jueves, 8 de enero de 2015

Algunas claves sobre el Estado Islámico: ¿Qué se debería hacer?

publicación de © Guillermo Sánchez en www.laexcepcion.com (12 de octubre de 2014)

A la luz de la historia, ¿existen las "intervenciones humanitarias"? ¿Por qué interviene abiertamente Estados Unidos ahora y no antes? ¿Qué intereses defiende Obama? ¿Son sus ataques en Siria acordes con el derecho internacional? ¿Puede solucionar Estados Unidos la situación de Oriente Próximo? ¿Cuál ha sido el plan A de Obama, y cuál está siendo su plan B? ¿Cómo han reaccionado los musulmanes del mundo ante la irrupción del Estado Islámico? ¿Qué se debería hacer ante esta situación?
En la primera parte de esta serie explicamos que el Estado Islámico (EI; también llamado EIIL, ISIS o Daesh) es la última forma que han adoptado los grupos terroristas financiados por Estados Unidos y sus aliados con el objetivo de destruir y desestabilizar algunos países de la región. En la segunda parte analizamos los extraños y oportunos vídeos sobre ejecuciones de occidentales. En la tercera explicamos ciertas estrategias del Imperio en la región, algunas de las cuales responden a planes ya antiguos. En la cuarta documentamos cómo la "intervención" de Estados Unidos y sus aliados en Irak y Siria no está frenando al Estado Islámico (los cristianos de la región, así como los combatientes kurdos, lo denuncian), porque el propósito real, aunque no único, es derrocar al presidente sirio.

Un modelo de intervención con numerosos antecedentes
En Afganistán «en 1994, la guerrilla islamista surgió de repente y, en apenas tres meses, conquistaba doce de las treinta y cuatro provincias afganas. Un año después, tenía dominado casi todo el país. No había, obviamente, salido de la nada, sino que era fruto de la intensa cooperación entre Estados Unidos, Pakistán y Arabia Saudita, que habían invertido tiempo y recursos en entrenar, armar y financiar a los talibanes. Así conquistaron Afganistán. […]
»Es simple la fórmula: juntar fanatismo religioso, odios étnicos e intereses políticos para alcanzar objetivos no confesables, económicos, comerciales y militares. (Tampoco era nuevo el modelo. En Nicaragua, la "contra" fue creada en 1981 sobre un trípode: Honduras ponía el territorio, la dictadura argentina los asesores, Estados Unidos el dinero y las armas)» (Augusto Zamora R., Público, 20.9.14).
Por otro lado, la intervención basada en bombardeos ha resultado desastrosa en campañas "humanitarias" anteriores (B. Kampmark, Global Research [GR], 6.10.14).

¿Existen realmente las "intervenciones humanitarias"?
El Imperio, sus adláteres, el papa y toda la propaganda mediática nos han vuelto a vender la necesidad de una "intervención humanitaria", en la que los que han provocado el horror pondrían supuestamente solución al mismo. Pero en nuestro artículo Verdades y mentiras sobre Siria (XI) ya explicamos el fraude de las "intervenciones humanitarias.
Georges Abou Khazen, franciscano, vicario latino de Alepo, en una entrevista en la que denuncia la destrucción de Siria por parte de los aliados del Imperio en la región, explica con mucha sensatez (Religión en Libertad [ReL], 3.10.14): «La intervención más eficaz no es la militar que, como la historia reciente nos enseña, corre el riesgo de traer más muerte y destrucción, provocando respuestas análogas por parte de quien ha sido atacado. "Intervenir" significa, por ejemplo, dejar de proporcionar armas a los rebeldes […]. "Intervenir" significa dejar de comprar petróleo a Turquía que lo está comprando al ISIS […] "Intervenir" significa romper con quien apoya el terrorismo». E, interpretando muy benévolamente a Francisco, añade: «Creo realmente que el Papa quería decir esto cuando, de vuelta de su viaje a Corea, explicó que "intervenir no significa bombardear". Se debe ir a la raíz del problema, y los poderosos de la Tierra, que son corresponsables del desastre que se ha generado, lo pueden hacer», concluye, en un exceso de optimismo; pues ¿cómo van a querer rectificar su rumbo quienes han generado todo este desastre a fin de alcanzar unos objetivos que ya están logrando a corto plazo, y que se extienden todavía a más largo plazo?

La pregunta de cajón: ¿Por qué ahora?
Ignacio Álvarez-Ossorio, un analista que asume por completo las premisas del Sistema, no puede evitar las incómodas preguntas que deberían hacer saltar las alarmas a cualquier mente crítica: «La pregunta que flota en el aire es por qué ahora y no antes. Cuesta comprender por qué se ha tardado tanto tiempo en reaccionar y por qué se ha permitido que la situación se deteriorase hasta tal punto. Una de las pocas cosas claras entre tanta nebulosa es que el EI ha aprovechado este precioso tiempo para ganar músculo y transformarse en una amenaza global. Debe tenerse en cuenta que este grupo lleva imponiendo su ley y aterrorizando a las poblaciones locales desde hace meses mientras las potencias occidentales miraban hacia otro lado» (El País, 1.10.14; ver también Peter Custers, GR, 30.9.14).
A la luz de toda la información disponible, la respuesta es bastante sencilla: hasta hace unas semanas, había que alimentar al EI; ahora toca hacer como que se le combate (mientras se le sigue apoyando por la puerta de atrás). Es todo parte del plan.

¿Qué intereses defiende Obama realmente?
Obama llegó a la presidencia con el apoyo de los grandes poderes fácticos para seguir cumpliendo los planes del complejo militar-industrial-financiero: defender los intereses de la Élite Global. La intervención sistemática de Estados Unidos en Oriente Próximo ha conseguido aumentar notablemente los ingresos de multinacionales que están haciendo negocio en Irak desde las invasiones de Afganistán e Irak (GR, 19.9.14).
En su artículo "Los yihadistas en el Despacho Oval y los gaseoductos de Eurasia" (Público, 1.9.14), Nazanín Armanian explica que «los yihadistas no son más que un pretexto e instrumento para una gran guerra por gas que tiene a Irán en su punto de mira», y analiza las claves energéticas implicadas.

¿Es Obama un presidente indeciso?
«"Vamos a degradar y destruir al Estado Islámico, a través de una estrategia integral y sostenida de lucha contra el terrorismo", dijo Barack Obama, con la mente puesta en las elecciones de noviembre al Congreso. Muestra ser un "tipo duro", respondiendo a quienes le acusan de "indeciso" ante el terrorismo yihadista.»
Pero «Obama no es un presidente indeciso: sus manos no tiemblan a la hora de enviar drones, matando a miles de civiles, o de resucitar la "guerra contra el terror" de Bush-Cheney sin desmelenarse, mostrando que además de ser un "tipo duro" también gobierna el "Partido de la Guerra"» (N. Armanian, Público, 15.9.14).

¿Por qué transmite el presidente estadounidense la sensación de debilidad?
Desde que asumió el poder, muchos creen que Obama ha tenido que tomar muchas decisiones a su pesar. Pero todo es parte de su hábil estrategia basada en el smart power, que ya explicamos en nuestro artículo Verdades y mentiras sobre Siria (II): La guerra de Bush y Obama (pregunta 18).

¿Son los ataques de Obama acordes con el derecho internacional?
Obama, como sus predecesores, no ha hecho más que transgredir el derecho internacional desde que llegó al poder: manteniendo o introduciendo tropas en países extranjeros, bombardeando con drones a supuestos terroristas, alguno de ellos ciudadanos de Estados Unidos (y de paso asesinando a numerosos civiles) en países como Pakistán, manteniendo a cientos de secuestrados en el campo de concentración ilegal de Guantánamo…
La actual operación en Irak y Siria no sólo es ilegal según el derecho estadounidense (algo que reconoce hasta el diario obamista por excelencia en español, El País), sino también según el derecho internacional, como lo señalaron incluso algunos aliados europeos en la cumbre de la OTAN de septiembre, y como lo expone claramente el jurista Inder Comar, en un artículo en el que concluye que es imposible fiarse de ninguno de los dos grandes partidos estadounidenses, entregados por igual al imperialismo y a las guerras con que éste se expande. Dice Comar: «Desde un punto de vista histórico, resulta irónico que un joven senador de Illinois que en gran medida hizo campaña contra la guerra de Irak y que exhibió sus credenciales como erudito constitucional esté al servicio de un permanente "estado de excepción" descrito por el filósofo nacionalsocialista Carl Schmitt, que defendía que los soberanos deberían tener el derecho a suspender las restricciones legales y jurídicas de sus sociedades a fin de actuar al margen de la ley. Esto es lo contrario al constitucionalismo que conforma la base filosófica del orden legal estadounidense» (GR, 22.9.14).
Sobre la evidente ilegalidad de los ataques de Obama en Siria, ver A. Clackson, GR, 24.9.14.

¿Puede solucionar Estados Unidos la situación de Oriente Próximo?
El público en general da por hecho, aunque sea con cierta resignación, que sólo la superpotencia global puede poner solución, cuando lo que ha traído a la región es destrucción y terror (ver la parte I de esta serie). La ocupación estadounidense de Irak destruyó radicalmente el sistema económico estatalista de Sadam Huseín, cerrando fábricas y confiando en que el libre mercado generaría crecimiento y miles de puestos de trabajo. Pero lo que consiguió fue generar paro y despojar a la clase dirigente suní de su posición social, sentando las bases para el enfrentamiento social e interétnico, del cual se han alimentado Al Qaeda y el EI (GR, 19.9.14).
PNG - 225.1 KB«El presidente demócrata (y Premio Nobel de la Paz) Barack Obama […] –en agosto de 2010– anuncia el inicio de la retirada de las tropas estadounidenses y aliadas y el nacimiento en Irak de una "nueva aurora". Una aurora de color rojo sangre que marca el paso de la guerra abierta a la guerra secreta, guerra que Estados Unidos extiende a Siria, del otro lado de la frontera iraquí. En ese marco se forma el Emirato Islámico en Irak y el Levante (EIIL), que se declara enemigo jurado de Estados Unidos cuando en realidad todas sus acciones van precisamente en el mismo sentido que la estrategia estadounidense. […]
»Como el propio Obama declaró en mayo pasado, Estados Unidos utiliza la fuerza militar en dos tipos de situación: cuando los ciudadanos o los intereses estadounidenses se ven amenazados y cuando se produce una "crisis humanitaria" de proporciones tales que resulta imposible no tratar de hacer algo.
»O sea, después de haber provocado –a lo largo de más de 20 años, mediante la guerra y el embargo– la muerte de millones de civiles iraquíes, Estados Unidos se presenta ahora ante el mundo como el salvador del pueblo iraquí» (M. Dinucci, Red Voltaire, 13.8.14).

Frustrado el plan A de Obama contra Siria…
Armanian (Público, 29.9.14) sintetiza estupendamente la situación. Según explica ella, en 2007 Estados Unidos puso en marcha el 'Plan A' contra Siria, que consistía en:
«Realizar operaciones encubiertas, financiar al ala derecha de la oposición con el fin de derrocar a Asad; montar bandas criminales para provocar el terror entre la población y generar el desgobierno.
»Crear y armar a los grupos terroristas a los que llamaron "rebeldes", los mismos que arrancaban el corazón de los soldados sirios para comérselos, y a los que pasaron a denominar "extremistas asesinos" cuando mataron a los periodistas occidentales.  Son la viva imagen de los escuadrones de muerte de Latinoamérica en los ochenta, adiestrados por John Negroponte, quien en 2003 organizó en Irak las "Fuerzas Especiales".
»Convertir Siria en una trampa para los países rivales de Israel en la zona.
»Realizar atentados de bandera falsa, como el episodio de los gases químicos del 2013, para culpar a Asad […] y lanzar un ataque militar contra Damasco. […]
»El veto de Rusia a una intervención militar, así como la ausencia de una alternativa capaz de gobernar el país (y a pesar de poder acabar con Asad con uno de estos "asesinatos selectivos"), la inutilidad de las conferencias de Ginebra I y II, y el temor a una situación caótica en la frontera de Israel, hicieron fracasar esta fase de la 'Operación contra Siria', aunque sirvieron para militarizar la región y permitieron instalar misiles Patriot en Turquía.»

…ha llegado el plan B de Obama contra Siria
El Imperio y la Élite Global jamás se dan por vencidos, porque su capacidad de control mundial casi no tiene límites. Por eso, hace tiempo que está en marcha el plan B, que consiste en (N. Armanian, Público, 29.9.14):
«Trasladar el "califato americano" del Estado Islámico (EI) de Siria a Irak, dejando que ocupara tranquilamente unos 90.000 kilómetros cuadrados de ambos países, aterrorizando a cerca de ocho millones de personas.
»Organizar una campaña de propaganda sobre la crueldad del EI, como se hizo con las lapidaciones de los talibanes para justificar el ataque "liberador" a Afganistán, o la matanza de bebés kuwaitíes por Saddam Husein en 1991. Por no hablar de la farsa del envío de ántrax a Estados Unidos, y las tristemente famosas armas de destrucción masiva inexistentes del 2003.
»Desempolvar el acuerdo militar que trapicheó con Irak, y que le permite "reocupar" el país cuando lo considere oportuno.
»Apartar de forma fulminante a Nuri al Maliki [primer ministro iraquí], por su oposición al uso del territorio iraquí para lanzar ataques contra Siria.
»Romper el tabú de bombardear Siria,  para lo que el año pasado Obama no pudo conseguir apoyos, ni dentro ni fuera de su país. Ahora, en el medio del caos, si "de repente" alguien asesina a Bashar al Asad, ¿quién llorará por él? ¿Puede ser esta la promesa de Obama al Rey Abdulá en su viaje a Arabia Saudí, a cambio de que no sabotee el acuerdo nuclear con Irán? "Siria para ti e Irán para mí… que por algo soy la superpotencia". Estados Unidos sabe que Damasco no puede derribar los aviones que invaden su territorio. La zona bajo el control del EI, una vez ocupada por los soldados dirigidos por Estados Unidos, le servirá de base de operaciones para actuar en toda Siria.
»Continuar con el Proyecto del Gran Oriente Medio, cambiando fronteras y regímenes. Washington enviará tropas a Irak, la mayoría árabes y pakistaníes, para que maten a los árabes y pakistaníes del EI. Una vez borrados del mapa Irak y Siria como estados, serán tratados como "escenario de operaciones Ir-Sir", para que rime con Af-Pak, otros dos estados convertidos en "áreas" durante el capítulo anterior del montaje de la lucha contra el terror.
»La masiva expulsión de las minorías étnicas y religiosas de sus hogares que está llevando a cabo el EI está en la línea del Plan Biden: 'Divide, vencerás y gobernarás'. Rompen los estados grandes, agrupan a sus gentes en zonas determinadas para levantar los miniestados que han diseñado. En Irak, con cerca del 30% de los matrimonios mixtos, se repetiría el drama de Yugoslavia: decenas de miles de personas se verían forzadas a matarse y separarse para que cada país agresor tenga su parte del pastel. […]
»Que de repente aparezca en la prensa un grupo islamista llamado Jorasán, más peligroso que Al Qaeda y el EI –¡asusten, asusten! – tiene mala pinta […].
»Estados Unidos, así pretende reestructurar Irak a su gusto, dominar sus recursos, consolidar sus posiciones en la región, y de paso chantajear a Rusia y China en otras zonas del planeta.

Islamofobia
Siempre que actúan unos fanáticos, gran parte de la sociedad tiende a estigmatizar al conjunto del colectivo al que pertenecen; ocurre cuando "Israel" masacra a los palestinos, y algunos culpan de ello a todos los judíos (ignorando además que muchos de ellos están en contra de las agresiones sionistas, como mostramos en el artículo ¿Autoodio judío o dignidad?).
La "moda" del Estado Islámico está generando una nueva oleada de islamofobia en algunos países (El País, 25.9.14). A veces se expresa de forma agresiva, pero hay otra forma más sutil, que consiste en asociar el porcentaje de población musulmana de un país con hipotéticas amenazas para el mismo, como hace A. Navalón en El País (8.9.14), quien estigmatiza a un colectivo y formula unas «preguntas inquietantes» un tanto extrañas: «¿Cuántos mexicanos, brasileños, centroamericanos están en el proceso de captación de los yihadistas? ¿Por qué Latinoamérica carece de los mecanismos de defensa predictiva que le permitan saber cuántos hispanos pueden integrar ese yihadismo que está alterando todas nuestras certidumbres?». Lanza unas insostenibles sospechas contra Irán y de paso contra Venezuela, y considera que «inquieta pensar en las consecuencias que podría acarrear el aumento de una comunidad islámica radical en una zona dominada y entrenada por sicarios».

La posición de los musulmanes ante el Estado Islámico
Aunque en este campo siempre se podría hacer más, lo cierto es que colectivos musulmanes de todo el mundo vienen condenando los actos del Estado Islámico, lo cual no es de extrañar al ser además un fenómeno claramente antiislámico promovido por oscuros intereses.
La Unión Internacional de los Ulemas Musulmanes los considera una aberración contraria a la sharía; a ellos se unen organizaciones islámicas francesas, la Organización para la Cooperación Islámica, imanes británicos, de Canadá, irlandeses y de Estados Unidos, el primer ministro de Malasia, el embajador de Irak en España, un representante de la comunidad chiíta iraquí, la Unión de Comunidades Islámicas de España, el presidente de Irán, el gran muftí de Egipto, la Universidad Al-Azhar, la Liga Árabe, el máximo representante islámico de Turquía, las principales asociaciones musulmanas francesas e italianas, el muftí de Arabia Saudí (máxima autoridad religiosa en el país) y muchos otros (ver Zenit, 29.8.14, Radio Vaticana, 25.7.14, Webislam, 19.14, RCI, 26.8.14, The Irish Times, 21.8.14, USA Today, 26.8.14, RIA Nóvosti, 28.8.14, IinfoCatólica [IC], 14.8.14, El Mundo, 5.9.14, Sana, 19.14, ReL, 9.9.14, Zenit, 10.9.14, 21.9.14, 22.9.14, IC, 4.10.14, etc.; ver también Media Matters, 21.8.14, donde con numerosos datos se desmonta la acusación repetida por la derecha islamófoba de que los musulmanes no condenan estos hechos).
Tenemos además los testimonios de cristianos de Irak que están siendo salvados por sus compatriotas musulmanes (ver "Los «Schindler musulmanes» que salvan cristianos en Irak", IC, 6.9.14).

¿Qué se debería hacer? Consideraciones previas
Cuando mediante datos y argumentos se pone en evidencia que la intervención militar de Estados Unidos responde a intereses imperiales, y sólo conseguirá crear más terror, muchos preguntan: Entonces, ¿qué se debe hacer para proteger a las personas que están siendo masacradas en la región? ¿Quién puede protegerlas? El fenómeno es amplio y complejo, y la respuesta también debe serlo. Tengamos en cuenta tres consideraciones previas:
Estados Unidos y sus aliados no pueden proteger a los cristianos… porque no es ese su objetivo, como hemos visto (parte IV). En todas sus intervenciones de las últimas décadas en la región su acción han empeorado la situación. Las invasiones de Afganistán en 2001 e Irak en 2003 se hicieron con el supuesto objetivo de proteger a la población, pero sólo han logrado que se agraven las respectivas guerras, el terrorismo, la inestabilidad y el número de víctimas.
–Por muy imperfecto que sea el sistema de las Naciones Unidas (lo es, y mucho), cualquier acción militar que se haga sin aprobación del Consejo de Seguridad no sólo implica una transgresión intolerable del derecho internacional (una más…), sino que, como demuestra la historia, sólo provoca más terror (Yugoslavia en 1999, Irak en 2003…).
Aun cuando el Consejo de Seguridad llegara a aprobar una "intervención", eso no la hace justa. En 2001, al fragor del 11-S, se aprobó la invasión de Afganistán, con resultados desastrosos.

Medidas concretas
Lo que habría que hacer es lo siguiente (algunos de estos puntos los propone también el congresista estadounidense Dennis J. Kucinich, GR, 6.9.14):
–La clave sería detener la financiación: Estados Unidos y sus aliados en la región y en Europa deben dejar de financiar a los terroristas, llámense "rebeldes sirios" o Estado Islámico (ya hemos visto que son los mismos). «Si Obama realmente quisiera acabar con el terrorismo suní, debería actuar contra el Pentágono y también contra Arabia Saudí, convertida en su cajero automático, según WikiLeaks y según Hillary Clinton. Si un grupo no recibe financiación, desaparece […]. Para erradicar el terrorismo de grupos (otra cosa es de los Estados) habría que tocar sus raíces políticas, económicas, sociales, culturales, etcétera. Eso es pedir mucho a Estados Unidos, que solo sabe desenfundar pistolas: por cada familia asesinada, decenas de jóvenes cogerán un arma, destruyendo lo que encuentren a su paso. No, no ha fallado la "guerra contra el terror" sino que Washington se niega a soltar este huevo de oro en su política exterior, destinado a mantener su poder militar» (N. Armanian, Público, 15.9.14).
–Cualquier acción tomada sobre esa región requiere de un análisis previo de las causas por las que se encuentra en semejante inestabilidad, y la consiguiente depuración de responsabilidades. Eso implicaría que Estados Unidos en especial, además de sus aliados, se retiraran por completo de la región y, como principales devastadores, financiaran un amplio plan de paz y de reconstrucción que desarrollarían países y organizaciones neutrales. Ese plan intensificaría al máximo estrategias de desarrollo económico, integración regional, reconciliación, justicia, convivencia, educación para la paz…
–Para proteger a poblaciones en riesgo, habría que contar con las tropas que hasta ahora han protegido a minorías como los cristianos (en Siria lo ha hecho el ejército de Asad), o quizá con cascos azules de la ONU, siempre y cuando su despliegue estuviera supervisado por observadores independientes que garanticen el respeto a los derechos humanos.
Por supuesto, imaginar que estas condiciones puedan llegar a producirse en un mundo dominado por el Imperio y por la maldad humana en general es un sueño (máxime si casi nadie lo exige, y los países que lo hacen son los apestados y excluidos de la "comunidad internacional"); pero es lo que éticamente debería hacerse. Lamentablemente, no ocurrirá. Quienes tienen esperanza en que este mundo tiene solución humana, que se vayan preparando para lo peor…

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