lunes, 12 de junio de 2017

No lo parece, pero el movimiento político de Gadafi podría volver a escena en Libia


Durante un fin de semana del pasado mes de diciembre 2016, un vuelo de Afriqiyah Airways que partía de Sebha, ciudad al sudoeste de Libia, y con destino la capital del país, Trípoli, fue secuestrado y dirigido hacia Malta. Las negociaciones con los dos secuestradores duraron cerca de tres horas. Los dos hombres, Subah Mussa y Ahmed Ali, se entregaron finalmente a las autoridades de Malta. Cuando desembarcaron del avión, Mussa sostenía una pequeña bandera verde, símbolo de la Resistencia Verde de Muamar el Gadafi. Afirmó que ambos habían dirigido esta operación con el fin de impulsar su nuevo partido, al-Fateh al-Jadid. El nombre, el nuevo Fateh, es significativo, pues hace referencia al término con el que bautizo Gadafi el mes de septiembre, fecha en la que dio el golpe de Estado (septiembre de 1969).

Además, puesto que el secuestro fue bastante breve y parecía ser simplemente una pequeña muestra de la anarquía que reina en Libia, se le prestó muy poca atención. Los hombres usaron armas réplica de modelos originales y parecieron desinteresados en el uso de la violencia. Mostraron su punto de vista político y lo dejaron estar. Los medios de comunicación de Occidente señalaron que los hombres habían secuestrado el avión para huir de Libia hacia Europa como refugiados. Pero no hay ninguna indicación que muestre que esta fue su motivación. La pequeña bandera verde mostraba otras pretensiones.

Sebha, desde donde partió el avión secuestrado, es un cruce de caminos en el Sáhara libio. Las carreteras de las ciudades del norte del país, donde vive una gran mayoría de la población, se unen aquí para dividirse después hacia Argelia y Níger. Después de los bombardeos de la OTAN en este país, la costa norte de Libia cayó en el caos y aparecieron grupos de milicias controlando el territorio para saquearlo y defendiendo a un Dios. El sur de Libia, en concreto la región de Fezzan, ha sido bastión de los defensores de Gadafi, muchos de ellos huyeron de Argelia y Níger durante la guerra con la OTAN. Los dos líderes más destacados, el General Ali Kana y el General Ali Sharif al-Rifi, se refugiaron en Agadez. Cuando todo se calmó, el General Ali Kana regresó a la zona de Sebha, donde inició a consolidar su base de apoyo.

Uno de los mayores tópicos de la Guerra de la OTAN en 2011 fue que el pueblo de Libia se unió para enfrentarse a un pequeño círculo de simpatizantes de Gadafi. En otras palabras, un pequeño apoyo de los bombarderos de la OTAN liberaría a Libia y se la devolvería al pueblo libio. Pero en esta idea no se habla del amplio apoyo con el que contaba Gadafi, sin duda no de la mayoría de la población pero sí de importantes grupos del país. En la región de Fezzan, donde destaca la ciudad de Sebha, la población tenía pocas quejas contra el régimen de Gadafi. Incluso en las dos principales ciudades rebeldes, Benghazi y Misrata, eran evidentes núcleos de simpatizantes de Gadafi. Pero la fuerza del apoyo de la OTAN hacia el levantamiento significó que solo aquellos insensatos seguirían luchando hasta el fin. Los defensores de Gadafi o huyeron del país o se escondieron en subterráneos. Aquellos que intentaron esconderse fueron descubiertos por las milicias vencedoras y bien fueron ejecutados sumariamente o encarcelados (hay cerca de 10.000 personas en esta situación que siguen encarcelados desde 2011 sin haber sido juzgados).

El aliado cercano de Gadafi, Khuwaildi al-Hamidi, que murió en un hospital de El Cairo en 2015, formó el Movimiento Popular Nacional Libio en Egipto. Estaba deseoso de presentarse como candidato a las elecciones del 2012 con el fin de demostrar la fuerza de la Resistencia Verde, nombre otorgado al movimiento pro-Gadafi. Pero el nuevo gobierno, apoyado por Occidente y por los países del Golfo, prohibieron el movimiento y rechazaron el uso de cualquiera de los símbolos vinculados a la era Gadafi (Ley 37 y 38). En otras palabras, el sentimiento pro-Gadafi tuvo que desarrollar su política de forma clandestina. Al-Hamidi y sus asociados lo dejaron claro en 2013: su objetivo no era la nostalgia. Durante la década anterior a la guerra de la OTAN, esta gente había luchado contra la venta de tierras libias y de sus recursos a capitales privados. Esta batalla los dirigía directamente hacia un conflicto con el hijo de Gadafi, Saif al-Islam Gadafi (ahora libre después de años en cautiverio). El patriotismo de esta Resistencia Verde, tal y como afirmó al-Hamidi, debería medir su fe a la revolución de 1969 y a sus objetivos.

La política clandestina tiene sus límites. Empezaron a resurgir pequeños grupos alrededor del país, incluyendo en Sirte (en ese momento dominado por el ISIS) y en Derna (previamente dominado por el ISIS y ahora por una versión ligera del ISIS). En ocasiones, estos grupos saldrían ondeando sus banderas verdes, coreando lemas a favor de Gadafi. El peligro de la toma del país por grupos de la milicia y gobiernos rivales, un país repleto de armas y testosterona, ha conducido a la gente normal de la calle a mirar con nostalgia la era Gadafi. En 2015, durante el cuarto aniversario de la muerte de Gadafi, las consignas coreadas desde Bani Walid hasta Benghazi fueron reveladoras, “inshallah ashra Saddam, ashra Muammar” (“Que Dios envíe diez Saddams, diez Muamars”). Lemas como el de “Muamar es el amor de millones de personas” empezaron a aparecer en las paredes. En Sebha, protestantes ondearon banderas verdes por las calles y cuando un avión de combate volaba bajo para intimidarlos, ellos disparaban al aire.

Fezzan, la región sudoeste, no fue inmune a las fisuras de tribus y clanes que habían provocado el levantamiento en el 2011 y sus posteriores consecuencias. Una larga enemistad entre los Tabu y los Tuareg arrasó Fezzan. En los alrededores de la ciudad de Awbari, en la frontera, el conflicto desembocó en una guerra abierta en 2014. Diferentes gobiernos en Trípoli y en Tobruk/Al-Bayda avivaron las diferencias de estas zonas del sur, donde el petróleo descansa bajo el desierto de arena. El Gobierno de Argelia cerró rápidamente la frontera, temiendo que los Tuareg usaran sus vínculos regionales para ensanchar el conflicto al mismo tiempo que Al-Quaeda en el Maghred había empezado a atacar en el interior de Argelia (después de que fueran expulsados de Mali). La existencia de una base militar francesa en Níger, no muy lejos de Libia, al igual que la presencia militar de Estados Unidos en Libia y el dominante contrabando trans-Sáhara complica el conflicto Tuareg-Tabu bastante más. En noviembre del 2015, los representantes de las dos partes firmaron un acuerdo de paz que ha sido siempre respetado, excepto por causa de ciertas tensiones en enero de este año.

La consolidación de la Resistencia Verde requería este acuerdo de paz. La base del apoyo del General Ali Kana son los Tuareg, mientras que el nuevo partido político (al-Fateh al-Jadih), que fue anunciado con el secuestro del avión, tiene sus raíces en los Tabu. Cuando el Primer Ministro de Libia, el Ministro Fayez al-Serraj visitó la ciudad del suroeste, Ghat, situada en la frontera con Argelia, fue recibido con protestas de la Resistencia Verde. Esto fue una semana antes del secuestro y parece indicar una mayor autoestima de los simpatizantes de Gadafi.

En un viaje relámpago por el desierto, el Ejército Nacional Libio dirigido por el General Khalifa Hafter, trajo esas tropas a Sebha a finales de diciembre del 2016. Por ahora, han sido parados por la milicia “Tercera Fuerza” de Misrata, que ha avanzado hacia el sur para bloquear el avance de Hafter. Hafter, que cuenta con el apoyo de Egipto, de Emiratos Árabes y ciertamente de Francia, se ha visto envuelto en una gran batalla contra grupos extremistas en Benghazi y otras zonas del este de Libia. Afirma ser el ejército libio legítimo, pero rechaza estar bajo mando civil ni del débil gobierno del Primer Ministro al-Serraj, respaldado por la ONU, ni de su opositor, quien se basa en varios partidos políticos Islámicos. Para complicar más las cosas, Hafter, quien fue un recurso de la CIA, fue a Moscú a finales de noviembre para buscar ayuda en su lucha. La alineación de hombres poderosos en búsqueda de ayuda rusa para combatir el terrorismo le ha abierto una puerta a Hafter y posiblemente le ha dado a Rusia su primera representación dentro de Libia. Existen rumores que señalan que el ejército sureño de Ali Kana se ha unido al Hafter y otras fuerzas pro-Gadafi están considerando hacer lo mismo.

Pero Tahar Dehech, un aliado cercano de Gadafi, sugiere que la Resistencia Verde se ha construido y resurgirá siempre por su cuenta. Cuando se le preguntó sobre la alianza con Hafter, Dehech fue tajante: “Hafter ha contribuido a la destrucción de Libia desde 2011. Es americano. Tiene su propia agenda. Los soldados verdes, que se unieron a él probablemente pensasen en salvar a Libia desde el interior, pero no será así”. Dehech afirma que la Resistencia Verde persistirá en 2017. Los hombres que secuestraron el avión a Malta puede que no estén de acuerdo con él. Lo mismo sucede con los soldados del ejército de Ali Kana. Es difícil predecir si su reaparición ayudará a una Libia que se encuentra hecha pedazos por la violencia.

Fuente: Alternet News

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