jueves, 2 de mayo de 2019

EL TÍTERE INTERINO DEL IMPERIO: Trump y Guaidó (+ López) vs. Venezuela


El siguiente texto fue escrito hace unos días. Estuvo en remojo mientras surgían nuevos adjetivos sobrantes y unos cuantos verbos innecesarios.
Iba a enviarlo para su publicación cuando ocurrió el nuevo intento de golpe de estado en Venezuela. Con la certeza de que no habría necesidad de quitarle párrafos porque desde los primeros momentos era claro que se trataba de otro espectáculo de variedades de los que se están acostumbrando a brindar los Estados Unidos en Venezuela y la oposición venezolana en los medios internacionales dominantes, sí tuve la duda sobre la conveniencia o no de agregarle algunas líneas haciendo referencia específica a esos acontecimientos y a los actores involucrados, los golpistas Juan Guaidó, el títere, y Leopoldo López, el rico y revoltoso jefe.
Pensé que sí sería conveniente, aunque fuera innecesario. Por eso agregué “(+ López)” al título y esta nota al margen. Creo que con eso basta y sobra, además, porque a la final el intento de golpe ni siquiera fue eso sino una excusa más para lo que en verdad esbozan y pretenden llevar a cabo los opositores y el Gobierno estadounidense: borrar del escenario al presidente venezolano legítimo y del mapa a los millones de sus seguidores y de chavistas. Un poco más de medio país, nada más.

TRADICIÓN DE LOS TRAIDORES
Las conquistas de México y Perú, y, en general, del Nuevo Mundo, en buena medida fueron posibles por la significativa contribución que brindaron los indígenas del mismo continente ocupado.
Así procedieron muchos pueblos inconformes o subyugados por los imperios mexica (azteca) o inca; tribus envueltas en pugnas atávicas; elementos tentados con chucherías y familias convertidas a la fe recién caída del cielo.
Pobladores aterrados por los perros de ataque de babazas candentes o los corceles de jinetes indiferenciados, percibidos como feroces monstruos de dos cabezas, que claudicaron y fueron forzados a la traición. Y alguna indígena, tal vez más traicionada que pérfida, como la Malinche, “doña Marina, que ansí se llamó después de vuelta cristiana” (Díaz del Castillo, 1632),
Todos los cuales, en cualesquiera de los casos y por las circunstancias que fueran, se aliaron al invasor y le suministraron las claves de la propia destrucción.

EL ALMA AL DIABLO
En el objetivo de acabar con el enemigo acérrimo, satisfacer la sed de venganza, hacerse a una fuente de poder y riqueza, o en la premura de arrebatar un derecho divino netamente mundano, no pocos individuos y grupos están dispuestos no sólo a feriar unos nombres y delatar unos domicilios, sino a venderle el alma al diablo.
Porque eso encarna hacerle el juego al foráneo a sabiendas de las consecuencias funestas que representa para la patria en pleno, incluido el daño a los oponentes internos, claro está, pero también a los que se tienen por compatriotas y correligionarios.
En el mito fáustico, de Johann Spies (Historia de D Johan Fausten, 1587) a Thomas Mann (Doctor Faustus, 1947), el tentado negocia el alma a cambio de dolores de cabeza trascendentes: la eterna juventud, la sabiduría, el arte eximio o una mujer, Margarita (Gretchen, en familia).
En el caso del Fausto de Goethe (1806), además, es un cambalache a cambio de espectaculares viajes en el tiempo y de mágicas empatías amorosas con la radiante Helena de Esparta. ¡Imagínenselo! Una mujer que se basta y sobra para encarnar juntos el símbolo de la perfección femenina y el arquetipo de la dama fatal, ni más ni menos.
Pero, ni que decir tiene, Donald Trump está demasiado lejos de la finura de Mefistófeles, y el desvalorizado dólar carece de la lozanía de aquellos cebos encomiables.
Trump, a duras penas, es una especie de conjugación de Jesse James y Amarillo Slim: pistolero desaforado del Viejo Oeste con apostador sin medida. Amarillo, a propósito de los autoproclamados en boga, self-proclaimed greatest gambler who ever lived (autoproclamado el jugador más grande que jamás haya vivido) (Poker Listings, 2019).
Y el dólar hace rato que dejó de apuntalarse en los lingotes del oro rebajado de las bóvedas de Fort Knox o West Point para hacerlo en armamentos de ficción y en la flota de trasatlánticos atestados de aeronaves henchidas de bombas.
Eso lleva, precisamente, a que el pistolero apostador sea tan peligroso: los escenarios de duelo son hallados en los cinco continentes y lo que se juega es la seguridad del planeta.

AFANES IMPERIALES
Abundan en el mundo contemporáneo, de otra parte, los traidores que ni siquiera se venden por espejitos extraños y rutilantes o abalorios enigmáticos, sino por miserias comunes y corrientes, a cambio, no del alma deslumbrada, sino de un espíritu mezquino.
En las tierras latinoamericanas los riesgos de hace quinientos años son los mismos de hoy en día, o lo son sus equivalencias, actualizadas con mediocridad: Ayer, los españoles arriaron los demonios con sus imparables apetencias imperiales, una religión que rebasaba la parcela europea del siglo XV y un sofocado comercio con urgencias de expansión. Un eurocentrismo, mejor dicho, que no cabía en la Europa que Dios le dio.
Hoy nos rondan los afanes imperiales de Estados Unidos, con idénticos caprichos ineludibles: el designio divino (desde 1872, cuando John Gast pintó El Progreso Estadounidense, la primorosa y mediocre pintura de alegoría del Destino Manifiesto), el mercado (desde 1807, cuando Gran Bretaña le impuso a los Estados Unidos una serie de restricciones comerciales de lejos más nobles que las aplicadas por ellos hoy en día en el mundo, que consideraron un bloqueo ilegal y que condujo a la Guerra anglo-estadounidense de 1812) y el racismo (ese “artefacto realista para el control” [Zinn, 1980]).
Un país que en unas décadas pasó de ser la democracia inmanente cantada por Walt Whitman en sus Hojas de hierba(1855), “la primera de las revoluciones de nuestro tiempo, la que inspiró la revolución francesa y las nuestras” (Borges, 1969), a convertirse en una nación más cercana a las distopías que los propios estadounidenses proyectan mejor que nadie, como, por ejemplo, la de Ray Bradbury (Fahrenheit 451) o, más acá, las de Richard Morgan (Leyes de Mercado, 2004) y John Brunner (El rebaño ciego, 1972).
En otras palabras: Un país a bordo de las propias mentiras y los delirios de grandeza, indolente hacia la vida, obcecado por la guerra, con las peores desviaciones del capitalismo por fe y los desesperos del control perdido guiando las conductas.

VEINTE AÑOS                  
Han transcurrido más de veinte años desde que Venezuela empezó a querer cambiarle la naturaleza a una historia de rebeliones caudillistas regionales, dictaduras como las de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, y cuatro décadas de puntofijismo, un acuerdo de gobernabilidad firmado entre tres partidos y que en realidad fue una repartición bipartidista del poder.
Una crónica escabrosa de mandos autoritarios en la cual, sin embargo, jamás dejó de estar presente de modo paralelo, aunque constreñida y perseguida, aquella esencia libre e independiente de la Sociedad Patriótica de Juan Germán Roscio, Francisco de Miranda, Simón Bolívar, José Félix Ribas, Miguel José Sanz, Vicente Salas, entre muchos otros.
Porque la Revolución Bolivariana no surgió por generación espontánea (la verdad es que la historia, por lo menos desde 1864, gracias a monsieur Pasteur, no registra cosa alguna florecida así) ni Hugo Chávez fue el infiltrado o el advenedizo llegado de la nada que infiltrados y advenedizos intentan mostrar.
Ciertos cambios pueden ser rápidos, en apariencia bruscos, pero son procesos y siempre vienen de algún punto. Otra cosa es que no captemos las puntadas.
Ahora bien, ¿cuáles son esos aspectos que se han pretendido cambiar en Venezuela, que resultan amenazantes para Estados Unidos y que los conduce a demonizar el proceso político, económico y social del país al extremo de amenazarlo con una de sus mortíferas intervenciones?
Se ha intentado transformar algo (lo que es monumental) de lo muy malo que los dos partidos políticos principales, en el poder desde 1958, hicieron: desde abrirle la puerta de par en par a las trasnacionales petroleras, hasta el desmonte productivo e institucional llevado a efecto de la mano del neoliberalismo.

EL MAL NECESARIO    
Una corrección económica que exacerba los ánimos de los opositores, grandes beneficiarios internos del petróleo, de la privatización de las empresas y de la intermediación comercial importadora.
Y fastidioso propósito para unos Estados Unidos que mueven con petróleo la industria que tratan de reanimar, conocedores de que la ponderada apuesta por el fracking es un arma de doble filo: por más que se haya innovado en tecnología y abaratado costos de producción, para que la técnica sea rentable requiere de un petróleo por encima de cincuenta dólares el barril. Porque la inversión debe rendir con creces. Las petroleras estadounidenses no se satisfacen con poquitos.
Pero el petróleo de costos disparados es un tiro en la sien justo para la industria que se arrastra por el Medio Oeste a punta de fabricar los electrodomésticos de asombro de los años cincuenta, la misma que Trump prometió recuperar con su eficaz estrategia de mentiras por votos. Claro, no es sólo esta industria en pañales. Es buena parte de la economía del país.
De ahí que esos cambios políticos de Venezuela son, además de fastidiosos, un obstáculo para el acceso directo a unas reservas, las certificadas más grandes del mundo, que, tarde o temprano, se requerirán.

UN DESPROPÓSITO DE MÁS
Veinte años de un proceso en un país que busca, en esencia, algo similar a lo que llevó a Don Quijote a partir por los caminos de La Mancha hace cuatro siglos: “desfacer fuerzas y socorrer y acudir a los miserables.”
Materias elementales que quién sabe cuántas veces se les ocurrieron a las élites adecas y copeyanas, y que ni en una sola ocasión salieron a buscarlas por los 23 estados y demás dependencias federales, incluido el territorio insular del país, o, en sus narices, por los incontables cerros de la capital.
En Venezuela no funciona nada, todo se ha ido al traste, afirman quienes no pudieron seguir haciéndose más y más ricos, al menos no a costillas del petróleo ni de las cuantiosas riquezas minerales del país. Lo cual tampoco ponen en duda los gobiernos que representan los intereses de los saqueadores, pulcros mercachifles, partidarios corporativos.
Se ha querido hacer más de lo hecho, sin duda, pero también es indudable que se ha hecho más de lo que habrían llevado a cabo quienes no tenían la intención de hacer nada por nadie.
Quienes en casi medio siglo de poder, dejaron al 80% de la población sumida en la pobreza, una cuarta parte de ella en la indigencia. Para no hablar de ahí para atrás.
Es cómodo participar en el coro unánime de ciertas instancias contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro. Es fácil hacer notar la voz de flauta entre las de saxos rotos de los países cantores de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en buena hora abandonada por Venezuela.
O entre los megalómanos del Grupo de Lima, que no es un grupo, sino un club, y que sirve, como cualquier club de señores bien, para especular con los negocios y mentirse entre los amigos.
No importa lo que allí se diga, será escuchado. No afecta que se recurra a maledicencias y patrañas, serán atendidas. Carece de relevancia si un hampón promulga las soflamas, serán fiables y pregonadas.
Se nota en ese Club, que tampoco es de Lima, sino de Bogotá, a Julio Borges, acusado por el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela de ser uno de los autores intelectuales del intento de magnicidio contra el presidente Maduro en agosto de 2018 y uno de los opositores más proclives a las soluciones militares, sea la invasión directa o la guerra civil. Un matón de etiqueta y levita, de esos que son tan apreciados por Bogotá.
El Club de Lima es la liga del desafuero que recurrió a la creación de otra tertulia con el fin exclusivo de excluir a un país, Venezuela: un organismo, espero que por causticidad y no por estupidez, nombrado con una palabra que designa todo lo contrario de lo que hará: PROSUR, perro de caza sin olfato, hiena sin dientes. Otro grupo sin lima: ni alisa metales ni desgasta presidentes.

PERDER ES PERDER
Los opositores venezolanos llevan dos décadas probándolo todo: golpes de estado, desestabilizaciones, infiltración de marchas, operaciones de sabotaje, manipulación financiera, detrimentos económicos, guerra mediática, arremetidas cibernéticas, intentos de magnicidio, contrata de sicarios, pactos con terroristas, importación de paramilitares, asesinatos selectivos, proyección de invasiones y otras intervenciones. Detrás de esas modalidades dispares, los Estados Unidos mueven los hilos.
De fracaso en fracaso, la oposición está dispuesta a apostarle a la destrucción del país con tal de derrocar al gobierno del presidente Nicolás Maduro y de asaltar el poder. Adentro, el cerco a Miraflores. Afuera, el asedio al país.
Los líderes, en meses recientes, elevaron las expectativas a niveles inéditos, y, no obstante, el gobierno legítimo continúa al mando. Se desaguó el ímpetu inicial de Juan Guaidó, el títere bullanguero: despedazada la cruceta, rotos los hilos, burlados los titiriteros.
La ayuda humanitaria no entró (ni por tierra ni por aire, ni por mar); las fuerzas militares no se aventaron por el voladero de las falsas promesas y el apoyo internacional de 54 países (por cohesión, por oportunismo, por réditos) no ayudó,
El Gobierno de los Estados Unidos y los opositores apostaron por los escenarios apresurados y menos factibles, y luego del farol (blofeo, aunque no le guste a los señores de la RAE) se quedaron con una única carta bajo la manga, ese seis de espadas de la baraja española, esa carta azarosa e indeseada: la invasión militar al país, un agujero negro y denso como el petróleo en la mira.
Con suerte, buena estrategia y suficiente ayuda tecnológica, los cinco mil marines de la libreta de notas de John Bolton, la divulgada en cuidadoso descuido, podrían tomarse el Jardín Botánico de Caracas en un santiamén, es probable, pero con hartas dificultades lo retendrían y controlarían más allá de las primeras semanas.
Nada de eso, obviamente, es bueno. Por donde se mire, el pueblo venezolano, chavista o no chavista, con Maduro o Guaidó, pobre y pudiente, no tiene manera de salir bien librado. A excepción, desde luego, de los vendidos y sus cabecillas en reventa. Y de los solícitos contratistas de la reconstrucción, que no serían los maestros de obra locales o de Barranquilla. La posterior cronología se conoce.

LA GUERRA CIVIL
Es difícil aceptar que sea posible una guerra civil en Venezuela. Así lo pienso desde que, hace muchos años, atestigüé una acalorada discusión entre dos conductores de camión (autobús) en pleno centro de Caracas.
A causa de alguna nimiedad ambos descendieron de los vehículos, se lanzaron hirientes improperios, alzaron los puños a lo alto, desabotonaron las camisas sudadas por la tarde a pleno sol.
Hasta que cambió la luz roja del semáforo. Entonces, cada cual regresó a su respectivo vehículo y ambos emprendieron la ruta calle arriba y sin afanes, como si no hubiera sucedido nada. En la vecina Colombia, por la palabra a destiempo o la mirada medio torva, uno de ellos quedaría sin vida. O los dos.
Venezuela es un pueblo de paz. A los naturales de hoy en día les debe quedar la suficiente valentía de la que hicieron ostentación en los lejanos tiempos de Bolívar, cuando lucharon por la libertad de su patria y la del vecindario, y seguramente volverán a exhibirla con igual denuedo en el caso de una agresión externa.
Mas no es fácil imaginar a los venezolanos yéndose a las armas entre ellos, y con la bestialidad y persistencia que entraña una guerra civil sin espacio ni tiempo, sin tregua ni compasiones, como las que están acostumbrados a infligir y padecer los vecinos colombianos, en una sucesión inclemente de muertos y conflictos, donde las generaciones creen que evolucionan los motivos, los sentidos y los bandos cuando apenas cambian los alias y uno que otro epíteto.
Lo que ocurre es que aquí hablamos de una guerra civil alimentada desde afuera, la brasa atizada por vientos foráneos; la conflagración azuzada por intereses insaciables y ajenos junto a unos cuantos lugareños que actúan de intrusos.
Y un solo origen: los Estados Unidos, tan parecidos, también, en los desesperos imperiales a la España de hace cinco siglos, aunque con pequeñas diferencias determinantes: España se forjaba como imperio, Estados Unidos es uno en la rodada.
Mientras que España tenía a Carlos I (V del Sacro Imperio Romano Germánico), un rey con una idea imperial, quizás, “más metafórica que efectiva” (Ortega, 2018), los Estados Unidos no sobrepasan la vista maligna y nublada de unos dirigentes caricaturescos.
España tuvo a Felipe II, por algo conocido como “el Prudente”, en tanto que los Estados Unidos tienen que arreglárselas con un mandatario bastante imprudente.

Venezuela reclama a EEUU proteger su embajada en Washington


Venezuela pide a EE.UU. proteger su sede diplomática en Washington, donde se han registrado enfrentamientos entre opositores y partidarios de Nicolás Maduro.

El canciller venezolano, Jorge Arreaza, a través de su cuenta en Twitter, conminó el jueves al Departamento de Estado de EE.UU. a cumplir su obligación como “signatario” de la Convención de Viena y “proteger el edificio de la antigua embajada de Venezuela en Washington, tal como nuestro Gobierno protege sus instalaciones en Caracas”.

El mismo día, el embajador de Venezuela ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Samuel Moncada, condenó los ataques perpetrados contra la sede diplomática en Washington, capital de Estados Unidos, y cuestionó la actuación ineficiente de las autoridades locales en la protección de las instalaciones.

“Lo que ocurre en nuestra embajada es una muestra de lo que quieren hacer con toda Venezuela. El botín de guerra justifica la violencia”, escribió Moncada.


Lo que ocurre en nuestra embajada es una muestra de lo que quieren hacer con toda Venezuela. El botín de guerra justifica la violencia”, denunció el embajador de Venezuela ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Samuel Moncada, en alusión a los ataques a la sede diplomática por seguidores de la oposición. 

Estas demandas venezolanas se refieren a los intentos de seguidores del golpista Juan Guaidó para tomar a la fuerza la embajada de Venezuela en Washington y sus insultos y agresiones contra activistas a favor de Maduro que se mantienendesde hace dos semanas dentro de la sede diplomática, por autorización de Caracas, a fin de impedir la entrada del personal nombrado por Guaidó y dirigido por su representante ante EE.UU., Carlos Vecchio.

La Policía estadounidense arrestó este jueves a tres personas cuando un grupo de venezolanos atacó a individuos que querían introducir comida en la legación diplomática.

El 25 de abril, Elliott Abrams, el nuevo enviado especial de EE.UU. para Venezuela, manifestó la disposición de su país para desalojar a los chavistas de la embajada si así lo dispone Guadió.

El pasado 23 de enero, Maduro anunció la ruptura de relaciones de Venezuela con EE.UU. y ordenó el cierre de la embajada venezolana en Washington y de todos los consulados en territorio estadounidense, luego de que el Gobierno de Donald Trump reconociera al diputado opositor Guaidó como “presidente interino”.

La Administración de Trump ha intensificado su apoyo a Guaidó con sanciones y hasta amenaza con la intervención militar para derrocar a Maduro, presidente elegido en las urnas con el 68 % de votos, que acusó a Washington de comandar el fracasado golpe de Estado contra el Gobierno chavista.

Congresista estadounidense culpa a sanciones de EEUU de ‘devastación’ de Venezuela


La congresista de EE.UU. Ilhan Omar denuncia que las sanciones de Washington contra Venezuela conducen a la ‘devastación’ y ‘desestabilización’ del país caribeño.

“Muchas de las políticas que hemos adoptado han ayudado de alguna manera a liderar la devastación en Venezuela”, afirmó la diputada en una entrevista publicada el miércoles por el canal local Democracy Now.

Omar señaló que el “particular bullying y el uso de las sanciones para intervenir y hacer un cambio de régimen no ayudan a la gente de países como Venezuela, ciertamente no ayudan para nada y no están en el interés de EE.UU.”.

De acuerdo con la política, las sanciones financieras, como las impuestas contra la estatal empresa Petróleras de Venezuela S.A (PDVSA) “conducen a devastaciones” que se están viviendo en Venezuela “y en última instancia” llevan a todos a tener graves problemas en ese país. “No estabilizan la vida de la gente, y ciertamente nos pone en riesgo aquí en EE.UU.”, advirtió.

“De alguna manera, hemos preparado el escenario para llegar al lugar donde estamos hoy”, lamentó la musulmana demócrata por Minnesota de origen somalí.

Muchas de las políticas que hemos adoptado han ayudado de alguna manera a liderar la devastación en Venezuela”, afirmó la congresista estadounidense Ilhan Omar.

La congresista puso en entredicho además a Elliot Abrams, un veterano diplomático que fue nombrado a finales de enero enviado especial de la Administración del presidente Donald Trump para Venezuela para supervisar la respuesta de Washington a la agudización de la crisis política en el país bolivariano.

“Gente como Elliott Abrams, neoconservadores y belicistas, durante tanto tiempo han impulsado políticas que podemos ver, no solo en Centroamérica, sino en muchas partes del mundo, han conllevado algún tipo de devastación”, indicó.

La tensión en Venezuela volvió a dispararse el martes, cuando un grupo pequeño de militares venezolanos encabezó un intento de alzamiento, con la participación además del líder opositor Leopoldo López, un intento neutralizado por las fuerzas de seguridad.

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, denunció a su vez un intento de un golpe de Estado con apoyo externo, acción que fue encabezada por el autoproclamado “presidente encargado”, Juan Guaidó.

Al ver fracasada la última intentona golpista, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, amenazó a Caracas con una medida belicista. “La acción militar es posible, si eso es lo que se requiere. Eso es lo que hará EE.UU.”, recalcó.

“Bolton dirigió personalmente operaciones del golpe en Venezuela”


El presidente venezolano considera al asesor de Seguridad Nacional de EE.UU. como el comandante de las operaciones del fallido golpe de Estado del martes.

“Ese golpe de Estado que se pretendió, esta escaramuza golpista. Él, John Bolton, la dirigió personalmente desde la Casa Blanca, así lo denuncio y pido que se investigue en EE.UU. estas criminales acciones contra la democracia venezolana”, aseveró el miércoles Nicolás Maduro en un discurso durante las marchas por el Día Internacional de los Trabajadores en Caracas, la capital venezolana.

El presidente aseguró que Bolton había llamado personalmente a los mandatarios y autoridades de Colombia, Brasil, Argentina y Chile, para que se coordinaran durante el connato golpista.

“Ayer, en la Casa Blanca, desde el amanecer estaba el asesor de seguridad, el engañador de (el presidente de EE.UU.) Donald Trump, asesor de engaños John Bolton, coordinando las operaciones del golpe”, agregó.

Maduro explicó también que informaciones de inteligencia, incluso reportes de investigaciones periodísticas, declaraciones y mensajes en Twitter, revelan el nerviosismo que reinaba el martes en la sede presidencial norteamericana ante la intentona fallida.

“Se desdibujaron, se les acababa su golpe de Estado, facturado, dirigido y preparado desde Washington (…) Hemos vuelto a triunfar con la verdad, la lealtad, la moral y el honor”, concluyó.

Ese golpe de Estado que se pretendió, esta escaramuza golpista. Él, (asesor de seguridad de EE.UU.) John Bolton, la dirigió personalmente desde la Casa Blanca, así lo denuncio y pido que se investigue en EE.UU. estas criminales acciones contra la democracia venezolana”, aseveró el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.

La madrugada del martes, un grupo reducido de militares, liderado por el golpista Juan Guaidó, se sublevó contra el Gobierno de Maduro y ayudó a escapar de su arresto domiciliario al opositor Leopoldo López, sin embargo, horas después del anuncio de la asonada, el Ministerio venezolano de Defensa informó del fracaso de la acción.

Tras la derrota, Bolton llamó a los militares de la FANB a unirse a Guaidó y apoyar el alzamiento contra Maduro. Al igual que EE.UU., Colombia, Brasil y Chile lanzaron abiertamente en Twitter llamamientos similares, pero el cuerpo militar echó por tierras el complot y aseguró que se mantendrá firme en la defensa del Gobierno de Maduro.

Rusia creará una coalición contra eventual invasión a Venezuela


El canciller de Rusia anuncia la intención de Moscú de crear en la ONU una coalición de países para ‘contrarrestar’ una eventual invasión de EE.UU. en Venezuela.

“Estamos movilizando a un grupo de países, que igual que nosotros respetan la Carta de Naciones Unidas, para contrarrestar esos planes”, ha dicho el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, interrogado por la prensa sobre una posible invasión estadounidense en el país caribeño.

Lavrov ha confiado en que este grupo de países “goce de un apoyo considerable” en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) porque “se trata de una cosa muy sencilla: defender las normas y los principios” del Derecho Internacional, fijados en la Carta de la ONU.

El jefe de la Diplomacia rusa dijo que, durante su conversación telefónica, le pidió al secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, que Washington no regresaría a la doctrina de Monroe.

La doctrina de James Monroe, planteada en 1823 contra el colonialismo europeo en el continente americano, se resume en una frase: “América para los americanos”; no obstante, después Washington la empleó para justificar su intervención en los países de la región.

Estamos movilizando a un grupo de países, que igual que nosotros respetan la Carta de Naciones Unidas, para contrarrestar esos planes”, ha dicho el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, interrogado por la prensa sobre una posible invasión estadounidense en Venezuela.

Las tensiones en Venezuela volvieron el martes a dispararse, cuando un reducido grupo de militares desertores ayudó en la huida del dirigente opositor Leopoldo López de su arresto domiciliario. Posteriormente, el autoproclamado “presidente interino” Juan Guaidó y López anunciaron el inicio de la “Operación Libertad” para derrocar al Gobierno de Nicolás Maduro, sin embargo, el intento de golpe de Estado fue desactivado.

Pompeo manifiesta su disposición a lanzar una agresión militar contra Venezuela, después de fracasar la última intentona golpista en el país caribeño.

Por su parte el miércoles, el presidente de EE.UU., Donald Trump, no descartó la opción militar contra Venezuela y prometió que la próxima semana los venezolanos serán testigos de varias cosas, algunas duras; si bien, no ofreció más detalles.

‘Lo que dice Pompeo sobre Maduro recuerda rumores sobre Al-Asad’


Moscú equipara las argucias del secretario de Estado de EE.UU. sobre la huida del presidente venezolano con los rumores del escape del mandatario sirio a Rusia.

La portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, María Zajarova, dijo el miércoles en un mensaje en Facebook que “las noticias sobre la huida de Al-Asad y su familia a Rusia”, que “regularmente se lanzaron (por EE.UU.) al ámbito informativo mundial” durante el conflicto sirio, establecen un paralelismo con la intensificación de la crisis que atraviesa Venezuela desde la autoproclamación del opositor Juan Guaidó como presidente interino.

Los rumores de la escapada del presidente sirio, Bashar al-Asad, junto con su familia, a Rusia se difundieron un año después del inicio de la guerra lanzada por los grupos terroristas en contra de las fuerzas gubernamentales sirias. La oposición aprovechó el momento para expandir los rumores después de que Al-Asad desapareció por unas semanas.

La diplomática rusa afirmó también que las declaraciones del martes del secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, sobre la supuesta huida del mandatario venezolano, Nicolás Maduro, tendría como fin “desmoralizar a los venezolanos, principalmente al Ejército”.

“Periodistas estadounidenses están llamando y pidiendo comentarios sobre la declaración de Pompeo de que Maduro iba a salir de Caracas (capital venezolano) [...]. Cuando les pregunté si sabían que Caracas había desmentido [las afirmaciones de] el secretario de Estado de EE.UU., respondieron que no”, escribió la representante de la Cancillería rusa en Facebook.

Anteriormente, Pompeo había dicho que Maduro estaba preparado para dejar Caracas, e incluso “tenía un avión en la pista, listo para abandonar el país” rumbo a Cuba, tras el intento golpista comandado por Guaidó, empero insistió el secretario estadounidense de Estado, el presidente venezolano desistió a instancias de Rusia.

En respuesta a los rumores, Maduro aseveró que nunca ha habido en la historia de EE.UU. un gobierno “tan loco” como el actual. “Señor Pompeo, por favor, qué falta de seriedad [...] cuánta mentira y manipulación en esta escaramuza golpista”, enfatizó en alusión a las acusaciones del halcón de la Casa Blanca.

miércoles, 1 de mayo de 2019

Venezuela: el Golpe que no fue


La suerte de la Revolución Bolivariana depende del pueblo y de la velocidad con que se recuperen los espacios de soberanía e independencia en Latinoamérica.
En psiquiatría hay un término que se llama “idea deliroide”. Es aquella previa al delirio, que exagera en la mente aquello que nos sirve para alimentar esperanza o espantar el miedo, y nos impide razonar correctamente. No depende del coeficiente intelectual, sino de lo afectivo. El psiquiatra venezolano José Mata afirma que con las personas que experimentan este fenómeno es muy difícil hablar, porque no escuchan.
En la madrugada de este martes, las figuras aisladas, sombrías y tensas de los dirigentes opositores Juan Guaidó y Leopoldo López sobre la autopista central de Caracas (Francisco Fajardo) en el distribuidor vial de Altamira, una zona acomodada del este de la ciudad, no anticipaban nada nuevo para la aventura golpista lanzada un poco antes con ayuda de un grupo de unos 30 oficiales y suboficiales de la Guardia Nacional Bolivariana y el Servicio Bolivariano de Inteligencia.
La novedad principal era López en la calle, porque estaba cumpliendo una condena en modalidad domiciliaria y obviamente se había escapado. Un simbolismo: se dijo que Guaidó había decretado un indulto, y que la policía lo había acatado. Pero todo empezó mal, porque empezó con mentiras. Allí López anunció por twitter que se encontraba en “La Carlota”, para sembrar la idea -después ampliamente difundida- de que un alzamiento militar había reconocido la autoridad del diputado Guaidó, autoproclamado presidente, y se ocupaba la base aérea Francisco de Miranda, conocida como... La Carlota.
Nunca entraron a la base aérea. Tal vez jamás se hubiese sabido esto de no haber estado allí, siempre oportuna y valiente, la periodista de TeleSUR Madeleine García.
A López y Guaidó se sumaron pronto algunos aliados, diputados de la Asamblea Nacional, y se quedaron un rato allí pidiendo con aparente desesperación por las redes sociales que "todo el pueblo" fuera a respaldarlos. La respuesta se demoró y no alcanzó a ser masiva en ningún momento del día. Ya cerca de las ocho de la mañana, cuando debía estar todo empezando, en realidad ya habia terminado.

La idea sobrevalorada
La idea deliroide, en este caso, parece haber sido la esperanza de que las aguerridas proclamas de las redes sociales se materializaran en ir a poner el pecho en un posible combate sin final asegurado: la clase media, como se sabe por múltiples estudios, se caracteriza por ser temerosa y cauta, como los perros chicos que ladran detrás de las rejas. Y colateral a esta idea, aquella otra de que al ver a sus colegas alzados y respaldados por centenares de miles, los oficiales y soldados de la base aérea les iban a abrir las puertas para atrincherarse allí y generar un efecto dominó en las Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Nada de esto ocurrió. Peor aun (para Guaidó y López): la mayorìa de los militares participantes en la aventura se escaparon pronto de allí y se metieron a la base. Dijeron haber sido engañados por algunos de sus superiores con una supuesta operación en un establecimiento penal, en que el punto inicial de marcha sería el distribuidor Altamira.
Guaidó y López se retiraron a una plaza cercana, la de Altamira, un antiguo bastión de las protestas violentas y dejaron a sus seguidores en la autopista, atacando con piedras y molotovs la base aérea. Y también con balas: un coronel resultó severamente herido en el cuello. Pero este escenario, que se repitió por horas, es el mismo de 2014, 2016 y 2017: había pasado de golpe de Estado a tema de orden público.
A esta altura, el palacio presidencial de Miraflores estaba ya seguro, masivamente resguardado por decenas de miles de chavistas.
La prensa internacional no quiso enterarse de nada de esto. Siguieron gran parte del día, en toda América Latina y el mundo, repitiendo las consignas de Guaidó: que esta era la fase final de la “Operación Libertad”, que en todo el país se estaba movilizando el pueblo, que 90 por ciento de la Fuerza Armada repudiaba a la “dictadura” y que su victoria era cuestión de horas. En fin uno más de los muchos “Días D” prometidos a los segudiores de la oposición.
Silenciosos se mantuvieron a lo largo del día también la mayoría de los dirigentes "progresistas" latinoamericanos, a quienes no parece perturbarles el prospecto de una dictadura de ultraderecha en Venezuela. El excanciller chileno Heraldo Muñoz, uno de los artífices del grupo de Lima, sacó la voz al fin de la jornada oara sentenciar lo que se sabía desde las 8 de la mañana: que el golpe había fracasado.
Como es de rigor, Estados Unidos, a través del secretario de Estado, Mike Pompeo, no tardó en apoyar el “putsch”, como hicieron después los gobiernos de Argentina, Chile y en particular el presidente colombiano Iván Duque. Se realizó de urgencia una reuniòn virtual del Grupo de Lima, y se convocó a una sesión extraordinaria de la Organización de Estados Americanos (de donde Venezuela se retiró el sábado 27 en el plazo exacto de dos años tras la denuncia del tratado de afiliación), y a un encuentro fisico de los cancilleres del mismo Grupo de Lima para el viernes 3 de mayo.

López: el agua fría
El chorro de agua fría llegó a media tarde, cuando se supo que Leopoldo López, en vez de participar en la vanguardia de la "gran Operación Libertad", se introdujo a la misión diplomática chilena como "huésped", en situación similar a la de otro integrante de la "patrulla juvenil" de la derecha venezolana, Freddy Guevara, desde 2017. Se conoció también que en la embajada de Brasil se refugiaron 25 de los militares golpistas.
En un extraño giro, López dejaría más tarde la legación chilena para trasladarse a la de España (no parece tan brutal la persecución de Maduro después de todo), porque -según el canciller chileno, Roberto Ampuero, no había espacio con los otros huéspedes. Es vox pópuli en la Cancillerìa chilena que Guevara ha convertido la residencia diplomática en un espacio propio, con alimentación, servidumbre, jardines y piscina gratis.
Ya Guevara había confesado la semana anterior, en una entrevista con un diario chileno, que utilizaba la residencia diplomática como centro de reuniones para derribar al gobierno venezolano. Este martes, la eurodiputada española Beatriz Becerra, entusiasta partidaria de una invasión norteamericana a Venezuela, destacó el papel que podrìa jugar esa Embajada a partir de ahora como centro de operaciones para el golpe de Estado, aprovechando el status diplomático de un país que no reconoce al gobierno de Nicolás Maduro.
Se abrieron entonces conjeturas acerca de si todo el operativo no ftuvo otro fin que el de rescatar a López y hacerlo retomar su liderazgo de la extrema derecha, tal vez porque Guaidó, deliroide, se había comenzado a tomar en serio su papel de presidente imaginario.
Si el plan era atrincherarse en la base aérea de La Carlota -una "cabeza de playa" donde levantar bandera- se asemeja notablemente a la aventura de la "ayuda humanitaria" lanzada desde Colombia el 23 de febrero, en que se lanzaron tres camiones y muchedumbres lanzando piedras y bombas molotov en ambos lados de la frontera para sobrepasar a la guardia y posiblemente pedir desde "territorio liberado" una intervención extranjera.
El fracaso del golpe causó una reacción furibunda del Secretario de Estado norteamericano, que atribuyó la lealtad de los militares venezolanos a.... ¡Cuba!, y anunció aun más bloqueo y ataques contra la isla socialista en el Caribe. Algo que requerirá una vivaz imaginación, puesto que en días recientes Washington extremó las sanciones anticubanas, extendiéndolas a cualquier Gobierno o empresa del mundo que comercie con ese país.
El pueblo venezolano -tal como el cubano- ha derrotado todas las maniobras y conspiraciones, pero el bloqueo norteamericano le hace pagar un altísimo precio. Recientemente Caracas publicó algunas cifras del costo en vidas -decenas de miles- por los embargos a medicamentos y medicinas, asi como el robo abierto de recursos financieros y activos venezolanos en Estados Unidos e Inglaterra.
Con la solidaridad de Rusia, China, Irán, Turquía y otros países, Venezuela corre una carrera contra el tiempo: la guerra desatada en su contra aceleró velozmente la descomposición de la arquitectura jurìdica e institucional mundial. Un nuevo orden planetario se gesta sobre la caida en picada del neoliberalismo como sistema único y Estados Unidos como líder económico indiscutido; el capitalismo se reestructura y aparecen fuerzas centrífugas.
Estados Unidos pelea en Venezuela por la hegemonía en su patio trasero, con la ayuda de sujetos como Piñera, Macri, Bolsonaro y Duque. Resucita para ello la "doctrina Monroe" ("América para los americanos"), y ejerce todas las presiones imaginables para impedir que Rusia, China e Irán efectúen negocios en la región, con agendas no intervencionistas en los asuntos internos del los Estados.
Los golpes son duros, pero el sistema se resquebraja. Tambalean los gobiernos neoliberales en América latina y Europa. La suerte de la Revolución Bolivariana depende en primer lugar del pueblo venezolano, pero también de la velocidad con que se recuperen los espacios de soberanía e independencia en la regiòn latinoamericana y en el mundo.

martes, 23 de abril de 2019

Portugal, el milagro de crecer gastando en la gente


Mientras el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, se dirigía en un debate televisivo a los ciudadanos españoles y les solicitaba el voto para poner remedio, entre otras cuestiones, al riesgo de pobreza que sufren 2,7 millones de niños, en Portugal se preparaban para los fastos del 45 aniversario de la Revolución de los Claveles (25 de abril). Y es que Portugal es el país de los milagros, del democrático y también del económico. 
Porque mientras en España la crisis sigue mostrando su faz más despiadada, con crecimiento incluido de la extrema derecha, en Portugal casi todo son parabienes. El mundo mira sorprendido a Portugal, España la vigila con recelo. Los portugueses hicieron justo lo contrario que los españoles hace cuarenta y cinco años: caminaron hacia la democracia de la mano del pueblo mientras España lo hizo de la mano del sucesor del dictador: Juan Carlos I. Casi medio siglo después, han vuelto a darse la espalda: Portugal decidió caminar hacia la regeneración económica acompañada por lo socialEspaña lo hizo con los hombres de negro. Con los banqueros, los políticos, los empresarios y los capitalistas austericidas que, curiosamente, han seguido enriqueciéndose con el empobrecimiento de la mayoría.

'No' al austericidio

Con la crisis económica, las tasas de desempleo se dispararon, los recortes salariales aumentaron y las partidas sociales fueron cercenadas salvajemente, pero Portugal dijo 'no'. Lo que antes no pudo ni supo hacer Grecia, la pequeña pero digna Portugal sostuvo en 2015 su 'no' a la austeridad. Se eliminaron los recortes en salarios, pensiones o seguridad social e, incluso, se llegó más allá: se aumentó el salario mínimo y se devolvieron días de vacaciones que habían sido arrebatados durante la crisis. Y se incentivó a las empresas con ayudas al desarrollo, mejoras fiscales y financiación. 
"El milagro ha sido producto de una alianza de izquierdas que incluye a los comunistas y a la Izquierda con mayúsculas. Una izquierda que va más allá de la socialdemocracia liberal".
Los cuervos, de mal agüero, protestaron. Recelaron. La oposición y los acreedores se mostraron contrarios. Pero las empresas empezaron a ganar confianza, consiguiendo aumentar la producción y las exportaciones, y en 2018 Portugal registró el mayor crecimiento económico en los últimos diez años: el turismo ha vivido un boom, el desempleo se ha reducido a más de la mitad (del 16% en 2013 al 6,7% en 2018) y la inversión extranjera se ha elevado de forma exponencial
El milagro ha sido producto de una alianza de izquierdas que incluye, ¡oh, sorpresa!, a los comunistas y a la Izquierda con mayúsculas. Una izquierda que va más allá de la socialdemocracia liberal que, situada en el centro o centro-izquierda, ha acaparado durante décadas en Portugal, España y gran parte de Europa a una gran mayoría del electorado progresista.
Los catalogados por muchos como 'antisistema', liderados por Antònio Costa, han reducido el déficit del 4,4% al 1% y se espera que en 2020 se consiga superávit por primera vez en un cuarto de siglo. ¿Cómo es posible que gastando más en la ciudadanía se deba cada vez menos? Reduciendo el gasto en infraestructuras y otros sectores. Reduciendo el gasto público lo más posible sin que ello suponga reducir el gasto en la ciudadanía. En lo social. 
Con todo, Portugal todavía tiene muchos problemas. Los salarios siguen siendo muy bajos en relación con el resto de países europeos, la precariedad laboral es una epidemia y los sindicatos solicitan continuar con las mejoras laborales y aumentar el gasto social. Algo que el déficit heredado, esa gran carga que está asfixiando a muchos países y ciudadanos, lo impide. Una deuda que ya ha empezado a ser reducida porque Portugal ha devuelto al FMI por anticipado las cantidades prestadas y ha conseguido que el déficit fiscal haya pasado del 11% en 2010 al 0,5% en 2018 y la deuda haya bajado desde el 133% al 124% en el mismo período.

¿Milagro o confluencia de factores?

Sin embargo, muchos críticos no creen en los milagros. No son creyentes. Alegan que sin las reformas más duras emprendidas por Pedro Passos Coelho entre 2010 y 2015 sería imposible el milagro económico de Portugal. Durante ese período los recortes rebajaron los costes laborales unitarios, lo que ha sido fundamental para aumentar las exportaciones desde el 29% del PIB en 2010 al 43% en 2018. También esgrimen que habría sido imposible la recuperación sin el crecimiento económico de los dos grandes socios comerciales de Portugal: Alemania y España. Las exportaciones a los germanos suponen el 12% y los españoles el 21%, habiendo aumentado las ventas a España un 30% desde que comenzaron a rebajarse los costes salariales. No es un caso único, las exportaciones a Francia crecieron un 26%.
Y a todo lo anterior, los extranjeros. El turismo ha pasado de representar el 13% en 2010 a más del 17% en 2018, llegando a casi 13 millones de turistas el año pasado. Mientras, las visas a extranjeros a cambio de inversiones que superen el medio millón de euros han generado unos 3.400 millones de euros. No solo eso, sino que las ventajas fiscales para profesionales y jubilados han atraído a miles de extranjeros.
"Las políticas sociales, las políticas humanas, los gobiernos que priorizan a los ciudadanos son políticas y gobiernos de bienestar que en ningún caso son impedimento para controlar el déficit y crecer económicamente".
Por último, la agresiva política del Banco Central Europeo en la compra de bonos se esgrime como otro factor positivo externo a Portugal, dado que ha permitido reducir el esfuerzo fiscal de los portugueses en el pago de la deuda.
Es cierto que los factores externos han ayudado, y mucho, pero no lo es menos que, por ejemplo, España ha reducido su desempleo de forma considerable (del 25,73% en 2013 a 16,55% en 2018), pero ni mucho menos en los niveles de Portugal (para ser equiparable debería haber estado esa cifra en 2018 en el 10%). En Grecia, para más señas, el desempleo ha pasado del 27,5% en 2013 al 21,5% en 2017, un descenso muy insuficiente. 

El gasto social no genera déficit 

No se puede negar, pues, no al menos razonablemente, que el aumento del gasto social ha tenido una repercusión enormemente positiva en Portugal. Las políticas sociales, las políticas humanas, los gobiernos que priorizan a los ciudadanos son políticas y gobiernos de bienestar que en ningún caso son impedimento para controlar el déficit y crecer económicamente. Ni mucho menos la razón que lo condicione. 
Sería bueno que España lo recordara en las elecciones que se celebran esta semana, para elegir la senda portuguesa y abandonar la castellana, y que Europa haga lo propio ante las previsiones para el futuro próximo que auguran reducción del crecimiento y la demanda. Más gasto social no genera más déficit, y no, no es un milagro, pero en los tiempos que corren lo parece.

Haftar: El hombre de Gadafi, el de la CIA y del que depende Libia

El 4 de abril de 2019 el hombre fuerte de Libia, Khalifa Haftar, ordenó al Ejército Nacional Libio iniciar la ofensiva para recuperar Trípoli; la capital de un estado fallido que no conoce la paz desde las revueltas de 2011 para derrocar a Gadafi.
Esta nueva fase de la guerra no es una disputa ni ideológica, ni entre sistemas, ni entre imperialistas y revolucionarios. Esta retórica está obsoleta; al menos en el caso libio. Se trata de una disputa de poder, pero más concretamente, de una disputa para no compartir el poder.
Cuando Haftar dio la orden al Ejército Nacional Libio (LNA) de avanzar sobre Trípoli, el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, se encontraba dentro de la ciudad ultimando los preparativos para la conferencia de paz de Ghadames en la que el propio Khalifa dijo que participaría.
En Ghadames (junto a las fronteras de Libia con Túnez y Argelia) Naciones Unidas tenía pensado reunir entre el 14 y el 16 de abril a 120 delegados tanto del Gobierno de Acuerdo Nacional de Trípoli, encabezado por Fayez Sarraj, como del gobierno de Tobruk, al que se adhiere el LNA.
"La situación de divisiones y disputas convierte a Libia en un estado fallido ingobernable, el Gobierno de Tobruk y el Gobierno de Trípoli son incompatibles y no están dispuestos a compartir mutuamente el poder".
Aunque la ofensiva del Ejército Nacional Libio contra Trípoli a pocos días de la conferencia –que la ONU ha tenido que posponer– puede verse como un acto de caciquismo anti-democrático que imposibilita la paz, lo cierto es que si Khalifa Haftar logra conquistar Trípoli, habría dado uno de los pasos más importantes cara a unificar y pacificar Libia, que lleva casi una década desangrándose entre conflictos tribales, sectarios y políticos.
"Libia podría no estar preparada para la democracia", según Haftar en enero de 2018. Aunque la afirmación puede parecer digna de un tirano, lo cierto es que no está del todo desencaminada.
Tras la muerte de Gadafi, Libia es un puzzle roto en el que las piezas no encajan. Por un lado está el gobierno de Tobruk, que surge tras unas elecciones en 2014 en las que los islamistas derrotados no aceptaron el resultado por la baja participación. Por otro lado, encontramos el Gobierno de Acuerdo Nacional de Sarraj (formado como gobierno de transición en 2015-2016 en Trípoli), reconocido por la ONU tras el Acuerdo Político Libio firmado en 2015 y que Khalifa Haftar dejó de reconocer en 2017. Antes del Acuerdo Político Libio, el gobierno reconocido por la ONU era el de Tobruk. En el sur están al-Qaeda en el Magreb Islámico y el Estado Islámico, y todavía algunas regiones están divididas por disputas tribales.
Si ya de por sí esta situación de divisiones y disputas convierte a Libia en un estado fallido ingobernable, el Gobierno de Tobruk y el Gobierno de Trípoli son incompatibles y no están dispuestos a compartir mutuamente el poder.
Si algo hace destacar a Haftar es su empecinamiento a la hora de combatir al integrismo islámico y el islam político de los Hermanos Musulmanes. Trípoli, sin embargo, es un gobierno completamente afín a estos últimos, que cuentan con cargos importantes incluso dentro de la Autoridad de Inversiones Libia, encargada de gestionar los fondos de inversión del país.
Trípoli tiene el respaldo de la ONU y el apoyo de países como Italia o Estados Unidos, pero eso apenas tiene relevancia a nivel interno cuando es el gobierno de Tobruk el que controla entre el 60 y el 70% del país gracias a las alianzas con tribus.
Un problema que enfrenta Haftar, por el que necesita recuperar Trípoli, es que controla la mayoría del petróleo del país, produciendo 1 millón de barriles al día, pero no controla ni la petrolera nacional ni el banco nacional. Aun así, las cosas no están fáciles para Trípoli, ya que los yacimientos de Sharara y al-Fil, vitales para la su supervivencia económica y energética, los recuperó el LNA sin resistencia en febrero de este 2019.
Aunque Haftar sea reconocido por su lucha contra los sectores islamistas, cuenta con el apoyo de países ultra-conservadores como Emiratos Árabes Unidos y en una menor medida Arabia Saudí. Esto se debe a que ninguno de los dos países quiere que los Hermanos Musulmanes puedan llegar a controlar nuevos territorios en los que asentarse, coordinarse y hacerse fuertes. Esto ha hecho que Egipto también se una al apoyo de Tobruk junto con Francia.
Rusia también es un aliado muy importante de Haftar, pero su apoyo está más determinado por recuperar lazos comerciales que se perdieron con el derrocamiento de Gadafi y para asegurar una posición estratégica en el Mediterráneo central.
El gobierno de Trípoli, por otro lado, está aupado por la UE, EEUU y la ONU, pero principalmente por Turquía y Qatar, que buscan proteger a sus aliados de los Hermanos Musulmanes.
"EEUU, además, fueron los primeros en subirse al barco para destruir Libia, pero son los primeros en bajarse ahora que está a la deriva y la situación parece de todo menos halagüeña".
En este contexto lo que encontramos es una guerra de Libia en la que se están librando varias guerras. Esto hace que la Comunidad Internacional se retrate de una manera vergonzante.
"Preocupado por esta crisis humanitaria, he ordenado que los barcos de guerra vayan al mediterráneo". Así justificaba Obama, en base a una crisis humanitaria, autorizar en marzo de 2011 la acción militar contra Libia avalada por la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. En aquel entonces no hacía falta contención: la vía militar era la única vía contemplada para derrocar al régimen rival.
Pero claro, ahora Trípoli son los "buenos", los "amigos", y entonces, bajo la excusa de la crisis humanitaria, se pide a Haftar contención. EEUU, además, fueron los primeros en subirse al barco para destruir Libia, pero son los primeros en bajarse ahora que está a la deriva y la situación parece de todo menos halagüeña.

El mayor conflicto además del de Trípoli-Tobruk es el de París-Roma

Francia e Italia tienen intereses encontrados dentro de Libia, y esto se refleja en el constante choque diplomático, los ataques por parte de sus representantes y acciones como la francesa de bloquear el borrador de la Unión Europea condenando el intento de Haftar de tomar Trípoli. Actuando de forma similar a Rusia en la ONU por el mismo motivo.
Francia tiene una importante inversión en recursos y campos petroleros al este de Libia (zona del gobierno de Tobruk). Además, su apoyo a Haftar es vital cara a combatir el extremismo en el sur y en Sahel; zonas de influencia francesa donde el terrorismo de AQIM y Boko Haram amenazan sus intereses.
"Lo que suceda en esta batalla determinará el futuro de Libia y si por fin podrá volver a imaginarse la paz en el país".
Italia por otro lado, ve en el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) de Sarraj una necesidad. Por un lado para proteger a sus soldados que tiene en las bases del oeste de Libia, bajo control del GNA. Por otro lado y más importante, porque coordinados con Trípoli están intentando combatir el tráfico ilegal de migrantes, el trabajo de las ONG’s que recogen barcos a la deriva para llevarlos a las costas italianas y el negocio que hacen las mafias libias con todo eso.

El futuro de Libia depende de Haftar, pero hablamos de un hombre demasiado imprevisible

Khalifa Haftar se graduó en la academia militar real de Benghazi para después unirse a Muamar al-Gadafi en el golpe de 1969 contra el rey Idris al-Sanousi. Posteriormente terminó su carrera militar en la Unión Soviética y lideró gran parte del ejército en la guerra de Libia contra Chad hasta que en una derrota él y 600 hombres suyos fueron capturados.
Tras la guerra de Chad, Gadafi renegó de Haftar, que fue rescatado por la CIA y se exilió a Estados Unidos. De estos años poco se sabe, pero hay quienes afirman que estuvo preparando junto a la CIA cómo dar el golpe con el que derrocar a Gadafi.
Fue en 2011 cuando Haftar volvió a Libia en el golpe contra Muamar Gadafi, siendo Jefe de las Fuerzas Terrestres del Consejo Nacional de Transición. Tras su victoria, se enfrentó al gobierno de Ali Zeidan para posteriormente formar en 2014 el Ejército Nacional Libio y adscribirse al gobierno de Tobruk. Ahora, Haftar busca recuperar Trípoli. Lo que suceda en esta batalla determinará el futuro de Libia y si por fin podrá volver a imaginarse la paz en el país.