Ha muerto quizás el líder más importante del Siglo XX americano y de los más relevantes del mundo. Habrá quien tratará de disminuir su grandeza, pero la historia es caprichosa y no se puede ocultar.
Fidel Castro logró revelarse ante el dominio que los gobiernos de los Estados Unidos impusieron en Cuba y a América Latina, su rebeldía revolucionaria la trasladó a su pueblo y lo educó en la lucha por alcanzar lo imposible y lo logró. ¿O es que acaso se puede esconder el papel jugado por el pueblo cubano a lo largo de más de sesenta años de resistencia ante la constante agresión económica, política, militar y sicológica del gobierno imperial del país más poderoso y rico del mundo?
En los momentos en que los países y pueblos del este europeo renunciaron a la conquista de un mundo de igualdad y justicia Fidel y Cuba aseguraron continuar en esas condiciones el combate por alcanzar lo permisible y lo improbable pero no renunciar a la gloria que se ha vivido.
La dignidad y la firmeza siempre lo acompañaron en el transcurso de su vida física. Nunca le mintió a su pueblo y en los momentos más difíciles y neurálgicos con actitud viril le expresó con sinceridad la situación, pero con la seguridad de en cualquier condición siempre hay una salida y ha de ser revolucionaria.
Cualquier hombre o mujer con honor, vergüenza, honestidad y quiera que sobre la Tierra reine el amor y la equidad ha de sentir en su alma la pérdida de Fidel.
El líder cubano fue quien más luchó porque en nuestro planeta prevaleciera la paz y, si en un momento utilizó las armas fue porque no le dieron otra alternativa para alcanzar la felicidad para su país.
Fidel ha muerto, pero no sus ideas y sus enseñanzas, puede que para la América del indio, de los humildes, de los negros explotados, de la mujer discriminada, de los niños sin escuelas, los jóvenes sin futuro, de los obreros sin trabajo, de los campesinos sin tierra, no encuentren hoy una salida. Pero busquen en Fidel que allí encontraran en su pensamiento y en su obra la guía para seguir combatiendo con la máxima de ¡Hasta la Victoria Siempre!
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