jueves, 30 de octubre de 2014

Las kurdas del YPG, temibles enemigas de ISIS en el norte de Siria

Las mujeres kurdas se han unido a la lucha para evitar caer prisioneras de los militantes islamistas que intentan apoderarse de sus hogares.


Las mujeres kurdas del YPG se han sumado a la defensa de sus poblaciones amenazadas por el grupo terrorista ISIS (CNN).

Las mujeres kurdas del YPG se han sumado a la defensa de sus poblaciones amenazadas por el grupo terrorista ISIS (CNN).



DERIK, Siria, (CNN) — No te dejes engañar por las bellas canciones que cantan durante su tiempo de descanso. Estas valientes mujeres están entre los enemigos más letales del Estado Islámico de Iraq y Siria (ISIS).


Las mujeres manipulan rifles de asalto Kalshnikov y usan uniformes militares de campaña; efectúan ejercicios militares en un campo polvoriento en el norte de Siria durante una ceremonia conmemorativa de los combatientes caídos.


"Nuestros mártires no mueren. ¡Siguen vivos en la memoria!", exclamó la comandante kurda, quien llevaba un uniforme verde de camuflaje y una pistola al cinto mientras los montones de mujeres militantes uniformadas esperaban firmes.

Las combatientes kurdas de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) han combatido a ISIS desde hace más de un año.

Luchan y sangran en el frente de batalla para evitar que el grupo terrorista entre en las partes del norte de Siria que están bajo control de los kurdos y para mantener intacta la ideología de este movimiento que se formó en parte sobre los cimientos de la igualdad de género.


"Como mujeres defendemos y protegemos a nuestro pueblo", dijo Hadiye Yusuf, la copresidenta del mayor de los enclaves kurdos del norte de Siria, en un discurso durante la ceremonia.


"Llevamos armas para proteger nuestros hogares y para evitar volvernos esclavas de ISIS", agregó.


El YPG es ferozmente laico y contrasta profundamente con su acérrimo enemigo que ha secuestrado a miles de mujeres y las ha ocultado a la vida pública en las zonas que controlan, lo que representa un escalofriante recordatorio de lo que esperaría a las mujeres kurdas si se pierde la guerra contra ISIS.


Ayuda de Estados Unidos

Hasta hace poco, las YPG empezaron a recibir ayuda de Estados Unidos con envíos de armas y ataques aéreos cuyo objetivo era frustrar el avance de ISIS, grupo que ahora controla grandes extensiones de Siria e Iraq.

La muy necesitada ayuda fue un giro en la historia para las YPG, que incluyen a muchos combatientes que han peleado desde hace tiempo contra Turquía, aliado clave de la OTAN que Estados Unidos encabeza.


Sin embargo, gran parte del mundo se dio cuenta de que los kurdos eran una fuerza de combate efectiva en Siria hasta que los militantes yihadistas emprendieron un implacable sitio a Kobani, la ciudad fronteriza siria, frente a las cámaras de televisión.


'Apátridas' dentro de un país

Mientras el resto de Siria se destrozaba en una violenta guerra civil, la minoría kurda de Siria pasó tres años construyendo discretamente varios Estados pequeños en el norte del país.

Ellos llaman Rojava a estos tres enclaves. Hasta hace poco, algunos observadores externos los consideraban una especie de éxito.

"Trataron de gobernarlos como pequeños Estados bastante autónomos que en ciertas formas eran bastante admirables. Incluían varios grupos étnicos y religiosos y trataban de ser incluyentes", dijo Hugh Pope, analista del International Crisis Group (ICG), una organización de mediación en conflictos.

En los boletines pegados en los muros de las calles de una ciudad controlada por los kurdos se urge a los empresarios a que publiquen letreros en los tres idiomas oficiales de Rojava: kurdo, árabe y asirio, un antiguo idioma cristiano que se habló en Medio Oriente por casi 2,000 años.

"El municipio ayudará a prepararlos y a traducirlos", se señalaba en los boletines que el municipio de Derik imprimió. "Nuestro idioma es nuestra identidad, nuestra historia, nuestra existencia y nuestra dignidad".


Enclaves tranquilos

De cierta forma, la zona bajo control kurdo parece un mundo diferente de otras ciudades asoladas por la guerra en el norte de Siria.

Estas zonas casi no han sido blanco de los ataques aéreos ni de las bombas del gobierno sirio que asolan las ciudades y pueblos controladas por los rebeldes y que cobraron la vida de al menos 182 civiles tan solo la semana pasada, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos.

A diferencia de la atmósfera que se respira en los territorios controlados por las milicias islamistas, las mujeres de Rojava caminan libremente por las calles y llevan el cabello y el rostro al descubierto.

En todas partes hay carteles y grafiti en los que se celebra el valor y el martirio de los combatientes kurdos de las YPG.


Independientes del PKK

Al terminar la ceremonia conmemorativa del fin de semana pasado, las combatientes, así como las madres y viudas de los miembros de las YPG que murieron luchando contra ISIS, cantaron Biji será Apo, que significaLarga vida a Apo.

Apo es el sobrenombre de Abdullah Ocalan, el líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) que está preso. Los militantes de este movimiento separatista kurdo, inspirado en el marxismo, libraron durante 30 años una guerra de guerrillas contra el gobierno de la vecina Turquía.

Hasta hoy, tanto Turquía como sus aliados de la OTAN (Estados Unidos y la Unión Europea) consideran oficialmente que el PKK es una organización terrorista.

Los líderes de las YPG insisten en que el PKK es una organización fraternal aunque independiente.

No obstante, la iconografía y la composición de las YPG indican otra cosa.

El retrato de Ocalan está presente al centro de muchos carteles que muestran a los combatientes caídos de las YPG. Además, en dos viajes que los periodistas de CNN hicieron a Rojava, encontraron al menos una docena de militantes kurdos armados de origen turco.

En entrevista con CNN, Yusuf, la copresidenta del enclave, dijo que en su juventud había combatido con el PKK y después se volvió activista en una asociación femenil.

Los íntimos lazos de los kurdos sirios con el PKK enfrentan a Rojava con el vecino norteño de la zona kurda: Turquía. Por eso, el enclave de Kobani quedó vulnerable cuando ISIS emprendió el ataque en septiembre.

"Cuando las cosas se intensificaron en Kobani, los combatientes de las YPG quedaron terriblemente expuestos y han recibido golpes muy crueles", dijo Hugh Pope del ICG.

Más de 200,000 refugiados huyeron hacia Turquía para escapar de los avances de ISIS. Mientras tanto, los defensores kurdos de Kobani se vieron obligados a retroceder casi hasta la frontera con Turquía en la sombría lucha contra la ofensiva yihadista.

Los ataques aéreos estadounidenses y una serie de envíos de armas y municiones lograron aliviar el sitio de ISIS. Sin embargo, la ayuda estadounidense a los kurdos sirios afectó la relación con Turquía, cuyo presidente dijo que los envíos aéreos estadounidenses habían sido un "error".


La acción militar une a los kurdos

Aunque los kurdos sirios se han vuelto un punto de tensión entre los dos aliados en la OTAN, también ha crecido su popularidad entre los kurdos que están esparcidos en los distintos países de Medio Oriente.

En agosto, los combatientes de las YPG emprendieron una audaz operación de rescate al otro lado de la frontera con Iraq. Evacuaron a miles de kurdos iraquíes del grupo religioso yazidí a los que ISIS tenía atrapados en una montaña árida.

A lo largo de septiembre, la defensa de las YPG en Kobani ha animado y unido a los kurdos que a menudo están divididos por las diferencias políticas y lingüísticas.

Sin embargo, la popularidad ha resultado cara.

Han muerto cientos de miembros de las YPG y muchos más han quedado heridos en la guerra contra ISIS.

En la ceremonia conmemorativa, una viuda de nombre Khalisa Gharzi asistió con sus hijos a escuchar los discursos.

Ella estaba a punto de dar a luz a su hija Zhanda, en 2013, cuando mataron a su esposo Ramadan en una batalla contra ISIS.

Gharzi dijo que cuando lo recuperaron, vieron que el cuerpo de su esposo estaba mutilado: le habían cortado una oreja. "Estoy enojada y triste por lo que le pasó, pero sigo orgullosa porque era un combatiente", dijo Gharzi. "Si no hubiera tenido estos hijos, yo misma hubiera ido a pelear, porque esta es una guerra justa".

Cerca de allí, su hijo Hogur, de tres años, jugaba junto a las filas de mujeres combatientes que estaban sentadas en el sitio del desfile, sosteniendo sus rifles.

El niño llevaba el uniforme verde de camuflaje de un futuro combatiente kurdo.

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