70 millones de habitantes de todo el mundo son ahora refugiados debido a conflictos en sus naciones de origen, según la Agencia para los Refugiados de la ONU.
El informe publicado en junio de 2015 indicó que en 2014 una de cada 122 personas era un refugiado, un desplazado interno o un solicitante de asilo; y más de la mitad de estos refugiados eran niños. (Para ver la cobertura anterior del Proyecto Censurado sobre la crisis global del refugiado, ver “Más de 50 millones de desplazados globales forzados” Historia censurada Nº 14 en Censurado 2016: Libertad de medios en línea).
Mientras los refugiados sirios explican el aumento más grande (estimado en 11,5 millones, en otras latitudes como Colombia, partes de África subsahariana y Asia existen grandes poblaciones de refugiado que no aparecen en ningún informe. Según Antonio Guterres, alto comisionado de la ONU para los Refugiados a la fecha del informe, “estamos presenciando un cambio del paradigma, una explosión descontrolada en una era en que semultiplica la escala de desplazamiento global forzado, así como se achica claramente la respuesta ahora requerida, algo nunca visto antes”.
Aunque la expansión de la crisis global de refugiados se haya cubierto en los medios corporativos (incluyendo, por ejemplo, New York Times y Washington Post), la explotación de los refugiados ha sido menos cubierta. En febrero de 2016, Sarah Lazare publicó un artículo en AlterNet donde advirtió que la dislocación sería la solución a la crisis de la empresa privada y del Banco Mundial. “Bajo una apariencia de ayuda humanitaria el Banco Mundial está tentando a las compañías occidentales a poner en marcha “nuevas inversiones” en Jordania para beneficiarse de la mano de obra de los refugiados sirios. En un país donde los trabajadores emigrantes han hecho frente a la servidumbre forzada, tortura y hurto, hay razones para sospechar que esta 'solución' costosa a la crisis creciente de desplazamiento establecerá fábricas donde se explotará al obrero haciendo expresamente de los refugiados un objetivo de guerra para la hiper explotación”, escribió Sarah Lazare.
Según un comunicado de prensa del presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, “estamos explorando la creación de zonas económicas especiales (ZESs, en inglés) e inversiones alentadoras en proyectos municipales y trabajos que demanden mucha mano de obra”. Según la propaganda del Banco Mundial, la meta es ayudar a aliviar las dificultades a que hacen frente los refugiados en Jordania desarrollando cinco zonas económicas especiales a lo largo de la frontera siria. “Estamos utilizando un acercamiento holístico para dirigir la afluencia de refugiados hacia el desarrollo del sector privado”, dijo un portavoz del Banco Mundial citado por Lazare. Sin embargo, como hizo notar Lazare, a pesar de sus tentativas múltiples de obtener más información del Banco Mundial sobre las ZESs propuesta, los detalles específicos seguían siendo escasos. Además, denunció la historia de las zonas económicas especiales existentes en Jordania (operadas “a menudo por compañías de servicio de EEUU bajo una variedad de nombres), azotadas por el tráfico humano, la tortura y el hurto del salario”.
“En esta era de desplazamientos de masas humanas por las guerras en curso, debemos hacer preguntas difíciles sobre las implicaciones políticas de animar a las compañías occidentales a apuntar y a beneficiarse del trabajo de la gente desarraigada violentamente de sus hogares”, escribió Lazare. El programa del Banco Mundial “despierta preguntas más profundas sobre la responsabilidad global de dirigir el daño humano a gran escala sobre Siria, donde Occidente desempeñó un papel en desencadenarlo”.
Myriam Francois, una periodista e investigadora asociada a SOAS (School of Oriental and African Studies), Universidad de Londres, dijo a Lazare que el desarrollo de ZESs en Jordania “cambiará campamentos de emergencia para refugiados, y respuestas temporales a una crisis, en acuerdos mucho más permanentes”. Las ofertas de ZESs son menos sobre necesidades sirias y más sobre la custodia de refugiados sirios fuera de Europa creando (apenas) condiciones sostenibles dentro de los campos que entonces harían demandas al asilo mucho más duras de reconocer”, dijo Myriam Francois
Describiendo como “trato entre diablos” el acuerdo entre Turquía y la Unión Europea (UE) de impedir entrar en Europa a millones de refugiados de entrar en Europa, Glen Ford, del Black Agenda Report, dijo que Turquía “ha cobrado al contado por la gente desamparada que ayuda a rehacerse”. Como divulgó Al Jazeera, Turquía aceptó 3,3 mil millones de euros de la Unión Europea “a cambio de controlar el flujo de refugiados a través del Mar Egeo”. Turquía, según se informa, pidió doblar esa cantidad para cubrir los costos de traficar con los refugiados. Antes, en marzo de 2016, Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, advirtió a los refugiados de Asia y África que “no vengan a Europa… Es todo para nada”.
Observando que “el gran bulto de los refugiados en Turquía son víctimas del papel turco en la guerra contra Siria, en alianza con Europa, Estados Unidos y las aristocracias reales petroleras del Golfo Pérsico”, Ford describió que el tráfico humano en Turquía avanza “a una escala no vista desde el comercio de esclavos por el Atlántico”.
Además del dinero de la UE, Turquía también busca la admisión a la Unión –y con esto, el derecho a que 75 millones de turcos entren a Europa sin restricción de visa– como una condición para controlar su población de refugiados. Así, según Ford, Turquía ha enganchado “en una enorme estafa de protecciones”, acordando efectivamente proteger a Europa contra otras incursiones “de gente antes colonizada, cuyo trabajo y tierras hizo engordar durante medio milenio a Europa y sus estados colonialistas blancos”. Sin embargo, concluyó Ford, “en este doblez, los europeos nunca aceptarán a Turquía porque es musulmana y no-muy-blanca”.
La explotación corporativa de la crisis global del refugiado fue sub-reporteada en la prensa popular y corporativa, y a menudo con una distorsionada cobertura pro-empresa, como un artículo del Wall Street Journal de septiembre de 2015 sobre el número de pequeñas empresas y grandes corporaciones que están encontrando maneras de beneficiarse de la inundación de inmigrantes. A diferencia del informe de Lazare en AlterNet, la cobertura del Journal solamente se enfocó en los sirios que habían manejado emigrar a los países europeos. Según el Journal, grupos privados de equidad perseguían a través de Europa el manejo de campos y servicios para refugiados como una nueva oportunidad de inversión "con promesas de crecimiento potencial orgánico y codicioso". El artículo del Journal citó a Willy Koch, fundador retirado de la compañía suiza ORS Service AG, diciendo “Los márgenes son muy bajos. Ciertamente, el volumen es una de las claves”.
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