martes, 5 de enero de 2016

Ejecución de Al-Nimr, ¿cómo afectaría a Arabia Saudita?

Arabia Saudí anunció el sábado la ejecución del sheji Nimr Baqer al-Nimr y varios activistas chiíes. Al instante de conocerse la noticia, tanto Arabia Saudí como otros países del mundo fueron escenarios de protestas contra Al Saud.

Para eludir todas estas amenazas, protestas y presiones, Arabia Saudí rompió los lazos con Irán, justo tras los disturbios frente a su embajada en Teherán, la capital iraní. Así entonces, Arabia Saudí pretendió tapar los errores estratégicos que cometió para tratar de convertirse en el reprimido en vez del represor.

En este artículo solamente pretendemos comentar las consecuencias que podría tener la ejecución del clérigo chií para el país árabe, además del doble rasero de Occidente hacia los asuntos de derechos humanos.

El sheij Al-Nimr, extremamente crítico con el régimen de los Al Saud fue arrestado en 2012, después de que la Policía saudí le disparara en la región de Qatif, en la provincia Oriental de mayoría chií, donde se celebraban protestas pacíficas.

El clérigo chií, sin tener el derecho a un abogado, fue condenado a la pena capital el 15 de octubre de 2014 por defender los derechos de los prisioneros y desobedecer a los Al Saud, familia que reina en el rico país árabe.

Malos cálculos que podrían incendiar a la familia Al Saud

Después del fallecimiento del rey saudí, Abdalá bin Abdulaziz, y la llegada al poder de Salman Ibn Abdulaziz, el país árabe está sumergido en profundos cambios tanto en la política interna como externa.

El fallecimiento del rey Abdalá marca el punto de la actual política saudí basada en el tránsito de la moderación hacia radicalismo, donde las nuevas autoridades del país pretenden recurrir a todo lo posible para colocarse en la cumbre del poder regional.

Además de presentarse como un actor clave en las acusaciones regionales, Arabia Saudí teme de las crecientes voces internas que demandan sus derechos humanos básicos, como la libertad de expresión, entre otros, y de este modo por sus malos cálculos, recurre a medidas inoportunas que lo conllevan a pésimas conductas y por ende a graves consecuencias, tanto en lo interno como externo.

A nivel regional, mediante sus intervenciones militares directas en Baréin y Yemen, Arabia Saudí masacra a la gente en estos dos países y se coloca en el foco de atención, así como en el centro de las críticas de la comunidad internacional. También, su apoyo incondicional a los grupos terroristas de Daesh, Frente Al Nusra, Al Qaeda entre otros, ha generado odio en los pueblos víctimas del terrorismo a nivel mundial.

Recientemente las protestas en Paquistán, El Líbano, Siria, Irak, La India, Irán, entre otras naciones, por la ejecución del Al Nimr, ponen de manifiesto el rechazo que muestra gran parte de la opinión pública internacional, así como el aislamiento que va ganando dentro de la comunidad musulmana, debido a sus políticas que tienen como blanco, fundamentalmente, el Islam.

A nivel interno, el mal cálculo de las autoridades saudíes menosprecia el poder de la oposición y los críticos internos. Riad considera que con una estrategia represiva pueden socavar la voz del pueblo. Pero al parecer, la familia de Al Saud no sabe que está jugando con fuego e incluso que está arriesgando su existencia con las medidas adoptadas, tanto internas como externas.

Debemos mencionar que en la parte oriental del país árabe, exactamente, donde se encuentran los recursos petroleros saudíes, habita la mayoría chií, por tanto las protestas de la que ahora somos testigos, además de aumentar la inseguridad en la zona, podrían provocar problemas en el sector petrolero. Asimismo, no se debe olvidar que en esta zona geográfica, también se producen manifestaciones antigubernamentales en Bareín que demandan las mismas peticiones que los saudíes y reprochan ahora la ejecución de Al Nimr, pudiendo intensificar las marchas y las protestas en los dos países.

A esto hay que sumar la amenaza verdadera que corre Arabia Saudí, por sus malos cálculos, de la división del país. Existen informaciones que revelan que EEUU y sus aliados occidentales han planeado dividir Arabia Saudí. Según ellos, las autoridades saudíes no tienen la capacidad de controlar todo el territorio, más la inestable situación interna, especialmente en la parte oriental allana el camino para materializar ese plan.

Represión auspiciada por el apoyo de EEUU y de los aliados occidentales

La ejecución del clérigo chií ni es el primero, ni sería el último caso de violación de derechos humanos en Arabia Saudí; no obstante a las políticas inhumanas implementadas, este país no ha sido sancionado ni presionado por los países que alegan defender los derechos humanos. Esa realidad corrobora que Riad es considerada como una joya para Occidente, que le proporciona petróleo a bajos precios, apoya a los grupos terroristas en la región de Oriente Medio, es el principal mercado de armas y les reporta todo tipo de beneficios.

La actitud de Occidente hacia las violaciones ejercidas por los saudíes es otra evidencia para su política de doble rasero hacia el tema de derechos humanos. Al parecer, para aquellos gobiernos que se oponen al sistema hegemónico de EEUU y algunos gobiernos occidentales, la cuestión de DDHH es primordial. Sin embargo, sus aliados están autorizados a realizar todo lo que puedan bajo el título de “soberanía nacional” e incluso un país como Arabia Saudí puede ser el presidente de turno del Consejo de DDHH de la ONU. 

Si bien, en algunos casos, como la ejecución de Al Nimr, los países occidentales y los grupos pro derechos humanos, emiten comunicados para condenar el hecho, no es más que una maniobra política, ya que no habrá ninguna medida firme, en la práctica, para presionar al país árabe. En este sentido, solo buscan aliviar los sentimientos de la opinión pública mundial, mientras Riad sigue tranquilamente con sus políticas represivas. 

Al parecer, todo lo que está haciendo Riad está basado en el apoyo que recibe de Occidente por sus ingresos petroleros

Arabia Saudí ha arrancado un peligroso juego político lo que podría prender más las llamas de las tensiones religiosas y el sectarismo no solo en la región sino en su propia tierra, es decir, entre su población chií y suní. Al parecer, todo lo que está haciendo Riad está basado en el apoyo que recibe de Occidente por sus ingresos petroleros. Pero la experiencia demuestra que en política no existen amigos, ni enemigos eternos. Es probable que algún día todas las medidas saudíes sean utilizadas en su contra por parte de sus propios aliados occidentales y quién sabrá que ellos pongan en marcha el plan de división del país.

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