La intervención de Ankara en el conflicto sirio y su odio hacia Bashar al Assad están relacionados con los factores económicos y, en particular, con la presión que los empresarios turcos ejercen sobre el presidente Erdogan, sostiene el experto orientalista Saíd Gafúrov en un artículo para el periódico ruso 'Vzgliad'.
En su texto, Saíd Gafúrov explica que los "sueños imperiales" de Turquía en relación con Siria tienen raíces históricas, ya que "la misma existencia de ese país fue consecuencia de la caída del Imperio otomano".
El colonialismo también tuvo un papel importante en el diseño de las fronteras de ambos países: durante la Primera Guerra Mundial, el famoso acuerdo Sykes-Picot (1916) repartió Oriente Medio entre París y Londres: Siria y el Líbano quedaron bajo el mandato de Francia que, en los años 30, entregó a a Turquía la ciudad de Iskenderun (Alejandreta), en donde vivía una población turcoárabe.
Ese lugar se convirtió en la provincia turca de Hatay y creó un "embrión de conflicto permanente", indica Gafúrov en su artículo, en donde detalla que "los turcos ayudaban a los turkmenos en Siria y, a su vez, los sirios proporcionaban refugio y apoyaban la lucha de los revolucionarios del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK)".
Cooperación y rivalidad
Este analista explica que Hafez al Assad, el padre del actual presidente de Siria, logró convertir al país "en un jugador activo, el actor más importante de las relaciones regionales" por primera vez en 2.000 años. Por su parte, Turquía adquirió un papel como representante de "un islam moderado" y como "modelo a seguir".
Se decidió intentar hacer que Siria volviera a ser un estado secundario, dinamitando el país desde dentro
El actual presidente de Siria, Bashar al Assad, trató de lograr una "cooperación completa" con Turquía y ese paso tuvo su efecto en las relaciones económicas entre ambos países. "La economía siria, basada en el desarrollo de la agricultura y las industrias ligera, textil y alimentaria, recibió grandes inversiones turcas y aumentó mucho sus exportaciones. Es más, los empresarios turcos —que trabajaban en gran medida para los mercados europeos— comenzaron a producir en Siria porque ofrecía mano de obra barata", detalla Saíd Gafúrov.
Presión interna
"La longevidad política" de Erdogan está estrechamente relacionada con el rápido crecimiento económico de su país, aunque este proceso casi se detuvo tras la crisis mundial de 2008-2009 y en 2011 ya existía una amenaza real de estancamiento, explica este experto, para quien "los empresarios de Anatolia interior, que le habían aupado al poder, no estaban dispuestos a tolerar al nuevo y exitoso competidor —la industria privada en Siria— y casi exigían a su protegido que eliminara al poderoso rival".
En 2011, con el inicio de la Primavera Árabe y la intervención de la OTAN en Libia, "decidieron intentar hacer que Siria volviera a ser un Estado secundario, dinamitando el país desde dentro".
En este sentido, Gafúrov recuerda que, al principio, fue precisamente Ankara el partidario más firme a la hora de "derrocar a Al Assad a cualquier precio" y de que la OTAN desarrollara una operación contra las fuerzas gubernamentales en Siria.
"La estrategia posterior de Ankara también está clara: prolongar la guerra para agotar al Ejército sirio —en ese caso, la llamada oposición puede contar con un suministro constante de recursos por parte de Occidente— y evitar a cualquier precio una reconciliación interna, que podría surgir mediante la unión de fuerzas para luchar contra el Estado Islámico", sentencia este experto.
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