Decir Fidel es hablar de vida. Vida en muchos sentidos pero en uno especialmente: elegir la vida y combatir todo aquello que la degrada y la hace inhumana.
La revolución cubana es nuestra victoria y siempre lo será. Es una luz en medio de la oscuridad de un mundo espantoso en el que los valores dominantes son la chatarra mental y el consumo bestial. Un mundo que produce seres no humanos a través de un férreo aparato ideológico y cultural que destruye las verdaderas posibilidades y la creación humana para alimentar sólo la máquina depredadora, el consumo absurdo, las ilusiones vanas, la mentira y el crimen como parte ya de la vida cotidiana. Ese sistema casi naturalizado, depresivo y pancista que cree que ser humano es tener y no ser. Millones de muertos en nombre de ese comic funesto del coche y el vaquero, y la pornografía ideológica que los sustentan. Un aparato infernal ideado perfectamente para producir esclavos sin pizca de rebeldía, mutilados, no humanos.
Quiero hablar de vida porque la existencia de un Fidel que vibró y vibra en la montaña, en el llano y en nuestro corazón desafió sobre todo la degradación que el capitalismo impuso en las enajenadas y depresivas cabezas de occidente y del mundo.
Quiero hablar de vida, porque no sólo son los logros de la revolución en todas las áreas -que adjunto y en las que me quedo corta-, sino una revolución espiritual profunda, cultural, ideológica de valores humanos. Eso es la Revolución comunista. Eso es la construcción del ser humano nuevo. La humanidad en marcha.
Quiero hablar de vida porque nuestro Comandante siempre habló de vida, de otra forma de entender la vida en el planeta y no es casual que cada vez que hablaba relacionara de una manera lógica y profunda la educación y los cultivos, la técnica y la filosofía, la creación artística, política y social y la vida cotidiana del pueblo capaz de resistir las más terribles agresiones, bloqueo, sabotajes, difamación y que a pesar de tantos y tantos años de castigo sostiene y levanta las banderas de una nueva humanidad no alienada, libre y soberana. Porque cada vez que Fidel habla, cada vez que escucho ese milagro de su palabra coherente siento cómo florece y estalla la verdad. Una palabra que hemos de recuperar para seguir luchando: la verdad. Ser capaces de verla, de amarla, de sentirla, de darle forma en cada rincón del mundo.
Quiero hablar de vida, porque es otra dimensión que el imperialismo siempre trató de degradar y fue vencido. La guerra constante del imperialismo contra Cuba y contra Fidel tiene que ver con esto, el odio de la gusanera tiene que ver con esto, los sabotajes y el bloqueo tienen que ver con esto: había y hay que destruir la revolución porque es la fuerza de la luz y de la vida haciéndose a si misma, consciente y poderosa, una vida diferente que jamás permitirá tratar al ser humano como mercancía.
Y ese es el profundo y el triunfante mensaje que es hoy carne en el pueblo de Cuba y en todos los pueblos del mundo que luchan por su liberación del capitalismo criminal.
Quiero hablar de vida porque Fidel vive y vivirá para siempre, en cada joven que aprende y despierta, en cada niño amado que escribe su nombre por primera vez, en cada mujer que crece en igualdad, en cada trabajador respetado, en todos y en cada uno de nosotros, también en los que vivimos en las tripas del monstruo y que necesitamos aprender y despertar, romper el ruido que nos hace ciegos y nos destroza el corazón y el espíritu, nosotros, si, los apegados al falso bienestar individual e individualista, nosotros, desterrados de lo colectivo y sumidos en un discurso oscuro y nefasto, si: nosotros tenemos tanto que aprender de Fidel, de ese milagro capaz de ser y crear un ser humano libre y solidario.
Y digo Nosotros, porque Fidel es un inmenso y luminoso Nosotros, al que sin duda pondremos de pie para que la vida humana deje atrás los siglos de explotación y barbarie que pretenden imponernos como único camino. Hay otro horizonte, más allá del vaquero, el dólar y el coche, hay un camino abierto por el pueblo cubano que es ya indestructible y que está sembrado en los que tuvimos la suerte de compartir y aprender de este ser humano inmenso que iluminó nuestro siglo XX y XXI.
Desde aquí, desde Madrid, desde esta ciudad que un día fue digna, y en la que las Brigadas internacionales y el pueblo en armas dijeron ¡No pasarán! seguiremos adelante, aprendiendo, luchando hasta la victoria siempre junto a nuestro Comandante de la Vida y nuestros hermanos cubanos.
* Se que no hace falta adjuntar y que faltan La Operación Milagro, el YO si puedo y muchas cosas más, como la solidaridad internacionalista con los pueblos de Asia, África y América Latina y aquellas cosas esenciales y a veces inconmensurables: la humanidad profunda, la música de eso que se llama alma o conciencia.
Por Sara Rosenberg
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