martes, 22 de noviembre de 2016

¿Volver a hacer libre Kurdistán? Política de Estados Unidos, Presidente Trump y los kurdos [Parte 1]



Sin amigos salvo las montañas – proverbio kurdo

Con la sorprendente victoria electoral de Donald Trump, muchos kurdos en las cuatro regiones del Gran Kurdistán y la diáspora que vive en el extranjero tienen curiosidad acerca de las implicaciones en el futuro. El interés está más que justificado, debido a la detención de los representantes del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) por Turquía y el aumento de su brutal ocupación en el Kurdistán del Norte (Bakur), al avance de los peshmerga del Kurdistán del Sur (Bashur) contra el Estado Islámico en Mosul, a la defensa del Partido de la Unión Democrática (PYD) del ISIS y los grupos islamistas ‘rebeldes’ respaldados por Turquía en el Kurdistán Occidental (Rojava), y a los mullah iraníes que continuamente ahorcan disidentes kurdos en el Kurdistán Oriental (Rojhilat). El apoyo de los Estados Unidos al pueblo kurdo es de vital importancia.

Sin embargo, la historia muestra como los kurdos deberían ser cautelosos con su optimismo. La razón es que la política exterior de los Estados Unidos y su hegemonía imperialista son prácticamente inmunes a cualquier partido político que esté en el poder y funcionan, básicamente, de forma independiente a cualquier proceso político interno. Siendo más específicos, tanto la administración demócrata como la republicana han continuado apoyando esporádicamente al pueblo kurdo, para más tarde traicionarlo en favor de sus propios intereses geopolíticos.

El pasado como prólogo

En 1973, en la segunda guerra kurdo-iraquí (1974-1975), el líder kurdo Mustafa Barzani contó al Washington Post, “Confío en América. América es un poder demasiado grande para traicionar a un pueblo tan pequeño como el kurdo.” Desafortunadamente, sus cálculos fueron erróneos y los Estados Unidos pronto cortarían los envíos de armas que habían estado proporcionando a los kurdos de Bashur desde 1972 para defenderse contra el baazismo de Bagdad y proporcionar una distracción de la fuerte presión que se estaba ejerciendo sobre el Shah respaldado por Estados Unidos al otro lado de la frontera en Irán.

De hecho, cuando Mustafa Barzani escribió confuso al Secretario de Estado estadounidense nombrado por los republicanos, Henry Kissinger – un hombre al que había regalado previamente tres alfombras y un collar de oro y perlas como regalo de bodas – “Su Excelencia, los Estados Unidos tienen una responsabilidad moral y política con nuestro pueblo”, no hubo respuesta. Como señal de cúanto valoraba Kissinger la importancia de tal lealtad, dos años más tarde, en 1975, dijo al Comité de Inteligencia del Congreso que “la acción encubierta no deben confundirse con las obras misioneras.” Como aspecto relevante, cuatro décadas más tarde, la demócrata Hillary Clinton citó al republicano Kissinger como uno de sus amigos, durante el proceso de elecciones primarias del 2016.

Posteriormente, durante la década de los ochenta, cuando Saddam Hussein comenzó a implementar su campaña genocida de Al-Anfal (1986-1989) en Bashur – que incluyó el horroroso ataque con armas químicas y el asesinato de 5000 kurdos en Halabja el 16 de marzo de 1988 – pocos en la prensa estadounidense señalaron que la única razón de que el régimen de Saddam poseyera tales armas químicas era debido a que la Administración Reagan había sacado previamente a Iraq de la Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo para ayudar a este país a acabar con los iraníes en la guerra que se estaba llevando a cabo entre los dos países (1982-1988).

Finalmente, al comienzo de 1991, en la operación ‘Tormenta del Desierto’, Estados Unidos expulsó de Kuwait del ejército iraquí y estableció una zona de ‘exclusión aérea’ sobre el Kurdistán del Sur (al Norte de Iraq). Sin embargo, esta intervención de los Estados Unidos no debe ser confundida con una preocupación humanitaria por los kurdos, sino por el petróleo, como resumió brevemente el subsecretario de Defensa de Ronald Reagan, Lawrence Korb, haciendo referencia a los intereses estadounidenses en la región, “Si Kuwait cultivara zanahorias, no nos importarían un carajo.”

Además, a lo largo de la década siguiente, mientras las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos protegían a los kurdos de Bashur de Saddam en Iraq, la Administración Democráta Clinton asistió militarmente a Turquía en la destrucción sistemática de alrededor de 4000 aldeas kurdas en la frontera del Kurdistán del Norte. Como ha señalado Noam Chomsky:

“En los 90, fue la población kurda de Turquía la que sufrió la mayor represión. Decenas de miles fueron asesinados, miles de ciudades y pueblos fueron destruidos, millones de personas fueron expulsadas de sus tierras y hogares con horribles barbaries y torturas. La administración Clinton supuso un apoyo crucial, proporcionando generosamente a Turquía los medios de destrucción. Turquía se convirtió en el principal receptor de armas estadounidenses, además de Israel y Egipto. Clinton proporcionó el 80% de las armas de los turcos, haciendo todo lo posible para asegurar que la violencia turca tuviera éxito. El silencio de los medios de comunicación hizo una contribución significativa a estos esfuerzos.”

Para hacernos una idea del alcance, solo en el año 1997, los envíos de armas a Turquía superaron al periodo entero de la Guerra Fría. Con Ankara comprando tantas armas y helicópteros Apache para matar a los rebeldes kurdos, 1997 fue “por coincidencia” el año en que el Departamento de Estado de los Estados Unidos inexplicablemente incluyó al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en la lista de Organizaciones Extranjeras Terroristas (FTO) por el mandato de Turquía, a pesar de que las guerrillas del PKK nunca habían matado a un americano y había estado liderando una rebelión armada contra la opresión turca, discutida en las observaciones de Chomsky desde 1984.

El hecho de que el PKK aún permanezca injustamente en esta lista 20 años después, a pesar de ser uno de los más efectivos combatientes contra el Estado Islámico, promoviendo una filosofía de confederalismo democrático que respeta los derechos de las minorías y las mujeres y haya salvado alrededor de 40000 yazidíes en Sinjar en 2014, cuando el resto del mundo los abandonó para morir, nos dice todo lo que realmente necesitamos saber acerca de cuánta importancia pone tradicionalmente el gobierno de los Estados Unidos en la verdad y la moral, en lugar de en los intereses financieros y geopolíticos.

Fuente: Kurdish Question
Autor: Dr. Thoreau Redcrow

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