AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Otto Skorzeny fue uno de los soldados favoritos de Hitler, que cobró fama por el rescate de Benito Mussolini de un hotel en medio de los montes Apeninos en Italia, en el que permanecía preso, por el que el líder italiano se salvó de ser entregado a los Aliados.
Durante la Segunda Guerra Mundial lo llamaban “el hombre más peligroso de Europa”.
Después del conflicto bélico viajó a Buenos Aires, Argentina, donde se convirtió en asistente del presidente Juan Domingo Perón y guardaespaldas de su mujer, Eva Perón, con quien –según rumores– tuvo incluso una relación romántica.
Así que cuando este hombre, que cargaba semejante hoja de vida, viajó a Irlanda en 1957 en un intento de convertirse en un sencillo granjero no dejó de despertar algunas suspicacias.
Sus 1,93 metros de estatura y 114 kilos de peso, pero sobre todo la enorme cicatriz que atravesaba su mejilla izquierda, lo convertían en una figura llamativa en la apartada localidad de Kildare, en el centro del país.
Los reportes de la prensa irlandesa de aquel entonces retrataban a Skorzeny como un “glamuroso hombre del espionaje”, recuerda el periodista irlandés Kim Bielenberg.
“Fue presentado como el salvador de inocentes del Tercer Reich. El tono de los periódicos era más de admiración que de repudio”, explicó Bielenberg.
“Parecía que era respetado por sus proezas militares”, añadió.
Sin embargo, el gobierno irlandés no se quedó tan tranquilo. Algunos parlamentarios comenzaron a buscar respuestas a algunas preguntas candentes: ¿qué estaba haciendo un tipo como él en Irlanda?, ¿quería iniciar actividades nazis en Irlanda?
Para saberlo habría que revisar un poco de su pasado.
El hombre más peligroso de Europa
Nacido en Austria en 1908, durante la Segunda Guerra Mundial Skorzeny ocupó varias posiciones destacadas.
En abril de 1943 fue puesto al frente de las fuerzas especiales alemanas, donde comandó un pelotón de élite de las SS (Escuadas de defensa del nazismo).
El 25 de julio de 1943, Hitler se enteró del secuestro de su aliado, el líder italiano Benito Mussolini, y le pidió a Skorzeny que se encargara del rescate del “Duce”.
Durante varios meses “Caracortada” –como era llamado por su cicatriz– buscó información confiable sobre la ubicación de Mussolini.
Hasta que en el mes de septiembre de ese año logró dar con él: estaba en un hotel ubicado en una remota colina de los montes Apeninos, en el norte de Italia.
Con un ataque sorpresa efectuado por varios paracaidistas, desarmó sin lanzar un solo disparo a la guardia de carabineros que custodiaban al recién derrocado líder italiano y lo condujo sano y salvo a la capital austríaca, territorio nazi en aquel entonces.
Con semejante éxito, Skorzeny fortaleció su prestigio y fue ascendido a mayor.
El primer ministro británico Winston Churchill calificó el rescate como un acto de “gran audacia militar”.
Juicio por crímenes de guerra
Hacia 1944, la Segunda Guerra Mundial seguía un curso desfavorable para el nazismo. La última misión importante de Skorzeny fue la batalla de las Ardenas, en diciembre de 1944.
Fue allí donde surgió una de las acusaciones más graves contra Skorzeny: intento de asesinato del general estadounidense Dwight D. Eisenhower, quien posteriormente se convirtió en presidente de su país.
Diez días después del suicidio de Hitler en mayo de 1945, Skorzeny se rindió ante un escuadrón estadounidense.
Estuvo en el banquillo de acusados en los juicios de Dachau en 1947 por crímenes de guerra, especialmente por la ofensiva en Ardenas, pero no se le encontró responsable de aquellos hechos.
Sin embargo, debía responder por otros crímenes ante demandas de otros países y se lo mantuvo como prisionero de guerra, pero logró huir con la ayuda de excompañeros de las SS.
Primero fue a España y desde allí viajó varias veces a Buenos Aires. Allí conoció al presidente Juan Domingo Perón y se convirtió en asistente y guardaespaldas de su esposa, Eva Perón.
Según informes, llegó incluso a impedir un atentado contra la carismática mujer del mandatario.
Agasajado en Irlanda
En junio de 1957, el exagente nazi viajó a Irlanda, donde fue recibido como un héroe.
“De acuerdo con el Evening Press el lugar donde fue agasajado Skorzeny a su llegada estaba lleno de representantes de distintos sectores de la sociedad y varios parlamentarios”, le dijo Bielenberg a la BBC.
Y personalmente el periodista irlandés cree que esa cálida bienvenida fue lo que lo animó a comprarse una granja en Kildare.
“Reggie Darling, un historiador de la zona, lo recuerda como un hombre grande, llamativo por su enorme cicatriz y que no era precisamente muy amable y a quien no le interesaba cruzarse mucho con la gente local”.
Ruta de escape
Una de las sospechas que marcó la vida del exagente nazi es que debido a que no estaba siendo buscando por crímenes de guerra se le acusaba de estar ayudando a escapar a sus excompañeros en las filas del nazismo hacia Sudamérica o Estados Unidos.
A pesar de sus continuas peticiones y de que tenía permiso para estar temporalmente en Irlanda, nunca se le permitió el acceso a territorio británico.
Y algunos reportes de periódicos en 1960 apuntalaron las sospechas sobre el exagente: varios diarios publicaron la historia de que Skorzeny había abierto una ruta de escape de compañeros nazis desde España y su granja en Irlanda era el lugar donde se podían esconder.
Pero, de nuevo, nunca se pudieron comprobar estas acusaciones.
¿Por qué semejante recibimiento?
Para Bielenberg lo cierto es que existen razones justificadas para explicar el recibimiento de héroe para un exagente nazi muy cercano a Hitler: se explica por el contexto y la época.
“En ese tiempo había una actitud de cierto nacionalismo –contra Reino Unido– que sostenía que ‘el enemigo de mi de enemigo es mi amigo'”, recordó.
Y añadió: “Pero cuando se fueron conociendo detalles del holocausto (nazi), esa percepción fue cambiando poco a poco”.
Después de esos primeros días, también fue cambiando la mirada de los vecinos irlandeses sobre Skorzeny.
En los archivos oficiales se pueden leer extensos documentos de autoridades irlandesas, como el Departamento de Justicia y el de Relaciones Exteriores, expresando preocupación por su presencia en el país.
Sin embargo, cuando en diversas entrevistas se le preguntó a Skorzeny si sus actividades en Irlanda estaban relacionadas con el nazismo, con la política o con actividades antisemitas, el excomando nazi siempre negó esas acusaciones.
También expresó su deseo de quedarse en Irlanda criando caballos, pero a pesar de sus continuas entradas y su propiedad, nunca se le otorgó un visado permanente.
El único refugio estable que encontró fue su residencia de Madrid, donde murió de cáncer en 1975.
Y lo cierto es que él nunca denunció el nazismo y fue enterrado por sus excolegas en un ataúd envuelto en una bandera con los colores nazis
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