principal blanco de sus ataques en la región, dijo a Prensa Latina el también doctor en ciencias filosóficas de la Universidad de La Habana.
Afirmó Zardoya que Estados Unidos y la derecha vieron en la muerte de Chávez su oportunidad y pensaron que con la llegada al poder del presidente Nicolás Maduro iban a terminar con la revolución.
Otro motivo para que Venezuela esté en el centro de los ataques es la posesión de enormes riquezas naturales, sobre todo el petróleo.
'La agresión contra Venezuela no es contra el presidente Nicolás Maduro, sino que busca apoderarse del petróleo de ese país', advirtió en una entrevista concedida a Telesur el jefe de Estado de Bolivia, Evo Morales.
Venezuela tiene las mayores reservas probadas de crudo del mundo, calculadas en unos 300 mil millones de barriles, por encima de Arabia Saudita.
En 2002 el país sufrió un golpe de Estado que intentó derrocar al gobierno del presidente Chávez, seguido de un paro petrolero con el objetivo de boicotear la industria del crudo.
Durante los últimos años Venezuela ha enfrentado nuevos ataques que van desde la promoción de la violencia hasta las sanciones económicas y financieras, y las amenazas de una intervención militar.
En una entrevista concedida a una radio argentina, el politólogo Atilio Borón vinculaba los hechos violentos registrados el año pasado con el interés de desestabilizar al país y adueñarse de sus recursos.
'La causa es que hay una derecha alentada por EE.UU. porque el plan es recuperar para el gobierno de Washington el petróleo. Ahí no puede haber ninguna confusión: ese es el objetivo', aseguró.
Borón se ha referido también a los intentos del secretario general de la OEA, Luis Almagro, de aplicar la Carta Democrática contra Venezuela para apartarla de ese organismo y calificó como sistemáticos y brutales los ataques contra la Revolución Bolivariana.
Si bien no se lograron los votos para separar a la nación de la OEA, el gobierno de Caracas consideró ridícula la iniciativa presentada por Estados Unidos y el Grupo de Lima porque desde abril del año pasado la nación sudamericana inició el proceso para su salida de ese organismo.
Las autoridades venezolanas consideran a la OEA como un organismo inútil, que ha violentado principios de soberanía y no intervención, y el presidente Maduro ya advirtió que la reunión del 5 de junio era la última cumbre a la que asistiría un canciller de su país.
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